Si hay un gremio en el Estado español, además de la policía, que no sólo sobrevive indemne a la crisis sino que, incluso, ve multiplicarse su actividad laboral ampliando mercados y obteniendo más y mejores beneficios, ese gremio es el de las vírgenes. De hecho, ninguna ha sido desahuciada de su altar como tampoco vamos […]
Si hay un gremio en el Estado español, además de la policía, que no sólo sobrevive indemne a la crisis sino que, incluso, ve multiplicarse su actividad laboral ampliando mercados y obteniendo más y mejores beneficios, ese gremio es el de las vírgenes.
De hecho, ninguna ha sido desahuciada de su altar como tampoco vamos a encontrarlas en las filas del Inem en busca de trabajo.
La Virgen del Rocío, por ejemplo, era interpelada meses atrás por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, para que arropara con su capote a los casi seis millones de parados; la toledana Virgen del Valle era conmminada por Dolores de Cospedal a cobijar en su ermita a los tantos desahuciados por los bancos; la de la Macarena ha tenido que trabajar hasta horas extra para auxiliar a distinguidos macarenos como Francisco Camps en sus causas pendientes o a González Pons en su oral incontinencia, y hasta la Virgen de la Almudena ha hecho lo indecible por ayudar a «sobrellevar el dolor de su ausencia» a los padres de las cinco jóvenes muertas en el Madrid-Arena tal y como se lo demandara la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.
Por estas y otras gestiones y encomiendas es que el Consejo de Ministros, en real decreto, concedía la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar, o que la Diputación de Granada otorgaba la medalla de oro de la institución a la Virgen de las Angustias, a la que ya antes se había concedido la medalla de oro de la ciudad y el título de Capitán General.
Por ello es que, también, el presidente del gobierno español autorizó, gastos incluidos, la peregrinación de un contingente militar español a Lourdes.
Ese es el chollo de vivir en los cielos.
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