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Cronopiando

«Había una vez… un circo»

Fuentes: Rebelión

¡Pasen, pasen y voten! ¡El mayor espectáculo del mundo! ¡Demócratas republicanos contra republicanos demócratas! ¡Sesión continua hasta noviembre! Y uno acepta el tedio de la fila y el megáfono anunciando las estrellas, la magia del color. Uno acepta la entrada y el asiento, y que al aprendiz de pájaro se le acabe el trapecio y […]

¡Pasen, pasen y voten! ¡El mayor espectáculo del mundo! ¡Demócratas republicanos contra republicanos demócratas! ¡Sesión continua hasta noviembre!

Y uno acepta el tedio de la fila y el megáfono anunciando las estrellas, la magia del color.

Uno acepta la entrada y el asiento, y que al aprendiz de pájaro se le acabe el trapecio y se estrelle en medio de la pista,

y que al ilusionista se le pierdan los trucos en las mangas

y el conejo se asfixie en la chistera,

y que los payasos muevan más a la pena que a la risa.

Uno acepta que el elefante aplaste en un descuido la hermosa cabeza de mujer hasta volverla una sola lentejuela,

y que al malabarista se le caigan los alardes,

y que el bromuro se lo tome el domador,

y que maúllen los tigres de Bengala.

Uno acepta que al contorsionista se le quiebre la estampa y no puedan los acróbatas levantarse del suelo,

que el chimpancé no aprenda las piruetas y la orquesta equivoque la fanfarria…

Uno acepta que el capital determine la victoria, que el fraude identifique al ganador, que el segundo sea el primero, que el magnicidio de sus presidentes siga impune, que los votos coticen en la Bolsa, que un bombardeo en Iraq siempre sume respaldos y adhesiones, que la gente vote pero no elija, que desde hace medio siglo ya ni vote, o que «Terminator» ganara la gobernación de California en cerrada disputa con el enano de un circo, un luchador de Sumo, un editor de revistas pornográficas y una actriz de cine X.

Uno lo acepta todo, absolutamente todo, todo menos que haya, por más que insistan los grandes medios de comunicación, que aplaudir al final de la vergüenza.