El 6 de mayo de 1856 nacía Sigmund Freud en Freiberg, una pequeña ciudad de la actual República Checa (por entonces parte del Imperio Austrohúngaro). Estudió medicina, se especializó en neurología y su interés por abordar los casos de neurastenia (neurosis) lo llevó a construir una teoría y una práctica para abordarlas: el psicoanálisis.
Murió en 1939, en Londres, ciudad a la que emigró por el peligro que corría por su ascendencia judía ante el avance del nazismo.
M.H: El 6 de mayo de 1856 nacía Sigmund Freud, médico y neurólogo austríaco de origen judío, padre del psicoanálisis. Una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. ¿Qué nos aporta Freud para comprender los tiempos que estamos viviendo?
E.C: Es una pregunta que conlleva una respuesta extensa. Estamos hablando de la creación de una teoría, de una forma de abordaje, por un lado, al padecimiento subjetivo, a la enfermedad mental, o como se la quiera llamar y también una forma de entender cómo circulan las problemáticas sociales o ciertos aspectos de las problemáticas sociales.
Freud descubre un aparato psíquico que tiene una sobre determinación que es inconsciente. Antes de él lo que predominaba era creer que con la conciencia, con la voluntad, era suficiente y de pronto nos damos cuenta de ciertos aspectos nuestros que desconocemos y que son determinantes para ciertos hechos de nuestras vidas, ya sean hechos comunes que ocurren en nuestra vida o patológicos.
Toda esta teoría la formula al principio del siglo XX, luego la va desarrollando con lo cual genera un cierto desmantelamiento de prejuicios propios de esa época, estamos hablando de la época victoriana, una época donde lo que predominaba era la represión de la sexualidad por lo cual la sintomatología característica era la que se conocía como histérica, que era aquella sintomatología que producía efectos en lo somático. Para citar un ejemplo, la parálisis de un brazo, orgánicamente la persona no tenía nada y estaba ligada a ciertos efectos de la represión sexual.
Era una época donde la sexualidad era tabú que llegaba a que las patas de los pianos o los espejos para que las mujeres no se vieran, inclusive cuando se bañaban el agua se la ponían turbia para que tampoco se miraran en el espejo. La represión de la sexualidad, la represión del cuerpo era tremenda y generaba ese tipo de psicopatología y que en esa época todavía se pensaba que formaba parte de ciertas cuestiones de aspecto neurológico.
Freud lo saca de ese lugar y permite cierta cura en relación a este tipo de patologías como otras neurosis obsesivas, permite un aporte al sacar la sexualidad como algo que ya viene determinado, plantea que la sexualidad hay que construirla ya sea la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad.
Aparece otro tabú que lo plantea Freud que es la sexualidad infantil. Todo esto recordá el siglo, permite avances muy importantes, puedo citar muchos más como, por ejemplo, el cuerpo ya no era simplemente orgánico sino que era un cuerpo donde estaba la energía pulsionada, la libido, las pulsiones de vida, un cuerpo construido desde lo afectivo y lo simbólico conjuntamente con lo orgánico.
Esto recorre el siglo pasado hasta nuestro siglo donde hay un montón de cuestiones propias del psicoanálisis, donde inaugura esta cura por la palabra, la importancia que tiene la palabra cura, palabra que no es solamente la palabra, es una banalización decir que nosotros los psicoanalistas curamos por la palabra. Es una palabra que es pulsional, que está ligada y tiene relación con un espacio terapéutico entre el paciente y el terapeuta.
Hoy todo esto sigue estando con toda una serie de perspectivas que quedaron propias de la época y otras que se fueron desarrollando a partir de nuevas experiencias con el trabajo que se fue realizando durante todo este tiempo y donde hoy son comprobadas inclusive con los tremendos desarrollos que existen de la neurología.
Se habla de la importancia que tiene la vivencia en relación a toda la organización del aparato neurológico, y la experiencia conforma parte de la organización del aparato neurológico. El aparato neurológico, el aparato orgánico no está por fuera de la experiencia que todos desarrollamos, la experiencia que alguien tiene que hacer en un tratamiento terapéutico y tampoco obviamente está por fuera de un sujeto dentro de una comunidad, dentro de una familia y de lo social.
Porque así como hablamos de la represión de la sexualidad en esa época hoy ya no existe como elemento determinante. Lo que existe hoy como determinante son todas las patologías efecto de lo que nosotros los psicoanalistas llamamos pulsión de muerte, la violencia destructiva o autodestructiva, la sensación de no salida, la falta de deseo, que lleva hoy a que los padeceres estén ligados a depresiones, melancolías, adicciones de todo tipo, anorexia, bulimia, intento de suicidio. Esto es hoy la patología determinante.
Y esto tiene que ver con un planteo que hace Freud en el texto llamado Malestar en la cultura en 1929. Cuando habla de cultura en realidad habla de la civilización, la traducción es esa, pero sería el malestar en la civilización. Y dice que en toda civilización hay un malestar que es propio de la condición pulsional del ser humano.
Plantea dos tipos de pulsiones, una pulsión que está ligada a la pulsión de vida “el Eros” y una pulsión que está ligada a la pulsión de muerte. Que mientras la primera lleva a la creatividad a ligarnos los unos a los otros, la otra lleva a lo destructivo o lo autodestructivo.
Y aquí es donde se articula en esta civilización con una estructura de poder, con una organización social que tiende o al desarrollo de aspectos creativos o de los aspectos destructivos y autodestructivos.
Evidentemente las civilizaciones actuales lo que generan es llevar a todo lo que está ligado a la pulsión de muerte, la violencia destructiva o autodestructiva y de allí este tipo de patologías, en tanto no dan una salida o una respuesta a condiciones propias del ser humano especialmente para ciertos sectores sociales, con lo cual hoy nos encontramos con este tipo de patologías como elementos determinantes.
M.H: Todo esto que hablás de Freud ¿cómo podemos pensarlo desde la pandemia?
E.C: La pandemia no inventa cosas. Hay que diferenciar, porque muchas veces se habla de la pandemia como sinónimo del encierro o de esta distancia necesaria que tomamos para no contagiarnos o no contagiar. Son dos cuestiones que corren en paralelo porque de hecho hoy se ha flexibilizado la cuarentena y la pandemia sigue.
Creo que todo el tema de la cuarentena lo que pone en evidencia son aspectos que estaban previos a la pandemia. Todo esto se desarrolla a partir de esta pandemia, pero esta violencia autodestructiva ha aumentado de una manera tremenda, ha aumentado la violencia intrafamiliar, suicidios de adolescentes, maltrato y violaciones a las mujeres, en el caso de los femicidios han aumentado el doble.
Todo esto es producto de una cultura que lo único que uno puede ofrecer es como yo lo llamo con una frase que es “la ilusión de la felicidad privada”, es decir, como si supuestamente lo privado o en el consumismo, que es diferente al consumo necesario que necesitamos en algunas cosas, el consumismo es este afán de tener más y tener más en un punto donde no se pudieran solucionar nuestros problemas. Como si la felicidad se pudiera comprar en cómodas cuotas mensuales.
Todo esto se ha agudizado, como se ha agudizado en paralelo la crisis económica y social que hoy aparece de una forma tremenda y en este aspecto cada país tiene su característica, tiene sus particularidades, pero todo esto produce sus efectos que generan esta sensación de no salida, la sensación que esta crisis social y ecológica que se pone en evidencia nos lleva a una sensación que no hay ningún poder, ningún gobierno que pueda dar cuenta en forma real de poder solucionarla.
El psicoanálisis permite poder entender cómo aparecen todo este tipo de cuestiones en relación no solamente al individuo, sino a la pareja, a la familia, a lo social y desde ahí poder buscar respuestas individuales o familiares que, como todo desarrollo teórico tiene un límite que implica que hay cierta respuesta de tipo social que ya no está determinada por una perspectiva o un saber psicoanalítico, sino que está determinado por una respuesta política.
Ahí es donde nos encontramos un límite, ahí es donde nos encontramos con la necesidad de poder pensar desde otros saberes antropológicos, filosóficos, políticos, etc., para poder dar cuenta de esta complejidad del mundo actual.
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