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Había una vez un gobierno popular que quería acabar con el modelo extractivista-exportador

Fuentes: CADTM

Finalmente, se constituyó un gobierno popular: las movilizaciones populares fueron sus fundamentos, movilizaciones que lograron crear comités de autoorganización en los barrios, en los lugares de trabajo, en las universidades y en los establecimientos educativos no universitarios. [1] Se acaba de hacer la primera reunión de gobierno. En él, las palabras se distribuyen alternativa e […]

Finalmente, se constituyó un gobierno popular: las movilizaciones populares fueron sus fundamentos, movilizaciones que lograron crear comités de autoorganización en los barrios, en los lugares de trabajo, en las universidades y en los establecimientos educativos no universitarios. [1] Se acaba de hacer la primera reunión de gobierno. En él, las palabras se distribuyen alternativa e igualitariamente entre los hombres y las mujeres que componen el gobierno. Hace un año, todo eso parecía inalcanzable, en ese pequeño Estado exportador de materias primas. El dictador parecía inamovible, pero, hacia finales de año, varios pueblos vecinos se sublevaron y la revuelta se extendió como una mancha de aceite, casi como en África del Norte y Oriente Próximo en 2011. Después, el dictador huyó tras haber provocado varias masacres. En su huida varios gobiernos cómplices le ayudaron. Pero eso no fue suficiente. El movimiento popular, masivo, recibió el apoyo de una parte del ejército gracias a la presión de los comités de soldados que se habían formado para conseguir eliminar a los jefes militares corruptos aliados con la dictadura. Fue duro al principio, ya que el antiguo régimen conservaba partidarios en todas las estructuras del Estado, pero, felizmente, el proceso electoral pudo desarrollarse dentro de la mayor transparencia. Los ciudadanos y las ciudadanas querían expresar su voto favorable al cambio y obligaron a las antiguas autoridades a respetar el proceso democrático. La coalición de fuerzas de izquierda que emergió del movimiento popular ganó hace una semana las elecciones por una mayoría bien clara. Por supuesto, los poderosos del mundo querrán que fracase esta experiencia. Donald Trump, la Comisión Europea, el gobierno chino, Putin y otros poderes conservadores buscarán desestabilizar el nuevo régimen democrático.

Por otro lado, algunos gobiernos progresistas consiguieron llegar al poder, pero las experiencias no fueron positivas, ni mucho menos. Es necesario saber sacar lecciones de todo eso. El nuevo gobierno y los movimientos populares que lo apoyan no ignoran que la partida es complicada. No les faltan oponentes: al interior del país, los grandes medios de comunicación privados se encarnizan con la coalición gobernante y con los sectores populares que, según ellos, se comportan de manera irresponsable. Mientras, las grandes sociedades extranjeras, los capitalistas locales que se beneficiaron de las privatizaciones realizadas por el régimen anterior, y las personas con más altos ingresos se inquietan por sus negocios y su fortuna.

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