PARTE III El desgarro de la UE La decadencia de la UE ya es un claro testimonio del declive democrático liberal, pues se concibió para puentear los parlamentos y las instituciones locales, sustrayendo las decisiones e intereses del Gran Capital a las luchas de clase a escala estatal que forjaron las distintas expresiones nacionales de […]
PARTE III
El desgarro de la UE
La decadencia de la UE ya es un claro testimonio del declive democrático liberal, pues se concibió para puentear los parlamentos y las instituciones locales, sustrayendo las decisiones e intereses del Gran Capital a las luchas de clase a escala estatal que forjaron las distintas expresiones nacionales de la correlación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo.
Si la «Europa socialdemócrata» fue la mayor manifestación del reformismo capitalista cuando éste todavía impulsaba con vigor el desarrollo de las fuerzas productivas, hoy la Unión Europea es el primer experimento de ingeniería social a escala regional o supraestatal en favor de la institucionalidad de las estructuras financieras de dominación. Supone en sí un cuidadoso plan de desregulación social de los mercados de trabajo (lo que significa la paulatina destrucción de los derechos y conquistas laborales) y de las condiciones de ciudadanía, que se dota de todo un conjunto de disposiciones y requisitos para hacerse irreformable.
Se trata también de una construcción supraestatal destinada a mantener relaciones de desequilibrio entre sus partes, un sistema deficitario-superavitario diseñado para trasvasar riqueza colectiva de unos Estados (la mayoría) a unos pocos (sobre todo Alemania y su «hinterland» centroeuropeo), especialmente mediante el mecanismo de la moneda única. Constituye el mayor ejemplo mundial de institucionalización del neoliberalismo a escala de un continente entero.