«Siempre la misma música, no es el crimen,si no su delación lo que hace palidecer, incluso irrita,a los hombres, lo sé por mi propia experiencia.Y también sé que ellos prefieren castigar a la personaque denuncia el hecho, más que a la persona que lo realiza». Cassandra, Christa Wolf La palabra «Resistencia» para mí tuvo un […]
«Siempre la misma música, no es el crimen,
si no su delación lo que hace palidecer, incluso irrita,
a los hombres, lo sé por mi propia experiencia.
Y también sé que ellos prefieren castigar a la persona
que denuncia el hecho, más que a la persona que lo realiza».
Cassandra, Christa Wolf
La palabra «Resistencia» para mí tuvo un significado especial, creo que sin saberlo, desde hace mucho tiempo y aún resisto, asumí en mí y en mis acciones, la necesidad de defender nuestra Constitución, que dio a los italianos y las italianas la Resistencia antifascista después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, sobre todo mi padre, me enseñó a vivir así. Y a partir de ese momento de 1945 han pasado tantos años y han muerto tantas víctimas, testigos del hecho de que la Constitución italiana, o sea, este pacto con el pueblo, se ha roto miles de veces por culpa del mismo Estado. El 20 de julio de 2011, por desgracia, recordamos que han pasado 10 años desde que Carlo Giuliani fue víctima de los escuadrones neofascistas que creíamos haber derrotado, ha sido uno de los numerosos mártires de la gestión pública dirigida a la mera supresión de la disidencia, ha caído en el área oscura que siempre rodea la impunidad de quien están en el poder, una concepción depravada que mantiene las instituciones del Estado lejos del pueblo y corrompe al gobierno con la complicidad de las direcciones autoritarias y corruptas de grupos «sumergidos», como la mafia.
El hecho de sentirme herida, insultada, que no quiero aceptar ciegamente lo que la autoridad me obliga a vivir, eso es probablemente lo que me llevó a Honduras a defender los derechos humanos de otra Resistencia, en un país tan alejado geográficamente de Europa, pero tan cerca de aquéllos que quieren reclamar y exigir que paguen los culpables asesinos de una democracia violada.
Carlo Giuliani está muerto porque dijo NO a un oficial de policía que apuntó con una pistola contra la multitud desarmada, protestaba contra el sistema capitalista e imperialista que está aplastando al género humano, porque de ninguna manera acepta la crítica.
Este año el Comité «Piazza Carlo Giuliani», para no olvidar, organizó muchas actividades, y éste ha sido un mes de julio de debates, demostraciones, libros y una exposición con el nombre contundente: «Cassandra», organizada con el «Progetto Comunicazione» de Milán.
En el sitio web de la asociación de Milán, se lee que el nombre de «Cassandra» rinde homenaje a la capacidad de analisis y de visión del movimiento contra el G8 en 2001, que se reunió después de un largo viaje a Génova para desarrollar una agenda alternativa a la de la Cumbre. La contra-cumbre fue brutalmente reprimida, en una de las peores páginas de nuestra democracia, pero su lectura de los derechos económicos, éticos y geopolíticos resultó extraordinariamente lúcida, y sus predicciones se han cumplido históricamente.
Esta exposición se basa en la historia de diez años, desde el primer Foro Social Mundial en Porto Alegre hasta la revuelta en el Magreb. Una exposición emocional, no de compilación, no pretende ser completa, con una amplia gama de acontecimientos y temas emblemáticos, contados por las fotografías de reportajes, vídeos, datos y textos cortos.
La exposición incluye una sección de la historia, una sección sobre los sucesos de Génova y cuatro temas principales: guerra-represión, economía-trabajo, bienes comunes y sociedad.
Hablé con la madre de Carlo Giuliani, Haidi Gaggio, cuando vino a Cuba para asistir al Encuentro Internacional para la Liberación de los Cinco, porque ella es la presidenta del Comité Italiano por la Justicia para los Cinco.
«Estuve de acuerdo con ser presidenta del comité italiano, porque cuando estoy segura de que están cometiendo una injusticia, me vuelvo muy sensible. Y, por desgracia, contra los Cinco cubanos se cometieron innumerables injusticias, en el proceso, los malos tratos en las prisiones durante casi 13 años de agonía injusta, las prohibiciones de las visitas familiares, para algunos de ellos. Además, ¿qué podemos esperar de los EE.UU., cuando tienen una secretaria de Estado como Hillary Clinton que considera a Silvio Berlusconi como el gran amigo de los Estados Unidos? Cuando me enteré, me quedè sin habla, ¿cómo puede un hombre escuálido como Berlusconi, cómo se puede dar apoyo a un hombre que está tratando de quitarnos nuestra libertad de prensa, un hombre que quiere silenciar a los pocos periodistas valientes que tratan de gritar a un país totalmente dormido lo que realmente sucede en los cuartos oscuros del poder, para que el lodo pueda salir descubierto?», me dice Haidi.
Sigue recordándome que aceptó la responsabilidad de ser presidenta del comité, porque quiere un grupo unitario, con personas diferentes y cada una con sus propias peculiaridades, pero el grupo de dirección debe ser una mezcla armoniosa, que produzca una denuncia que vaya tan lejos que moleste los oídos de Obama.
«Y no puede ser de otra manera, ante una tragedia tan grande, porque sería una pena si no se superaran los celos estúpidos y los conflictos de la competencia. Simplemente tenemos que dejar a un lado el interés propio, sabiendo que estamos delante de Cinco hombres íntegros a quienes con razón Cuba considera héroes».
Haidi tiene un amor especial por Cuba, me dijo que no está acostumbrada a llorar en público en Italia, pero cuando pone un pie en esta tierra caribeña se llena de emoción, las lágrimas salen solas, porque siempre piensa que Cuba ha abierto sus brazos a Carlo, le dedicó un museo en Camagüey, a nombre de su hijo y de Jesús Suárez Gayol, joven combatiente internacionalista cubano que cayó con Ernesto Che Guevara en Bolivia.
«Para mí fue un regalo invaluable, es demasiado comparar mi Carlo a un héroe caído, con el gran argentino revolucionario… Pero Cuba lo hizo, sólo porque piensa que siempre debemos recordar el sacrificio de los jóvenes que deseen obtener un mundo más justo. ¿E Italia? Después de la muerte de mi hijo sólo ha sido capaz de darme sentencias totalmente inútiles porque nunca llevan los verdaderos culpables a la cárcel», me dijo Haidi con amargura, mientras la estaba abrazando, con un nudo en la garganta y una rabia impotente que corría por mis venas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR