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Guerreros del consumismo

Fuentes: La Jornada

Conducta sin encanto la de Stefano Baldini, ganador del maratón en Atenas. ¿Qué le hubiese costado compartir la victoria en el podio, alzando la mano del brasileño Vanderlei de Lima? Relegado al tercer lugar a causa del irlandés surgido de la Biblia que le interrumpió el paso, Vanderlei perdió medalla de oro. En el maratón […]

Conducta sin encanto la de Stefano Baldini, ganador del maratón en Atenas. ¿Qué le hubiese costado compartir la victoria en el podio, alzando la mano del brasileño Vanderlei de Lima? Relegado al tercer lugar a causa del irlandés surgido de la Biblia que le interrumpió el paso, Vanderlei perdió medalla de oro.

En el maratón de los Juegos Olímpicos de Londres (1908), a escasos metros de la línea de llegada, el pastelero italiano Dorando Pietri desmayó debido al esfuerzo realizado. Sir Arthur Conan Doyle, reportero del Daily Mail, le ayudó a cruzar la meta. El pastelero fue descalificado por dopaje, pero el creador de Sherlock Holmes convalidó su título de caballero. Otros tiempos.

«Espíritu olímpico»… ¿existió alguna vez? Los griegos antiguos pensaban que en arte, política, juegos y amor sólo cabe obrar bien, sin esperanza. No obstante, Pierre Frédy (1863-1937), barón de Coubertin y fundador del Comité Olímpico Internacional (COI, 1894), creía que «lo importante en la vida no es ganar, sino competir» por aquello de «… no hay que llegar primero/ pero hay que saber llegar».

Dúdolo. Coubertin escribió: «… Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación nunca le afectará». Sin embargo, el argentino Emanuel Ginóbili, campeón de baloncesto en Atenas y jugador de los Spurs de San Antonio, declaró que su entrenador estadunidense le advirtió: «Si no traes el oro, no vuelvas». Es lo que decía el poeta Píndaro al contar que en Olimpia (siglo VIII adC) los perdedores huían de la multitud por los callejones, apartados y humillados, pues la finalidad de los torneos consistía en adiestrar hombres para la batalla.

¿Amateurismo? Fair play? (¿juego limpio?) Ideología de aristócratas del siglo XIX, convencidos de que pasado y linaje conducen a la salvación, British first, of course. En 1912 el COI despojó de su título al indígena estadunidense James Thorpe, vencedor en el decatlón de los Juegos de Estocolmo, acusándolo de ser un deportista profesional que cobraba cinco dólares a la semana como jugador de beisbol. Pero en Sydney 2000 Nike descubrió que «las mujeres modernas corren más rápido» y contrató a la velocista estadunidense Marion Jones por 800 mil dólares anuales.

Introductor de la educación física para favorecer la «energía mental» en el sistema educativo francés, Coubertin tomó de los ingleses la moral hipócrita del capitalismo y, tras leer el informe de la misión francesa que en 1829 excavó las ruinas de Olimpia, descubrió «la cuna del deporte». Así nació el «olimpismo», doctrina afín a la filantropía, la higiene racial y la eugenesia, disciplina que retorció el legado científico de Charles Darwin acerca de «los más aptos» y sustentó después la política sanitaria de los nazis y el pensamiento neoliberal en ciernes.

En Por qué resucité los Juegos Olímpicos, Coubertin sostiene que el objetivo era conseguir el «perfeccionamiento de la fuerte y esperanzadora raza blanca». Y en el discurso de clausura de los Juegos de Berlín (1936) manifestó: «¡Que el pueblo alemán y su jefe reciban la gratitud merecida por lo que acaban de realizar!»

Dos presidentes del COI, el millonario de Chicago y simpatizante de los nazis Avery Brundage (1952-72), y Juan Antonio Samaranch (1980-2001), fascista en la corte de Francisco Franco y presidente del gobierno de Cataluña (1973-75), fueron hijos dignos de Coubertin. Junto a Samaranch colaboraron atletas del «espíritu olímpico» como Kim Un Young, veterano de la CIA en Corea del Sur, y el ex boxeador Francis Nyangweso, comandante del ejército de Uganda durante el régimen terrorista de Idi Amín (1971-79).

¿Será que la máxima justa del deporte mundial ha sido mero racismo, fascismo y exaltación de la potencia corporal? El investigador español Jesús Castañón Rodríguez trae a la memoria el ejemplo del estadunidense Forest Smithson, ganador de los 110 metros con vallas, en aquellos juegos que cubrió Sherlock Holmes. El joven celebró la victoria repitiendo la carrera con un libro abierto que iba leyendo. «Yo leo algunas veces, cuando estoy en la pista», declaró el campeón a la prensa.

Además, cuando el olimpismo nació, Coca-Cola ya estaba ahí. En 1886 el doctor John Styth Pemberton presentó en sociedad la bebida de su invención que, según él, tenía «propiedades intelectuales y sin alcohol». Pemberton murió feliz, luego de vender en 2 mil dólares de aquellos años, la patente y los derechos de comercialización del pinche jarabe gasificado.

En los cuatro años venideros, los campeones de Atenas serán los encargados de dictar las pautas de publicidad en lácteos, alimentos, ropa y calzado deportiva, vitaminas, relojes, turismo y tarjetas de crédito. Se espera que hasta el inicio de los Juegos de Pekín, mil 300 millones de chinos (inventores del concepto de salud integral) consuman 5 mil 200 millones de botellas de Coca. ¿»Pepsi» anuncia algo diferente?