De tertulia en tertulia corre la sentencia que nos condena a todos para que la culpa de todos no sea condena de nadie. No hay portada o micrófono que no recoja con fingida pesadumbre la razón de ser de esta debacle, la única posible explicación que le sirva a la infamia de pretexto y coartada. […]
De tertulia en tertulia corre la sentencia que nos condena a todos para que la culpa de todos no sea condena de nadie. No hay portada o micrófono que no recoja con fingida pesadumbre la razón de ser de esta debacle, la única posible explicación que le sirva a la infamia de pretexto y coartada.
«Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades».
Lo dicen quienes matan por encima de sus impunidades y de nuestras vidas; lo dicen quienes roban por encima de sus capitales y de nuestros recursos; lo dicen quienes mienten por encima de su desvergüenza y de nuestra ingenuidad; lo dicen quienes atropellan por encima de sus excesos y de nuestras libertades; lo dicen quienes siguen conduciendo a la humanidad a un caos sin salida y sin retorno.
¿Quiénes han vivido por encima de sus posibilidades? ¿Los casi veinte mil seres humanos que según Naciones Unidas mueren de hambre todos los días? ¿Quiénes? ¿Los tantos parias sin paz ni amparo alguno? ¿Esas dos terceras partes de la humanidad que no tienen derecho a la salud, a la educación? ¿Los millones de niños que no tienen infancia, que han consumido sonrisas y pulmones trabajando en minas bajo tierra, que se ganan el derecho a seguir muriendo hurgando entre basura un sueño imposible, que juegan a soldados? ¿Quiénes? ¿Los millones de ancianos que carecen de un techo, que mueren en la calle, debajo de los puentes que llevan al progreso? ¿Quién carajo vive por encima de sus posibilidades?
Sólo se me ocurre una respuesta pero ni siquiera su puta madre tiene la culpa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.