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Grandes fortunas, impuestos y solidaridad

Fuentes: Rebelión

No nos engañemos. Que las personas más ricas de Francia o Alemania pidan pagar más impuestos no es ningún síntoma de solidaridad. Se trata, más bien, de la apertura de una pequeña válvula de escape para aliviar presiones. Todos los sistemas sociales modernos han sido profundamente desiguales y todos, de una u otra manera, han […]

No nos engañemos. Que las personas más ricas de Francia o Alemania pidan pagar más impuestos no es ningún síntoma de solidaridad. Se trata, más bien, de la apertura de una pequeña válvula de escape para aliviar presiones. Todos los sistemas sociales modernos han sido profundamente desiguales y todos, de una u otra manera, han generado un sistema ideológico que justificaba estas desigualdades y que hacía que la mayoría aceptara las normas del juego y asumiera como natural la existencia de una minoría privilegiada. Haciendo una burda síntesis de lo que los teóricos de la estratificación social han filosofado durante cerca de dos siglos, el axioma sobre el que se justifica la desigualdad en el sistema capitalista es la competitividad y la necesidad de premiar el talento, el mérito o el trabajo. Durante los últimos treinta años de imposición ideológica neoliberal, en la opulenta sociedad occidental, la mayoría social «de clase media» no ha visto ningún problema en que unos cuantos afortunados disfrutaran de cuentas corrientes con saldos astronómicos. Supuestamente la élite potentada, con su capacidad inversora, dinamizaba la economía, generaba puestos de trabajo y creaba tejido empresarial a la vez que se le atribuía algún tipo de mérito reforzado por las épicas historias de hombres-hechos-a-ellos-mismos que habían forjado su fortuna a base de trabajar duramente desde la tierna adolescencia.

Con independencia de la veracidad de estos mitos, la crisis ha evidenciado quién paga los platos rotos de las sucesivas burbujas especulativas que nuestros ricos y ricas han hinchado sin descanso para sacar jugosos beneficios. Los movimientos de protesta surgidos en Europa han señalado con el dedo a políticos y banqueros como culpables de la quiebra económica y de la adopción de medidas claramente regresivas. Pero ninguna de las personas que ha salido a la calle en los últimos meses dudaría en colocar a los titulares de las fortunas más importantes del planeta en el mismo saco, especialmente después del gran trabajo de pedagogía política y económica realizado dentro de los propios movimientos para explicar qué son los paraísos fiscales, como funcionan las SICAV, o como en dos décadas el crecimiento de los beneficios empresariales ha convivido con el estancamiento de los salarios reales en todo el mundo y, en especial en Europa.

¿Qué pretenden los HNWI (High Net Worth Individuales, o personas con patrimonios netos elevados) europeos con su recién sobrevenida voluntad contributiva? Quizás se trata de lanzar el mensaje de que los recortes de derechos sociales no tienen nada que ver con ellos. Si es necesario contribuir, ellos los primeros. Y si se acaba definitivamente con los estados del bienestar habrá sido por culpa de políticos incompetentes y de banqueros avaros.

Hay que recordar que a las grandes fortunas no les ha ido tan mal en los últimos tiempos. Según el el Informe sobre la Riqueza en el Mundo de Capgemini y Merrill Lynch Global Wealth Management, durante el 2010 la población de HNWI (personas con activos aptos para invertir de un millón de dólares o más, excluyendo la primera residencia, colecciones , artículos de consumo y bienes de consumo duraderos) ha aumentado un 8,3% llegando a los 10,9 millones y la riqueza acumulada entre todos estos individuos ha crecido un 9,7% llegando a los 42.700.000.000.000 dólares. El mismo informe indica que la crisis ha despertado nuevas preferencias de inversión entre los esforzados multimillonarios que apuestan cada vez más por los mercados de materias primas que incluye, como no podía ser de otra manera, los mercados de futuros de cereales. Así pues, dispuestos a pagar más impuestos no son capaces de plantearse que la nueva burbuja especulativa, la de los alimentos, está haciendo subir los precios de los productos básicos disparando el hambre en muchos puntos del planeta.

Si lo que quieren es pagar más impuestos no es necesario crear nuevas tasas especiales para grandes fortunas. Pueden empezar repatriando las cuentas con saldos nada despreciables que tienen repartidos por paraísos fiscales de todo y poner en conocimiento de sus agencias tributarias todo su patrimonio, habitualmente tanto desorbitado como desconocido. Si lo que pretenden es reactivar la economía, quizás deberían replantearse sus criterios de inversión. Y si lo que buscan es ser solidarios … que cierren sus obras benéficas y sus fundaciones que, además de servir para desgravar, suelen tener un impacto altamente cuestionable sobre las poblaciones a las que quieren ayudar. Para muestra los esfuerzos de la fundación Gates para introducir tecnologías transgénicas a las agriculturas africanas … pero esta historia la dejo para otro artículo.

Por cierto, uno de los impulsores de la iniciativa «los ricos queremos pagar más» es Warren Buffet, dueño mayoritario del conglomerado empresarial Berkshire Hathaway (donde comparte consejo de administración con Bill Gates entre otros multimillonarios estadounidenses) al que pertenece la agencia de calificación Moodys.

* Albert Sales i Campos, Profesor de sociología de la UPF y miembro de SETEM