Recomiendo:
0

Hay escasez, sobre todo de ideas, pero no faltan candidatos a Presidente

Fuentes: Rebelión

En esta dura coyuntura política por la que atraviesa Venezuela, incluidas las estrategias poco efectivas del Poder Ejecutivo y la falta de ideas de una oposición dispuesta a todo para retornar al poder, los ciudadanos de todas las toldas buscan el surgimiento de un nuevo liderazgo. La oposición variopinta cuenta con una dirigencia entrampada en […]

En esta dura coyuntura política por la que atraviesa Venezuela, incluidas las estrategias poco efectivas del Poder Ejecutivo y la falta de ideas de una oposición dispuesta a todo para retornar al poder, los ciudadanos de todas las toldas buscan el surgimiento de un nuevo liderazgo. La oposición variopinta cuenta con una dirigencia entrampada en sus propios errores, en sus divisiones y en sus ambiciones y el espejismo que montaron en los primeros 10 días de septiembre se diluye rápidamente en el país, pero continua dando réditos en el exterior.

No perdió todo su esfuerzo, si el escenario de la intervención externa sigue conformándose y dejando en claro que Venezuela no es sino un factor más, sin dudas importante, en la ofensiva que desarrollan la internacional de la restauración conservadora y sus patrocinantes (entre ellos el gobierno de EE.UU.) contra las fuerzas progresistas del continente.

Pero lo que llama la atención es que la crisis no ha detenido la autoproclamación de candidatos a presidente, obviamente sin propuesta superadora alguna del momento crítico. Todo indica que hay una dirigencia que ha asumido que nada se va a resolver en las calles y que «la salida» no será antes de 2018. Pero todo indica, también, que el juego democrático sigue vigente, pese a las diatribas contra la supuesta dictadura de Nicolás Maduro, que se quiere imponer como imaginario colectivo, al menos fuera de fronteras.

Personajes de la escena política, civil y hasta militar han aprovechado estas demandas con discursos de «cambio», «esperanza» y «unidad nacional» para optar a través de su exposición mediática en busca de los votos necesarios, el aún hoy tan anhelado cargo de presidente de Venezuela. Recordemos que en 2014, 13 precandidatos opositores compitieron y perdieron ante Capriles Radonsky (y luego éste en las elecciones presidenciales ante Nicolás Maduro).

En Venezuela existe un divorcio entre dos países que no dialogan, quizá ni se reconocen y suelen reencontrarse en coyunturas electorales, y se profundiza la distancia entre el país político y el país nacional, distinción acuñada hace más de 60 años por Jorge Eliécer Gaitán para referirse a la realidad de su país, Colombia.

Entre los nombres de estas personalidades desatacan algunos dirigentes de oposición y del oficialismo que llevan haciendo carrera política desde más de una década, incluso desde antes de la Revolución Bolivariana. No es descartar la llegada de algún «outsider», sobre todo como candidato unificador de la oposición, avalado (o propuesto) por Washington.

Sin unidad a la vista ni proyecto común, desde el amplio arco opositor hay varios interesados en asumir el máximo cargo del país y dentro de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el primer nombre que lidera las encuestas para ser presidenciable, es el del actual presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, quienya lanzó su candidatura.

El segundo en las encuestas de opinión (no demasiado confiables, claro), es el perdedor de tres elecciones y hoy principal promotor del Referendo Revocatorio contra el presidente Maduro, el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, quien apostaba al triunfo del Revocatorio en 2016 para «generar un nuevo cambio en el país».

Otro que mide bien, Leopoldo López, está fuera de combate pero no ceja en su empeño, con mayores apoyos desde el exterior que desde el propio país: representa al partido Voluntad Popular pero cumple condena de 14 años por actos contra la Constitución y sindicado de ser responsable intelectual de la muerte de 43 personas en las frustradas asonadas de 2014. Su situación le impide ejercer su tan publicitado liderazgo en las calles del país.

Una que no ceja en su empeño por alcanzar el sillón del palacio de Miraflores es María Corina Machado -famosa por su valentía de fotografiarse con George Bush en la Casa Blanca-, quien desarrolla su campaña mediática desde el exterior pero también en giras por el interior del país, para «desmantelar la dictadura de Nicolás Maduro. Su movimiento, Vente Venezuela, lanzó su candidatura presidencial en agosto último.

También tiene sus seguidores, el gobernador de Falcón, Henry Falcón, quien impulsa desde la oposición un «gobierno de transición y unidad nacional», con una campaña que los medios de derecha toldan de «populista».

Si el referendo revocatorio se realizara el año próximo, y resultara victorioso, el gobierno quedaría hasta 2019 en manos del vicepresidente. Hoy el vicepresidente es Aristóbulo Istúriz, pero el cargo es de libre designación por el Presidente.

No son menos del presidenciables del lado del bolivarianismo. El Partido Socialista Unidos de Venezuela (Psuv), en el gobierno, sirve de plataforma para quienes quieren mostrar un liderazgo para encaramarse luego en la jefatura del Estado, mientras la dirección del mismo va ahogando a aquellos que manifiestan divergencias con los planes y ejecuciones del gobierno.

¿Planes? En general los borradores de proyectos presentados en declaraciones o actos, apuntan a rescatar el Plan de la Patria que esbozara el ex presidente Hugo Chávez en octubre de 2013, y otros no ocultan la posibilidad o disponibilidad de aplicar medidas liberales.

El exalcalde Metropolitano de Caracas, Juan Barreto reveló tres nombres de dirigentes oficialistas con aspiraciones para ser candidatos a presidente. Uno, Diosdado Cabello, que maneja la maquinaria del Psuv (de profesión militar),y dos ex ministros del Interior: el militar Miguel Rodríguez Torres, hombre que manejó la Inteligencia del Estado, y Tarek El Aissami , quien se mantiene junto a Maduro en todos los actos, como forma de proyectar su imagen no muy conocida por la ciudadanía en general.

«El gobierno no es una cosa homogénea, hay de todo. Creo que es un terreno minado, es un campo de muchas tendencias y corrientes. Revolucionarias, socialistas, socialdemócratas, de derecha, y eso ha hecho que esta lucha de tendencias al interior del Estado-gobierno retrase algunas políticas, que haya zigzagueo, divisiones, marchas y contramarchas. Uno dice: ¿Esto para dónde va finalmente? ¿Para allá o para acá? Están siempre corrigiendo rumbos», señaló Barreto, líder del Movimiento Redes.

Rodríguez Torres ha emitido críticas tímidas, pero precisas contra el actual gobierno, y sostiene en que el liderazgo del expresidente Chávez debe continuar sin las medidas de Maduro. Otro militar que causó polémica y generó el repudio de Cabello fue el Mayor General retirado Clíver Alcalá Cordones, al declarar públicamente estar a favor del Revocatorio contra Maduro. A pesar de sus discursos contra las políticas del Presidente, tanto Alcalá como Rodríguez Torres mantienen postura de rechazo hacia la dirigencia opositora.

La reciente designación del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino, como máxima autoridad de la nueva Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, revela que hoy, quien es aun Jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, cuenta con los poderes de un jefe de gabinete: todos los ministerios e instituciones del Estado quedan subordinados a su mando en conjunto con el titular de Defensa.

El actual ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres (antes en Finanzas), y anteriores como Carlos Osorio, también provienen del ala militar. De su éxito en esta nueva misión, depende sus posibilidades de ser candidato.

Un «tapado» que tiene el apoyo de sectores importantes del Ejército, es el actual ministro del Interior, Mayor General Gustavo Enrique González López, quien fue comandante general de la Milicia Nacional Bolivariana. Aún poco conocido por la ciudadanía, pero…

El país político ajeno y centrado en sus luchas intestinas, se distancia y se le dificulta interpretar, representar y atender las necesidades e intereses del país nacional. Crece la apatía hacia «la política»; se incrementa la indiferencia ante las pugnas y confrontaciones que desgastan al «país político»; se esfuma la legitimidad y la credibilidad hacia el discurso político.

La pasión política pertenece a tiempos lejanos. Se asiste a una despolitización de la sociedad. Con independencia del país político, lo bueno sería que en Venezuela se esté engendrando un proceso de repolitización.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.