El ex ministro de Energía y ex presidente de la Asamblea de Montecristi, Alberto Acosta Espinoza, fue uno de los promotores de la Iniciativa Yasuní ITT cuyo fideicomiso se espera firmar en la primera semana de agosto. En entrevista con Buró de Análisis, explica que para que se concrete el proyecto ambiental se requiere no solo […]
El ex ministro de Energía y ex presidente de la Asamblea de Montecristi, Alberto Acosta Espinoza, fue uno de los promotores de la Iniciativa Yasuní ITT cuyo fideicomiso se espera firmar en la primera semana de agosto.
En entrevista con Buró de Análisis, explica que para que se concrete el proyecto ambiental se requiere no solo de un fideicomiso sino de la confianza que se proyecte a los potenciales contribuyentes. Asegura además que la catástrofe en el Golfo de México por el derrame de petróleo, sembró dudas sobre el discurso de que existen las tecnologías adecuadas para no atentar contra la naturaleza.
Acosta considera además que la iniciativa abre la puerta a la construcción de una economía post-petrolera, post-extractivista, pues Ecuador ha explotado la mitad o quizás más del total de las reservas existentes.
¿Considera que aún es viable la iniciativa Yasuní?
Esta iniciativa no tiene realmente un plazo determinado. Ni siquiera la crisis económica internacional puede hacerla tambalear si existe la suficiente claridad y voluntad política para llevarla adelante. Es más, luego que el mundo presenció la catástrofe vivida en el Golfo de México por el hundimiento de una plataforma petrolera de la British Petroleum, la opinión pública internacional ha cobrado mucha más consciencia de la necesidad de impedir tanto destrozo.
Además la destrucción que provocó la Texaco en Ecuador, solo en el campo ambiental, es muchas veces superior a la del Golfo, al menos unas diez veces, sino más. No hay duda, la catástrofe en el Golfo de México debe haber minado el discurso de que ahora si hay tecnologías adecuadas, con las que se puede actuar responsablemente con la naturaleza. A otro con ese cuento. No me trago de que Drácula se ha vuelto vegetariano y que ahora si se le puede entregar el cuidado del banco de sangre.
Se anunció la firma del fideicomiso para empezar a recibir aportes ¿Eso será suficiente para que se concrete la iniciativa?
Siendo importante el fideicomiso, éste no será suficiente. Resulta indispensable un fideicomiso que otorgue confianza a los potenciales contribuyentes, sin afectar la soberanía ecuatoriana. Este equilibrio entre confianza y soberanía para asegurar la utilización de los recursos establecida por el Estado ecuatoriano es crucial. Pero, además, se esperan señales claras de parte del gobierno para que esta Iniciativa pueda ser una realidad. Se precisa coherencia y consistencia a nivel gubernamental. Algo que muchas veces ha faltado.
Las reservas probadas de petróleo en las compañías privadas son escasas y según los analistas solo durarán tres años ¿Cómo se garantizaría que no se exploten campos como el Yasuní ITT?
Con una clara voluntad política y un sólido acuerdo nacional, respaldado con el compromiso internacional de sostener financieramente esta iniciativa. No se trata de una vulgar compensación económica. Esta iniciativa se sustenta en el compromiso adquirido a partir del principio de la corresponsabilidad, que convoca a los países más ricos, mayores responsables de la contaminación del planeta, a asumir la tarea de reducir los impactos ambientales provocados por ellos mismos. Incluso sin contribución internacional, la sociedad ecuatoriana debería pronunciarse sobre el tema. Hay muchas cuestiones de fondo involucradas en esta iniciativa, suya motivación fundamental es la defensa de la vida.
¿Cómo cuáles?
La Iniciativa Yasuní-ITT abre la puerta, si hay coherencia, a la construcción de una economía post-petrolera, post-extractivista. Sin embargo, esta iniciativa no puede servir de pretexto para que el Gobierno del presidente (Rafael) Correa hinche el pecho y diga que ya hacemos mucho por la Naturaleza y la vida de los pueblos no contactados, mientras, simultáneamente, amplia la frontera petrolera en la Amazonía y alienta la minería metálica a gran escala a cielo abierto. Esta iniciativa demuestra resultados satisfactorios aún antes de cristalizarse.
¿Qué tipo de resultados?
El tema se ha posicionado en el debate nacional e inclusive a nivel internacional en sus múltiples aristas. En muchas regiones del país se consolidan posiciones favorables a la iniciativa. Hay quienes reclaman (reclamamos) con poderosos argumentos, que es conveniente dejar el crudo en el subsuelo, aún sin que se consiga la contribución internacional. La opción de dejar el crudo en el subsuelo aún sin dicho aporte externo, podría cristalizarse a través del cumplimiento irrestricto de las disposiciones constitucionales, entre las cuales están el mencionado artículo 57, que garantiza los derechos colectivos de manera irrestricta a los pueblos no contactados, y también el artículo 407, que abre la puerta a una consulta popular. A la postre, debe quedar absolutamente claro que la real garantía de éxito de la Iniciativa Yasuní-ITT, que asegura la vida en esta región amazónica, radica en el compromiso de la sociedad civil de Ecuador y también del mundo, que están conminadas a apropiarse de este proyecto de vida.
Si se acaban las reservas petroleras actuales ¿Cuales serían nuestras únicas fuentes de producción?
Producción de qué… ¿de energía? Este país tiene una multiplicidad y una cantidad de fuentes alternativas que supera a muchos países en el mundo. Tenemos geotermina y no la utilizamos. No empleamos suficiente ni sustentablemente el enorme potencial de hidroenergía. Las fuentes solar y eólica, incluso la mareomotriz nos ofrecen enormes posibilidades, que no las hemos aprovechado. Esa es una gran tarea, transformar la matriz energética reduciendo la dependencia del petróleo y sus derivados.
Producción de qué… ¿de ingresos financieros? Ecuador debe superar, en cualquier caso, muchos retos pendientes. Incluso aberraciones que resultan intolerables.
¿A qué se refiere con aberraciones?
Ecuador extrae petróleo, Ecuador exporta petróleo, pero Ecuador importa derivados del petróleo porque no tiene la suficiente capacidad de refinación. Y esos costosos derivados del petróleo, como el diesel, los quema para generar electricidad en plantas térmicas contaminantes. Hay que mejorar y ampliar la capacidad de refinación, como primer paso para ir cambiando estas situaciones aberrantes y tan costosas.
Otro punto: ¿por qué no discutimos y encontramos respuestas a una serie de subsidios a los combustibles, mucho de los cuales no están beneficiando a los sectores populares, sino a los sectores más acomodados de la población? No se trata de quitar los subsidios a lo bruto, es decir a lo neoliberal. No, de ninguna manera. Hay que hacerlo con creatividad, de manera selectiva. Los subsidios deben mantenerse para los grupos empobrecidos y marginados, no para los acomodados.
¿Y qué pasa con los contratos petroleros?
Hay que revisar los contratos petroleros para maximizar el ingreso que tiene el Estado de cada barril de petróleo que se extrae, a partir del respeto a la Constitución. No se trata de maximizar los ingresos fiscales petroleros ampliando la frontera petrolera. Este punto se discutió en el proyecto de ley de hidrocarburos, que tiene profunda flaquezas constitucionales.
¿Era necesario incluir en la reforma a la Ley de Hidrocarburos un artículo que garantizara la exploración en busca de nuevas fuentes de petróleo?
Hay que prepararnos al fin de la era petrolera. Además, no hay que forzar la extracción de crudo provocando más destrucciones ambientales y sociales. Lo que se requiere es construir otra matriz energética sustentada en fuentes renovables de energía y en su uso cada vez más eficiente de las mismas. Esto se complementa con otra estructura productiva e incluso social en el ámbito urbano y rural.
¿Pero ya no tenemos reservas?
Las reservas petroleras del Ecuador han alcanzado la cúpula de la campana, es decir hemos explotado la mitad o quizás más del total de reservas existentes en el país. Cada vez serán menos las reservas disponibles. Las reservas probadas remanentes en la actualidad deben llegar a algo más de 4 mil quinientos millones de barriles. Con la tasa de explotación actual, de 470 mil barriles diarios, tenemos un horizonte petrolero de unos 26 años. Si consideramos que la Iniciativa Yasuní-ITT implica dejar unos 900 millones de barriles de crudo en el subsuelo, el horizonte de extracción de crudo es mucho menor; esta Iniciativa reduciría dicho horizonte a unos 21 años. El actual horizonte de reservas en manos de las empresas extrajeras es mucho menor. Con una tasa promedio de extracción de 87 millones de barriles al año, dicho horizonte no llegaría a 5 años.
¿Y cuándo será ese fin de la era petrolera?
Un dato que tiene que quedar absolutamente claro, es que en aproximadamente 15 de años, sino antes, el Ecuador podría dejar de ser un país exportador de hidrocarburos, pues el crecimiento de la demanda de los derivados de petróleo crece de manera sostenida; así, para mencionar los dos últimos años, esta demanda creció en el 8,1% en el 2008 y en 11,7% en el 2009. Dicho esto, la construcción oportuna de una economía post-petrolera, incluso post-extractivista es una imperiosa necesidad.
El Gobierno anunció que la refinería del Pacífico tendrá una capacidad de 300.000 barriles, 100.000 de los cuales están en Yasuní ¿Qué podría significar eso para la iniciativa?
Cuando planteé la posibilidad de construir esa refinería en el año 2006 lo hice consciente de que eso evitaría ampliar la frontera petrolera en la Amazonía. Como escribí en un editorial en el diario HOY, el 31 de mayo de dicho año, con esa refinería se quería dar paso sobre todo al procesamiento de crudo venezolano, considerando que «esto facilitaría una transición no traumática hacia una economía no petrolera que se avizora como inexorable, proceso que debería incluir la moratoria petrolera en el centro y sur de la Amazonía ecuatoriana». Entonces, es falso que sin crudo del ITT, no habría Refinería del Pacífico.