Google desató ayer una fuerte polémica tras desvelar que a partir del 1 de marzo va a cambiar su política de privacidad. La compañía, que hasta ahora almacenaba en bases de datos distintas la información de sus usuarios en función de los servicios que utilizaba (Gmail, Google+, Picasa…), ha decidido ahora unificar todos estos datos. […]
Google desató ayer una fuerte polémica tras desvelar que a partir del 1 de marzo va a cambiar su política de privacidad. La compañía, que hasta ahora almacenaba en bases de datos distintas la información de sus usuarios en función de los servicios que utilizaba (Gmail, Google+, Picasa…), ha decidido ahora unificar todos estos datos. Una medida que implica que la compañía podrá integrar toda esa información personal, cruzarla y aprender así más de cada usuario.
La compañía defendió que el propósito es sustituir sus más de 70 documentos sobre privacidad por uno solo que funcione de forma unificada para todas sus herramientas. «Trataremos al usuario como un usuario único a través de todos nuestros productos, lo que supondrá una experiencia de Google más simple e intuitiva», dijo su responsable de privacidad, Alma Whitten
El buscador, que no dará opción al usuario de oponerse a ello si quiere seguir usando sus servicios, insistió en que la nueva política permitirá a sus usuarios conocer más fácilmente cómo recoge y usa su información y ofrecerles, de paso, servicios más personalizados. «Sabremos si vas a llegar tarde a una reunión basándonos en tu ubicación, tu calendario y el estadio del tráfico en tu zona», dijeron. Unas aclaraciones que no calmaron las críticas.
Y es que según algunos expertos, lo que persigue Google es agrupar información personal para ganar anunciantes. «Algo que puede llevarla a relajar su exigencia en privacidad». Google insistió en que no compartirá datos personales con terceros sin consentimiento del usuario.
Para Gonzálo Martín, director de Territorio Creativo, es imposible no ver este movimiento de Google dentro de la transformación de la red desde la era de los buscadoresy las webs estáticas hacia lo que se viene llamando web social, donde los usuarios recomiendan y jerarquizan los contenidos y esas recomendaciones y jerarquías son tomadas en cuenta por sus redes personales. «El crecimiento de Facebook ha puesto esto en evidencia y amenaza con ser un jugador importante del mercado publicitario en un segmento donde Google era el rey indiscutible», indica. Vamos, que la jugada de Google es también defensiva.
Además, según Martín, el internet de los últimos años está tendiendo a concentrarse en unos pocos servicios-herramienta que sirven para todas las necesidades de comunicación personales: email, chat, compilación de enlaces, escribir textos (como los blogs), servicios de voz, alquileres de películas «y casi cualquier cosa pretende pasar por estos servicios integrados». «Por tanto,disponer de términos de uso unificados permite sacar partido a servicios que hasta ahora estaban sueltos para integrar datos y funcionalidades. Que la ventana de tu servicio permanezca abierta todo el día en el navegador accediendo a todas las opciones mientras los datos de tu conducta son administrados para vender publicidad».
Desde Google se recuerda, no obstante,que algunos servicios no están afectados por estos cambios. Se trata de los servicios que pueden ser utilizados sin necesidad de registrarse, como es Youtube o el propio buscador, y otros como Google Libros, Google Chrome y el servicio de pagos Google Wallet, que quedan al margen por las cuestiones legales que les afecta específicamente. La multinacional también aclara que el usuario deberá aceptar de forma expresa que acepta las condiciones a partir del 1 de marzo. Lo tendrá que hacer a través de una ventana que se le aparecerá cuando se conecte a los servicios.
Para Martín, de todos modos, estamos ante un conflicto de difícil equilibrio porque por un lado los servicios aparentemente gratuitos de la red necesitan vender publicidad para financiarse y, sin datos que produzcan una publicidad relevante, los anunciantes encontrarían menos valor y estarían menos dispuestos a pagar por dicha publicidad. «La contrapartida» es, según explica, que, para que sea relevante, cuantos más datos se tengan de la conducta, relaciones personales e intereses de la persona, más eficiente se será, «porque personalizará más el servicio (algo en teoría, bueno para el usuario) y porque se conocerá mejor qué publicidad ofrecer».
Sin embargo, en su opinión, «esto crea efectivamente un problema serio de amenaza a la intimidad personal que dependerá de la ética del proveedor del servicio». ¿Dónde está el límite? ¿Cómo saber los datos que disponen de mí? ¿Para qué y cómo se usan? ¿Tenemos derecho a conocer el algoritmo que selecciona los contenidos que me ofrecen y que selecciona la publicidad?, se pregunta Martín, que añade que a todo ello hay que sumar que «los servicios están sometidos a leyes diferentes de las del país en las que el usuario se beneficia de las prestaciones de estas grandes empresas. Digamos que la sociedad red está en su infancia y estos asuntos serán controvertidos».
vía: http://www.versvs.net/anotacion/google-velos-muy-muy-tupidos