«La esperanza no es de lo futuro, sino de lo invisible» . (R. Paniker) Michelet había imaginado que las ballenas, para aparearse, debían lanzarse por los aires verticalmente y proyectarse una hacia otra, de forma que, como un rayo, por azar, el sexo del macho penetrara el de la hembra y le lanzara su esperma. […]
«La esperanza no es de lo futuro, sino de lo invisible» . (R. Paniker)
Michelet había imaginado que las ballenas, para aparearse, debían lanzarse por los aires verticalmente y proyectarse una hacia otra, de forma que, como un rayo, por azar, el sexo del macho penetrara el de la hembra y le lanzara su esperma. Cuántos esfuerzos infructuosos, infinitos, necesitaban para reproducirse. Este mito es la imagen de la acción política. Necesita ardores repetidos, ensayos/errores ininterrumpidos, hasta que un día, por azar, la fecundación se produce. En cada una de nuestras eyaculaciones se precipitan ciento ochenta millones de espermatozoides frenéticos, y, en una hecatombe generalizada, uno solo tal vez, si el óvulo está dispuesto a acogerle, encontrará el objetivo pretendido. Sembrar la vida es el gasto de esfuerzos sin nombre, es la producción de gérmenes sin nombre, pero, al mismo tiempo, sembrar puede coincidir con amarse, es decir, con el amor que transfigura dos seres y encuentra su finalidad en su éxtasis de comunión…
Volvemos a lo que sabíamos antes de todo conocimiento y de toda conciencia, a la vez que llegamos a lo que todo conocimiento y toda conciencia nos dicen de realizar y ensanchar.
El maestro Edgar Morin ofrece un ejercicio de renovación de nuestras categorías intelectuales destinado a propiciar una nueva visión del mundo.
El libro del creador del denominado «pensamiento complejo» y admirado pensador de tantos pensadores, escritores, sociólogos, académicos, periodistas, contempla bajo un nuevo prisma las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro, preguntándose hacia dónde vamos. Yo, como gallego, diría ¿Hacia dónde nos están llevando?
Así, dice, Morin: «Cada uno de nuestros organismos es una república de treinta billones de células. ¿Por qué no se puede organizar una federación de algunos cientos de naciones y de 3 a 6.000 millones de homo sapiens et demens ? Ello no es algo razonable, sino que es vital que empecemos a planteárnoslo».
François L’Yonnet, en el prefacio escribe: «Edgar Morin ha construido en la soledad, pacientemente, una obra original, una de las de mayor relevancia de nuestra época, que hace de la complejidad un problema fundamental y un nuevo paradigma. El hombre debe ser enriquecido por todas sus contradicciones. El pensamiento debe hacerse dialógico, capaz de dejar flotar a los contrarios, que se completan y se combaten.
Edgar Morin parece preconizar una especie de «Evangelio de la Perdición»: Puesto que estamos todos perdidos (en el gigantesco universo) y destinados al sufrimiento y a la muerte, debemos ser hermanos. Una fraternidad que es bastante más que solidaridad: es la clave de la verdadera política de civilización para el próximo milenio.
Edgard Morin nació en Paris en 1921. Es de familia judía pero con una inmensa capacidad de comprensión y de libertad de pensamiento ante el sionismo extremista y el Estado de Israel.
Agente político independiente, sociólogo de la contemporaneidad, es director de investigación Eméritus en el Centro Nacional de Investigación Científica, donde preside el comité de Ciencias y Ciudadanos. Entre su gran producción destacamos Para una política de civilización, Hacia el abismo, Breve historia de la barbarie de Occidente, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1〈=ES&cod=54458