Sorprende que el Gobierno ecuatoriano haya anunciado reanudar el proceso de Negociación Multipartes con la Unión Europea (UE). Hay que recordar que este proceso de negociación fue suspendido por el propio presidente Rafael Correa el 17 de julio de 2009. Esta decisión se tomó por dos razones básicas. Una, por el diferendo sobre el banano […]
Sorprende que el Gobierno ecuatoriano haya anunciado reanudar el proceso de Negociación Multipartes con la Unión Europea (UE). Hay que recordar que este proceso de negociación fue suspendido por el propio presidente Rafael Correa el 17 de julio de 2009. Esta decisión se tomó por dos razones básicas. Una, por el diferendo sobre el banano que tiene el país con la UE. Dos, por la necesidad de dar paso a un diálogo que involucre aspectos comerciales, políticos y de cooperación. Estos dos temas todavía no están resueltos. Sobre el caso del banano es necesario esperar, por mínima precaución, a que se perfeccione el acuerdo en la OMC. En relación al diálogo, lo que existe es una propuesta de memorándum de entendimiento que no garantiza que en la práctica la negociación aborde todos los aspectos propuestos por Ecuador. Además, hay que tener presente que el enfoque del proceso de negociación que llevan los países vecinos, Perú y Colombia, con la UE abre la puerta a un típico tratado de libre comercio (TLC).
Varios economistas, tanto a nivel nacional como internacional, se han opuesto a los TLC por ser asimétricos en términos del poder de negociación y, sobre todo, por perseguir fines que no contribuyen al desarrollo de los países pobres y aumentan su dependencia hacia los países ricos. En el país se levantaron duras críticas al TLC con los EE.UU., incluso por parte del propio Rafael Correa, quien -antes de llegar a la presidencia-, escribió el prólogo del libro El rostro oculto del TLC (Abya-Yala 2006), de Alberto Acosta, Fander Falconí, René Ramírez y Hugo Jácome. Los cuestionamientos conceptuales formulados entonces al TLC con los EEUU son por igual válidos para el TLC con Europa.
Ahora habría que preguntarse: ¿si contamos con un equipo de negociación consolidado, que lleve un proceso en defensa de los intereses nacionales y de las directrices que establece la Constitución de la República?, ¿si existen los estudios de impacto económico, social y ambiental sobre las ventajas y desventajas de avanzar en un acuerdo de este tipo?, ¿en qué condiciones nos vamos a incorporar al proceso que Colombia y Perú ya lo tienen adelantado o iremos a nuestros propios ritmos sin caer víctimas de las presiones internacionales y nacionales que ya comienzan a aplaudir al Gobierno desde las grandes cámaras de la producción por esta decisión?, ¿se va a dejar solo a Bolivia en este proceso, siendo un socio estratégico del ALBA?
Sin estar adecuadamente preparados, negociar con la UE puede conducirnos a los pantanosos terrenos de un TLC. Cuando lo correcto sería dar paso a otra forma de inserción en mercado mundial, sustentada en un nuevo perfil de especialización con sostenimiento interno. Además, es indispensable abrir un amplio debate en la sociedad sobre este tipo de acuerdo; sería inaceptable que una negociación de este tipo se realice sin una amplia participación ciudadana, como se quiso hacer con el TLC con los Estados Unidos.
Casualidad o no, coincide el reinicio de las negociaciones con la salida de Fander Falconí de la Cancillería. ¿Será acaso éste otro revés en el proceso de la Revolución Ciudadana?
[El libro completo «El rostro oculto del TLC» de Alberto Acosta, Fander Falconí, Hugo Jácome, René Ramírez, publicado por Abya-Yala en 2006 y en cuyo Prólogo Rafael Correa argumenta en contra del TLC en los siguientes términos:
«La idea de que el libre comercio beneficia siempre y a todos, es simplemente una falacia o ingenuidad extrema más cercana a la religión que a la ciencia, y no resiste un profundo análisis teórico, empírico o histórico. Aunque el TLC es mucho más que la simple liberalización comercial, nos referiremos básicamente a los sofismas sosteniendo las bondades del llamado libre comercio. En concreto, el TLC es la completa liberalización del flujo de inversiones y capital financiero, y en menor medida de bienes y servicios, a excepción del recurso humano. En otras palabras, es una inconsistente expresión del fundamentalismo de mercado»,
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