La victoria obtenida por la violencia es una derrota, porque es momentánea. MAHATMA GANDHI
Desconfío de la incomunicabilidad; es la fuente de toda violencia. JEAN-PAUL SARTRE
La vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano, se halla ahora cuidadosamente recubierto por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la vida. M. FOUCAULT
Podrán golpearme, romperme los huesos, matarme, tendrán mi cadáver, pero no mi obediencia. MAHATMA GANDHI
Estos son los únicos momentos en que siento la soledad verdadera:
cuando uno se enfrenta a la violencia impune. RYSZARD KAPUSCINSKI
El ciclo Directores de ayer, hoy y siempre, del Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, llega a su fin con Reservoir Dogs (1991) o Perros de la reserva, filme de Quentin Tarantino que marca su debut dentro del cine. Obra que Román Gubern, v. gr., ubica dentro del ‘sensacionalismo espectacular’, pero que aquí se prefiere situar dentro de la hiperviolencia gratuita, aquella que sobre todo se ejerce sobre el cuerpo en tanto factor usado por el Poder y los Estados históricamente para hacer a sus portadores sujetos útiles y dóciles, dice Foucault. (1) El filme de Tarantino, aunque carezca de un norte narrativo, apunta en lo esencial hacia dicho objetivo y por eso tiene una suerte de final feliz a la inversa, ya que en últimas presenta el triste fin de dos policías, uno criminal, cuya hiperviolencia gratuita es más que evidente sin presentar justificación alguna ni ofrecer razones para pensar que en efecto se trata de un filme independiente y no comercial.
Ya desde el inicio se nota la ligereza con la que un thriller ‘Neo-Noir’ (término por demás discutible), trata temas como la polémica musical con Madonna y el machismo; la alianza no confesa entre criminales y policías; un robo de joyas que jamás se ve; los problemas de comunicación entre ladrones; la carencia de un propósito narrativo; el prurito de emulación personajes/actores/músicos o cantantes; el viaje de la sangre a la muerte pasando por la tortura y la hiperviolencia; el exceso de verborrea de los protagonistas vs. la escasa descripción/acción; la anécdota sin sustancia y el hecho con poco sentido; la infiltración como única señal de conflicto; secuestro/tortura y asesinato de un policía sin razones de peso; apodos a los personajes para escamotear su identidad y dotar al filme de una artificiosa trama. Todo ello, dentro de una atmósfera setentera ‘Neo-Pop’, edulcorada con música de la época y exenta de méritos mayores, con saltos de montaje que buscan un mayor efectismo visual…
Pero, nunca una mayor eficacia audiovisual como la que el mismo Tarantino logrará luego en filmes tan distintos como Pulp Fiction (1994), Jackie Brown (1997), Kill-Bill (Vol. 1) (2003), Bastardos sin gloria (2009), Django desencadenado (2012), Los ocho más odiados (2015). En todos ellos Tarantino se ha movido entre el cine negro, el Western, la comedia negra y el llamado Blaxploitation o Filmes de explotación negra, movida fílmica, antes que ‘movimiento’ cinematográfico, que surgió en EE.UU aprovechándose de la comunidad afroamericana y de su talento musical para producir obras que atrajeran al público negro para luego domesticarlo. Un (mal) ejemplo notable en tal sentido es Shaft (1971), de Gordon Parks para la productora MGM, con música de Isaac Hayes que retoma la Soul Music y no el Funk, que es hoy el estilo acuñado, sin que lo sea, para hablar de Blaxploitation. Siempre con la exacerbación de la violencia como fin, sin calcular el efecto artístico, apenas el económico…
De entrada, cabe una reflexión sobre la cuestión del cuerpo, la forma como se construye (no solo en el cine), transforma y representa, con la carne como sujeto, sustancia y límite de la puesta en escena cinematográfica, tal como lo ven Iñigo Marzabal (1), Jean-Louis Comolli y Steven Shaviro. Así, éste, en El cuerpo cinemático (1993), sostiene que en la práctica desde sus inicios y usando la fórmula del texto sobre cuerpo y cine, ‘la carne es sujeto, sustancia y límite de la representación fílmica’. (2) Así el argumento de Reservoir Dogs no sea, preciso, un dechado de rigor y se sacrifique a la nostalgia por la música, puede afirmarse con Comolli que, fuera de una historia de escuelas, estilos y/o autores, la ‘Historia del Cine es, también, el relato del deseo de los cuerpos a ser encuadrados y de su resistencia a serlo’. (3) Para concluir, desde dicha óptica, dice Marzabal, todo el cine es una ‘historia de violencia’ porque, al restringir el campo visual, encuadrar un cuerpo supone recortarlo, amputarlo, mutilarlo…
Es decir, lo que hace Mr. Blonde en el filme con el policía al que humilla, tortura, cercena. Lo que apunta en similar sentido al machismo/misoginia con que inicia la ópera prima de Tarantino, Reservoir…, cuando los criminales y ladrones de diamantes atacan Like a Virgin, de Madonna, canción que ‘no va sobre penes, sino sobre el amor’, como le respondió en su momento la Reina del Pop y dice el propio tema. (5) En medio de tanta banalidad y cháchara de los ocho criminales, de Joe Cabot a su hijo Eddie hasta Mr. White, Mr. Orange, Mr. Pink, Mr. Blonde, Mr. Blue y Mr. Brown, surge también el racismo, tema por el que también polemizó Tarantino, esta vez con Spike Lee, quien le recriminó por la recurrencia en Jackie Brown al peyorativo ‘Nigger’ y que si por ello quería que lo nombraran ‘negro honorario’. (6) También en Perros de la reserva es frecuente la alusión a los Niggers como si se tratara de poco menos que animales y con el rancio tufo supremacista al estilo Donald Hitler Trump.
Para entender mejor el cine de Tarantino hay que ir a sus influencias primarias: Jean-Luc Godard, con su recurso habitual al ‘fuera de campo’, como en Band à parte (1964) (así se llama la productora de Tarantino, pero en inglés) o en Je vous salue, Marie (1985): no hay que olvidar que como a Tarantino le resultaba muy difícil hacer ‘un filme de verdad’, por ser un escritor inédito como director, escribió Perros de la reserva con el fin de que fuera el proyecto más minimalista imaginable, o sea, la historia de un atraco a mano armada que ocurría por fuera de la pantalla, con páginas y páginas de diálogo que requieren un solo plató. Otras dos influencias son las de John Woo y Larry McMurtry, así como Sergio Leone y sus ‘spaghetti westerns’ al estilo de El bueno, el malo y el feo, lo que de por sí va sobre el usual maniqueísmo ya no solo tarantinesco, sino gringo en general y el recurso adicional al miedo, otro de los factores de que hace gala en Reservoir… cual si se tratara de una virtud o ingenio.
El filme avanza en reverso, desde que Freddy Newandyke, alias Mr. Orange, recibe un balazo en el estómago y es consentido por Mr. White en el carro que huyen, luego de bajar a una mujer y ser atacados por la policía. De Reservoir Dogs la revista Empire dijo ser ‘la mejor película independiente de todos los tiempos’, algo que quizás sólo se lo crea Q. Tarantino. Los elogios pantagruélicos de la crítica no paran ahí: alguien habla de un filme ‘que sirvió para edificar la sangre y la maldad como recursos estéticos capaces de representar un mundo cada vez más insensible y dispuesto a comer bocadillos, mientras un hombre se desangra en una plataforma’. Y se refiere a una historia protagonizada por ‘ladrones socráticos’, los que se interesan más por hablar que por robar, a través de los cuales Tarantino inauguró así su idea del cine: hombres rudos y leales a la comunidad de forajidos a la que lograban acceder solo hasta demostrar ‘que la valentía es una alta virtud, valorada incluso entre bandidos’. Já.
En cambio, Kathleen Carroll, del NY Daily News sí da en el blanco al decir: ‘La violencia cruda exagerada de Perros de [la] reserva deja a uno sintiéndose engañado al final. Porque esta película no se trata realmente de nada. Es solo un ejercicio llamativo y estilísticamente atrevido en [medio del] caos cinematográfico’. En otros términos, la hiperviolencia gratuita de que se habló al inicio y que podría sintetizarse con el almíbar artificioso de la secuencia en que Mr. Blonde, psicópata al que la violencia lo divierte, actúa de un modo que repugna. Entonces, en medio del tema Stuck in the Middle With You, del dúo Stealers Wheel (Joe Egan y Gerry Rafferty) (7), cuya letra se ajusta a la historia que ocurre entre él y el policía, saca su pistola y luego la navaja y le arranca una oreja. Y cuando decide quemarlo vivo, el infiltrado, el otro policía, Mr. Orange/Freddy le descarga su 9 mm y lo mata: no se piense que en justicia. Lo hace en función del son que para todos toca Tarantino, un cruel y sin medida desafinado.
Para contrarrestar tanto desafuero, valga citar al historiador Howard Zinn (1922-2010), el autor de La otra historia de EE.UU y quien desvirtúa e invierte los roles de obediencia y desacato; desafía a no dejarse imponer el diktat oficial; e incita a desobedecer de cara al hambre, pobreza, estupidez, guerra, crueldad e injusticia: “La desobediencia civil no es nuestro problema. Nuestro problema es la obediencia civil. Nuestro problema es que personas de todo el mundo han obedecido dictados de los líderes. Millones de personas han sido asesinadas a causa de esta obediencia. Nuestro problema es que la gente es obediente en todo el mundo frente a la pobreza, el hambre, la estupidez, la guerra y la crueldad. Nuestro problema es que la gente está llenando obedientemente nuestras cárceles llenas de pequeños ladrones, mientras los grandes ladrones dirigen el país”. (8) Una síntesis que se remite no solo al EE.UU de Biden o a El Salvador de Bukele, sino a la Colombia de Uribe, Santos y Duque.
Síntesis también aplicable al relato irregular de Reservoir Dogs en tanto los seis hampones dependen del diktat y la obediencia a Joe Cabot e incluso a su hijo Eddie. Deben ocultar sus nombres detrás de un color, así Pink se disguste al comienzo porque lo tratan de ‘maricón’ y él y los demás son muy machos, aunque, eso sí, incapaces de resistir el llamado al crimen y al asesinato si es necesario. A ninguno le importa si su destino final es la cárcel o la muerte ni se dan por aludidos acerca de los homólogos, es decir, los ladrones, que dirigen al país. Ellos solo están interesados en el dinero que podrán sacar de los diamantes una vez recuperados. Pero, nadie sospecha siquiera que dichas joyas caerán, a la postre, en las manos más débiles: las del marica Mr. Pink o esa suerte de pantera rosa invertida. Los tres restantes, se enfrascan en una disputa interna por descubrir a quien les dañó el robo a la joyería: Mr. Orange, Mr. White y Mr. Blonde, alias Vic Vega, el primero en disparar debido a la alarma.
Valga señalar que la estratagema de ocultar sus nombres bajo colores para así hacerse anónimos, como si fuera hoy por el virus/negocio, antes de Q. Tarantino en Reservoir Dogs ya lo había hecho J. Sargent en Pelham 1 2 3 (1974), la historia del secuestro de 13 rehenes de un tren, en la estación así llamada del Metro de NY, que opera y termina tan mal como Perros de la reserva. No obstante, el filme que Tarantino reconoce como punto de partida para hacer el suyo es Blood Simple (1984), de los hermanos Coen, aunque solo Joel figure como director en los créditos mientras Ethan fue ‘niggereado’, jajaja, y cuyo título proviene de la novela Cosecha roja, de Dashiell Hammett, en la que la expresión ‘sangre simple’ alude a la actitud de desconcierto y miedo que produce en la gente una experiencia de violencia prolongada. Como la que con distintas connotaciones y en un solo espacio físico se da en Reservoir… en el intento por hacer coincidir tragedia y gracia, hecho a la postre malogrado…
Luego de que Mr. Orange liquida a Mr. Blonde le confiesa al policía Marvin Nash lo que ya sabe, su verdadera identidad: Freddy Newandyke, quien se infiltró con el fin único de capturar a Joe Cabot, malandro en la vida real y quien terminó echado del rodaje por el propio Tarantino. Simuló ser un delincuente sin afugias y con cuentos chinos se ganó la confianza de los demás criminales. Recuérdese que durante el robo fue herido y él mato a la mujer que lo hizo y que conducía el carro luego manejado por Mr. White. Eddie Cabot, Mr. White y Mr. Pink arriban al depósito y el primero, al hallar a Mr. Blonde muerto, mata al poli Marvin. Cuando exige claridad, Mr. Orange se aferra a la mentira y dice que Mr. Blonde pensaba matarlos a todos para quedarse con las joyas. Excepto Mr. White, nadie le cree. Más tarde, Joe Cabot señala que Mr. Orange es el infiltrado, pero Mr. White se resiste a creerlo: el conato divisorio entre colores, ya desteñidos, se acerca a su final: una sutil invitación al descanso.
En conclusión,en Reservoir Dogs Tarantino ha emprendido una infructuosa tarea: la de intentar convencer a propios y extraños de la coexistencia entre las antípodas. Cosa imposible mientras la hiperviolencia gratuita pese más que el ‘sensacionalismo espectacular’; mientras lo que produzca repugnancia sea insuperable por lo que genere agrado; mientras los que inciden en la vida de los demás sigan siendo los dueños del diktat, de los medios y de la obediencia no-debida para someterlos a la criminalidad, al robo, a la violencia sin tope y a la muerte sin remedio. Como el de ese triángulo letal conformado por Mr. Cabot apuntando a Mr. Orange, mientras Mr. White hace lo propio con Joe y su hijo a Mr. White, a la vez que Mr. Pink se oculta bajo la escalera. Cuando padre e hijo caen, Pink recoge el maletín con los diamantes y parte cual criminal: sin que nadie lo persiga. Mr. White, herido, se acerca a Mr. Orange, quien, como todo asesino, máxime antes de morir, se confiesa: ambos, se abrazan.
Pero, no hay final feliz, pese a que aun con su bajo costo, más que ‘cine independiente’ Reservoir… es puro Hollywood: Érase una vez en Hollywood se titula su obra de 2019. Lo que, por contraste, no implica desconocer la actuación de los personajes, la mezcla de música y ritmo en el montaje para producir tensión, pericia en los saltos de montaje para no confundir al espectador. Así, en la última escena, un fuera de campo permite escuchar al fondo un ruido: la policía, siempre tan eficaz en el cine gringo, captura al gay Pink con las joyas y enseguida entra al depósito/almacén. En medio del llanto, por la traición de Mr. Orange, lo mata, pero al instante cae acribillado por la ‘autoridad’. El filme llega a su fin, un fin no gratuito, para quien sepa cómo funciona Hollywood, así en apariencia no tenga que ver con el producto. En este caso, un producto interesado, luego, artístico. Pese a toda su bronca, es muy distante para inquietar a espíritus sensibles y su enfoque produce más repu/o/dio que goce o placer.
El concepto ‘puro Hollywood’, pese a sus ínfulas de ‘independiente’, se amplía a Tarantino mismo. El punto de partida de cualquier cineasta marca una impronta difícil de borrar, del estilo a la ética, de la temática a la estética, de la forma al fondo: de ahí al machismo. Desde sus inicios el cineasta dio muestras de ser amigo de ‘la sociedad del espectáculo’, para dialogar con Guy Debord, líder de la Internacional Situacionista (1957/72), y quien pone un epígrafe de Feuerbach en su texto que cae como anillo al dedo de Tarantino: ‘Y sin duda nuestro tiempo… prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser…’ pues eso es, en últimas, Reservoir Dogs, parafernalia, muy bien maquillada quizás, pero parafernalia al fin; una colcha de retazos, muy bonita, tal vez, pero nada original, pura copia; en fin, una colección de imágenes, lo que no debe ser el espectáculo: por contraste, sí una relación social entre la gente mediada por las imágenes. (9)
Se recuerda que en oct.2017 el NY Times entrevistó a Tarantino sobre las acusaciones que por abuso sexual había contra el (no tan) involuntario creador del Movimiento #Me/Too, el productor Harvey Weinstein, con quien aquél trabajó la mayoría de sus filmes, hasta antes de ser declarado culpable por dos de cinco delitos graves en 2020 y sentenciado, primero, a 23 años de cárcel: y, luego, en 2023 a otros 16 años por tres cargos adicionales de violación. Afirmó que sabía sobre su proceder desde 1995, cuando Mira Sorvino, su novia de entonces, le relató su ‘viaje’ con Weinstein. Tarantino hizo autocrítica sobre su inacción y concluyó: ‘Sabía lo suficiente como para hacer más de lo que hice’. Anthony Bourdain, el chef/filósofo gringo, acusó a Tarantino de ser cómplice de Weinstein en sus abusos, con Asia Argento, mujer de A. B., por sexo oral: fue expulsado de su Company y de la Academia de Hollywood. (11) Lo crucial vino luego: A. B. resultó colgado en un hotel cerca de París hacia 2018. (10)
Como si fuera poco, en feb.2018 reapareció un audio con Howard Stern en su Show de una entrevistaen la que Tarantino se puso al lado de Polanski con respecto a su caso de abuso sexual contra Samantha Geimer; entonces, dijo: ‘No violó a una niña de 13 años. Fue estupro. Para mí, cuando se usa la palabra violación se habla de violencia’. Afirmó que la víctima estaba ‘dispuesta a enfiestarse con Roman’ y que ‘quería hacerlo’, revictimizándola. (12) Después, por conveniencia, se retractó, ante la difusión masiva de sus exabruptos, ofreció disculpas a todo el planeta y, desde luego, a la propia niña afectada: ‘La Srta. Geimer fue violada por Roman Polanski. Cuando Howard [Weinstein] mencionó a Polanski yo hice incorrectamente [de, no ‘del’] abogado del diablo en el debate, solo para ser provocativo… Así que Srta. Geimer, fui un ignorante e insensible y, sobre todo, incorrecto’. Aunque con reservas, no sobra reconocer los atisbos de nobleza que asoman detrás de su arrepentimiento.
Por último, Reservoir Dogs recuerda que toda victoria es pasajera cuando de por medio está la violencia. Que hay que desconfiar de la incomunicabilidad, así como de la anonimización, para evitar que irrumpa dicha violencia. Que los tiempos cambian: antes el poder soberano lo simbolizaba la muerte, hoy es el hambre, el fascismo y la muerte de la cultura, lo que facilita aún más la manipulación del cuerpo y el oficio calculador de la vida. Aunque no sea el mejor ejemplo, el caso del poli Nash permite señalar que podrá maltratarse a un hombre hasta el hartazgo, pero no por ello se logrará su obediencia si en él habita la dignidad. (13) El filme, con todos sus excesos, proyecta en sus grietas argumentales las sombras de la violencia impune, lo cual de rebote produce una insospechada soledad en el ánimo del espectador que no se deja deslumbrar por los artificios audiovisuales, ni cede al asco que le produce la hiperviolencia gratuita, así vaya travestida con los ropajes del sensacionalismo espectacular.
A Santiago (& Carolina) en recuerdo de nuestra cinefilia/arte y musicofilia no propiamente popera.
También, por nuestra complicidad anti machista y frente a todo abuso sexual contra las mujeres.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) En: Polis, revista latinoamericana. Análisis desde Michel Foucault referentes al cuerpo, la belleza física y el consumo: numeral 18. https://journals.openedition.org/polis/1417#tocto1n3
(2) MARZABAL, Iñigo. Cuerpo, identidad y violencia (En un cierto cine contemporáneo). PDF: 9 pp.
(3) SHAVIRO, Steven. The Cinematic Body. U. of Minnesota Press, Minneapolis, 1993.
(4) COMOLLI, Jean-Louis. Corps et cadre. Cinéma, éthique, politique. Paris, Verdier, 2012.
(5) El que se resume en la idea: ‘Solo quien no tiene ningún tipo de miedo puede amar libremente’, como pensaba R. W. Fassbinder. https://www.youtube.com/watch?v=Ai8Qz0cm5bQ
(6) http://www.metroactive.com/papers/metro/04.09.98/cover/nigger-9814.html
(7) https://www.youtube.com/watch?v=LbRK5zDl-Fg
(8) https://rebelion.org/desobediencia-civil-en-democracia/
(9) DEBORD, Guy. La sociedad del espectáculo. Editorial Buchet-Chastel, París, 1967, PDF, 133 pp.: 7.
(10) https://rebelion.org/extrano-caso-de-suicidio-por-ahorcamiento/
(13) https://www.youtube.com/watch?v=iU4VYMyPAkc
FICHA TÉCNICA: Título original: Reservoir Dogs. En español: Perros de la reserva. País: EE.UU. Año: 1991. Gén.: Thriller policiaco / Cine negro / ‘Neo-Noir’ / Crimen. For.: 35 mm; color; 99 min. Guion y Dir.: Quentin Tarantino. Prod.: Lawrence Bender / Harvey Keitel. Mús.: Karyn Rachtman. Fot.: Andrzej Sekula. Mon.: Sally Menke. Int.: Mr. White (Harvey Keitel); Mr. Orange (Tim Roth); Eddie Cabot (Chris Penn); Mr. Pink (Steve Buscemi); Lawrence Tierney (Joe Cabot); Mr. Blonde (Michael Madsen); Mr. Blue (Edward Bunker); Mr. Brown (Quentin Tarantino); Marvin Nash (Kirk Baltz). Prod.: Live America Inc. / Dog Eat Dog Productions. Dist.: Miramax Films. Estreno: 21.ene.1992. Premios: Avignon film Festival (1992), Mejor Director, Quentin Tarantino. Festival de Cine de Sitges (1992), Mejor Director y Mejor Guion, Quentin Tarantino. Stockholm Film Festival (1992), Caballo de Oro, Quentin Tarantino. Festival de Cine de Toronto (1992), Premio de la Crítica Internacional para Quentin Tarantino. Independent Spirit Awards (1993), Mejor Actor de Reparto: Steve Buscemi. London Critics Circle Film Awards (1993), Nuevo Director del Año, Quentin Tarantino.
Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, desde 2012; columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, EE y Las2Orillas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.