Reflexiones después de las elecciones del 26 de abril Las elecciones del 26 de abril cierran con un nuevo y amplio triunfo el período abierto con la victoria de Rafael Correa en la segunda vuelta de 2006: se afirma entonces la nueva hegemonía de reforma capitalista expresada en el gobierno de Alianza País -la alianza […]
Las elecciones del 26 de abril cierran con un nuevo y amplio triunfo el período abierto con la victoria de Rafael Correa en la segunda vuelta de 2006: se afirma entonces la nueva hegemonía de reforma capitalista expresada en el gobierno de Alianza País -la alianza de una nueva «tecnocracia ilustrada» con sectores modernos de la burguesía: grandes grupos económicos que controlan importantes segmentos del mercado interno y que, al mismo tiempo, se encuentran fuertemente vinculados con el mercado mundial-; y, con ello, se configura y se revela el nuevo marco de relaciones de fuerzas. Se cierra con esto la primera fase de la «revolución ciudadana» (1).
1. El triunfo de Correa
Quizás por la demora en la entrega de los datos finales completos, quizás por la atención fija en la presidencia, lo cierto es que la mayor parte de lecturas que se han hecho de este proceso electoral han extraído sus conclusiones básicamente de los resultados para la presidencia. Esas cifras muestran, por un lado, el amplio triunfo obtenido por el gobierno y, por otro lado, las vías de recomposición de la derecha tradicional.
Resultados nacionales |
% |
Total |
Hombres |
Mujeres |
|
MPAIS |
RAFAEL CORREA DELGADO |
51,99 |
3.584.979 |
1.779.506 |
1.805.473 |
PSP |
LUCIO GUTIERREZ |
28,24 |
1.947.227 |
976.427 |
970.800 |
PRIAN |
ALVARO NOBOA |
11,40 |
786.339 |
393.652 |
392.687 |
RED/MIPD |
MARTHA ROLDOS BUCARAM |
4,33 |
298.710 |
103.118 |
195.592 |
MTM |
CARLOS SAGNAY DE LA BASTIDA |
1,57 |
108.224 |
55.178 |
53.046 |
MTF |
MELBA JACOME |
1,35 |
93.252 |
38.334 |
54.918 |
MITS |
DIEGO DELGADO JARA |
0,63 |
43.395 |
24.714 |
18.681 |
MIJS |
CARLOS GONZALEZ ALBORNOZ |
0,49 |
33.823 |
18.609 |
15.214 |
Tomado de www.cne.gov.ec, al igual que los cuadros que vendrán en las páginas siguientes. Dadas las diferencias notables entre los candidatos que ocuparon los dos primeros lugares respecto a los otros, en lo siguiente nos remitiremos a los datos comparativos de la votación de Correa y de Gutiérrez.
En efecto, Correa ganó en primera vuelta, con casi el 52% de los «votos válidos» (2). Un hecho así no se había producido en el país desde que la constitución de 1978 estableció la necesidad de una segunda vuelta electoral si ningún candidato superaba el 50% de la votación. Reformas posteriores establecieron la salvedad de que la segunda vuelta sería innecesaria si el candidato triunfador superaba el 40% de los votos válidos y lo distanciaban de su inmediato seguidor más de 10 puntos porcentuales. Tampoco eso había ocurrido. Pero ahora las votaciones le dieron a Correa más del 50% de votos y una diferencia de 24 puntos sobre Lucio Gutiérrez.
Cabría recordar que en las elecciones de 2006 Correa quedó segundo en la primera vuelta con algo menos de 23% de la votación contra casi un 27% de Noboa; en la segunda vuelta, Correa obtuvo 56% contra 43% de Noboa. Pero otro dato más significativo es la pérdida acelerada de credibilidad y respaldo de los últimos gobiernos elegidos; Sixto Durán Ballén (el último elegido en completar su mandato antes de la elección de Correa) culminó su período con una credibilidad de 9%; Bucaram, luego de tan sólo 6 meses, contaba al caer con el respaldo de apenas el 7%); Mahuad llegó al 6% luego de la crisis bancaria. Quizás la única excepción haya sido Lucio Gutiérrez, cuya popularidad a la baja se recompuso en algo luego de su enfrentamiento con Febres Cordero (y su alianza con Noboa y Bucaram) (3).
De manera que el triste consuelo de la derecha no sólo carece de fundamento, sino que raya en el ridículo; según ellos, Correa debería considerarse prácticamente perdedor porque, tratándose de un presidente en funciones que contaba con todos los recursos del poder, obtuvo apenas un poco más del 50%.
«Hay esperanza», titulaba el periodista de oposición Carlos Vera su editorial del 30 de abril en el diario El Comercio, repitiendo argumentos que había expresado en un panel televisivo en Teleamazonas, conducido por Jorge Ortiz (otro periodista opositor), el mismo día de las elecciones. «Aquí bastaron 6 meses: el 11% que apenas rechazó la tesis de Correa por el sí en noviembre pasado [se refiere al referéndum aprobatorio de la nueva Constitución, M.U.] se cuadruplicó -creció cuatro veces más- en contra de sus propuestas y continuidad durante estas elecciones. ¡Casi 48% del Ecuador no está con Correa! Fíjense que ni siquiera digo en contra; simplemente no vota por él (y eso considerando solo votos válidos). Extraordinario. Repunte inédito. Eso es lo verdaderamente histórico en estas elecciones y no el festejo histérico de unos cuantos acólitos celebrando el triunfo en primera vuelta de un candidato, como si el Ecuador fuese candidote al ignorar su abuso del poder; el uso del avión presidencial para visitar varias provincias en un día; la violación de cualquier restricción legal, sin pedir licencia para el cargo ni prescindir de su sueldo. Aunque no se lo exigiese la Constitución, se lo imponían la ética que tanto pregona y el decoro del cual -es obvio- carece. Ganar así es una vergüenza. Que solo 1% más de la mitad de los ecuatorianos vote por Correa, y no lo hagan el 70% que aprueba su gestión ni el 63% que cree en su palabra, es alerta esperanzadora.».
(http://www.elcomercio.com/solo_texto_search.asp?id_noticia=176576&anio=2009&mes=4&dia=30)
De este modo, Correa y Alianza País lograron un amplio respaldo para la continuidad de su proyecto político, que reafirma en las elecciones su carácter hegemónico -más aún si consideramos el amplio respaldo obtenido entre los sectores populares.
Sin embargo, también es cierto que la «revolución ciudadana» ha perdido adherentes, si comparamos las elecciones del 26 de abril con las elecciones para conformar la Asamblea Constituyente; entonces, Alianza País llegó a obtener una cómoda mayoría, mientras que hoy necesitará acuerdos y alianzas con otras agrupaciones para asegurar la mayoría en la nueva Asamblea Nacional. Y cierto es que encuentra dificultades para expandirse a nivel de los gobiernos locales, a pesar de alianzas más bien oportunistas con caudillos locales provenientes de todas las gamas del espectro político.
«‘Partidocracia’, la base y eje del movimiento gobiernista», titulaba El Universo el domingo 29 de marzo de 2009: «Decenas de candidatos a alcaldes, prefectos y asambleístas inscritos en el movimiento gobiernista PAIS son de la criticada ‘partidocracia’. Son caudillos en sus provincias. Empresarios o dirigentes, que al menos en un 90% están entre las personas de mayor poder económico en sus localidades. Y, aunque estuvieron vinculados a los partidos Roldosista, Social Cristiano, Sociedad Patriótica y Prian, a los que el presidente Rafael Correa denomina «partidocracia», hoy son candidatos por el movimiento gobiernista, PAIS». Lo propio ocurrió con antiguos militantes o adherentes de los partidos y movimientos de izquierda, MPD, socialistas, Pachakutik, aunque la lista es menos numerosa.
(http://www.eluniverso.com/2009/03/29/1/1355/224DEBE813E74BACA6E
E756E496781F5.html)
Alianza País obtiene 10 de las 24 prefecturas provinciales (entre ellas las de Pichincha y Azuay), y 71 de las 221 alcaldías (entre ellas las de Quito y Cuenca); pero pierde la prefectura del Guayas y la alcaldía de Guayaquil (a pesar de que Correa gana tanto en Guayas, con 44,6%, como en Guayaquil, con 40,8%).
Por fin, el escaso apoyo obtenido por la izquierda extragubernamental y por la antigua centroizquierda deja ver que, por ahora al menos, Correa ha logrado absorber casi toda la representación electoral de esas corrientes en el espacio nacional (a nivel local las cosas sin embargo son distintas).
Hacia adelante se vislumbra una estabilización de la «revolución ciudadana»; parecería que las únicas nubes en el horizonte las proporcionará la crisis mundial.
2. La recomposición de la vieja derecha
Las elecciones, así como mostraron la vigencia de la nueva hegemonía del capital, dejaron ver las vías de recomposición de la vieja derecha que, por el momento, parecen reducirse a dos: por un lado, la representación imperfecta y tolerada en Lucio Gutiérrez; por otro lado, los intentos de constituir un movimiento electoral «ciudadano» de derechas.
El garrote al servicio de las oligarquías…
Lucio Gutiérrez obtuvo más votos que cuando pasó a la segunda vuelta electoral para derrotar a Álvaro Noboa en el 2002, y tuvo votaciones muy altas en la Amazonía (región en la que triunfó en 4 de las 6 provincias, incluyendo las zonas petroleras del norte amazónico) y en las provincias de la sierra central, en algunas de las cuales superó a Correa. Consolida, así una base tanto social cuanto territorial, aspecto de importancia geopolítica, lo que debe ser tomado en cuenta, considerando la formación militar de Gutiérrez y la reciente experiencia del boycot de la media luna boliviana a Evo Morales.
Sin embargo, es mucho decir que Gutiérrez haya quedado posicionado como la figura principal de la oposición. La derecha había estado actuando unificada desde inicios de este gobierno, y profundizó sus acuerdos durante la Asamblea Constituyente. Si las ambiciones particulares no le permitieron presentar un candidato único para la presidencia, era evidente que al final trataría de evitar el triunfo de Correa en una sola vuelta y se volcaría a favor del más opcionado entre ellos. Y resultó ser Gutiérrez, beneficiado entonces del «voto útil» conservador; conque buena parte de su votación es prestada.
Dos datos pueden servirnos como ejemplo. Primer ejemplo: en las últimas semanas, las encuestas más serias mostraban una caída constante de la intención de voto por Noboa, al mismo ritmo que se incrementaba la de Gutiérrez: el trasvase era evidente. Segundo ejemplo: Gutiérrez obtuvo en la provincia del Guayas cerca de 30% de la votación; su lista de asambleístas, en cambio, apenas sacó 6%. Allí, en las elecciones para asambleístas, la alianza PSC-Madera de Guerrero (4) -que no había presentado candidatos a la presidencia- lideró la votación con casi 35%. También acá la transferencia de votación es clara.
Por otra parte, los éxitos de Sociedad Patriótica, el partido de Gutiérrez, se vuelven más modestos si atendemos a la conformación de los gobiernos locales, e incluso de la Asamblea, pese a que constituirá la segunda fuerza parlamentaria.
De cualquier manera, Gutiérrez se beneficia de un voto popular no despreciable. Su alta votación en las provincias de mayores índices de pobreza y más abandonadas estuvo acompañada por una votación significativa en las parroquias urbanas de mayor presencia popular. Probablemente esté recogiendo dos tipos de votación diferente: por una parte, entre los sectores más pobres del campo y de las ciudades (una porción, aunque importante, minoritaria, pues la mayoría ha votado por las candidaturas del gobierno). Por otra parte, entre capas de la pequeña burguesía «informal» de las ciudades, tanto de sus segmentos bajos como de los medios.
Luego de las elecciones, Gutiérrez ha utilizado un lenguaje de fuerte confrontación. Pese a las grandes diferencias de votos, ha insistido en que hubo fraude, se ha negado a reconocer los resultados y ha amenazado con movilizaciones sociales, su gente ha participado, junto a socialcristianos, prianistas y roldosistas en verdaderos shows televisivos denunciando supuestas manipulaciones de resultados (5), y luego ha anunciado que nombraría un «gabinete en las sombras».
«El ex candidato opositor Lucio Gutiérrez amenazó con desconocer y resistir en las calles al gobierno ecuatoriano si no se repiten las elecciones» pues, según él, en ellas hubo fraude. (http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=276364&id_seccion=3, lunes 11 de mayo, 15:21).
«Hemos convocado a formar un gran frente de unidad nacional, hemos convocado a formar un gabinete en la sombra, de tal manera que presente propuestas, alternativas para resolver los grandes problemas del país», dijo Gutiérrez en entrevista al canal Ecuavisa el 19 de mayo (http://www.eluniverso.com/2009/05/19/1/1355/F627E8B74B7443C8BA91D
AC66891CDB3.html).
Si de desestabilizar se trata, Gutiérrez puede sin duda contribuir con la empresa.
Ese es el capital que Gutiérrez pone en juego para negociar con las oligarquías; a fin de cuentas, él quiere mostrarse como el único capaz de defender sus intereses colectivos frente a cualquier propuesta de cambio. Tiene votos y tiene una organización política nacional, cosas, ambas, en las que la derecha y la burguesía neoliberal resultan deficitarias. Estas elecciones muestran que su oferta será aceptada si el antiguo bloque de poder no consigue dotarse de algún instrumento propio. Aceptada y bendecida; ¡cómo no mencionar el público respaldo que a su candidatura diera el arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, cabeza del Opus Dei, recibiéndolo nada menos que en la propia catedral!
«El candidato a la Presidencia Lucio Gutiérrez se reunió ayer en la mañana con el monseñor Antonio Arregui y Pedro Medina, representantes de la Iglesia Católica y de los Evangélicos Laicos del Ecuador, respectivamente, en la Catedral de Guayaquil. Ellos le manifestaron el respaldo de esas iglesias a su candidatura, porque comparten con su plan de gobierno». «Lucio Gutiérrez aseguró que defenderá todos los principios tal como señala las religiones y que serán respetadas en su gobierno. ‘Este es el compromiso con el pueblo cristiano'». (El Comercio, sábado 18 de abril de 2009, c1 p. 4).
Para los movimientos populares, se trata de un peligro en ciernes: es un proyecto de desarmar y desconstituir la organización social en nombre de los intereses de las oligarquías que gobernaron para imponer el modelo neoliberal. Y que para ello pretende (y puede) usar la movilización social.
…o un «movimiento ciudadano» de derechas
Pero Gutiérrez es solamente su segunda carta. A fin de cuentas, ni es un elemento salido de sus filas ni es muy de fiar. La derecha podrá auparlo en caso de necesidad, como un garrote a su servicio. Sin embargo, preferirá contar con instrumentos propios.
La otra vía posible de recomposición para la derecha es la ensayada en estas elecciones por el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, reelecto con un amplísimo margen. Las formaciones políticas del stablishment, sobre todo aquellas que han sido (así sea intuitivamente) reconocidas como tales por el pueblo, no tienen ya mayores posibilidades electorales, a pesar de cierto repunte experimentado por el partido Socialcristiano, como de costumbre gracias a la fuerte votación obtenida en Guayaquil (y en Guayas); sólo que, como de costumbre, sus resultados en otras provincias son limitados.
Por otra parte, las nuevas formaciones políticas de derecha quedaron relegadas. Aún cuando obtendrán algún asambleísta, si persisten serán largamente minoritarias; inútiles por tanto, para disputar electoralmente el poder perdido.
En cambio, el experimento de Nebot en Guayaquil resultó exitoso: muestra que la vieja derecha puede reciclarse, aparecer como (o junto a) un movimiento «ciudadano», amplio, centrado en reivindicaciones locales, y recuperar posiciones. La formación para la ocasión del movimiento Madera de Guerrero (6) fue en realidad tentada ya con anterioridad: no es el momento de los partidos, sino de los movimientos ciudadanos, decía Nebot antes incluso de las elecciones para la Asamblea Constituyente. Las pujas con la Asamblea mostraron que las identidades locales podían ser eficazmente concentradoras y que podían movilizarse para proteger el dominio político de las derechas.
El proceso electoral reciente mostró, además, el afán de colaboración entre las distintas fuerzas de la derecha: si no podían presentar candidaturas únicas, podían, por lo menos, repartirse espacios: Nebot y su movimiento presentaron candidaturas para la alcaldía de Guayaquil y la respectiva lista de concejales; Sociedad Patriótica, en alianza con Uno, se quedan con la prefectura del Guayas para Jimmy Jairala, un ex presentador de televisión que hace poco rompió con el PRE y había formado un movimiento propio, Centro Democrático. Socialcristianos y Madera de Guerrero presentaron listas conjuntas para asambleístas provinciales. El PSC presentó listas para asambleístas nacionales. El PSC parece dispuesto a ceder espacios visibles en bien de los intereses generales de la derecha neoliberal.
3. El carácter social del voto
Como en las elecciones anteriores, las clases sociales tendieron a expresarse diferenciadamente. En general, los sectores acomodados se volcaron hacia Noboa y Gutiérrez; los sectores populares votaron mayoritariamente por Correa, pero también lo hicieron en número no pequeño por Gutiérrez. De igual modo, las clases medias parecen haberse dividido fundamentalmente entre Correa y Gutiérrez, aunque Noboa y Martha Roldós obtuvieron entre ellas algún respaldo.
Para ver las estadísticas, clic en: www.adital.com.br/banners/ES%20OK%20Documento%20relacionado%20ao%20artigo%20de%20Mario%20Unda%20Elecciones%20ecuador.doc
Las clases dominantes y los ricos votaron masivamente por alguien que les ofrece oficiar de guardaespaldas y rompehuelgas, y defenderlos contra el temido peligro de que la espantable transformación llegue para amenazarlos desde cualquier orilla.
Sea o no cierta, una carta publicada el 6 de mayo en el diario guayaquileño Extra expresa adecuadamente de lo que se trata: «Lucio […] debería saber que miles de ecuatorianos, yo entre ellos, votamos por él, pero no precisamente porque le tenemos mucha simpatía, sino porque creímos que él se había convertido en la principal figura política contra Correa en las recientes elecciones, descartado Álvaro Noboa -quien estimo que hizo una muy pobre campaña- y Martha Roldós, que aparecía como más izquierdista que el mismísimo Correa; y como tuvo como binomio al cura Delgado, era como para asustarse… En La Puntilla (cantón Samborondón) Lucio ganó con el 70% de los votos, porque ese es el porcentaje de la reacción contra Correa entre los que él llama «pelucones». Si asoma otro candidato mejor que Lucio, por él nos iremos».
Más o menos lo mismo ocurrió en Quito, donde Correa obtuvo un triunfo muy amplio, superando a Gutiérrez con casi 40 puntos.
Todavía, como se ve, amplios capas de los sectores populares identifican el cambio con Correa, y eso se ha expresado en un nuevo respaldo electoral. Con esta, ya son cinco elecciones sucesivas en las que, a lo largo de estos últimos dos años y medio, el presidente se ve favorecido con el respaldo popular expresado en las urnas (segunda vuelta electoral de 2006, plebiscito para convocar a la Asamblea Constituyente, elección de asambleístas, referéndum aprobatorio de la nueva Constitución y elecciones generales). Correlativamente, entre las clases dominantes es igualmente evidente la animadversión por Correa, cuyo reformismo es visto, poco más o menos, como el peligro comunista.
4. El voto indígena (7)
El voto indígena estuvo en el centro de muchos debates posteriores al 26 de abril. El dato: en las provincias de mayor presencia indígena, la votación de Gutiérrez creció a expensas de la (posible) votación de Correa.
«Hablemos claro: importantes sectores indígenas han votado contra el Presidente Correa y las listas de Alianza País, y a favor de Lucio Gutiérrez y las listas de Sociedad Patriótica. Así lo revelan los altos porcentajes de votación obtenidos por Gutiérrez en las provincias de gran población indígena y los triunfos de Sociedad Patriótica en Cañar y algunas provincias orientales. Esto debe analizarse con atención. De una parte, nos muestra la capacidad organizativa de la CONAIE, pero también la desorientación política de su dirigencia, que, al verse marginada del poder, terminó respaldando bajo la mesa a la peor de las opciones políticas, aunque públicamente decía respaldar a Roldós». Jorge Núñez: «La revolución como praxis», artículo de opinión en el diario público El Telégrafo el 29 de abril (http://www.eltelegrafo.com.ec/opinion/columnista/archive/opinion/colum
nistas/2009/04/29/La-revoluci_F300_n-como-praxis.aspx).
Pero la realidad es mucho más compleja que eso. Como dice Núñez, «debe motivarnos el hecho de que se opongan o resistan a la revolución ciertos sectores sociales tradicionalmente explotados, marginados y excluidos»; pero el camino de la fácil simplificación no ayuda a comprender las cosas porque anula todo examen serio de la realidad.
Hablemos claro: no solamente importantes sectores indígenas «votaron contra Correa y a favor de Gutiérrez». El argumento de la votación de provincias con gran porcentaje de población indígena resulta cuando menos insuficiente si se observan con detenimiento los datos.
1) Esas provincias, como todo el mundo sabe, no están pobladas únicamente por indígenas, y el comportamiento electoral que causa preocupación se produjo tanto en cantones con mayor población indígena cuanto en cantones mayoritariamente urbanos y mestizos.
2) En algunas de esas provincias, como Cotopaxi, Correa triunfa aunque por escaso margen; pero en su capital, Latacunga -de preeminencia mestiza-quedan igualados. Por otra parte, mientras en unos cantones mayoritariamente indígenas perdía Correa, en otros obtenía triunfos relativamente amplios. Un comportamiento similar se produjo en las parroquias urbanas mestizas.
Para ver las estadísticas, clic en: www.adital.com.br/banners/ES%20OK%20Documento%20relacionado%20ao%20artigo%20de%20Mario%20Unda%20Elecciones%20ecuador.doc
3) Por otra parte, en provincias de fuerte población indígena, en las que los resultados fueron muy apretados, como Chimborazo, ocurre que en cantones indígenas en los que Pachakutik obtuvo triunfos (Colta, por ejemplo), la votación de Correa fue porcentualmente más alta que en la propia ciudad de Riobamba, muy poco indígena hasta donde sabemos (igual si comparamos Cañar y Azogues); además, en otros cantones del país de fuerte presencia de la Conaie (como Cayambe) hay también una alta votación por Correa. Entonces, ¿qué se pretende explicar con semejantes referencias a la Conaie?
Para ver las estadísticas, clic en: //www.adital.com.br/banners/ES%20OK%20Documento%20relacionado%20ao%20artigo%20de%20Mario%20Unda%20Elecciones%20ecuador.doc
¿Qué nos dice todo esto? Que no son suficientes las pretendidas explicaciones unívocas, unidimensionales, unidireccionales. Hay muchos factores, económicos, sociales, organizativos, políticos, muchos de índole local que están influyendo en los comportamientos electorales de los indígenas. Que el movimiento indígena es inherentemente diverso, y que, además, está atravesando actualmente por un proceso de diferenciación y de sedimentación de posiciones y tendencias: nada nuevo, claro; sólo que a veces se pasa por alto.
Por último, también es cierto que, 4) la votación contra Correa es muy significativa en aquellas provincias a las que pertenecen los sectores indígenas más golpeados y atacados por el régimen (Cotopaxi, Tungurahua); y, 5) que en algunos cantones (Penipe, provincia de Chimborazo), donde el gobierno invirtió muchos recursos y esfuerzos, el resultado le fue ampliamente adverso.
Pero, más allá de lo electoral, la discusión en torno al voto emitido por los indios el 26 de abril sirve de vehículo para un debate sobre la caracterización política del movimiento indígena, un tema que ya venía presentándose desde antes, aunque no con la suficiente profundidad, y que se ha reavivado tras el triunfo de Alianza País en el 2006 y, sobre todo, con las conflictivas relaciones entre el gobierno y la Conaie.
Cometamos, por nuestro lado, también el pecado de la simplificación. Se observa, en estos últimos tiempos, un doble origen de este tipo de críticas respecto al movimiento indígena. Por un lado, de políticos e intelectuales izquierdistas que, vinculados o no con sectores anteriormente cercanos al movimiento, han ido perdiendo lazos espirituales y políticos con él, acercándose, en cambio, al «ancho cauce» de la «revolución ciudadana». Para ellos, el movimiento indígena no es de izquierda, comparado con la «izquierda moderna», o posible, que se expresa en Correa, porque priorizaría sus intereses y prebendas particulares, de grupo e individuales, se habría vuelto indigenista, se dejaría guiar por el resentimiento y habría perdido la perspectiva general de la transformación.
Por otro lado, en cambio, aquellos sectores, igualmente intelectuales y políticos, que se sitúan (o pretenden hacerlo) en las antípodas del proyecto gubernamental. Para ellos, compartiendo algunas de las opiniones ya indicadas, el movimiento indígena habría perdido potencialidades revolucionarias pues habría sucumbido a los cantos de sirena de los proyectos de desarrollo y de la cooptación institucional.
A nuestro modo de ver, estas visiones carecen de un análisis real del movimiento real; pero apuntan un debate central. Sólo que, por el modo y la tonalidad con que lo presentan, lo que debería ser el inicio de una discusión es convertido en la clausura sumaria de todo debate. Es necesario reabrirlo para que los prejuicios no terminen por nublar los entendimientos y construyan nuevos fantasmas, que serán enormemente perjudiciales para las posibilidades de transformación social en el Ecuador.
5. Los votos nulos y blancos
¿Qué ocurrió en estas elecciones con el ausentismo y los votos nulos y blancos? El ausentismo se mantuvo en los niveles «históricos», alrededor del 24%: 26% entre los hombres y 23% entre las mujeres. Puede sonar demasiado, pero entre nosotros no sabemos muy claramente qué significa el ausentismo: entre la automarginación y la migración caben aún muchas posibilidades. Es un nivel similar al observado en los últimos procesos electorales. Lo que no deja de ser significativo, si tomamos en cuenta el incremento del padrón electoral, sobre todo el aumento de votantes opcionales: los adolescentes de 16 a 18 años.
Los votos blancos y nulos, por su parte, llegan casi al 13%. Pero acá se encuentra un comportamiento muy distinto en las áreas urbanas y en las zonas rurales, así como entre las provincias de mayor desarrollo económico y las provincias más pobres.
En efecto, en las provincias de Pichincha, Guayas, Azuay, El Oro (igual que en las 2 provincias de creación reciente, Santo Domingo de los Tsáchilas y Santa Elena), entre otras, se presentan índices de votos nulos y blancos menores o iguales al promedio nacional: desde el 13% de Azuay hasta el 8.8% de Pichincha. En cambio, en las provincias postergadas de la costa y de la sierra, los votos blancos y nulos se incrementan notablemente (más de 16% en Cañar, más de 17% en Chimborazo, más de 18% en Bolívar y Cotopaxi, 19% en Esmeraldas…), o en aquellas donde existe una amplia población campesina poco atendida (como Manabí y Los Ríos, donde los votos nulos y blancos superan el 17%).
Justamente, la mayor cantidad de votos nulos y blancos en relación con el número de votantes se encuentra en zonas campesinas e indígenas de la costa y de la sierra (en la costa, por ejemplo, en Mocache, provincia de Los Ríos, el 22,4% de los votantes sufragaron blanco y nulo. En la sierra, Colta y Guamote, en la provincia de Chimborazo, presentan índices de votos nulos entre 25 y casi 27%; Saquisilí, en Cotopaxi, supera el 24% de votos nulos y blancos. En fin, en Cangahua, Cayambe, Pichincha, más del 30% de los votos fueron blancos y nulos.
Esto nos muestra la existencia de una zona «de sombra» donde no funcionan los mecanismos de integración a la política hegemónica y a su institucionalidad: ni los «modernos», ni los «tradicionales», ni los «ideológicos», ni los clientelares. Sin embargo, casi nadie habla de eso. Los votos nulos y blancos son considerados como «no válidos» por la legislación electoral ecuatoriana; y parecen haber desaparecido también del horizonte visible de las reflexiones, incluso de las izquierdas, demasiado emocionadas quizás por sus éxitos institucionales.
6. Un pequeño paréntesis sobre la izquierda
¿Y la izquierda, en todo esto? Si mirásemos únicamente los resultados presidenciales, las conclusiones serían tristes y grises. La izquierda, si vale la aparente contradicción, aparece desaparecida del escenario político nacional. Por una parte, porque Correa ha absorbido y subsumido la mayor parte de la votación posible de las izquierdas (así como absorbió la mayor parte de la votación popular).
Por otra parte, porque las fracciones de la parte de la izquierda que intentaron una participación en ese nivel terminaron errando el blanco. Una de ellas, el Polo Democrático, formó alianza con la RED de León Roldós para sostener la candidatura de Martha Roldós, pero la alianza terminó ubicándose en la centro-derecha y diferenciándose poco en su tonalidad discursiva final de la oposición de derecha propiamente dicha, a la que se le hicieron extraños guiños en los últimos días de campaña (8). La intención de voto que concitaba fue reduciéndose sistemáticamente a medida que se acercaba el 26 de abril, y finalmente consiguió solamente un 4% de la votación. Entre los sectores populares, su aceptación fue más bien limitada, y parece haber llamado la atención sobre todo de reducidos sectores medios urbanos.
La otra presentó la candidatura del reconocido militante socialista Diego Delgado; pero se encasilló en el discurso ideológico, que puede juntar a ciertos sectores muy politizados, pero resulta insuficiente para dialogar con la conciencia de las mayorías; obtuvo apenas el 0,63% de la votación.
En conjunto, lo que ya se venía advirtiendo desde el inicio de este período: frente a gobiernos más o menos progresistas, las izquierdas pierden el rumbo -y mientras unos se desesperan por subsumirse en ellos, mirando solamente las medidas progresivas emprendidas por el régimen, o los sentidos subjetivos que se atribuyen, otros cierran los ojos al nexo que une a estos gobiernos con las expectativas populares de cambio y transformación. La izquierda se vuelve un espacio vacío y facilita su colonización por los proyectos de reforma capitalista.
Pero esto sólo muestra -a Dios gracias- una cara del asunto. La otra cara se expresa con cierta dificultad, pero aún con fuertes reservas de intuición política, a nivel local. Tanto el Movimiento Popular Democrático como Pachakutik lograron mantener, incluso extender, sus espacios. El MPD lo hizo poniéndose a la sombra de Correa, cuya candidatura presidencial apoyó «críticamente». Pachakutik corrió solo, sin el auxilio de una candidatura presidencial exitosa.
Pachakutik, sobre todo, mostró, pese a todas las limitaciones políticas y orgánicas, que aún se sustenta en la vitalidad de las organizaciones sociales de base, especialmente del movimiento indígena, y que todavía pudo captar aunque sea una muy pequeña porción del electorado crítico de las ciudades. Sus resultados numéricos pueden incluso sorprender: gana 5 asambleístas, 5 prefecturas provinciales, 27 alcaldías y un buen número de concejalías. Su presencia se mantiene fuerte en la sierra central y en el sur de la Amazonía; ello muestra vínculos efectivos o potenciales con luchas y conflictos que pueden ser centrales en el período inmediato: la minería, la tierra y el agua.
Justo por eso se hace más notoria una seria limitación: «Su grave resultado es en el ámbito nacional» (9).
7. Hacia la segunda fase de la «revolución ciudadana»
Con el nuevo triunfo de Correa, las elecciones del 26 de abril marcaron el fin de un momento y el inicio de otro. De ahora en más, nos enfrentaremos a la consolidación de la «revolución ciudadana», salvo que la crisis mundial indique otra cosa. Hay una nueva correlación de fuerzas, hegemonizada por el proyecto de reforma capitalista que expresan Correa y Alianza País; la derecha tradicional, en sus formas espurias o con nuevas caras, tratará de disputar espacios, presionar al gobierno, generar niveles de desconfianza y desestabilización, a partir de las bases territoriales que ganó, sirviéndose de la grandes empresas de la prensa escrita y televisiva, y beneficiándose del respaldo cada vez más explícito (y descarado) de las cúpulas eclesiales.
En su primera evaluación del triunfo, Correa habló de la necesidad de dotarse de estructuras organizativas y ofreció «radicalizar» la «revolución» y el «socialismo del siglo 21». Ha dado unos pasos primeros más bien simbólicos: un hotel de Guayaquil y 5 haciendas situadas en diversas provincias, todos ellos incautados por la Agencia de Garantías de Depósitos a los banqueros Isaías, han sido o están por ser vendidos a los trabajadores y campesinos.
Actos simbólicos, pero apenas un complemento menor en el proyecto de reforma capitalista. El Plan Nacional de Desarrollo, elaborado por la Secretaría de Planificación y alabado por el presidente, apunta a transformar el eje de acumulación: de la exportación de bienes primarios a la producción y exportación de servicios; si bien en un primer momento el proyecto piensa apuntalarse con el desarrollo de la minería. Nada, sin embargo, que ponga en cuestión las relaciones de propiedad. Por el contrario, el gobierno mantiene su empeño de estimular la buena salud del capital, de generar condiciones generales válidas para todas sus ramas y fracciones, y cada vez más apegado a las fracciones más modernas, aquellas que, junto a su fuerte presencia en el mercado interno, están desarrollando, si bien de reciente data, su inserción activa en los flujos globales del capital, en los mercados externos, en las sociedades con grupos capitalistas internacionales, no excepcionalmente con grupos centroamericanos, peruanos, chilenos,… Expresan los reacomodos y realineamientos del capital, las nuevas condiciones de existencia y acumulación de los capitales y, en fin, la formación de una burguesía regional.
La relación de fuerzas que se construye ante nuestros ojos se completa con lo que pueda hacerse en recomponer la presencia de los movimientos sociales y de la izquierda. Está por verse. Pero los resultados electorales, pese a todo y a los sentidos contradictorios de algunos triunfos, muestran mayores potencialidades que las que se alcanzaban a vislumbrar antes del 26 de abril.
Quito, 20 de mayo de 2009.
Notas:
(1) Desde diferentes ángulos y con distintos argumentos, varios analistas consideran que estas elecciones cierran un ciclo político de transición. Véase, por ejemplo, Pablo Ospina: «El fin de la transición», CEP, Quito, mayo de 2009.
(2) La legislación electoral ecuatoriana considera «votos válidos» a los que se pronuncian positivamente por algún candidato (u opción puesta a consideración); los votos en blanco y los votos nulos se consideran «no válidos» y no cuentan para los resultados de la elección. En adelante, nos referiremos a los votos válidos, excepto cuando se indique lo contrario.
(3) Alejandro Moreano sostiene que en el Ecuador existe una base constante de una conciencia anti oligárquica; y es probable que esta haya sido la causa del repunte en la imagen de Gutiérrez, pues la gente identificó al partido Socialcristiano con la oligarquía durante una buena parte de este período iniciado con el retorno a la constitucionalidad en 1978-79, a tal punto que incluso figuras que normalmente concitan alto rechazo (como Bucaram y Noboa) pudieron aparecer como alternativas a la «trinca oligárquica» («Pueblo contra oligarquías», «Pueblo contra trincas»: tales, en efecto, los lemas de los primeros populismos ecuatorianos, allá por los años de 1950 y 1960).
(4) Madera de Guerrero es un movimiento creado por el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, socialcristiano, para participar en estas elecciones presentando una cara apartidista.
(5) El 8 de mayo incursionaron, junto al canal Teleamazonas, en un supuesto «centro clandestino» donde, decían, se estarían manipularndo los datos electorales; pero que resultó ser un «centro de contingencia» del Consejo Nacional Electoral, cuyo funcionamiento era de conocimiento público (http://www.ecuadorinmediato.com/noticias/104272).
(6) El contenido de fuerte identidad localista es explícito: hace referencia a una canción tradicional muy popular en Guayaquil: «Guayaquileño, madera de guerrero».
(7) Muchos de los argumentos y ejemplos expuestos aquí nos han sido sugeridos por el artículo «Triunfos y derrotas», de Floresmilo Simbaña, publicado en El Telégrafo, 30 de abril de 2009 (ver: http://www.eltelegrafo.com.ec/opinion/columnista/archive/opinion/column
istas/2009/04/30/Triunfos-y-derrotas.aspx).
(8) Martha Roldós reivindicaba por igual las luchas campesinas antimineras como las protestas antiCorrea de los hijos de la oligarquía.
(9) Floresmilo Simbaña: «Triunfos y derrotas», cit.
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1&lang=ES&cod=38898