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Borrador, para la versión 5 del documento "¿Qué hacer?"

Hacia un estado comunal mundial

Fuentes: Aporrea

Hacemos una cordial invitación a discutir este documento, que es un borrador, en la lista de debate vía correo electrónico Qué Hacer. Para incorporarse, mandar un mensaje a la dirección [email protected] 1 – El mercado a nivel mundial y su eficiencia económica y social Imaginémonos por sólo un momento un país sin regulación económica, sin […]

Hacemos una cordial invitación a discutir este documento, que es un borrador, en la lista de debate vía correo electrónico Qué Hacer. Para incorporarse, mandar un mensaje a la dirección [email protected]

1 – El mercado a nivel mundial y su eficiencia económica y social

Imaginémonos por sólo un momento un país sin regulación económica, sin impuestos, con empresas, individuos o grupos contratando policías privadas. Un país que no tenga un sistema judicial cuyos dictados sean acatados por todos, una sociedad que cuente con unas leyes sobre derechos de los ciudadanos que no se pueden poner en efecto por falta de autoridad; que no tenga banco central; una sociedad sin leyes que regulan los monopolios y el daño ambiental. Imaginemos, sin embargo, que en esta sociedad imperan las leyes del mercado como asignador de recursos, único vínculo entre individuos y empresas, único coordinador de necesidades, capacidades y disponibilidades.

Pues bien. Sociedades así no son un mero ejercicio imaginativo, sino que existen. Ejemplos vivos son Somalia y el mundo «globalizado». Pensemos en el mundo como una sociedad, y los países como individuos o empresas de la misma. Se trata de una «sociedad» sin Constitución, sin leyes en su mayor parte. Algunos integrantes de esta sociedad acatan ciertas «leyes», como acuerdos internacionales contra la contaminación, pero otros no. Aún más: algunos los firman y luego reniegan de ellos. En esa sociedad hay sistemas de seguridad que funcionan como policías privadas, y entre esos sistemas, relacionados con «empresas» (países) o grupos de ellas impera con frecuencia la ley del más fuerte. El mundo no tiene un banco central que funja como prestamista de última instancia (el FMI y el BM no juegan este papel, por lo que han sido cada vez más criticados sobre todo a partir de las crisis financieras internacionales); Estados Unidos, por ejemplo, no acata los dictámenes de los tribunales internacionales de justicia, como el de la guerra sucia contra contra Nicaragua; ese país toma «justicia» (recordar el nombre de «justicia infinita» dado a la llamada guerra contra el terrorismo) por su propia mano, y desoye incluso los mandatos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, organismo no democrático de seguridad de la sociedad del mundo, a pesar de que en esa instancia ese país tiene derecho a veto entre unos pocos privilegiados.

No hay que citar muchas más razones o ejemplos, que los hay, para llegar a la conclusión de que el mundo globalizado de hoy es una sociedad en la que impera preponderantemente el mercado, pero que no tiene Estado. Pero según el neoliberalismo, por ejemplo, este estado de cosas va en la dirección correcta, pues el mercado por sí solo asigna eficientemente los recursos. Según esto, el problema no es que no exista un Estado, cuya «intervención» modifica las condiciones para que el mercado funcione eficientemente, según el teorema de la mano invisible de Adam Smith, sino que no hay suficiente mercado, pues hay barreras al comercio internacional. Los llamados «índices de apertura», que no tienen para nada en cuenta los factores políticos, serían un indicador del «modernismo» de los estados.

2 – La necesidad de un estado mundial para regular el mercado

Para mostrar lo sesgado del neoliberalismo desde el punto de vista ideológico, y lo hipócrita desde el punto de vista político, solo hay que ver que, en el ámbito teórico, esta doctrina oculta que la misma gente que demostró la validez matemática del teorema de la mano invisible del mercado (Arrow y Debreu), también probó el segundo teorema del bienestar, que dice que hay infinitas maneras de ser eficiente, una de ellas repartiendo equitativamente los factores productivos (capital, tecnología), a nivel mundial, por ejemplo, para que el mercado trabaje. También oculta que la prueba del teorema mostró los supuestos tremendamente irreales del mecanismo puro del mercado, como la ausencia de monopolios y oligopolios, la existencia de mercados financieros completos, la disponibilidad de información simétrica y completa, la ausencia de bienes públicos y de externalidades como la polución; la existencia de derechos de propiedad bien definidos incluso sobre cosas como el aire, el espacio y el mar.

La historia del pensamiento económico de los últimos 60 años muestra el preponderante estudio de las condiciones, ineficientes, en que ocurren los equilibrios reales observados, y las formas óptimas de intervención del Estado para mejorar la eficiencia económica. Un ejemplo de esas condiciones son las contribuciones del premio Nobel Joseph Stiglitz sobre el tema de información asimétrica. Pero aunque Stiglitz puede ser acusado por algunos de izquierdista, simplemente porque cree en la conjunción del mercado con el Estado, el «tercer camino», Robert Lucas, también premio Nobel, de la Universidad de Chicago, no puede ser acusado de ser contrario al mercado. Y resulta ser que este economista demostró en un importante pero no muy citado artículo (Atkenson y Lucas, 1992) que la presencia de una mínima falla de mercado, de información asimétrica en su caso, es suficiente para producir la evolución de una economía de mercado, incluso desde una situación inicial de completa equidad en la riqueza, hacia una distribución del ingreso completamente inequitativa: los ricos se vuelven muy ricos y los pobres muy pobres. Es de hacer notar que en el modelo en cuestión lo que produce el resultado no es que los pobres, en particular los países pobres, son felices escogiendo su pobreza, porque son vagos, y los ricos, en particular los países ricos, escogen ser ricos porque se esfuerzan mucho, puesto que las preferencias por el ocio en esa economía son idénticas; el resultado tampoco se debe a que hay una diferencia en las habilidades de unos y otros, que son idénticas al comenzar la economía. Es solo la falta de una igualdad ex-ante en los niveles de información, y en general en las condiciones, lo que produce infranqueables niveles de desigualdad social tanto en el mundo como al interior de los países del mundo.

Vemos aquí una clara justificación social, política y ética de la intervención del estado, pero no solo al interior de un país, sino a nivel internacional. Para mencionar un ejemplo que puede parecer chocante para algunos. La mera falta de acceso al crédito de unos, solo por falta de información, empobrece sin remedio a las personas o los países que no cuentan con esas oportunidades. Si ese crédito fuese provisto por un estado, nacional o global, el resultado puede hacer una gran diferencia, y hay una plena justificación ética, y económica, para que los países ricos financien estos créditos a los países empobrecidos, por el hecho de que su riqueza se debió en parte a la desigualdad de condiciones iniciales.

Esto es una justificación para mecanismos de crédito preferencial a nivel internacional, pero también para la condonación de deuda e incluso, considerando todas las condiciones, en general, para las transferencias de riqueza por la vía fiscal-impositiva. Lo que sí es necesario, es establecer la diferencia entre condiciones de desigualdad, y responsabilidades individuales y de países. Además, la intervención del estado también tiene sus fallas, y las soluciones teóricas y políticas apuntan hacia la descentralización, la participación, que incluye el control social y político de las comunidades, la generación de una nueva cultura política y la coordinación nacional e internacional de las políticas concebidas e implementadas a nivel comunitario y local. El componente ético, y solidario de la acción social deviene de manera natural por la acción humana a nivel comunitario, y por la constatación de que las injusticias generan problemas políticos y económicos a las sociedades, de manera que lo que lo que ocurre en la práctica (lo que es), es mejor si obedece a lo que debe ocurrir (el deber ser), tal como lo conciben las comunidades humanas, si se quere generar bienestar y armonía que evite los elevados costos del conflicto político y militar.

3 – Transferencias mundiales sin contrapartida de los países ricos a los países pobres

No hay duda acerca de la necesidad de transferencias, pues las mismas se pueden justificar sobre la base de conceptos elementales de seguro contra el riesgo de no ser favorecido en la lotería de la vida, como lo mostró el digno filósofo liberal John Rawls. Sobre todo teniendo en cuenta que las fallas del mercado son muchas más, y que el principio ético y político de igualdad de oportunidades implica transferencias ex-post de recursos para «nivelar el campo de juego», de manera que haya justicia, esta vez a nivel internacional. De hecho, el trabajo de John Roemer sobre la justicia distributiva (1996, 1998), prácticamente ha unificado las concepciones izquierdistas y derechistas sobre la igualdad de oportunidades, con una condición: una vez igualadas las circunstancias, o condiciones, que rodean al individuo o al país, este tiene libertad para escoger su destino, y esta escogencia depende de aquello que se denomina responsabilidad. Si la sociedad global o nacional escoge, políticamente, por elecciones por ejemplo, las circunstancias que deben tenerse en cuenta para juzgar el desempeño de los ciudadanos o los países, el teorema de Roemer muestra como un simple resultado, de consenso entre izquierda y derecha, las transferencias de recursos entre regiones o entre países que son necesarias para igualar el campo de juego.

Es previsible que la derecha tienda a atribuir el desempeño más al individuo o al país, mientras que la izquierda lo atribuya a las circunstancias que lo rodean. Pero una vez decidida políticamente esta materia, debería haber consenso, en particular a nivel internacional, sobre la necesidad de aplicar, por la vía de transferencias sin contrapartida, por la vía fiscal, el principio de igualdad territorial de oportunidades. Si rigiera la democracia, y si rigiera la lógica del principio de igualdad de oportunidades, esta transferencia sería un resultado, sin contestación posible, ni matemática, ni ética, ni política. Y es de esperarse que la transferencia sería bastante cuantiosa para los estándares de donaciones voluntarias de algunos países (por ejemplo, donación de 0,7% del producto según una meta europea en ese sentido).

4 – La violencia, las desigualdades, y la justicia social a nivel mundial

Realmente no hace falta enumerar los inmensos problemas en el mundo que vienen de desempleo involuntario de factores, como el trabajo o incluso el capital, y las hambrunas no precisamente escogidas por amor al ocio, o la depredación totalmente descontrolada del medio ambiente, hechos que están suficientemente documentados, y son atribuibles en parte a la falta de un estado mundial, o un sistema institucional internacional que respete el principio de la democracia, y que establezca los mecanismos de regulación, de convivencia y de justicia social elementales por el que hasta los más preclaros intelectuales liberales claman. Es bueno comentar, sin embargo, los hechos del 11 de septiembre de 2002 en las Torres Gemelas de Nueva York, predichos por la teoría de la violencia del que no tiene nada que perder, de Carlos Marx, aplicada a nivel internacional, que ha sido formalizada por John Roemer en su teoría sobre la probabilidad del conflicto (1995), y ha sido citada por Noam Chomsky en su análisis sobre las causas de ese condenable hecho terrorista. Lo paradójico del asunto es que Gary Becker, otro premio Nobel de Chicago, a quien tampoco podemos acusar de comunista, ni de marxista, no hace más que desarrollar la misma idea con su teoría sobre la economía del derecho y los incentivos institucionales para no delinquir. Básicamente la desigualdad explica la violencia, según se ha documentado también empíricamente en los mismos Estados Unidos. Si a esto se agrega la injusticia internacional, podemos seguir esperando hechos como los ocurridos, pues un estado internacional no debe ser sólo para garantizar la seguridad (de unos pocos, por cierto), sino, sobre todo, para garantizar la justicia, y por esta vía la verdadera paz.

5 – Un banco central mundial y la regulación financiera internacional

De los muchos otros problemas prácticos que provienen de la falta de un Estado internacional es muy notoria la falta de un banco central en la sociedad del mundo, como lo hemos mostrado en el documento cambiario de Qué Hacer. Recordaremos brevemente que es sabido tanto en la práctica como en la teoría, que la ausencia de un prestamista de última instancia al interior de un país posibilita los endémicos males de las corridas bancarias, con desastrosos efectos sobre la economía real, y no por casualidad existen los bancos centrales en los países, y en general en regiones de moneda única (no solo Europa, sino los Estados de los Estados Unidos). Bancos, o en nuestro caso países solventes, en presencia de una corrida por razones espúrias como un rumor, pueden experimentar una quiebra, totalmente injustificada, en ausencia de un ente financiero estabilizador. No es la ausencia de una teoría o de la experiencia que no han permitido la fundación de una arquitectura financiera internacional con las características adecuadas para evitar las crisis de liquidez que sufren los países, sobre todo los solventes como en el caso de los países asiáticos hace pocos años. Keynes ya en el 1944 proponía en Bretton Woods un mecanismo idóneo, similar al banco central europeo, para jugar ese rol. La falta de voluntad política hizo que los Estados Unidos prefirieran el acuerdo al que se llegó: un equilibrio inestable, como se demuestra partir de 1.971 cuando el gobierno de Richard Nixon lo rompió unilateralmente, y se produjeron como consecuencia las crisis financieras internacionales que ya conocemos, y que eran ya predecibles, pero cuyas causas y culpables pocos parecen querer mencionar. El fenómeno de la fuga masiva de depósitos de bancos débiles a fuertes en presencia de una corrida y en ausencia de un banco central se manifiesta nivel internacional con las fugas masivas de capitales de los países pobres a centros financieros internacionales como Nueva York, con consecuencias reales negativas notables para los países sin resguardo contra problemas de liquidez. Paradójicamente los países pobres han financiado mucha de la inversión de los países ricos por esta vía, y se quedan ellos mismos sin crédito, y tienen que importarlo, en condiciones muy desventajosas, lo cual consolida la «trampa de la pobreza» (que alimenta, a su vez, la «plataforma de la riqueza» de manera injusta aún para los cánones neoliberales de competencia en buena lid).

Venezuela pasó, en gran parte como consecuencia de ello, a disminuir su salario real en 50% en 20 años, y a ser el tercer país más desigual del mundo en ese período, por los problemas de volatilidad cambiaria que se generaron desde el rompimiento del acuerdo de Bretton Woods. En ese período su sector privado pasa acumular un ahorro más de 100 mil millones de dólares en el exterior, un monto superior a tres veces la deuda externa del país acumulada en el mismo período, y el sector financiero interno, medido por la cuantía del crédito, pasó a representar, del orden de un 50% del PIB, a un 10% del PIB. No hablemos de otros países pobres, de las hambrunas y del deterioro ambiental que se ha producido por la ausencia de mecanismos reguladores en todos los ámbitos del quehacer internacional que coordinan el accionar de los pobladores del mundo que tenemos en común, ni del conocido deterioro del medio ambiente que los poderosos de ese orden de cosas han querido en la práctica suponer como inacabable y de su propia discrecionalidad, sin pensar siquiera en su propia supervivencia futura.

6 – Estado, mercado y comunidades solidarias: la «cuarta vía»

Ahora, el mercado, ni siquiera con la intervención del Estado, logra la máxima eficiencia económica. La solidaridad es un ingrediente ideal para resolver problemas que se presentan cuando hay información asimétrica (y corrupción si la gente es egoísta), bienes públicos, mercados financieros que no aseguran completamente contra el riesgo, y otras fallas del mercado y del Estado (Ver sobre esto Pérez-Mart IESA, 2001). Hoy por hoy, incluso las escuelas de negocios más reputadas del mundo reconocen la necesidad de la ética empresarial que prescribe el buen tratamiento del cliente y del trabajador. Van más allá al recomendar la propiedad por parte de los trabajadores, e incluso del cliente como stakeholder, sobre la empresa. Las relaciones que se forman entre entre los trabajadores, y entre ellos y los gerentes y dueños, cambia radicalmente al cambiar su relación de propiedad sobre la empresa. Incluso los gastos de la gerencia para formar la «inteligencia emocional», que promueve las relaciones de afecto en el trabajo, requieren ese cambio de propiedad.

Y así como el cambio de propiedad deviene en un cambio de cultura organizacional al interior de la empresa que la hace más eficiente, el cambio de propiedad de la cosa pública hace que los ciudadanos cambien de actitud frente al Estado. La armonía política requiere la igualdad política efectiva, como lo han documentado instituciones como el Banco Mundial (ver Stiglitz y Meier, 2002; y Pérez-Mart 2006). La descentralización del Estado, y la democracia participativa, que hacen posible una mejora sustancial en la gestión pública al controlarse la corrupción y aprovechar los bienes públicos y las externalidades positivas de la participación ciudadana, son el caldo de cultivo natural para las relaciones humanas y el altruismo.

Lo que se está desarrollando hoy por hoy para la sociedad del mundo, es pues, la conjunción de los mecanismos del mercado, el Estado y la solidaridad, algo que podríamos llamar «la cuarta vía», ya que el «tercer camino», postulada modernamente por Stiglitz, entre otros como modelo de los países del mundo, incluye sólo al mercado y al Estado. La solidaridad cohesiona y resuelve problemas complejos a grupos humanos como familias, conjuntos de amigos, empresas solidarias (cooperativas y en general empresas en que el éxito de la organización se traduce en éxito de sus componentes) y grupos de naciones; el mercado los relaciona entre sí para dividirse el trabajo y perseguir sus fines de bienestar como grupos o individuos. El Estado, un estado en que la democracia se exprese cabalmente mediante la participación activa de los ciudadanos, regula las acciones sociales de esos mecanismos, sobre la base de doctrinas éticas y políticas aceptadas por la mayoría, con respeto por las minorías.

Pero la solidaridad, que en sí misma posibilita un mecanismo de producción y distribución económica, social y política, es el componente esencial de nuestra propuesta como solución progresiva a todos los problemas del mundo, tanto nivel comunitario, como a nivel global. La convivencia de estos tres mecanismos va a dar paso, en el largo plazo, a la hegemonía del mecanismo solidario, como lo exponemos aquí, y como lo proponemos como el objetivo de acción política más importante de los revolucionarios a nivel del mundo.

7 – Hacia un Estado Mundial Democrático

Al mundo de hoy, globalizado, le hace falta urgentemente un Estado democrático y participativo-descentralizado para salir de su abismo, de su barbarie. Si debe hablarse de un mundo económico global, hay que hablar de una sociedad, de un nosotros, a ese nivel, que se plasma en un Estado conformada por humanos en el sentido profundo de la palabra que incluye su carácter solidario y participativo. Pero la existencia de un Estado significa que sus miembros acatan sus dictámenes y sus leyes, y su carácter democrático implica la aceptación del principio de la igualdad política de todos los pobladores de la sociedad mundial, por lo menos en organismos decisorios de representación. En las naciones unidas, por ejemplo, cada individuo del mundo debería tener un voto, o, al menos, cada país debería representar a esos votantes, respetando el principio de la proporcionalidad en relación a la población del país respectivo. El poder de veto estaría completamente excluido de este esquema, y las naciones estarían sujetas a la normativa legal, so pena de exclusión del sistema. Esta exclusión, dado el principio de soberanía de los países, sería una de las alternativas a los mecanismos de castigo teóricos de un Estado al interior de un país que tiene la potestad incluso para privar de libertad a un individuo por incumplimiento de las leyes vigentes en el lugar [1].

8 – La eficiencia, lo normativo y lo positivo a nivel global

La investigación en teoría económica actualmente tiene una vertiente muy interesante: la unificación de lo que es y de lo que debería ser, del ser y del deber ser, de la economía normativa de la positiva. No habría disyuntiva aquí entre la equidad y la eficiencia. En teología de la liberación esta vertiente tiene una noción paralela que tiene que ver con el rescate de la unidad entre el Dios de la creación, que se manifiesta en la realidad, y el Dios de la revelación, el que anuncia la venida del reino de la armonía, del amor. El principio dice que lo que debe ser es muy «práctico» (muy eficiente, técnica y socialmente), y por lo tanto es, o está en proceso de ser. En la literatura teórica, por ejemplo, la demostración del folk theorem, «teorema del pueblo», muestra que el dilema del prisionero, en que cada quien tiende a buscar su propio interés en el corto plazo a costa de los demás, y como consecuencia juega estrategias que no son óptimas desde el punto social, tiene una salida: la cooperación es posible como un equilibrio de Nash, y es necesaria, o «racional», para el interés no solo social, sino también individual. En la literatura empírica, para justificar también la unificación de lo normativo con lo positivo, hoy por hoy se sabe que el crecimiento solo se da, entre otras cosas, si se invierte en capital humano, si hay poca desigualdad, si hay institucionalidad.

Está planteado extrapolar inteligentemente el pasado para vislumbrar el futuro: así como el racismo y la exclusión de las mujeres en el pasado reflejaban ignorancia de las posibilidades económicas de la inclusión y la tolerancia, asímismo la xenofobia, discriminación política y la exclusión social esconden ignorancia de todas las posibilidades futuras de crecimiento global armónico. Esto evita nuevas transiciones históricas dolorosas que consumen también tiempo y recursos. Todos deberíamos seguir ese camino de la inteligencia que aprende del pasado, de la evidencia empírica y de la teoría y los principios éticos, con voluntad política para dar poder político a una organización mundial para regular la economía y administrar justicia, para regular lo atinente a nuestro abandonado planeta que está demasiado cerca de una degeneración ecológica sin retorno, para hacer transferencias sin aparente contrapartida de los países ricos a los pobres, medidas de redistribución de la riqueza que generan igualdad de oportunidades. Hoy puede ser condonar la deuda. En el futuro pueden ser establecerse mecanismos impositivos y de inversión en capital humano en los países pobres (educación, salud, seguridad social) y también programas de desarrollo económico, incluyendo obras de infraestructura.

9 – Conocimiento libre y globalización

En relación a la economía solidaria, hay ejemplos que muestran que el futuro puede ser muy distinto al presente, usando un concepto de globalización basado en la sociedad mundial como un ente que toma decisiones basadas en la democracia participativa, en consonancia con el principio de conjunción entre lo ético y lo práctico. Es de mencionar en este sentido el modelo de producción solidaria de conocimiento libre mencionada en el documento base Qué Hacer. Mencionemos brevemente de nuevo el caso del Movimiento de Software Libre, uno de cuyos principales productos es el sistema operativo GNU/Linux. Se trata de bienes públicos no privatizados por la vía políto-legal de las licencias, patentes y derechos de autor, que son producidos y distribuidos por vía solidaria mediante la facilidad de la comunicación global hecha posible por la internet. Estos bienes son de muy alta calidad y tienen su desarrollo garantizado, según ha mostrado la evidencia empírica, y muestran algunas investigaciones teóricas en torno a la robustez de este tipo de organización productiva (ver por ejemplo Marhuenda y Pérez-Martí 1999). La extensión de este tipo de modo de organización para la producción y distribución a otros bienes públicos como la tecnología de producción de medicinas y otros bienes, de comunicaciones, de salud preventiva, de sistemas de información libres y participativos, promete ser una vía muy expedita para lograr tanto el crecimiento económico del mundo global, como la convergencia en los niveles entre los países del mundo, ya que la eliminación de las barreras del acceso a patentes y licencias por parte de los más pobres puede posibilitar un crecimiento más rápido dados sus inferiores niveles de utilización de bienes de capital. Los Estados del mundo, así como los organismos internacionales como la Unesco, tienen una gran responsabilidad en promover este tipo de arreglo productivo para ayudar a los países y las personas pobres a salir de su situación , y de esta manera a contribuir, directa e indirectamente al bienestar global.

10 – Indicadores de buen comportamiento, ideología y necesidad de la democracia global

Está claro, pues, que un mercado a nivel internacional es ineficiente sin un Estado, descentralizado y participativo, pero confederado, construido más por necesidad de bienestar global que de imposición. En el juego que se forma entre naciones y entre otros participantes, un índice de «buen comportamiento» de cada país es fundamental. Y debería incluir no sólo variables económicas como aranceles, subsidio agrícola, etc., sino también variables que incluyan el ingrediente político que mida buenas maneras en el comportamiento internacional. Si se incluye en el índice de apertura, o de globalización, variables como el no acatamiento de las leyes internacionales, el rompimiento de acuerdos internacionales (Bretton Woods, Kioto, control de armas nucleares), la no firma de acuerdos de convivencia (como el de armas químicas y bacteriológicas, etc.), el subsidio a la propia agricultura cuando se recomienda la apertura a las importaciones desde los países en desarrollo, el comportamiento no democrático y hegemónico en las Naciones Unidas, incluyendo las prácticas mafiosas en las votaciones de ese organismo (amenazando con retaliación económica a pequeños países si no se vota a favor de las propias propuestas), el no respeto del principio de igualdad de oportunidades (no condonando deuda y no haciendo transferencias de ingreso por la vía impositiva y de gasto), la falta de solidaridad con los países pobres, etc., muchos países desarrollados con índices altos de «apertura» económica, incluyendo a Estados Unidos, quedarían muy mal parados ante el resto de países de la sociedad global. Incluir sólo ciertas variables económicas en este tipo de índice que proliferan actualmente como medidas de buen comportamiento es un sesgo ideológico inaceptable.

Por este tipo de cosas se ve claro que para que un Estado global como el propuesto pueda imperar el principio de justicia, deben tomarse las decisiones de manera democrática, y no debe representar los intereses de unos pocos, como es el caso del FMI, el BM, la OMC. Es fundamental, pues, la globalización política para poder tener una buena globalización económica y social. Además debe haber una globalización de la solidaridad. Sin esto, no funcionará el mercado a nivel internacional de manera eficiente, sustentable social y ecológicamente, con armonía política y la paz verdadera, basada en la justicia verdadera.

11 – La ideología neoliberal del mercado a nivel mundial y el ALCA

Si es mala la ideología neoliberal, mucho peor es la ideología del neoliberalismo para los pobres (apertura de mercados, etc.) con proteccionismo para los poderosos (los subsidios agrícolas en los países desarrollados y sus trabas comerciales hacia los países pobres montan a más del doble de la ayuda humanitaria de esos países hacia estos últimos). Pero lo peor de lo peor es la ideología neoliberal de los dominados: estos no sólo caen en la falacia de que el neoliberalismo funciona, sino que se creen que los neoliberales son todos coherentes con sus planteamientos, y que nosotros debemos hacer lo que ellos nos dicen para avanzar, por el hecho de que eso es lo «moderno». Es, de hecho, la ideología del esclavo domesticado: Como el neocolonizador quiere mucho para sí mismo, el esclavo está contento porque quiere mucho para él (y, como consecuencia, poco para sí mismo…). Así, no podemos convertir los índices de apertura en instrumentos de dominación ideológica que justifican el peor de los peores comportamientos descritos.

Por ejemplo, si bien podría pensarse que de las pocas cosas en las que el mercado funciona bien por sí solo es la libertad de comercio, hay que decir que, a nivel internacional, esto ni siquiera está establecido con certeza: no está claro que los países que más se abren son los que más crecen. La creencia de que apertura conduce a crecimiento se basa en los estudios de autores como Jeffrey Sachs, Dollar y otros, cuyos resultados han sido puestos en duda por fallas fundamentales en su metodología por parte de un muy sonado paper publicado por Dani Rodrik y Francisco Rodríguez (1999). Además, está la evidencia de que en países con alto producto per cápita, como el de Estados Unidos, lo que ha ocurrido es precisamente lo contrario en sus etapas iniciales de industrialización.

Actos como la apertura unilateral de la frontera comercial a los Estados Unidos, o la dolarización unilateral propuesta en el pasado por ciertos países de América Latina constituyen actos de sumisión política notable. No es una integración entre países, sino una integración de unos países a otro, sin conservar la dignidad de los países integrados, conformados por personas con derechos políticos. El ALCA tiene básicamente esta característica. Estrictamente hablando estos son actos de sumisión económica, pues, mientras se tiene el dólar como moneda, no se goza del privilegio de prestamista de última instancia para el sistema financiero interno, ni se tiene representación en el directorio del FED para tomar decisiones de política monetaria que puede afectar la economía interna dadas las particularidades del ciclo económico del país en cuestión, ni se gozan de los privilegios del señoreage, y, además, se corre el peligro de la manipulación estratégica sobre el signo monetario a la hora de conflictos políticos (como ocurre en Panamá, país dolarizado, antes de ser invadido). En el aspecto del resto de la economía, la economía de los Estados Unidos se beneficiaría del comercio, sin asumir las responsabilidades políticas que conlleva una integración político-social, como el poder elegir los gobernantes, el poder decidir sobre las leyes y políticas económicas que afectan a la propia economía y el no gozar de los beneficios del sistema de bienestar social. Estrictamente hablando, una integración económico-monetaria unilateral, se asemejaría mucho a la autoconversión en un Estado de la Unión de los Estados Unidos, teniendo un presidente sin tener el poder de elegirlo y careciendo de otros derechos (y también deberes, es cierto) inherentes. Se tiene un presidente sin que se haya elegido, unas leyes sin que se haya decidido sobre ellas, un banco central sin que se goce de sus beneficios.

12 – La integración regional como respuesta geopolítica de transición

Ante el capitalismo salvaje a nivel mundial, algunas regiones han optado por protegerse con acuerdos que reflejan intentos de conformar un estado regional en materia de normas, leyes, acuerdos bilaterales y multilaterales que involucran a los respectivos países. El ALCA es un ejemplo de esta integración regional, pero signada, como dijimos, por la ideología neoliberal, que termina, de hecho, beneficiando al más fuerte, en este caso a Estados Unidos.

Los acuerdos regionales que van en la dirección de conformar un estado regional, con sus leyes y su institucionalidad en que los países se asocian como iguales, y se protegen de la depredación del mercado salvaje mundial, tienen la ventaja de que conciben, de entrada, al estado como un mecanismo que por lo menos corrige las fallas del mercado al interior de los países del acuerdo, por un lado, y protegen a ese estado regional de las fallas del mercado mundial fuera de sus fronteras. Es un hecho muy conocido de que, así como un niño no puede competir con un atleta adulto en los cien metros planos, un país «en desarrollo» no puede competir en igualdad de condiciones con un país «desarrollado». Siguiendo esta lógica, es natural, por un lado, esperar la integración entre sí de países con grados de desarrollo tecnológico similar, y por otro, imponer fronteras comerciales de protección comunes, como estado regional, frente al exterior con productividades diferentes.

Intentos de integración regional que se han impulsado gracias al liderazgo del comandante Chávez han sido muy beneficiosos en ese sentido, como los nuevos acuerdos regionales del sur y el fortalecimiento de los existentes. Cabe especial mención la conformación del acuerdo del Alba, que va más allá de las políticas convencionales de un estado regulador de las fallas estándares del mercado (fronteras comerciales comunes frente al exterior depredador, desarrollo de obras de infraestructura regional, defensa regional). Se ha intentado de manera muy novedosa a nivel mundial implantar un sistema de transferencias sin contrapartida desde los países más ricos, a los más pobres. Esto, a pesar de sus muchas fallas, no puede pasar desapercibido para quienes proponemos un estado mundial de justicia distributiva que tome en cuenta las desigualdades involuntarias, que no se deben a la falta de esfuerzo y responsabilidad, sino a la desigual dotación de recursos naturales, y otras formas de desigualdad injusta a nivel mundial.

13 – Un estado mundial conviene también a los países ricos

Recordemos de nuevo que los resultados de la literatura sobre el crecimiento señalan factores del crecimiento como la ausencia de desigualdad, la presencia de capital humano, el respeto a la institucionalizad (leyes, sistema judicial y de seguridad). Hay que ser optimista, por lo tanto, sobre la inteligencia de los hombres y mujeres de este planeta, en particular de los países desarrollados, que les hará comprender que lo que explica el estancamiento económico que tenemos hoy por hoy en el mundo es precisamente la gran desigualdad entre los países, los bajos niveles de capital humano (evidenciados por los grandes niveles de analfabetismo y otros indicadores de educación, condiciones infrahumanas de los índices de salud, de seguridad social en el mundo), la falta de institucionalidad (por el hecho de que no hay leyes en el mundo, no hay sistema judicial, no hay ni siquiera un sistema de seguridad mundial que garantice la justicia internacional, y los países no respetan la institucionalidad mundial), los altos niveles de conflictividad y terrorismo, y no solo la falta de respeto a la propiedad (que tendría que definir propiedad sobre los mares, los cielos y los infiernos también). Es de esperarse que los actores políticos mundiales verán en su propio interés cambiar este orden de cosas, y se van a dar cuenta, más temprano que tarde, que la actitud imperialista que identifica globalizar con colonizar nos llevaría un callejón sin salida. Habría que esperar que la administración de los Estados Unidos, cambiará su política exterior, por propia conveniencia, y muy probablemente por una gran presión política interna y externa. Es lo que estamos viendo, por cierto, en relación a la solución Siria, y a la de Irán.

14 – Globalización y estado mundial

Es bueno preguntarnos si los países en desventaja debemos oponernos a la globalización y a la apertura económica. La respuesta es que no, pero que hay que hacerlo bien. La ONU debe transformarse radicalmente, para hacerse más democrática, como dijimos, y debe fortalecerse mucho más, so pena de ser prácticamente inservible, como ha ocurrido con demasiada frecuencia en el pasado. Afortunadamente se está viendo que la propia realidad económica, política y social de los mismos países ricos, como Estados Unidos, que por limitaciones económicas internas, y por realidades geopolíticas internacionales, están cediendo ante la necesidad de una ONU fuerte.

Ese es el camino que todos debemos seguir y profundizar, teniendo mucho cuidado con las ideologías de la apología del poder que mantiene el status quo del conflicto que genera un equilibrio sub-óptimo. Pensemos cómo estaría Somalia si acogiera la «cuarta vía» en vez de la competencia salvaje entre clanes y mafias que tiene hoy, y extrapolemos la situación a un mundo global más armónico y civilizado que el que tenemos hoy de competencia igualmente salvaje de clanes y mafias, personificadas tanto por países imperialistas, como por grupos de ellos, así como empresas transnacionales que andan por la libre haciendo todo tipo de desmanes, en particular en los países en desarrollo, y contra los mares, lor ríos, la atmósfera, y la naturaleza en general.

Mientras este programa de globalización social y política, que tiende a conformar y consolildar, por su propia dinámica, los mecanismos instituicionales (legales, organizacionales) de un estado mundial necesario, es natural que los procesos de integración regional, como ha ocurrido en Europa y en Latinoamérica se fortalezcan. En este sentido es interesante el surgimiento de los BRICS, la organización económica que va más allá de la cercanía territorial. Este grupo de países, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sur-África, se ha aliado para enfrentar lo que venimos exponiendo como el imperio mundial del más fuerte en una selva sin reglas y con fallas inmensas de eficiencia económica, social y política. Además, están pujando para imponer cordura en el ámbito monetario y financiero internacional, donde el reino del dólar, con la desregulación financiera que lo ha acompañado, ha significado tantos desmanes y expoliación de la riqueza de los países pobres y de las clases pobres del mundo a favor de los ricos y los países ricos. Similarmente, en Latinoamérica, donde el liderazgo político del comandante Chávez ha hecho una diferencia, en alianza con liderazgos y movimientos políticos de izquierda en la región que han surgido tanto por la necesidad de defensa del capitalismo salvaje, descrita arriba, como por la necesidad específica de los intentos de anexión unilateral al dominio de los Estados Unidos. Estos intentos, como se sabe, han sido impulsados no solo por ese país hegemónico, sino también por las oligarquías internas de los países involucrados, las cuales han llegado a alianzas apátridas indignas por motivos de intereses mezquinos de grupos que se benefician de ello, a costa del interés de los pueblos respectivos.

Todo lo dicho muestra claramente los grandes progresos en la conformación de polos de fuerza de los países pobres, no sólo por la vía económica y política, sino, de manera importante, por la vía moral, y por la vía de los argumentos teóricos y empíricos, además de los éxitos económicos, políticos y sociales que vienen de aplicar lo que hemos llamado «la cuarta vía» en sus propios países y regiones. Esos polos de fuerza geopolítica indudablemente tienen el efecto no solo de proteger a los polos respectivos del salvajismo del mercado mundial y sus secuelas, sino de impulsar la necesidad de un estado mundial que regule las relaciones económicas, sociales y políticas de esos polos, y por esa vía, de los países mismos, y, finalmente, de los ciudadanos del mundo mismo y de toda la naturaleza y del planeta Tierra.

15 – Hacia un Estado Comunal Mundial

Hemos visto que últimamente se han dado pasos muy importantes para fortalecer la ONU, como hemos venido diciendo. Es de resaltar este punto en lo relacionado con la seguridad, con los acuerdos sobre Siria y sobre Irán. También se ven cada vez como más imprescindibles los acuerdos, en el marco de la ONU misma, de tipo ambiental, para evitar la catástrofe que está poniendo en peligro la vida misma sobre el plantea Tierra, no solo a la especie humana. Por lo menos desde la superficie, estos progresos se han hecho desde los países, o grupos de ellos, los estado nación. Tengamos en cuenta que lo máximo que se podría lograr por esta vía sería instituir un estado mundial como expresión de una confederación de estados nacionales con representación en la ONU. Aunque esto tiene muchas ventajas, tiene sus desventajas, como el hecho de que cada ciudadano en ese orden de cosas, no tendría el mismo poder político en ese orden de cosas, lo cual implica que habría falta de democracia en ese organismo hipotético.

Mientras todo esto ocurre, ¿qué hacer? Los individuos, y las comunidades, sean territoriales o virtuales, han estado, de hecho, impulsando, por debajo de la superficie, el progreso descrito. Ahora bien. Esos sujetos de la historia pueden actuar, perfectamente, de manera consciente y orquestada, más allá del marco de los estados nacionales, y la institucionalidad formal. El objetivo de este movimiento sería algo mucho más revolucionarios, democrático, justo, y eficiente: un «estado comunal mundial», edificado desde abajo, a partir de sus propias prácticas económicas, políticas, sociales, culturales, tecnológicas. Es lo que planteamos aquí como propuesta de qué hacer. Esto es tan importante, que no nos cabe duda en que se constituirá en la fuerza transformadora de la sociedad a todos los niveles políticos, territoriales, económicos y culturales, incluyendo el asunto tecnológico y el espiritual.

Un hombre nuevo, o mejor dicho, un nuevo humano, saldrá y se está conformando ya, de este proceso como un ente social y espiritual, conectado en todos los ámbitos. En esto consiste la restauración de la cordura, luego de la locura de la individualización del ente humano, y la privatización forzada de los bienes públicos, como el conocimiento. Es la restauración de la comunidad primitiva, en que el ser humano era social, luego de los procesos de esclavismo que se produjeron por las guerras entre tribus. Ese esclavismo que separó a las sociedades en clases y en individuos, y en grupos familiares, económicos y políticos, que pugnaban entre sí. Esa separación que luego devino en feudalismo y posteriormente en capitalismo, con la alienación de intereses entre propietarios del capital y propietarios de la fuerza de trabajo, y la explotación de los últimos por lo primeros, usando los estados nacionales burgueses y sus alianzas internacionales para estos fines.

El movimiento de restauración de la cordura de que hablamos es el mismo que en realidad ha estado transformando esos estados nación en vehículos de los cambios necesarios a nivel global, para convertir a la Tierra en el sitio de la comunidad humana planetaria sin distingo de razas, religiones, clases, grupos de poder y de explotación y alienacion. Creemos que con el advenimiento de la Internet, y la conformación de una red de redes de comunicación integral, se ha potenciado tremendamente esa acción restauradora. Y, con esa visión, la propuesta consiste en aprovechar este hecho para generar las condiciones, con el poder que dan las comunidades organizadas en constante crecimiento, fortalecimiento y coordinación en redes espontáneas y orquestadas a propósito, para la alineación de intereses a nivel global, planetario de todos los hombres y mujeres de cada país y de todos los países a la vez. Esas redes comunitarias globales van a estar apoyadas cada vez más por los poderes representativos conscientes y hegemonizados por ese movimiento en las instancias territoriales de los estados nación tradicionales. En este proceso, la unión que resulta de la liberación del conocimiento, y su transformación en conocimiento libre, en cultura libre, tendrá una incidencia crucial en todo este proceso, con los intercambios enriquecedores de todo tipo que se van a derivar de ello, incluyendo intercambios económicos en materia de bienes privados.

Con la interconexión lograda a través de la Internet, el modo de producción solidaria de conocimiento libre ha permitido que estas condiciones de alineación de intereses se de de manera muy especial. Por esta vía, en conjunto con los medios de comunicación interconectados en una red de redes, se han conformado medios efectivos no solo para el intercambio de información y conocimiento, sino también para el intercambio real consistentes en transacciones económicas, sean solidarias y/o comerciales. Además, esas redes se han constituido en medios de intercambio de opiniones sobre temas políticos, y hasta medios de coordinación de decisiones políticas.

La propuesta consiste en usar, precisamente, esa red de redes, como plataforma no solo para intercambios como los descritos, sino para la conformación de una unión de comunidades que pueda tomar decisiones políticas en el colectivo global, no solo para comunidades locales (en el territorio y en el ciberespacio), sino para conjuntos de comunidades y comunidades de comunidades a todos los niveles, llegando al ámbito global del mundo entero. La conformación de la entidad política de esas comunidades existentes o en formación, implica decisiones sobre la cosa pública en los ámbitos respectivos. Y puede ser usada para impulsar plataformas políticas representativas tradicionales en localidades, ciudades, regiones, países, y el mundo entero.

Las reglas que se derivan de esa interacción política, económica y social, y las autoridades que surjan de esos procesos, es lo que llamamos un Estado Comunal Mundial.

Una de las consecuencias naturales de este proceso de conformación del estado comunal mundial, va a ser el de un impulso definitivo para la conformación creciente y consolidación de un estado mundial democrático, participativo, que vele por los intereses de todos usando el tipo de criterios que hemos comentado arriba, actuando para corregir las fallas del mercado, y promoviendo la solidaridad.

Ahora bien, como hemos dicho, un proceso de este tipo va a traer consigo mucha abundancia económica, por la liberación del conocimiento libre, que es el componte principalísimo de cada bien económico. Pero es cierto que quedan los bienes privados que son escasos, como la tierra, los bosques, el petróleo, los mares y ríos, el aire y la atmósfera, entre otros. No es de extrañar que estos bienes tiendan a ser apropiados por las comunidades respectivas, con cada vez más amplitud en sus ámbitos territoriales, para que sean bienes compartidos, de propiedad común, y administrados colectivamente.

Como consecuencia de todo esto, el proceso de conformación del estado comunal mundial traerá con frecuencia conflictos con los poderes establecidos, ya sea de tipo político representativo, ya sea poderes económicos y hasta militares, que tendrán expresiones como guerras cibernéticas de manipulación de la opinión púbica, espionaje, contra-información, etc. Pero los cambios en positivo de la correlación de fuerzas hará que este movimiento tenga cada vez más hegemonía en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales a nivel local y a nivel planetario, pasando por todos los niveles intermedios. Es la esperanza de la salvación de la Tierra, y la garantía de una nueva sociedad de la abundancia, la convivencia, la unión, la paz, la realización y la libertad plenas, tanto en lo personal como en lo colectivo, para el restablecimiento de la naturaleza social y comunitario del ser humano, conviviendo armónicamente con la naturaleza.


Notas

[1] De hecho, la exclusión puede ser muy efectiva, por lo menos del sistema de prestamista de última instancia, pues la moneda excluida queda sujeta a una volatilidad inconveniente para el país en cuestión.

Referencias

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Fuente: http://www.aporrea.org/ideologia/a177906.html