He vuelto a leer el Quijote, el libro de la gran crisis de su época, ahora en esta otra gran crisis civilizatoria del siglo XXI. Aún recuerdo, la primera lectura que hice. Era 1968, Universidad Nacional de Bogotá, primer semestre de Antropología y el profesor de la materia técnicas de redacción, que en aquellos años era obligatoria para enseñarnos a escribir un informe científico en la lengua de Cervantes, hacer frases sentenciosas cuidando los adjetivos, poner comas y puntos, enumerar tópicos y subtemas, citar la bibliografía, cuidar los márgenes y todo eso; nos dio a los primíparos o advenedizos, una versión mimeografiada del capítulo sobre la batalla con los molinos de viento como lectura auxiliar y forzosa de leer, porque se iría a discutir y a desmenuzar en las siguientes clases, lo que así se hizo.
Pero fue tal el impacto que me causó aquella lectura, que me fui al centro de Bogotá a las librerías de segunda mano a comprar una versión completa, actualizada y barata del libro de las aventuras del “ingenioso Hidalgo manchego”, para seguirle el camino de aquella obstinación armada. Casualmente, también había tomado simultáneamente el curso de historia de Colombia con el emérito académico, historiador y pedagogo insuperable Darío Mesa, quien explicandonos (como solo él sabía hacerlo) la necesidad de conocer la España que había venido a América en los siglos XV, XVI, XVII, a descubrirnos y colonizarnos, o a depredarnos según se mire, para lo cual era indispensable conocer o mejor caracterizar aquella sociedad históricamente con conceptos científicos aportados por la ciencia histórica:
La “leyenda negra” aportada por la gente “coloreada” fuera originaria nativa o traída como esclava, confrontada con la leyenda rosa de los hispanófilos gobernantes pseudo aristocráticos colombianos, pero por sobre todo, ubicando la sociedad española de aquella época como parte de la Totalidad contradictoria y en lucha de la Europa colonial occidental, dentro del complejísimo y abigarrado proceso histórico que en ese momento se discutía en las universidades y academias de historia del mundo entero: La transición feudal capitalista universal, ahora enriquecida para América con una nueva categoría recientemente sacada de los escritos de Marx, sobre el llamado Modo de Producción despótico-aldeano (asiático) con la que se analizaban las grandes culturas indígenas americanas que encontraron los conquistadores españoles en su rapiña y depredación colonial, y claro, la síntesis mestiza surgida de aquel cataclismo civilizatorio.
Era un periodo de gran agitación intelectual y político en Universidades colombianas, que en ese momento de la lucha de clases se enfrentaba a los intentos del destacado miembro del Opus Dei Arismendi Posada, ministro de educación del presidente Lleras Restrepo, quien como herencia política dejó como programa educativo al siguiente presidente del Frente Nacional Misael Pastrana, el famoso Plan Básico, es decir la política impuesta por las finanzas de la fundación Rockefeller para privatizar, elitizar y entregar a la curia, o por mejor decir, “norteamericanizar” las universidad públicas de las grandes ciudades colombianas; planes los cuales se opuso en las calles de todas esas ciudades con gran energía y radicalidad, todo el estudiantado del país.
En esa caldera de lucha por la democratización de la educación en Colombia, en la cual participé con suma alegría juvenil como un militante más de la Juco, donde circulaba la dolorosa carta de despedida del Che a sus padres donde les dice: “1 de abril de 1965. Queridos viejos: Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo” … también llegó a mis manos el artículo del conocido historiador francés e hispanófilo Pierre Villar, que circulaba mimeografiado entre los compañeros del curso, donde el historiador hacía una interpretación insuperable de fondo socio histórico del libro el Quijote de Cervantes titulado “El Tiempo del Quijote”, publicado en castellano en 1966 en Barcelona. ¡Qué descubrimiento!
Realmente pude darle una dimensión real, seria e inolvidable a la lectura hecha del libro de Cervantes; y hoy que he vuelto a sentir las derrotas y magulladuras del obstinado caballero armado, busqué en internet y oh suerte, está ahí. Léanla por favor y me dicen: http://www.archivodelafrontera.com/wp-content/uploads/2013/10/El-tiempo-del-Quijote-de-Pierre-Vilar.pdf
Claro que hay innumerables interpretaciones, comentarios, publicaciones y opiniones de todo tipo, (repito: de todo tipo) sobre un libro tan universal y clásico como el Quijote, que además de tener más de cuatrocientos años de viejo, ha sido traducido a todos los idiomas de la humanidad. Quien busque en Internet, por ejemplo, solo en castellano encontrará la pasmosa cifra de 9 millones de resultados. Pero en ese maremágnum cibernético (es triste reconocerlo) hay “relativamente” un número menor de interpretaciones marxistas, o que tomando los conceptos de los fundadores del materialismo histórico ayuden a asimilar racional y de manera contextual las aventuras del hidalgo-venido-a-menos Alonso Quijano en la España del siglo XVII. La mayoría parten o se sustentan en el estudio fecundo del historiador Villar antes comentado. Por ahora me atrevería a sugerir a quien le interese, el reciente estudio titulado “El inconsciente ideológico de Don Quijote y la locura necesaria” de David Becerra Mayor que se puede consultar en https://www.researchgate.net/publication/266226051_El_inconsciente_ideologico_de_don_Quijote_y_la_locura_necesaria_Revista_de_critica_literaria_marxista_2_2009_pp_7-32/link/5c3ce256458515a4c725b477/download
Con esto, vuelvo al principio del escrito. De la obsesiva lucha armada que Don Quijote acompañado de su rocín y su sufrido Sancho Panza, realizó para tratar de superar el mundo en la tremenda crisis que le tocó vivir, es posible contar 20 aciagas derrotas. Quizás haya más que se me escapan. Voy a mencionar las que encontré:
1-Con los molineros que se niegan a reconocer a Dulcinea. 2-Con los seguidores de Roldán. 3- Con los 35 gigantes que el mago Frestón ha transformado en molinos de viento. 4- Con los arrieros que han apaleado a rocinante y luego lo apalean a él. 5- Con el arriero que lo apalea porque cree que le está haciendo el amor a la fea Maritornes. 6- Con el cuadrillero que con un candil de hierro le da en la cabeza. 7- Con el ejército transformado en ovejas y el pastor que lo derriba. 8- Con los seis gigantes convertidos en ruidosos mazos del Batán. 9- Con Cardenio que lo tumba de una pedrada. 10- Con los encantadores que lo cuelgan de la muñeca en la ventana de una doncella adolorida. 11-Con los fantasmas enmascarados que lo meten en una jaula. 12-Con el cabrero convertido en demonio que lo ofende. 13- Con uno de los portadores del paso de la virgen, en la procesión para pedir la lluvia. 14. Con los aldeanos en el concurso de rebuznadores. 15- Con molineros que lo rescatan de la barca que va hacia las ruedas de una aceña o molino de agua y no lo dejan ir al castillo a socorrer a la princesa cautiva. 16- Con los gatos convertidos en demonios, uno de ellos le aruña la cara. 17 con las pellizcadoras que lo martirizan en silencio y en la oscuridad nocturna- 18. Con la manada de toros que lo arrollan. 19- El revolcón que le da Sancho para no dejarse azotar y lo lleva a dejarse capturar por unos bandidos. 20- Con el caballero de la Blanca Luna (Sansón Carrasco) en las playas de Barcelona.
Esta última derrota es la que le impone a Don Quijote el retiro de las armas y a su entrega, minando fatalmente su voluntad de lucha, y es la que le ocasiona la gran postración melancólica y lánguida que lo lleva a la muerte. Es muy probable (no lo dice) que el caballero de la triste figura pretenda mostrarnos que este sea el destino de todos los derrotados en la vida. Es probable.
En este invierno septentrional acosado por la espantosa pandemia Covid 19, y viendo en las noticias la intensa crisis del Sistema Mundo, el derrumbe de la democracia y la mengua del Hegemón universal, con la recia competencia multilateral que debe enfrentar; esta segunda lectura completa del Quijote de la Mancha, ese libro que retrata magistralmente una crisis histórica de proporciones similares a la actual, me ha servido para recordar todas las palabras castizas muchas de ellas ya en desuso, pero que en mi lejana infancia todavía eran lenguaje vivo y superviviente en el idioma hablado en mi provincia urbano-rural del valle del río Saravita en Colombia.
He tenido la paciencia de subrayarlas con tinta roja, una por una, sin nostalgias, solo como recuerdo. También de sacar el tiempo para enumerar las derrotas de la terca lucha armada emprendida por el gran caballero manchego que enfrentó impávido a unos leones hambrientos, que para suerte de la humanidad, aquel día lo ignoraron, permitiéndole morir desarmado en su lecho y rodeado de sus seres queridos.
Fuente Imagen Internet. El Quijote de Picasso.