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Impacto político de la crisis: El fantasma de las rebeliones

Fuentes: insurrectasypunto.org

«Lo mas probable es que vuelvan a la orden del día las revueltas y revoluciones sociales. Ellas no serán socialistas ni proletarias, pero adquirirán mayor intensidad y violencia en los territorios situados en las «zonas de fractura»

No existe una teoría de la revolución, existen varias. Pero casi todas reconocen la existencia de un denominador común, en la experiencia revolucionaria de los siglos XIX y XX: las revueltas suceden – casi siempre – en sociedades fracturadas, con estados debilitados por las guerras y por grandes crisis económicas, y situados en «zonas de fractura», donde se concentra la presión geopolítica de la disputa entre las grandes potencias. Es en estos territorios, que acostumbran a nacer y multiplicarse las rebeliones más importantes y resistentes, que son siempre violentas, pero no tienen homogeneidad ideológica y no producen grandes cambios estructurales inmediatos, como acostumbra suceder en el caso de las revoluciones sociales y políticas exitosas.

Pues bien, si esta tesis fuera correcta, no es difícil de prever el nuevo mapa mundial de las rebeliones de este inicio del siglo XXI. Basta con seguir los pasos de la competencia geopolítica y económica de las grandes potencias, después del fin de la Guerra Fría , y localizar sus puntos de mayor presión competitiva, donde estas potencias ejercen de forma mas directa su capacidad de dividir y movilizar las fuerzas locales, unas contra otras, dentro de los estados situados en estos «tableros geopolíticos» mas disputados. Algunos de estos puntos son mas visibles y de inflamación inmediata, otros, son menos visibles y de combustión mas lenta

Todo comienza en 1991, con la desintegración de la Unión Soviética y la entrada de las fuerzas de la OTAN o de los Estados Unidos, en la Europa Central , en los Balcanes, en el Cáucaso y en el Asia Central, donde se sitúa, en ese momento, la región mundial de mayor complejidad geopolítica, envolviendo los territorios de Afganistán, Pakistán, Norte de la India , Cachemira y el Tíbet. No hay ninguna gran potencia que no esté envuelta en alguna de estas áreas, y en las disputas en última instancia, por el control de esta extensa región, utilizando o incentivando a grupos y organizaciones locales, de todo tipo, en una sucesión de revueltas, rebeliones, atentados terroristas y guerras civiles que no tienen como parar, a menos que exista un acuerdo multilateral improbable, o de una retirada de todas las grandes potencias involucradas, lo que es rigurosamente imposible, desde el punto de vista de la lógica del sistema y de los intereses y posiciones que ya fueron ocupadas por los participantes de este nuevo «gran juego».

Alfred Mackinder y Nicholas Spykman – los dos mayores teóricos geopolíticos angloamericanos – definieron esta faja de tierra que va del Báltico hasta China, como una frontera decisiva para el control del poder mundial, situada entre las «potencias marítimas» y las «grandes potencias terrestres», o sea, entre Gran Bretaña y los Estados Unidos, de un lado, y del otro, sobre todo, Rusia y China.

Luego, en seguida, en este «mapa de la pólvora», aparece África Negra. Después del 2001, los Estados Unidos cambiaron su política externa y aumentaron su presencia en el continente africano. Pero este cambio de posición no fue un fenómeno aislado, y fue seguido por la Unión Europea , Rusia, China, India, y también por Brasil. En pocos años, el escenario africano cambió, aumentó la competencia imperialista, y de nuevo, como en los siglos anteriores, las potencias y sus grandes empresas utilizan a su favor, y muchas veces incentivan, las luchas tribales y las guerras locales, entre los estados que nacieron de la descomposición de sus propios imperios coloniales.

En este momento, ya están en curso rebeliones y guerras civiles, en el Congo, en Somalia, en Zimbawe y en Nigeria, con la participación de países y empresas de fuera de África, y con la intervención directa de Angola, Ruanda, Namibia y Burundi. Tampoco en este caso, hay perspectiva de acuerdo local, o de retirada de las grandes potencias, y lo más probable es que África se transforme – una vez mas – en territorio privilegiado de la carrera imperialista y en un verdadero «semillero» de rebeliones, de todo tipo.

¿Y que se puede prever en relación a América del Sur? Durante los siglos XIX y XX, fue una región de influencia angloamericana, sin grandes disputas imperialistas. Pero en este inicio del siglo XXI, el escenario y las perspectivas cambiaron. De forma lenta, pero implacable, la presión de la nueva corrida imperialista que comenzó en la década de los 90, está alcanzando a América del Sur, y debe producir los mismos efectos que en el resto del mundo. Ya hacen parte de este proceso, la intervención militar norteamericana con Colombia, la reactivación de la IV Flota Naval de los EE UU para el Atlántico Sur, la intensificación de los conflictos fronterizos entre Venezuela, Colombia y Ecuador, y los conflictos internos de Bolivia y de la propia Colombia. Pero también: la creación de la UNASUR y del Consejo de Defensa de América del Sur, y todos los proyectos políticos y económicos de integración regional así como los grandes proyectos de integración comercial y de inversiones productivas en la región de la Unión Europea , China, Rusia, y los demás países de fuera del continente.

Todo indica que América del Sur fue incorporada y no tiene como escapar de la presión competitiva mundial, produciendo una mayor integración del continente pero también, una mayor disputa entre sus estados, y en particular, entre Brasil y los Estados Unidos. En esta misma dirección, algunas áreas de América del Sur también deben transformarse en «zonas de fractura» internacional, y ahí pueden surgir conflictos y rebeliones que envuelvan a las grandes potencias y las empresas que compiten por el control de la región. Y en el caso de las regiones de mayor densidad indígena, en los próximos años, estas rebeliones tenderán a ser de derecha, blancas y racistas.

Finalmente, sobre este telón de fondo se debe y puede calcular el impacto de la nueva crisis económica mundial. Será prolongado y deberá alcanzar todas estas «zonas de fractura», acentuando sus tendencias mas perversas. Por eso, en este momento, a pesar de que se hable mucho de economía, existe otro fantasma que ronda el mundo y asusta más a sus dirigentes: el fantasma de las rebeliones.

Publicado originalmente no jornal Valor Económico

Traducción Insurrectasypunto