Montreal. – Theo Angelopoulos, el veterano cineasta griego que utiliza el plano secuencia como metáfora del movimiento perpetuo, que a unos sugiere armonía y, a otros, lentitud, recibió el martes el homenaje del 28.º Festival des Filmes du Monde. El director lo agradeció explicando que el principal motivo que le lleva a realizar filmes -como […]
Montreal. – Theo Angelopoulos, el veterano cineasta griego que utiliza el plano secuencia como metáfora del movimiento perpetuo, que a unos sugiere armonía y, a otros, lentitud, recibió el martes el homenaje del 28.º Festival des Filmes du Monde. El director lo agradeció explicando que el principal motivo que le lleva a realizar filmes -como La reconstrucción, El viaje de los comediantes, Alejandro el Grande, La eternidad y un día o, el más reciente, Trilogía: to livadi por dakrisi- es que «si no hacemos películas sobre la historia, podemos repetirla».
«La lentitud o la rapidez de mis películas es un tiempo interior y yo trabajo como me pide mi tiempo interior», se defendió el cineasta, autor de una obra poética y a contratiempo del cine de acción en boga actualmente. «No es verdad que no me importe el público. Yo trabajo como sé y creo. Espero no haber perdido la nostalgia de ser fiel a mí mismo. Hemingway escribía con frases cortas y Faulkner con frases largas, pero el final de ambos es el mismo: el monólogo interior».
Además de mantener sus críticas al cine de cámara al hombro que representa, entre otras, la línea Dogma, Angelopoulos no tuvo reparos en admitir que «no todo Hollywood ha sido malo; algunas películas de su pasado merecen todo mi respeto».
Esta 28.ª edición del festival está rodeada de una bruma de decadencia: estrellas escasas y poca participación de las todopoderosas majors (que están apostando por Toronto). La prensa de Montreal ya habla de que el certamen necesita aire nuevo y señala que su actual dirección, presidida por el veterano Serge Losique, podría ser sustituida al término de esta edición por otra encabezada por Alain Simard y Daniel Langlois.
En lo que afecta al cine español, ya se fue el equipo de León y Olvido, de Xavier Bermúdez, dejando un notable recuerdo por la radicalidad y originalidad de su filme en su tratamiento del síndrome de Down, y acaba de llegar Carlos Saura, que hoy presenta su última aproximación a la España negra en El 7.º día. Hay expectación por ver cómo acoge el público de Montreal la enorme violencia que contiene esta película basada en los sucesos de Puerto Hurraco en 1990.