¿Se imaginan que los principales medios internacionales nos informaran sobre las muertes y el drama humano en Gaza sin mencionar los bombardeos de Israel? ¿O que culpabilizaran a las autoridades locales palestinas de la falta de alimentos o medicamentos?
No, no se escandalicen con estas preguntas. Porque es lo que los medios corporativos hacen en relación con otro drama humano: el que, hoy, vive Cuba, víctima también de una guerra.
En los últimos siete años, añadiendo al bloqueo económico tradicional más de 250 nuevas sanciones y una política de amenazas a gobiernos y empresas de todo el mundo, la Casa Blanca ha conseguido destruir total o parcialmente las fuentes de ingreso de Cuba. Tres de los sectores bombardeados, con especial saña, en esta última etapa, son: el turismo, principalmente el procedente de Europa, pero también el que se permitió tibiamente, durante un tiempo, desde EEUU; las remesas de la emigración cubana; y los servicios médicos internacionales, sostén durante años de la compra de medicamentos en la Isla
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Añádase que la calificación de Cuba como «país que patrocina el terrorismo» implica sanciones a todo banco internacional que se atreva a otorgar financiamiento o, siquiera, realice una sencilla transferencia hacia la Isla.
Pero los grandes medios occidentales ocultan (incluso niegan) que exista semejante agresión. Aunque esta sea reconocida, cada año, por 187 gobiernos del mundo que piden al agresor, en Naciones Unidas, detenerla.
La basura sin recoger en las calles de La Habana, la mendicidad, los apagones, las farmacias vacías, los derrumbes de viviendas, la ola migratoria… Sobre ello, leemos cientos de reportajes, en los que ¡ni una sola vez se menciona el bloqueo, el «embargo» o las sanciones de EEUU, causa estructural de dichos problemas! A lo sumo, algún medio los menciona como “un factor más” en la crisis. Como si las bombas de Israel fueran “un factor más” en el genocidio palestino.
No, no. La actual crisis social y económica de Cuba está causada por un diseño, perfectamente estructurado, de guerra económica, por parte de la mayor superpotencia mundial contra un pequeño y pobre país del Sur. Una guerra llevada a cabo, de manera sistemática y precisa, por miles de funcionarios del Departamento de Estado, del Departamento del Tesoro, más de cien embajadas y las agencias de inteligencia de EEUU.
Esta guerra económica se complementa con una guerra comunicacional, en la que los medios juegan un papel esencial. ¿Cómo actúa? Primero, una red de medios digitales que se presentan como «cubanos» e «independientes», pero que están financiados por la Casa Blanca, generan contenidos diarios sobre la realidad de Cuba, con el relato politizado (y justificativo de la política de cerco) de Washington.
Posteriormente, los medios corporativos internacionales adaptan estas pseudonoticias y las divulgan de forma masiva. En ellas, se insertan supuestas «voces cubanas expertas», que proceden, en su inmensa mayoría, de los anteriores medios pagados por la Casa Blanca. Todo voz, desde el activismo o la intelectualidad, que denuncie el bloqueo de EEUU, es amordazada.
Pero los grandes medios no solo niegan o minimizan el bloqueo, no solo censuran las voces que lo condenan. Además, colaboran en la estrategia del agresor para llevar a Cuba al estallido social y al enfrentamiento civil.
Hace un mes, la empresa estatal cubana ETECSA, producto de la falta de divisas, anunció una subida exponencial de las tarifas de Internet (15). Hubo descontento, críticas, lógicas protestas, sobre todo en las universidades. El Gobierno ordenó entonces un proceso de diálogo entre la compañía pública y el estudiantado, del que han salido algunas medidas paliativas. Pero ¿de qué hablaron los medios? ¿Mencionaron la guerra contra las fuentes de divisa de Cuba? ¿Subrayaron el hecho inédito de que una empresa de telecomunicaciones dialogue y negocie sus tarifas con colectivos de jóvenes? No. Lo que hicieron fue mentir. «El descontento en Cuba estalla en las universidades», titulaba El País, que hablaba de «la convocatoria de una huelga» que jamás se produjo. «Histórico paro universitario», divulgaba El Mundo la misma fake news.
Esta semana, una ministra cubana fue depuesta de su cargo tras realizar unas lamentables declaraciones sobre la mendicidad en el país. Pero ¿sirvió este hecho para que los medios hablaran de la guerra económica que ha disparado la pobreza, como jamás en décadas, en Cuba? Al contrario. Sirvió para endosar al Gobierno cubano las consecuencias humanitarias del bombardeo estadounidense a su economía.
El expresidente colombiano Ernesto Samper definió a Cuba como una «Gaza sin bombas». O, mejor dicho, bajo bombas económicas… y mediáticas.
José Manzaneda es coordinador de Cubainformación.