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Desde mi otero

«Ici París»

Fuentes: La Voz de Galicia

A VECES pienso, por la reacción de gente que me conoce por primera vez, que lo único que hice en la vida fue trabajar en Radio Francia. Se acuerdan de mis emisiones Ondas para Galiza , y de las entrevistas que hice con Onetti, Borges, Carpentier, García Márquez, Scicacia, y otros. Son personas mayores las […]

A VECES pienso, por la reacción de gente que me conoce por primera vez, que lo único que hice en la vida fue trabajar en Radio Francia. Se acuerdan de mis emisiones Ondas para Galiza , y de las entrevistas que hice con Onetti, Borges, Carpentier, García Márquez, Scicacia, y otros. Son personas mayores las que recuerdan esta época mía, que a escondidas escuchaban Radio París y la Pirenaica, supervivientes de una época que no queremos revivir.

En Radio París trabajé con Mario Vargas Llosa, con Mario Benedetti, con Julio Ramón Ribeyro, con Severo Sarduy, a más de haber conocido a Max Aub, Salvador de Madariaga, Alejandro Casona, el padre Olaso y otras figuras importantes de la literatura y de la política.

Una de los colaboradores de Radio París que más aprecié, fue (y es, pues muchos años vivamos), Julián Antonio Ramírez. Él y su esposa Adelita del Campo, pues no se puede concebir a uno sin la otra ni viceversa. Ramírez es un hombrote moreno y corpulento, físicamente un Pancho Villa radiofónico. Era un alto responsable del Partido Comunista Español, que lo tenía bien oculto por lo que le podría costar en una Francia gaullista, pero nosotros bien lo sabíamos. Fue mi consejero en algunos momentos delicados. Por ejemplo, cuando allá por 1962, el ministro Fraga Iribarne me pidió que me fuera a entrevistar con él en Madrid. ¿Debo ir, Julián Antonio? Nunca hablamos de su pertenencia al Partido, mas yo sabía que se lo iba a plantear a Dolores o a Carrillo. «Dentro de unos días te diré». La respuesta fue positiva: era conveniente saber lo que se pensaba del otro lado.

Bueno, pues Ramírez acaba de publicar sus memorias en Alianza Editorial bajo el título Ici París, una voz de la libertad . No es publicidad, pero el libro comporta un CD con emisiones de la época y programas en los que participa la inolvidable Adelita del Campo que se pueden escuchar ahora.

Hay en este libro descripciones de los personajes que cité antes, y a modo de botón les ofrezco la que da de Mario Vargas Llosa: «Yo estaba persuadido de que era comunista. Me lo había dicho alguien; él, no. Pero ocurrió un hecho que hoy quiero desvelar porque puede aportar cierta luz. Como él iba a dirigir los informativos hacia América Latina, ocupó naturalmente la misma mesa de despacho que yo. Nos la pasábamos el uno al otro cuando yo terminaba mi jornada (… Un día encontré sobre mi mesa el borrador de una carta dirigida por Mario al Buró Político del Partido Comunista de Perú. Fue, sin duda, un descuido del colega peruano. Era una propuesta de Mario pidiendo al Buró que se suspendiera el envío clandestino de un camarada al interior del país para reforzar la lucha contra la dictadura.

Devolví el borrador a su autor instándole severamente a que tuviera más cuidado con los papeles de ese género, porque si no podríamos tener un disgusto. Medio se excusó, sin más. Yo quedé con la convicción de que o formaba parte de la dirección del Partido Comunista o estaba próximo a ella».

Alude también Ramírez a lo que yo considero el «antiespañolismo» de Vargas Llosa en aquella época, y del que ya hablé aquí. «Bastantes años después, consumada su deriva reaccionaria, tuve la satisfacción de ver que, al agradecer el merecido Premio Cervantes otorgado por España, pronunciaba palabras que sonaban a reconciliación la «lengua del Imperio». Observo que ahora no protesta cuando se le califica de escritor hispano».