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Guerra, economía y realidad

Fuentes: Rebelión

Ante las circunstancias de violencia y el shock generado en la población ecuatoriana, olvidamos fácilmente que la guerra también es un negocio, ya sea una guerra interna como la declarada por el Gobierno ecuatoriano o entre países como es el caso de Ucrania, Rusia u otras naciones en distintos continentes.  

La principal motivación para la guerra casi siempre roza lo económico, luego de esto se disfraza de discursos políticamente correctos como: existencia de conflictos internos, culturales, religiosos, geográficos, militares o incluso políticos. Más allá de eso, existe una preocupación por contar con recursos financieros para mantener en pie un ejército desde el momento mismo en que se declara la guerra (Serrano, 2019). En este sentido el ejercicio de acción militar siempre se entrelaza con la economía, incluso como estrategia contra el enemigo: i) asfixiar económicamente; ii) reparaciones al final de las contiendas. Un poco más atrás en la doctrina económica, para los mercantilistas existía una preocupación latente por la economía de la guerra. Estos establecieron algunos objetivos económicos enfocados en aumentar el poder militar (Torres, 2021). Bajo esta lógica rápidamente se implementó un modelo de gestión que permitió movilizar recursos para la actividad militar, marcada por el nacionalismo y la bandera como caballo de batalla.  

Una vez clarificada la fuerte relación entre guerra y economía a lo largo de la historia, pensemos en contextos actuales. Una de las naciones que más ha participado en guerras a lo largo de su historia es Estados Unidos. Si se analiza con detenimiento la evolución de su PIB, se aprecia que, en los momentos de caída prolongada o significativa de la economía, toma parte en una guerra para reactivar la producción. Por ejemplo, el desempleo durante la Gran Depresión fue de 17,2% en 1939, para 1944 durante la Segunda Guerra Mundial este indicador económico llegó a 1,2%. Si se analiza la variación del PIB de este país Figura 1, varios conflictos coinciden con momentos donde se contrae la economía, Guerra de Vietnam (1955), del Golfo (1990), Irak (2001) entre otras. 

Figura 1. Variación PIB – Estados Unidos y Guerras. 

Sin embargo, la movilización de recursos y reactivación económica que permite la guerra, tiene algunas consideraciones. La Figura 1, muestra además que luego de la reactivación económica hay una caída en la producción.  

El Estado requiere movilización de recursos de manera abrupta para financiar el conflicto, pueden venir de contribuciones por parte de los ciudadanos o empresas a través de impuestos, lo que genera un efecto de redistribución más no de crecimiento, dado que se beneficia a unos perjudicando a otros. Otra opción es mediante déficit fiscal por fuente externa o emisión de deuda pública, esto en el mediano o largo plazo requerirá de ajustes económicos para cubrir con las obligaciones contraídas. Por otra parte, esta movilización de recursos puede traer consigo inflación que disminuye el salario real de la población. En definitiva, el financiamiento de la guerra pasa por empobrecer a la población.  

Otra de las perdidas asociadas a la guerra viene de la mano de los daños colaterales, es decir esos recursos humanos que se convierten en víctimas inocentes de los conflictos armados, en guerras prolongadas se reduce el capital humano del país por muerte o huida hacia otros países. La guerra implica un alto costo de oportunidad, por la destrucción del capital físico y social, los recursos utilizados para la guerra podrían utilizarse para desarrollar otros sectores económicos o mejorar las condiciones sociales de los países. Tal vez los defensores de la guerra no consideran estos elementos, pero si se toma en cuenta el costo de oportunidad, el saldo de la guerra siempre será negativo para la economía. 

De vuelta a nuestro país, la declaratoria de guerra interna en Ecuador se da en un momento de crisis económica, recordemos que se tuvo que recurrir a instrumentos financieros para cumplir con las obligaciones corrientes del estado durante el mes de diciembre, pero además plantea una situación compleja, más allá de los costos económicos y en seres humanos, abre la puerta a muchas interrogantes y un retroceso en temas sociales como lucha contra la pobreza, empleo digno, derechos humanos etc. Bajo el discurso de guerra es posible profundizar el neoliberalismo, la desregulación total de la economía, incremento de impuestos, privatizaciones, olvidando temas importantes como la educación, desigualdad y la construcción de un modelo de desarrollo integrador y no excluyente.  

No perdamos de foco que la arremetida neoliberal de las últimas décadas esta marcada por la reducción del tamaño del Estado y la movilidad transnacional del capital. Este último, puede venir de fuentes legales (inversiones, empresas, grupos financieros, etc.), pero, también de actividades al margen de la ley (narcotráfico, secuestros, lavado de activos, etc.). El marco de doctrina capitalista aplica para todos, incluido el crimen organizado, que actúa bajo la lógica de una empresa transnacional, es decir, busca países con bajas regulaciones, con necesidades económicas, recursos que puedan ser utilizados para sus actividades, mano de obra de bajo costo, entre otras. Se instala y busca expandir su rango de acción, formando a su paso lobbies que se vuelven cada vez más cercanos a gobiernos, empresarios, jueces, fiscales y cuerpos de seguridad.    

La lucha real contra el crimen organizado requiere inversión social en educación, salud, deporte, cultura, condiciones laborales dignas; tiene que ver con la idea de Amartya Sen de dotar de capacidades a la población (Sen, 2000), para que sea libre de elegir bajo un catálogo amplio de opciones de vida. Por el contrario, el abandono del Estado provoca que el ciudadano encuentre en el crimen su única opción para ser parte de algo en la sociedad.  

Referencias: 

Sen, A. K. (2000). DEVELOPMENT AS FREEDOM. Alfred Kopf, INC. 

Serrano, J. M. (2019). LA ECONOMÍA Y LA DEFENSA NACIONAL. In An. R. Acad. Cienc. Morales Polít. 

Torres, R. (2021). Los negocios con la armada: suministros militares y política mercantilista en el siglo XVIII. Instituto de Investigaciones Históricas, 39, 49–76. http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/721/redes_empresariales.html 


Anderson Argothy: Doctor en Economía, investigador, profesor universitario. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.