Recomiendo:
0

Entrevista a Johan Galtung, politólogo, profesor de Estudios sobre la Paz en la Universidad de Hawái y rector de la Transcend Peace University

«Hay que dialogar con los narcotraficantes»

Fuentes: www.proceso.com.mx

La solución del conflicto entre el gobierno mexicano y los cárteles del narcotráfico pasa por el dialogo entre las partes, afirma el investigador Johan Galtung, quien ha participado en los diálogos de paz y en procesos de mediación en más de 40 conflictos internacionales. «Esta actitud del gobierno mexicano de no tomar contacto, de que […]

La solución del conflicto entre el gobierno mexicano y los cárteles del narcotráfico pasa por el dialogo entre las partes, afirma el investigador Johan Galtung, quien ha participado en los diálogos de paz y en procesos de mediación en más de 40 conflictos internacionales.

«Esta actitud del gobierno mexicano de no tomar contacto, de que ellos (los narcotraficantes) no merecen ser aceptados como parte de un proceso, no ayuda para nada; es lo mismo que EU está haciendo con Hamas en Palestina, pero hay que tomar contacto, hay que dialogar».

La idea, dice, «es encontrar compatibilidad de objetivos entre las partes». Y pone un ejemplo: «El narcotráfico no quiere que la gente muera. La gente en México quiere lo mismo y quizás esa es una base de partida para un dialogo: evitar la muerte».

En entrevista, Galtung menciona que en México «hay un tipo de triángulo (en el conflicto): los narcos, la gente en la miseria y los militares».

En el triángulo, el gobierno mexicano «se sitúa ahí abajo a la derecha, atrás de los militares».

Según el investigador, la hipótesis «es que comenzamos con la miseria y esta implica al narcotráfico, porque la gente para salir de la pobreza acepta el trabajo que se le ofrece en las actividades ilícitas del narco, y todo esto tiene como efecto la reacción del gobierno, que utiliza a los militares».

Y remata:

«Hay que entender que también los militares son pobres y entonces ellos también aceptan trabajar con el narco, porque pagan mucho mejor que el gobierno», situación que termina con «el clásico círculo vicioso».

El también fundador de International Peace Research Institut y de la red Transcend sostiene que para la solución del conflicto hay que instaurar un diálogo entre las partes.

Primero, explica, «hay que dialogar, para entender mejor las razones que permiten al narcotráfico existir».

Su visión es que una de las causas principales del importante éxito del narcotráfico reside en la existencia «de una enorme miseria en México».

Si la gente tuviera medios sólidos para sobrevivir, agrega, «muchos saldrían del narco».

E insiste: «Si pensamos que una de las razones porque la gente acepta trabajar para los cárteles es la de salir de la miseria, se deben ofrecer válidas alternativas económicas a la población».

En este caso, «el diálogo con la base del narcotráfico podría tener el resultado de demostrarles que hay alternativas para salir de la pobreza», y esto significaría un paso adelante hacia la solución del problema, «porque los líderes (del narcotráfico) no pueden ganar sin el apoyo de la gente de abajo».

Pero no todo el peso recae en México, dice, Galtung ya que «parte de la solución (al problema del narcotráfico) pasa por Estados Unidos», en el sentido de abatir la elevada demanda de drogas que hay en ese país.

Al hacer un análisis de la sociedad norteamericana, el exprofesor de la Columbia University de New York señala es tajante que «los norteamericanos deben entender que si hay una demanda tan elevada en su país, debe de existir una enfermedad social, que puede ser enajenación, competencia excesiva, falta de solidaridad, soledad».

Y lanza una comparación: «La cadena del narcotráfico es como un alfabeto: las A están en México, pero las Z están en Estados Unidos y son ciudadanos norteamericanos. El hueco está a la mitad, en las M y N, en donde hay familias mexicanas pobres dispuestas a llenar ese hueco. Sobre todo con ellas hay que dialogar».

Pero advierte: «En esta crisis económica, la cantidad de desempleados en México y en Estados Unidos va a producir no solamente una alza en la demanda de drogas, sino también potencialmente una alza en el número de empleados por el narco».

Militarización del país

En lo que respecta al rol que la clase política mexicana podría jugar en la llamada «guerra al narcotráfico», el mediador noruego dice que «por lo pronto ésta juega el papel del espectador».

El problema de los políticos, continúa, es que «no quieren abolir a la miseria en México y esto sucede por al menos dos razones: por un lado tienen miedo de que la gente al salir de la miseria les cobre factura de los malos tratos recibidos en años de pobreza, y por el otro lado creen que debe de existir gente pobre y mal pagada para poder echar a andar la máquina económica».

Sobre este punto concluye: «Para ellos el problema principal no es la miseria, sino el narcotráfico, porque ofrece una alternativa a la miseria, de manera que la verdadera tragedia es la falta de iniciativa política para eliminar la miseria más profunda en el país».

Al referirse al actual nivel de militarización, señala que también responde a otras exigencias del gobierno y de la clase política mexicana.

Abunda: «Tienen miedo de 2010. El efecto simbólico que juegan el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución puede ser muy elevado».

En este aspecto, Galtung sostiene que «la simbología es importante porque define un intervalo en el tiempo».

Además, dice, el gobierno mexicano «sí tiene miedo de una revolución, pero también de una secesión en el sur del país, de los estados de origen maya, como Chiapas y Yucatán».

Entonces, «la presencia del narcotráfico también puede ser un pretexto para mantener militarizado al país, como en Colombia, donde con el pretexto del narcotráfico, se conduce la guerra en contra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)».

La presencia de militares en la sociedad, sugiere el noruego, responde a las necesidades de «acostumbrar a la gente a esa presencia, de comunicar a posibles revolucionarios: ‘estamos preparados’, y finalmente de acostumbrar a los mismos militares a estar en las calles, en la sociedad».

50 años: 100 conflictos

Johan Galtung, quien estuvo presente en calidad de mediador en más de 40 conflictos a lo largo de los últimos 50 años, recuerda que hubo éxitos en su obra de mediación, pero también algunos fracasos, aunque «prefiero llamarles no éxitos, en lugar de fracasos, porque en este ámbito hay que pensar en el largo plazo, no en el corto».

Sobre las recientes declaraciones de exponentes de la administración de Barack Obama, en el sentido de que en Afganistán es necesario encontrar un diálogo con la parte moderada de los rebeldes talibanes, Galtung dice que no cree que Estados Unidos quiera realmente dialogar, «más bien creo que quieren hacer lo que hicieron en Iraq, es decir, corromper a grupos (de poder) para que no maten a estadounidenses».

Es un plan que quiere aparentar que Estados Unidos gana, «pues para ellos es muy importante ganar». Y cuenta que en 2001, inmediatamente después de la invasión ordenada por George W. Bush a Afganistán, «había políticos afganos que decían que sin talibanes no se puede gobernar en el país».

Los mismos políticos afganos decían que «sin talibanes iban a tener heroína y corrupción». Y lo hicieron sin ellos, y ahí está: heroína y corrupción». Entonces, «la solución es un gobierno de coalición, porque los talibanes son los únicos que tienen cierta fibra moral en el país».

Respecto del conflicto en la exYugoslavia, el también exdirector de la Universidad Internacional de Dubrovnik (en el sur de Croacia) afirma haber participado muy activamente en los diálogos de paz: «La única situación realmente resuelta es la de Eslovenia», donde la independencia fue inmediatamente reconocida por el entorno internacional y su economía apoyada de inmediato por la comunidad internacional, además de que se impidieron las llamadas limpiezas étnicas».

En los demás países, afirma, no hay soluciones. «Se podía solucionar creando una federación. Esa era la única solución, pues son territorios multinacionales y no se puede insistir en lo contrario».

Luego habla de Kosovo, donde hace pocas semanas se festejó el primer año de independencia:

«Lo de Kosovo es una locura. Fui partidario de una solución de independencia, pero no se puede utilizar a un estado unitario para la represión hacia los serbios. Entonces, la solución sería un Kosovo con una constitución parecida a la suiza, en la que se reconocen la distintas minorías, a las que se les otorga cierta autonomía».

Sobre el caso palestino, Galtung afirma haber tenido «mucha experiencia en ese conflicto», pues «mi primera intervención de mediador fue en 1964».

Explica: «Creo que es necesario crear a una comunidad multinacional regional que incluya a Israel, y esto se debe realizar gracias a la mediación de la Unión Europea».

Israel, afirma, «tiene que dejar la idea del sionismo y con un Israel más modesto algo se podrá hacer».

Y apunta que en su calidad de mediador ha hablado con todos los protagonistas del conflicto, inclusive Hamas. «Les pregunté si hay algún tipo de Israel que ellos podrían reconocer. Me dijeron que sí y señalaron a un Israel parecido al de antes del 4 de junio de 1967 (la guerra de los seis días), pero con algunos elementos distintos, como es una dinámica más constante de ofrecimientos mutuos.

«Hamas tiene una visión de futuro mucho más amplia que los gobernantes de Tel Aviv».

Y sobre la reciente crisis en la Franja de Gaza, afirma que «lanzar esos cohetes fue una tontería absoluta, una expresión emocional que se puede comprender, pero fue un error político grave. El derecho a defenderse entonces era legítimo por parte de Israel, y Hamas tuvo su derecho a defenderse de la ocupación a su vez».

Ahí «la solución es política y pasa por el reconocimiento a Hamas en cuanto uno de los actores del diálogo», dice, y pregunta: «¿Estados Unidos quiere un gobierno único para toda Palestina? Si siguen empujando por esa vía, va a salir un gobierno único, pero en manos de Hamas. Los palestinos están en favor de Hamas, sin duda, más ahora después de la masacre de Gaza».

Paz positiva

Johan Galtung, reconocido internacionalmente por sus pensamientos teóricos acerca de los temas de la paz y la violencia, dice que existen dos tipos de paz a nivel internacional: la paz negativa (ausencia de conflicto armado) y la paz positiva (colaboración y buenas relaciones internacionales).

«Hay muchas paz positiva en el mundo. El problema es que los medios retoman solamente los hechos de violencia y los conflictos».

Puntualiza: «El núcleo de los conflictos son las metas incompatibles, no las personas incompatibles. Por eso la solución de los conflictos pasa por hacer compatibles a los objetivos».

Para alcanzar la paz positiva en el mundo, continúa el investigador, «hay que hacer nada más pequeños cambios en la estructura y equilibrios mundiales».

Sobre el papel de la Organización de las Naciones Unidas, afirma que «desgraciadamente el embajador que Barack Obama designó a la ONU, Susan Rice, tiene la misma visión negativa de ese organismo de las administraciones anteriores: Estados Unidos quiere seguir utilizando a la ONU para sus fines».

Y explica: «En realidad, creo que lo que pasa es la caída del imperio estadounidense, y frente a esta caída, lo que crece no son la Naciones Unidas, sino los poderes regionales fuertes».

En este sentido, Galtung explica que una región importante es América Latina, «esa es la nueva realidad para el gobierno de Obama, quien es bastante inteligente para entender que ya no puede pelear con los países de la región latinoamericana».

E insiste que, como la conocemos, «la ONU parece cada vez más una reliquia del pasado», por eso tenemos que liberarnos de ese tipo de estructura y crear nuevas instancias internacionales.

Y concluye así la entrevista: «Hubiera sido fantástico que México tuviese un papel de mediador entre Cuba y Estados Unidos», pero «no lo veo posible con el actual presidente (Felipe Calderón)».