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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)

«Hay un progreso importante en el movimiento de los chalecos amarillos, pero todavía no tiene un objetivo político común»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Francia está viviendo una situación de protestas contra el gobierno que comenzó por el alza de los combustibles pero entiendo que se ha extendido a otras reivindicaciones. G.A.: Sobre todo es el problema del costo de la vida y de la arrogancia del gobierno capitalista de Macrón y particularmente su figura. Han conseguido que […]

M.H.: Francia está viviendo una situación de protestas contra el gobierno que comenzó por el alza de los combustibles pero entiendo que se ha extendido a otras reivindicaciones.

G.A.: Sobre todo es el problema del costo de la vida y de la arrogancia del gobierno capitalista de Macrón y particularmente su figura. Han conseguido que «Júpiter» baje del Olimpo, que el «Rey» hable a los súbditos diciendo con lágrimas que sabe que los hirió o los ofendió, que les pide perdón; pero reivindicaciones materiales muy pocas.

Por eso el sábado van a volver a París y siguen además paralizando Francia. Le ha costado hasta ahora una pérdida de casi 15.000 millones de Euros que multiplicado por 40 es muy importante en pesos y ahora las promesas para ser cumplidas tendrá que gastar otros 15.000 millones de Euros y además sigue la parálisis de los supermercados que están bloqueados, venden apenas un 30%, los comercios más pequeños se ven un poco favorecidos pero hay una parálisis en el transporte camionero y les llegan las mercancías con retraso.

Hay caída un 40% de la producción en Francia. Es un desastre. El gobierno va a tener que hacer otras concesiones más profundas, porque hasta ahora no ha tocado a los capitalistas, simplemente va a reducir los gastos para dar un pequeño aumento que ni siquiera es importante y además no es para todos. Así que la medida de fuerza va a ser mucho mayor.

El sábado va a ir un grupo de chalecos amarillos a París y el gobierno va a intentar reprimir de manera salvaje, aunque el salvajismo de su represión ya ha causado mucha resistencia y que enjuiciaran a casi 500 policías.

El resultado es que con la represión, sobre todo contra los chicos de Mantes-La Jolie que los esposaron con las manos detrás de la espalda o en la cabeza y los obligaron a estar arrodillados por horas en medio del frio, ahora también los profesores se arrodillan con las manos en la cabeza, salen como servicio de orden para evitar provocaciones y ayer (11/12) han tenido cerca de 500 escuelas que ahora se comunican con los estudiantes universitarios que dicen que van a seguir con los chalecos amarillos.

Han profundizado una alianza entre sectores de las clases medias más pobres y los chalecos amarillos, que hasta ahora no eran jóvenes, eran más del 50% de jubilados que no pueden llegar a fin de mes y el resto otra gente en actividad de entre 35 a 50 años, es decir, gente con experiencia que tiene detrás de sí luchas y sabe cómo son las cosas.

Ahora se suman los jóvenes, universitarios, secundarios y eso favorece mucho la propagación del movimiento en la juventud en todo el país y reduce la intervención policial disfrazada de anarquista o los delincuentes que aprovechan para ir a robar y a saquear, esos son muchachitos de los suburbios pero que se van a ver marginados por los demás.

Es decir, que hay un progreso importante en el movimiento, lo que todavía no tiene es un objetivo político común, aunque su lucha es política y su contenido no es fascista, sino de izquierda, por ejemplo, hay grupos que desfilan cantando «Bella Ciao», el canto de los partigiani italianos, o que cantan «el pueblo unido jamás será vencido».

Marine Le Pen llama a no manifestar, dice que los cambios se hacen en las urnas y no en las calles. La derecha también llama a no manifestar. La derecha y la extrema derecha se están asustando. Por esa razón el Gobierno sufre una gran presión de los industriales que le dicen que no van a pagar ninguna otra concesión que tenga que hacer, y va a intentar reprimir salvajemente. Con lo cual creo que lo más probable es que le ponga fuego a la pólvora, y haga estallar la bronca social que es muy grande porque hay un odio espantoso.

Macrón nunca fue popular, el 75% de los franceses o se abstuvieron o le votaron en contra, sin embargo, al principio era tolerado, pero ahora es repudiado por su actitud aristocrática y su inconsciencia. En un país donde hay regiones con 40% de desocupados decir «cruzo la calle y consigo trabajo» es una provocación. Entonces hay odio contra él. Y se ha dado un enfrentamiento como siempre en la historia de Francia que es puntera en esto.

M.H.: Quería consultarle por el posicionamiento de las organizaciones sindicales.

G.A.: Hasta ahora los únicos sindicatos que los apoyan son el de los universitarios y los ferroviarios de la CGT. Ahora los van a apoyar también los profesores de secundaria y los funcionarios públicos de la CGT. La CGT como tal no quiere apoyarlos. La CGT es el PC francés, que teme que esto desemboque en un movimiento fascista.

El peso de Melenchón en el movimiento sindical es muy poco, donde la CFDT pasó a ser la central más grande de Francia porque superó en la última votación a la CGT; tiene alguna influencia sobre los socialistas de izquierda y está también Fuerza Obrera que era de los socialistas de derecha pero que ahora está controlada por las federaciones más combativas y que pueden ser llevadas a apoyar al movimiento.

En algunos lugares han apoyado movimientos unitarios de todos los sindicatos, por ejemplo, por reapertura de fábricas. Dicho sea de paso esos movimientos se están desarrollando y ya ganaron dos importantes batallas que parecían perdidas, una es la reapertura de una siderúrgica muy importante en el norte, única fuente de trabajo en esa región y que querían cerrar, y la segunda, le ganaron a la Ford en Burdeos, uno de los dirigentes de la lucha fue el candidato presidencial de los trotskistas, Poutou. Así que ganaron dos batallas simbólicas muy importantes. Eso alienta también a los chalecos amarillos.

La no participación de movimientos sindicales es negativa, pero las direcciones están muy desprestigiadas entre los trabajadores que en general no votan en las elecciones sindicales, por su pasividad y por su papel exclusivamente corporativo. Entonces no afecta demasiado la pasividad de esta gente o su sabotaje abierto en algunas condiciones.

La mayoría de los chalecos amarillos son jubilados, un 25% u obreros un 33% y tienen simpatía política un 5% por la derecha y la extrema derecha y un 16% con la izquierda y la extrema izquierda. La gran mayoría no se pronuncia políticamente, esa es la situación. Es decir, tienen una base obrera y el triple de gente es favorable a la izquierda y hay una masa enorme de indecisos que se mueve por sus reivindicaciones, ecologistas, sindicales pero sobre todo que busca aumento de salario y mejora en las condiciones de vida y de vivienda.

M.H.: ¿Qué información tiene del atentado en Estrasburgo?

G.A.: Se sabe quién fue pero no se sabe si detrás había alguien. Aún la policía no ha dicho si son terroristas, porque no hay reivindicaciones y puede ser el acto de un loco impulsado por la violencia.

M.H.: Quería consultarle por la abrupta suspensión de la votación parlamentaria en relación al Brexit por parte de la primera ministra británica Teresa May el lunes pasado

G.A.: Esta tarde (12/12) se juega su destino porque tendrá que hacer frente a un ala de su partido que se opone al acuerdo y también a los laboristas que formalmente sostienen lo contrario, es decir, mantenerse en la UE y que son mayoritarios. Así que es probable que pierda, tenga un voto de desconfianza, y que se vaya a nuevas elecciones. El acuerdo concreto con la UE que ella negoció en el limbo se ha modificado profundamente.

Pase lo que pase la posición es muy mala para May porque la libra esterlina está cayendo rápidamente y por todos lados está creciendo la necesidad de nuevas elecciones que sería el triunfo de Corbyn, que fue resistido primero por los burócratas de su partido y ahora está abiertamente hablando de socialismo, de renacionalizaciones y medidas contra los bancos. Sería un golpe para Inglaterra y un impulso también para el resto de Europa si eso sucediera.

Dicho sea de paso, hay chalecos amarillos en la República Centroafricana, hoy aparecieron en Alemania e Inglaterra y desfilaron chalecos amarillos en Bélgica peleándose con la policía y en Holanda. Se están extendiendo. También en Bulgaria. Francia tiene un peso político importante en esta zona.

En Argentina rige una democracia de forma

M.H.: El pasado lunes fue el Día internacional de los Derechos Humanos y se cumplieron 35 años del regreso de la democracia en Argentina ¿Qué nos podría comentar al respecto?

G.A.: Fue un regreso bastante parcial. Porque al principio fue el regreso constitucional, no de la democracia sino de la vigencia de la Constitución, ese fue un progreso con Alfonsín. Pero Alfonsín concilió con las FF AA, intentó hacerles un juicio pero no las tocó a fondo, hubo que esperar dos gobiernos para que fueran juzgados y todavía no hay democracia, sino de dónde salen Patricia Bullrich y toda esa gente.

Hubo un cambio importante, cambió el terreno de juego, desapareció una dictadura pero sin que hubiera sido posible imponer una alternativa, porque cayó derrotada, ya era anti popular, inventó una maniobra diversiva con la guerra de Malvinas y ahí demostró toda su incapacidad, impotencia y podredumbre y cayó, pero no fue volteada, entonces quedó el problema de una derecha importante, económica y política, que aún persiste.

La importancia del proceso por delitos de lesa humanidad a los empresarios de la Ford que hicieron desaparecer delegados fabriles, es que es la primera vez que se toca a empresarios y a responsables económicos, que todavía andan vivitos y coleando. Una democracia de forma, pero de fondo en la Argentina sigue no habiendo democracia.

M.H.: Aquí se habla de que habría una división en el movimiento de los chalecos amarillos entre los que reclaman la renuncia de Macrón y quienes están dispuestos a una negociación. No sé si esto es exacto, me da la impresión que no por lo que acaba de comentar.

G.A.: En parte sí, pero los que reclaman la renuncia de Macrón son 3/5 de los chalecos amarillos activos y los que reclaman negociar con Macrón no llegan a ser 1/10. La gran mayoría de los chalecos amarillos no confían en Macrón porque no cumplió nada de lo que prometió. No quieren negociar por eso. La división más grande es en la alternativa ante la renuncia, hay muchos que piden disolución de la Asamblea Legislativa y nuevas elecciones, en eso coinciden con Melenchón y la izquierda pero también con la derecha y hay otros que no ven ninguna solución porque tampoco creen en la legislación ni en las elecciones. Hay que tener en cuenta que en la última elección presidencial se abstuvo el 60% y una parte de los votos de Macrón fue en contra del fascismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.