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Humanización, remedio del parasitismo corporativo global

Fuentes: Rebelión

«En nuestros tiempos la libertad se vende como democracia de libre mercado… libertad para que las corporaciones exploten a quien y lo que quieran, donde quieran y como quieran. Es el fin de la libertad de gente y naturaleza en todas partes. La economía de libre mercado, una contradicción, que nos engaña haciéndonos creer que […]

«En nuestros tiempos la libertad se vende como democracia de libre mercado… libertad para que las corporaciones exploten a quien y lo que quieran, donde quieran y como quieran. Es el fin de la libertad de gente y naturaleza en todas partes. La economía de libre mercado, una contradicción, que nos engaña haciéndonos creer que la desregulación de las corporaciones significa libertad para nosotros. Como la ilusión del crecimiento y la ficción de las finanzas han vuelto la economía volátil e impredecible, la ficción de la corporación-persona legal remplaza a los ciudadanos y hace la sociedad inestable e insostenible. Humanos, ciudadanos de la Tierra con obligaciones y derechos, remplazados por corporaciones sin obligaciones por la Tierra ni sus ciudadanos y con derechos sin límites para explotar ambos». (Vandana Shiva, Las mentiras de la democracia de libre mercado, 2011)

Lo que cada generación recuerda es manipulable. El poder escribe la historia, los medios de comunicación la construyen diariamente imponiendo perspectivas de lo real y lo ficticio, de lo que se dice y se silencia. El aporte crucial de pensadores independientes cuenta con limitado acceso. La lucha por un mundo mejor no ceja, pero nuestra conciencia sobre esa lucha puede manipularse. Michel Chossudovsky desnuda la globalización mostrando verdades que no encontramos en las noticias ni en los análisis de «expertos.» Los engañados son millones. Siempre es un esfuerzo valido desentrañar la verdad.

La globalización del robo

En los 1970s golpes de estado a proyectos democratizadores en Latinoamérica imponen regímenes y programas que nos vuelven al pasado en nombre del progreso. Odiar-a-la-mayoría se impone por ideología o fuerza. A partir de 1980 el Fondo Monetario Internacional (FMI) aplica al Tercer Mundo ajustes estructurales que empobrecen a millones. Les enseña en la carne que toda aspiración de justicia económica y social les será negada, impone el neoliberalismo. Frente a las avanzadas por justicia y futuro el poder contra-ataca con más opresión. Los ajustes del FMI desregulan el comercio, privatizan bienes y servicios públicos, imponen austeridad presupuestaria y bajos salarios, debilitan al estado y sepultan las aspiraciones de la población. Los ricos quieren un estado títere que frustre las avanzadas liberadoras en favor de un estado al servicio de los más, sea por procesos electorales (Guatemala 1951, Chile 1970) o revolucionarios (Cuba 1959). El modelo que se aplica al Tercer Mundo pronto se extiende al resto: los demonios escapan de la caja de Pandora. (2)

En tiempos de Reagan (1981-89) y Thatcher (1979-90) medidas de austeridad similares se imponen en el Primer Mundo, sin el FMI, con la excusa de controlar la inflación. La elevada deuda pública acumulada facilita a las elites financieras el poder de dictar políticas económicas y sociales, se llama «terapia económica.» Se deprimen los salarios, eliminan beneficios sociales y debilita el poder estatal. (2) Comienza el desmantelamiento del «Estado de Bienestar Social» que había asegurado mejor vida a sus ciudadanos y un modelo a seguir por otras naciones. El surgimiento del estado-papá, menos cruel con su gente con más derechos, evita la revolución de liberación mundial en la post-guerra. Pero en estos tiempos el estado-papá es carga y víctima fácil, tiene pocos defensores, ha frustrado las aspiraciones de la izquierda y la derecha lo odia tanto como al socialismo. La despolitización y la ideología sepultaron las luchas y los luchadores que lo hicieron nacer, el resto cree que fue resultado del «progreso.»

Desregulación, privatización, presupuestos austeros y la «liberalización» del comercio son ideología dominante, mantra que se repite bloqueando todo desafío. La meta es que la nación pierda soberanía económica, control sobre su política fiscal y monetaria, su banco central y su ministerio de finanzas. La reorganización es drástica y se impone desde arriba desmantelando instituciones estatales para imponer el tutelaje económico del gobierno paralelo de los ricos que pasa por encima de la sociedad civil. (2) Ideólogos de medias verdades son elegidos para implementar el esquema de las elites financieras. Hoy lo llamaríamos «golpe blando» al estado. No puede sorprendernos que desde entonces votamos sin que cambie nada, gobiernos con similar agenda y tutelados por las elites financieras.

Los programas de «ajustes estructurales» y las «terapias económicas» dañan a la población; el miedo a que reaccionen favorece la creación de aparatos de seguridad interna y de inteligencia militar tanto como el aumento de la represión política. En América Latina, y en el mundo, los ajustes se implementan por las buenas o por las malas -con control ideológico y partidos políticos entreguistas o con golpes militares y dictaduras, siempre con la colusión de élites locales. Si el FMI mata con hambre el aparato represivo lo hace con tortura y balas. Los pueblos resisten: en Caracas (1989) durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez son asesinadas 276 personas en las calles según dato oficial y más de 2000 de otras fuentes. Hay levantamientos similares en Tunez (1984), Nigeria (1989), Marruecos (1990), México (1993) y en Bolivia (2000) caen los gobiernos que intentan privatizar el agua. Es un genocidio económico, un colonialismo de mercado que destruye economías nacionales estableciendo regímenes represivos contra la población que los resiste. (2)

Modelo: evolución y fases

Es un modelo en «evolución» que desde la inauguración de la Organización Mundial de Comercio (OMC, 1995) une al FMI y al Banco Mundial (BM) para incluir los derechos de propiedad intelectual en su agenda lo que facilita a corporaciones multinacionales la penetración de mercados locales que extiende su control global. OMC es un cuerpo intergubernamental totalitario instalado en Génova y apoyado por la ley internacional para controlar políticas económicas y sociales de cada país que existe en completa violación de la Carta de las Naciones Unidas – en particular de la Organización Internacional del Trabajo y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Los países miembros de la OMC están obligados a poner en moratoria, o rescindir, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No más derechos para el hombre ni la mujer. Hoy hay países que se niegan a firmar los derechos del niño. (2)

La primera fase de la aplicación del modelo incluye la destrucción de las monedas de los países y su devaluación frente al dólar, seguida de la dolarización y de salarios que no se ajustan a los aumentos de precios: empobrecen a la población como la guerra. La segunda fase incluye la liberalización del comercio (en favor de la exportación), la reforma impositiva en favor del mercado externo (impuestos al valor agregado, y similares), la privatización de la tierra (agrícola), el reciclaje de dineros sucios (ilegales) y negros (no declarados) para el pago de la deuda porque favorece a los acreedores. Hay programas de alivio a la pobreza que la reproducen y un foco en el «buen gobierno» que favorece instituciones parlamentarias sin poder y elecciones multipartidarias huecas. Son «condicionalidades» para nuevos préstamos. (2)

El estado y los colapsos

En los 1980s montos enormes de deudas de corporaciones y bancos comerciales son absorbidas por el estado, que compra incluso empresas quebradas aumentando la deuda pública. Muchos subsidios del estado se usan para financiar mega-fusiones corporativas (monopolios), tecnología para abaratar costos laborales y re-locaciones empresariales a otros países. Reformas de impuestos regresivas aseguran que los ricos paguen menos o nada y evadan ganancias no declaradas en paraísos fiscales. El tesoro de los EEUU queda en manos de bancos comerciales: bancos centrales privados prestan dinero al estado -aunque este es el único legítimo creador de dinero y no tiene por qué pagar intereses. Los bancos de reserva, en manos de un manojo de bancos privados poderosos, dominan la política monetaria del país y otras naciones y manipulan sus tasas de interés -crean dinero y deciden cuanto se paga por él. La caída de la libra esterlina (1992) muestra el poder de estos bancos. Hay consenso respecto de políticas macro-económicas porque los elegidos a altos puestos políticos son marionetas de los financistas que deciden estas políticas y aplican las que más los beneficia. Se establece un círculo vicioso de financistas que se involucran en la política y de políticos retirados en las finanzas. Peter Sutherland (ex jefe de OMC) trabaja con Goldman Sachs y Nicholas Brady (ex Secretario del Tesoro de EEUU) se retira para dedicarse al lucrativo negocio de los paraísos fiscales. Nadie grita fraude o corrupción. (2)

Entre 1987 y 1998 varias economías caen en crisis, México (1994-95) y Asia (1998) y hasta Wall Street (1987, 1997) pero la desregulación aumenta. En 1999 Clinton pasa el Acta de Modernización Financiera y termina con las regulaciones que reinan desde 1930, incluso Glass Steagall (1933). El supermercado financiero global queda en manos de Wall Street -el zorro en el gallinero-. La especulación financiera y acumulación de riqueza en las finanzas aumentan. Al mismo tiempo la economía real de EEUU sufre y se achica. El mundo occidental lo sigue. La pobreza y los bajos salarios alimentan la especulación financiera, que a su vez aumenta el empobrecimiento de la población. Pero el discurso neoliberal cuenta cuantos viven con 1 o 2 dólares diarios tratando de convencernos de que el agio neoliberal ha «liberado a los pobres.» La prensa, la televisión, el cine ignoran a la población, nos muestran ricos celebrando su «época dorada.» La mayoría, apabullada por la propaganda, no entiende el dominio rentista. (2)

Parasitismo rentista en EEUU y el mundo

En una economía rentista, explica Hudson, individuos y sectores enteros de la sociedad cobran gravámenes por propiedades y privilegios que han obtenido históricamente como herencia. El parasitismo extrae renta, los rentistas reciben dinero pero no producen nada. Es una forma destructiva de explotación que antes identificaban la mayoría de las naciones, regulándola, gravándola, manteniéndola en el dominio público para controlarla. En los últimos años y en forma sistemática, la economía parasitaria es desregulada: el uno por ciento más rico captura casi todo el crecimiento en riqueza. Esto sucede más marcadamente desde el golpe del 2008, cuando Obama decide salvar a los bancos y dejar morir la economía real. La sociedad queda endeudada a ellos, que han usado su riqueza y sus reclamos crediticios para ganar control total del proceso electoral, gobierno, poder judicial y escuelas de negocios y expertos, que los presentan como esenciales a la economía aunque son carga inútil. (3)

La historia, explica Hudson, muestra tendencias al parasitismo en conquistadores, colonizadores y privilegiados que maniobran para apropiarse de los frutos del trabajo y de la industria de la sociedad entera. El sector financiero ha tomado el poder en occidente por eso la mayoría de los ciudadanos viven apenas y pagando servicios de deuda mientras sus acreedores se enriquecen. La meta es maximizar ganancias no minimizar costos (de calles, electricidad, agua, transporte, bienes). En manos de los financistas el costo de vivir se eleva endeudando en todas partes a la población y sus gobiernos. El endeudamiento le da más poder a los financistas que pueden con mayor facilidad imponer reglas que los enriquecen más y aumenta aún más su poder. (3)

Desde el feudalismo hay una larga historia de lucha contra los rentistas pero los neoliberales los volvieron a imponerlos como «necesarios» con su ficción de «libre mercado.» En esencia la economía neoliberal sostiene que toda ganancia es legítima y que los precios de mercado, no importa cuánto de inflados, reflejan un valor real. Esto es falso pero asegura enormes ganancias y poder a los financistas. Los bancos que aumentan su capital prestando, prestan a monopolios y empresas constructoras y al hacerlo agregan costos financieros al precio real y encarecen el costo de vida. Los intereses sobre dineros prestados aumentan por obra y magia del interés compuesto que extrae ganancias exponenciales, pero también porque los bancos tienen que cubrir gastos por los riesgos que toman prestando a quienes saben muy bien no podrán pagar. Cuando los bancos dominan al gobierno los riesgos no lo corren ellos, se los pasan a la sociedad toda. El endeudamiento de la sociedad aumenta más rápido que su habilidad de pagar y este proceso destruye la economía real al tiempo que infla y empodera a la especulativa. ¡El mundo debe 3,5 veces el tamaño de su economía! Sentados sobre una burbuja, y habiendo experimentado varios colapsos financieros, cada uno mayor que el anterior, se hace obvio que ha estamos en tiempos de regular. Los gobiernos tutelados no pueden, manejados como son por financistas y élites. (3)

En la naturaleza toda relación parasitaria implica simbiosis; los parásitos tienen que contribuir de alguna forma a la supervivencia de su anfitrión, hay balance. En la economía neoliberal la simbiosis en la relación no existe -el parasitismo se apropia de entradas necesarias para la supervivencia de su anfitrión, lo debilita, aumenta su vulnerabilidad y eventualmente lo mata. Es grave. No hay más opción que terminar con el parasitismo antes de que termine con nosotros.

Escapando del nuevo feudalismo

No podremos salir de este enredo sin entenderlo, como dice Hudson el demonio gana cuando nos convence de que es producto de nuestra imaginación. Hay que identificar culpables -bancos, compañías de seguros, corredores de bolsa y aseguradores, y saber que toda la economía no productiva aumenta los costos de la productiva y la ahoga. Los banqueros inversores de Wall Street y quienes manejan los fondos de cobertura y alto riesgo, los que atrapan compañías y las vacían robándose sus fondos de pensión, los dueños de viviendas y espacios que cobran rentas exorbitantes y los monopolistas que aumentan el costo a los consumidores por encima de los de producción son el problema. (3)

La guerra económica es una guerra. Los rentistas hacen la guerra encubiertamente porque saben que la riqueza obtenida del agio es más cuestionable que la obtenida de la producción -la primera pesa sobre la sociedad entera, la segunda pesa en diferentes grados sobre trabajadores explotados. El parasitismo engaña, controla paralizando mecanismos de defensa, negando y cubriendo sus ataques. En EEUU, dice Hudson, la política económica tiene que cambiar: aceptar que hay deudas impagables y condonarlas, imposibilitar préstamos irresponsables, cobrar impuestos sobre la renta económica y aumentar impuestos a las ganancias, crear una opción bancaria pública y financiar déficits presupuestarios a través del banco central, mantener monopolios naturales en el dominio público y proteger la ciudadanía. Proteger a la gente es necesario, nos dice, no porque sea lo justo sino porque hacerlo disminuye el costo de producir y favorece el desarrollo de la economía real. En esto Hudson se limita, proteger a la gente es crucial por justicia. Humanizarnos es clave para evitar volvernos esclavos de la producción.

La economía parasitaria dominante ahoga la economía real que nos sostiene y deshumaniza lo humano en la Tierra contribuyendo a la destrucción misma del planeta y su vida toda. La economía parasitaria le quita valor al mundo real natural que nos cobija y rodea y a los hombres, mujeres, niños y seres vivos que habitamos el planeta. No alcanza, y es deshumanizante, pensar en mejorar la situación de los presos políticos si no pensamos en mejorar la situación de todos los presos. Tampoco sirve plantearse salvar la economía real si no trabajamos hacia una economía humanizada y al servicio de los seres humanos, no una que nos supedite a ella. Hay urgencia en terminar con el parasitismo. Hay urgencia en proteger a la naturaleza, nuestro hogar, cuya destrucción implica la destrucción nuestra. Es fundamental proteger y desarrollar nuestra humanidad, esencial en nuestra existencia y básica si hemos de desarrollar las capacidades que nos hagan posible superar los desafíos que nos depara el futuro, no tan lejano.

Bibliografía:

1. Vandana Shiva, The lies of free market democracy (Las mentiras de la democracia de libre mercado), 2011. https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2011/11/20111112135744718390.html

2. Michel Chossudovsky, The Globalizacion of Poverty and the New World Order (La Globalizacion de la Pobreza y el Nuevo Orden Mundial), Segunda edición, Global Research, 2003.

3. Michael Hudson, Killing the Host. How financial parasites and debt bondage destroy the global economy. (Matando al anfitrión. Como los parásitos financieros y la esclavitud de la deuda destruyen a la economía global.) ISLET, 2015.

https://www.amazon.com/Killing-Host-Financial-Parasites-Bondage/dp/3981484282

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.