Introducción El Area de Libre Comercio de las Américas, ALCA, es algo más que la promoción del intercambio comercial, y se proyecta al tema de las inversiones externas, especialmente la seguridad jurídica de los inversores, las patentes y los derechos de propiedad intelectual. La pretensión es la generación de un espacio continental de libre circulación […]
Introducción
El Area de Libre Comercio de las Américas, ALCA, es algo más que la promoción del intercambio comercial, y se proyecta al tema de las inversiones externas, especialmente la seguridad jurídica de los inversores, las patentes y los derechos de propiedad intelectual. La pretensión es la generación de un espacio continental de libre circulación de capitales, mercancías y servicios, no así de las personas. Curiosamente, solo les está permitido circular a los empresarios y no a los trabajadores que estén en la búsqueda de empleo. Es una libertad restringida a los intereses económicos de las empresas más concentradas, tales como las transnacionales (CTN). Un detalle es que el ALCA es un tratado negociado por los Estados y sus principales beneficiarios son las CTN. El tratado pretende consolidar las reformas regresivas ocurridas en los últimos años y que caracterizaron la apertura económica, la desindustrialización y el consecuente desempleo, la flexibilidad y precariedad laboral, las privatizaciones y las desregulaciones en diferentes mercados. Allí se definen los actores concretos que pugnan a favor o en contra del acuerdo.
Es en 1994 que empieza a negociarse en Miami el ALCA, en la primera Cumbre de las Américas. Al ser convocada por la OEA, a iniciativa de EEUU, quedaba excluida Cuba, quién fuera separada de la organización continental luego de que en la isla se propusieran la construcción del socialismo al rechazar la invasión de EEUU sobre Playa Girón en 1961. Es toda una definición, pues se trata de una estrategia de integración continental que excluye deliberadamente a un actor sustancial en la región y a nivel mundial. Es un déficit político inaceptable. La OEA comparte la inspiración por las Cumbres junto a la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, órgano de Naciones Unidas y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Son tres instituciones donde prevalece el espíritu del establishment internacional, lo que se llamó «Consenso de Washington», en alusión al pensamiento compartido por el gobierno y parlamento de EEUU y los organismos internacionales con sede en la capital estadounidense. La corriente principal de pensamiento económico por el neoliberalismo se contiene en las recomendaciones de esos cuerpos internacionales propulsores de los cónclaves de presidentes, y más allá de formulaciones contra la pobreza, se inducen políticas de reducción del gasto público social y todas aquellas medidas sintetizadas en el «ajuste estructural», cuyos resultados potencian la desigualdad y condenan a la miseria a millones de personas, al tiempo que concentran riquezas, ganancias y poder.
Fueron reuniones secretas entre 1994 y 2001, en la seguidilla de reuniones, la segunda en Santiago de Chile en 1998 y la tercera en Québec, Canadá en 2001, además de otras en comisiones, de ministros y negociadores por países. ¿Por qué debía tratarse en secreto el ALCA si es que este era tan conveniente para los pueblos? Es incomprensible el vallado y la seguridad en torno a los cónclaves de presidentes, salvo que la discusión sea impresentable ante la comunidad. Había que guardar el secreto y custodiar las «clandestinas» reuniones. Algo se tramaba en su seno y no interesaba hacerlo público. Es interesante confirmar como el accionar popular logró hacer emerger lo negociado. El «pueblo quería saber de que se trataba» y hubo que materializar movilizaciones masivas, primero en Chile y luego en Canadá. Así surgieron las Cumbres de los Pueblos. La tercera se acaba de realizar en Mar del Plata. La presión popular en las calles abortó el secreto y los borradores en debate se hicieron público desde abril del 2001. Habían quedado atrás siete años de secreto, aunque lo que se publicaba era muy difícil de interpretar, pues entre corchetes figuraban las múltiples objeciones que cada negociador interponía al texto, sin indicar quién objetaba el párrafo y por qué. Se trata de un «jeroglífico» que requiere profundo estudio para su conocimiento y crítica. Si se tratara de algo beneficioso para los pueblos es probable que no hicieran falta tantos agentes de seguridad y represión, como militantes en las cumbres, para defender a los gobernantes y al mismo tiempo generar un debate transparente con distintas instancias del movimiento social para analizar en profundidad las características de la integración necesaria.
Apertura y protección para abrir mercados a las transnacionales
Ocurre que el interés de EEUU y de las clases dominantes de la región es por la liberalización de la economía, y para ello requieren eliminar las barreras aduaneras, arancelarias y para arancelarias, a los efectos de resolver la colocación de sus bienes y servicios, inversiones, e intereses económicos. Es una iniciativa aperturista que se acompaña con medidas proteccionistas de sus intereses, tal como se expresa en los subsidios agrícolas a la producción de EEUU, o en el régimen de protección a la industria automotriz aprobado en el seno del MERCOSUR y que favorece a las terminales extranjeras productores de automotores en la región, a la sazón los principales beneficiados con el tratado de Asunción. Se busca en definitiva la apertura subordinada a los intereses monopólicos e imperialistas y protección a los mercados ya ganados por el monopolio transnacional. Por eso es que el titular de Arcor, una transnacional de origen argentino se preocupa por la desnacionalización de la economía local, pues le interesa defender su mercado impidiendo que otros competidores puedan hacerle sombra. Lo que decimos para el ALCA no es distinto en las negociaciones entre la Unión Europea y América Latina y en todos los tratados de libre comercio (TLC) bilaterales o multilaterales que se suscriben o promueven en este tiempo. Desde hace un tiempo, cuando el ALCA empezó a frenarse, la diplomacia de Washington empujó los TLC con regiones o países y desde fines del 2003, fue Chile quién marco el rumbo al suscribir su TLC con EEUU, y ahora siguen Colombia, Ecuador y Perú y regionalmente lo han suscripto los países de Centro América con el CAFTA y en ese camino apuntan las negociaciones con el Caribe y el MERCOSUR.
Un obstáculo establecido por los países del MERCOSUR han sido los subsidios agrícolas, pues EEUU es competitivo con Argentina y Brasil en productos agrícolas ofrecidos al mercado mundial. Son los tres principales oferentes mundiales de soja y principales animadores en el mercado mundial de otros cultivos industriales. La polémica se instala en que éstos países le reclaman a EEUU la eliminación de los subsidios agrícolas y éste demanda la eliminación de la protección industrial y de servicios, es decir, de las finanzas, los seguros, la salud y la educación, junto a una liberalización del régimen de patentes y derechos de propiedad intelectual. La cuestión agrícola, dicen además los estadounidenses, se procesa en los debates de la OMC, cuya próxima cita es en diciembre próximo en Hong Kong. Desde la reunión de la OMC en Cancún en setiembre del 2003, Brasil agrupó y lideró un grupo de países, conocido como el G20, que brega contra los subsidios a la producción y exportaciones de productos primarios del capitalismo desarrollado, tanto de EEUU y Europa. El problema a considerar es que en el supuesto de eliminación o disminución de esos subsidios, se habilitarían negociaciones por el ALCA altamente regresivas para los pueblos del continente y es por ello que los trabajadores y diferentes manifestaciones del movimiento popular desde Alaska a Tierra del Fuego se vienen reuniendo en las Cumbres de los Pueblos para decirle No al ALCA. Es que preocupa el «trato nacional» que todas las empresas del área asumirían si se firma el ALCA, o la obligación de abrir las «compras gubernamentales» a cualquier empresa originada en el continente, en tanto forma de cercar la región para impedir la presencia de otras CTN, europeas, japonesas o de cualquier lugar del mundo, en algo así como el reciclado de la vieja consigna «América para los americanos».
Luchar por «otra integración»
No hay dudas de la asimetría entre la economía estadounidense y cualquiera de los países del continente y por eso es importante darle aliento a la concreción del otro mundo posible por el que brega el FSM y el movimiento por una globalización alternativa. En ese sentido se destacó el papel de Venezuela en las dos cumbres marplatenses. En la de Presidentes jugó a favor de las posiciones que debilitaron las aspiraciones de EEUU por el ALCA y en la de los Pueblos se afirmó como el único Jefe de Gobierno en dialogar directamente con interlocutores tan diversos como las representaciones de los pueblos originarios, los campesinos, trabajadores, movimientos de mujeres, de minorías, por una organización económica de carácter solidario y no lucrativo, con representantes de movimientos populares y partidos políticos que a su manera, no siempre articulada buscan la construcción de alternativa política, social y civilizatoria. Fue la oportunidad para divulgar los alcances de la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, que es mucho más que los protocolos de intercambio y de producción conjunta entre Cuba y Venezuela, entre petróleo y educación ó salud. Es más, se pudo anunciar que la UNESCO acaba de calificar a Venezuela como territorio libre de analfabetismo luego de una campaña intensa de trabajo conjunto entre los dos países. La propuesta alternativa incluye una estrategia energética compartida mediante Petroamérica, que incluye la venta de petróleo subsidiado por Caracas, pero también una política comunicacional desde Telesur, emprendimiento que ya inició su camino para instalar una agenda diferente a la que promueven las multimedia de los monopolios de la comunicación.
Es destacable la derrota de Bush y de sus amigos en la Cumbre de Mar del Plata, puesta de manifiesto en la Declaración Final, que incluye posicionamientos diferenciados sobre el ALCA y es cierto que no alcanza con tirar la pelota hacia delante y postergar las discusiones ad referéndum de lo que ocurra en la próxima cumbre de la OMC. El movimiento No al ALCA pretende que los gobiernos abandonen la negociación por el ALCA y asuman un debate por una integración alternativa, donde el ALBA es una experiencia a considerar. De todas maneras se puede afirmar que los pueblos ratificaron su carácter de actores políticos como nuevo dato de la realidad, que con su accionar condicionan a los gobiernos más allá de la presión que ejercen las clases dominantes. No solo hay iniciativa política por la liberalización, sino que también está constituyéndose un movimiento articulado por la liberación. Ello supone otra integración para otra América y Otro Mundo Posible.
Buenos Aires, 11 de noviembre de 2005
– Julio C. Gambina. Profesor de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Derecho. Director del Centro de Estudios y Formación de la Federación Judicial Argentina (CEFJA). Director Adjunto del Centro Cultural de la Cooperación «Floreal Gorini». Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
Centro de Estudios y Formación de la Federación Judicial Argentina. Noviembre de 2005.