MI hijo Xavier, como buen adolescente, aprovecha cualquier oportunidad para ponerme contra las cuerdas. Como el otro día cuando le dije que estaba invitado a moderar una mesa redonda sobre campesinado y alimentación. El tío se me puso altanero y va y me suelta una de sus frases lapidarias -papá, no dudo que sepas moderar […]
MI hijo Xavier, como buen adolescente, aprovecha cualquier oportunidad para ponerme contra las cuerdas. Como el otro día cuando le dije que estaba invitado a moderar una mesa redonda sobre campesinado y alimentación. El tío se me puso altanero y va y me suelta una de sus frases lapidarias -papá, no dudo que sepas moderar una mesa redonda pero ¿sabrás moderarte? A Xavier, como supongo que a muchas y muchos de Ustedes, les debe aburrir ya mi defensa de un modelo de agricultura social en manos de los pequeños y pequeñas campesinas. Pero es que ahora el modelo de agricultura industrial al que me opongo, y que tiene su máxima expresión en los cultivos transgénicos, ha recibido dos varapalos que deberían enterrarlo para siempre.
Por un lado el informe de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad de EE.UU.) que analizando doce estudios académicos, con ensayos de campo durante los últimos 20 años, observa que el cacareado aumento de los rendimientos de estos cultivos -como se ha venido repitiendo- no es tal. Sólo hay incrementos en el caso del maíz BT pero no por su genética «sabiamente» modificada sino a mejoramientos tradicionales de los cultivos. Y un segundo informe que nos atañe a todas y todos elaborado por otra institución de los EE.UU., la Academia Americana de Medicina Ambiental, que después de estudiar múltiples investigaciones realizadas en animales concluye que existe una relación de causalidad entre el consumo de alimentos transgénicos y efectos adversos a la salud. Y directamente, sin tapujos, solicitan urgentemente, «por la salud y seguridad de los consumidores» una moratoria a los alimentos genéticamente modificados y la implementación inmediata de pruebas independientes y de largo plazo sobre su seguridad.
Tenemos certeza que los OGM no sirven a las gentes del campo y algo más que dudas sobre el consumo de estos alimentos. ¿Precaución o riesgo? ¿España tomará ejemplo de otros países europeos y detendrá estos cultivos? Con la clase política que nos gobierna me temo que habrá que darle la razón a Mario Moreno. Sí, al genial Cantinflas cuando en la película que interpreta a un embajador de un país ficticio dice al pleno de las Naciones Unidas: «Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo.»