Parafraseando a dos trovadores: Alejandro Filio -mexicano- y Silvio Rodríguez -cubano-, titulo estas reflexiones en torno a la actitud de quienes, uno no sabe si son o no son… o si fueron y ya no son… o si nunca lo fueron. Y es que no se puede confundir a Dios con El Diablo o viceversa, […]
Parafraseando a dos trovadores: Alejandro Filio -mexicano- y Silvio Rodríguez -cubano-, titulo estas reflexiones en torno a la actitud de quienes, uno no sabe si son o no son… o si fueron y ya no son… o si nunca lo fueron. Y es que no se puede confundir a Dios con El Diablo o viceversa, cual el extinto Carlos Mello, ahora flamante secretario general de Copei. Por que no es como cambiarse de ropa, equivocarse en la escogencia de una carrera o fallar un tiro al blanco. Me refiero a los que creen en Fidel pero no en Chávez -como Filio, quien dice sentirse arrepentido de haber cantado en un acto para el presidente de Venezuela- aunque el líder cubano y todos los revolucionarios cubanos con los que él comparte, sí confíen plenamente en el comandante venezolano; a los que pasaron la vida hablando en contra del imperio norteamericano y ahora critican que el jefe de la revolución bolivariana se enfrente abiertamente a los Estados Unidos de Norteamérica; a los que aplaudieron el derrocamiento de Carlos Andrés Pérez por considerarlo un lacayo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero no están de acuerdo con que Chávez mande pa´ la mierda a estos dos vampiros globalizadores de la pobreza, como el fantasma de Pompeyo Márquez. Estoy hablando de quienes siguen diciendo que son de izquierda pero se abrazan con Carlos Ortega, dirigente adeco que durante años vendió los intereses de los trabajadores… dícese Soledad Bravo; de los que repudiaban a los partidos de derecha y hoy apoyan a Manuel Rosales, Julio Borges, Ledezma o a los fascistas Leopoldo López y Capriles Radonski, como los de Bandera Roja. También aludo a los que prefieren la clandestinidad antes de aportar su experiencia de lucha para construir un modelo de país justo y socialista, como el respetado Comandante Douglas Bravo; a los que hablan de los adecos de boina roja (que son muchos… es verdad) o la derecha endógena, pero se comportan como comunistas de cachucha blanca, haciendo de izquierda exógena, como el tránsfuga Gabriel Puerta.
Y me refiero, más que a los que están en franca oposición, a los que están en la revolución pero no con la revolución; a los que -inclusive- llegaron a cargos de funcionarios medios y altos, gracias a su supuesto chavismo, pero comentan solapada y constantemente que el presidente se equivoca en su política exterior; que se equivocó con la propuesta de reforma constitucional; que falla permanentemente en el movimiento de las piezas de su gabinete; que no debería pelearse con la iglesia; que debería admitir que las FARC son terroristas; que no debería atacar a los empresarios explotadores y acaparadores; que no debería apoyar a nuestros hermanos latinoamericanos; que no debería aspirar a la candidatura continua; y entre tantas otras sandeces, hasta que no debería decir que masca la hoja de coca y menos defender la sagrada y milenaria cultura andina, diciendo que la coca no es cocaína.
Y no es que yo crea que con Chávez se cumplió la profética consigna que una vez vi en una pinta callejera: «Cristo viene… y viene arrecho». No… se trata de creer en quien ha demostrado -poniendo su cabeza en juego- que cuando actúa lo hace de corazón y cuando se equivoca es precisamente porque no es Dios… para fortuna de muchos, porque de serlo ya le hubiera mandado, entre otros a Bush y a Uribe, no siete, sino catorce plagas. ¿O es que no pidió perdón el catorce de abril en la madrugada?; ¿o después de la victoria del referendo aprobatorio no pidió que en vez de celebrar saliéramos a conquistar a los casi cuatro millones que votaron en contra?; ¿o es que no fue el primero en aceptar la derrota «de mierda» de diciembre de 2007?
Lo que pasa es que, ya en nuestro lado pareciera haber más cesudos que en la derecha franca y visible. Los que se creen más papistas que el Papa. Los que exclaman ¿es que acaso él es más inteligente que yo?, tipo la lastima andante de Pablo Medina y otros. Pues sí… yo si confieso que es más inteligente que yo… y por eso está donde está. Yo también me he arrechado muchísimas veces por algunos de sus movimientos, pero confío en que él sabe lo que está haciendo. Yo no soy de los que prefieren a Chávez como el Ché: muerto en combate para entonces sí creer ciegamente en el sucesor de Fidel y citar todas las decisiones que tomó en vida. Yo no… y sé que como yo, millones lo prefieren combatiendo contra la injusticia, la desigualdad, la explotación, la miseria del mundo y el imperio norteamericano hasta que se eleve en las alas de su propia gloria… detrás del más grande comandante en Jefe de la insurgencia popular latinoamericana: Fidel Castro Ruz.
Ahhh! y en cuanto a Alejandro Filio… ya se me está pareciendo a su tocayo Sanz, con el atenuante que por lo menos el español pone su cara, mientras el mexicano pone la de su mujer.