P: Empezaremos por la cuestión de Palestina, que es algo muy complicado, y las soluciones propuestas, que a veces son contradictorias. ¿Cómo ve usted esta cuestión y su solución? Hisham Bustani: La cuestión de Palestina no es complicada en absoluto, pero los que se niegan a ver lo sencillo que es juzgar el caso de […]
P: Empezaremos por la cuestión de Palestina, que es algo muy complicado, y las soluciones propuestas, que a veces son contradictorias. ¿Cómo ve usted esta cuestión y su solución?
Hisham Bustani: La cuestión de Palestina no es complicada en absoluto, pero los que se niegan a ver lo sencillo que es juzgar el caso de una entidad racista y colonialista, unida funcionalmente al imperialismo, que está construida sobre la destrucción, la muerte y la expulsión de una población entera, son los que de forma inteligente hablan de lo muy complicadas que son las cosas.
El simple hecho de que la división de Palestina entre su población árabe y los invasores sionistas fuese el resultado de una resolución de Naciones Unidas de 1947, apoyada por las superpotencias de la época, no hace que esa decisión sea justa o legítima. Sólo por el hecho de que los europeos se sientan responsables por los actos fascistas y nazis contra los judíos europeos, no significa que los colonialistas europeos tengan el derecho de resolver el problema judío y acallar su conciencia a costa de un tercero: los árabes.
La lucha por Palestina ha sido objeto de una distorsión, desinformación y deformación enormes. En Occidente un gran número de personas podrían pensar que el problema se originó en 1967 cuando Israel ocupó Cisjordania y Gaza, olvidando que Israel realmente no estaba allí apenas 20 años antes de 1967, y que las raíces del proyecto sionista en el mundo árabe data de la formación del movimiento sionista de finales del siglo XIX.
También los occidentales podrían pensar que la lucha por Palestina es un conflicto entre «palestinos e israelíes», mientras que en realidad es una lucha árabe por la liberación contra el imperialismo y el sionismo.
Antes de la división colonialista del oriente árabe en el acuerdo Sykes-Picot de 1917 entre los poderes colonialistas francés y británico, no había Palestina, Jordania, Líbano y Siria, los países que conocemos hoy. Había un espacio común donde la gente vivía unida. Todo estos estados son un producto de los colonialistas derivado de la doctrina de «divide y gobierna».
Las soluciones que gozan de incierto grado de popularidad son la solución de los dos estados o la de un estado democrático unificado. Ambas son deficientes y ni objetivas ni éticas.
La solución de los dos estados significa sencillamente que está bien ocupar un territorio y matar o expulsar a sus habitantes y luego devolver partes de ese territorio a algunos de sus habitantes originarios para formar alguna clase de Estado con algunas autoridades pero en el que todo está bajo control del ocupante, ¡cuyo proyecto original de dominación regional sigue activo y funcionando! El resultado del proceso de Oslo es muy claro y significa un mayor fortalecimiento de la ilegítima entidad racista, sionista y colonialista.
Por otro lado, la solución de un «Estado democrático» no llega a resolver las contradicciones del ocupante, quien es automáticamente convertido en un «ciudadano normal» bajo esta fórmula. Además, esta propuesta aborda la cuestión desde un punto de vista «estatal», con lo que no consigue explicar las bases de la lucha entre los árabes y los sionistas. Esta lucha no es sobre geografía, sino más bien sobre la liberación de la hegemonía, es la lucha del proyecto de liberación árabe contra el proyecto sionista e imperialista. Esta lucha no se puede resolver en el ámbito de la geografía, se ha de resolver únicamente sobre la base de la existencia. No se puede resolver desde la perspectiva del «Estado», únicamente desde la perspectiva de la liberación nacional o incluso desde una lucha internacionalista para vencer al imperialismo.
En mi opinión la solución surge de los hechos y los hechos son sencillos: Israel es una entidad ilegítima que debería ser eliminada; las personas expulsadas deberían volver a su situación anterior a la invasión sionista, que tiene lugar al comienzo del siglo XX. Esto se puede conseguir mediante una lucha árabe de liberación contra el imperialismo y el sionismo que unifique las masas árabes que son objeto de la opresión y la explotación. Palestina será disuelta en esta entidad árabe unificada como era el caso antes de 1917 y todas las contradicciones se disolverán con aquella. Este paso es necesario para alcanzar la soberanía de las personas sobre su tierra y recursos, la justicia social y el socialismo.
Es importante para la izquierda europea volver sobre esta cuestión y salir de la tremenda equivocación y desinformación existente, para establecer un enfoque revolucionario sobre la cuestión de Palestina, que es el punto central de la re-invención imperialista de la conciencia que es compatible con sus intereses. La izquierda europea debería entender la naturaleza de la lucha y las contradicciones que han de ser abordadas y la centralidad de Palestina para el imperialismo actual. Uno no puede ser anti-imperialista y comprensivo con Israel al mismo tiempo. Israel es la materialización del proyecto imperialista y sionista en el mundo árabe; debe ser confrontado y eliminado.
Lamentablemente los propios árabes (activistas y organizaciones) contribuyen al problema. La mayoría de los que acuden a congresos en Europa y el resto del mundo son parte del aparato oficial o están conectados o financiado por las ongs y éstos (por razones evidentes) se mantienen dentro de los límites de los regímenes locales o los intereses de sus patrocinadores. También los hay que suponen que hay una forma especial de dirigirse a los europeos, que el discurso árabe interno no es apropiado para los extranjeros, con lo que acaban por decir lo que creen que los europeos quieren escuchar. Estas actitudes destruyen completamente la verdadera naturaleza de la lucha árabe en los foros internacionales.
P: Los regimenes árabes oficiales fueron derrotados por Israel mientras que la resistencia no. ¿Cómo explica esto?
Hisham Bustani: En general, los regímenes árabes oficiales a través de corta historia son el resultado de la etapa colonialista y las clases dirigentes árabes están conectadas y subordinadas al imperialismo y son dependientes incluso en su existencia política.
Los regímenes árabes no quieren meterse en luchas con Israel, al contrario, quieren apoyar su existencia y promover los proyectos de Estados Unidos en la región por varias razones:
1- La conexión entre sus intereses y sus existencias mediante el mecanismo de «dominante y dominado».
2- La existencia de Israel es una razón funcional para la existencia de los regímenes árabes porque éstos son importantes en el debilitamiento del enfrentamiento popular contra Israel y una garantía contra la explosión popular contra éstos
3- La existencia anormal e ilegítima de Israel es un reflejo de la anormalidad e ilegitimidad de los propios regímenes árabes, lo que dota a aquél de una cierta «normalidad» y «legitimidad».
4- La funcionalidad de Israel como barrera contra la consecución del proyecto de liberación árabe y la unificación de las masas árabes explotadas, es un reflejo de la misma función de los regímenes árabes en tanto que consideran a los actuales estados como el resultado de la división colonialista y como un horizonte político definitivo.
5- Los regimenes árabes no tienen proyecto árabe ni proyectos estatales individuales y son parte del proyecto estadounidense y sionista en la región.
Los regímenes son socios de Israel y por eso nunca le han vencido.
Las resistencias de Palestina y Líbano han demostrado que la sociedad israelí está formada por un amplia variedad de nacionalidades, etnias y razas y es una sociedad de fabricación débil que puede romperse con facilidad. Todo lo que se necesita es una voluntad real de resistir y la sociedad israelí se colapsará bajo el bombardeo de misiles de corto alcance y los mártires-bomba. Esto es principalmente por lo que Israel y los regímenes árabes se dedican a procesos de «paz» interminables, cuyo fin primordial es proteger a Israel y ganar tiempo para fortalecer su débil estructura interna y conseguir un Estado más homogéneo.
La derrota de Israel por parte de Hezbollah por dos veces (en 2000 y 2006) ha dejado claro que los cincuenta años de tratamiento del asunto de Israel por parte de los regímenes árabes ha sido un conjunto organizado de engaños encaminados únicamente a que Israel ganase tiempo para fortalecerse interna y externamente.
P: ¿Qué es lo que ha conseguido Estados Unidos en su «guerra contra el terrorismo» y qué éxito ha tenido en sus esfuerzos para «lograr» un Nuevo Oriente Medio?
Hisham Bustani: La Guerra contra el «terrorismo» no se encamina a luchar contra el «terrorismo», incluso en la definición de Estados Unidos de este término, sino que apunta a otros objetivos:
1- El control de las reservas estratégicas de petróleo y gas situadas en el mundo árabe y Asia central, lo que dificulta el crecimiento de otras economías mundiales (Europa, China y Japón) y las deja a merced de los manejos de Estados Unidos.
2- La instalación de más bases militares en zonas antes «prohibidas» como la península Arábica, Europa del Este y las antiguas repúblicas soviéticas, de forma que rodea el mundo con un cinturón de bases militares que le dan una capacidad de intervención militar en cualquier lugar.
3- La eliminación de las últimas bolsas de resistencia militar concentradas en el mundo árabe (Iraq, Líbano y Palestina), América Central y del Sur (Méjico, Colombia, Perú) y el este de Asia (Nepal, Filipinas).
En resumen, lo que Estados Unidos llama Guerra contra el «terrorismo» es sencillamente un intento de reorganización geo-política del mundo bajo un único poder dominante que suceda a la fórmula anterior que terminó con el fin de la guerra fría: el equilibrio de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial).
Estados Unidos podría tener éxito en el control de las reserves energéticas y en la implantación de bases militares como resultado de su Guerra contra el «terrorismo», pero fallará seguramente en su intento de suprimir y «domesticar» a la gente y a los movimientos de resistencia. Esto privará a Estados Unidos de su seguridad y aumentará sus gastos, especialmente los militares, con lo que los beneficios obtenidos mediante su control se pierden por el alto coste de su mantenimiento, lo que ejemplifican Vietnam e Iraq. El «caos creativo», uno de los logros más prominentes de la guerra contra el «terrorismo», se volverá contra Estados Unidos para golpearle y quizás de forma definitiva.
Esto nos lleva a la segunda parte de su pregunta. El éxito de Estados Unidos en la creación de un «Nuevo Oriente Medio» es parcial. Ha tenido éxito en aspectos importantes: el establecimiento de las bases militares, el control de las reservas de petróleo, la neutralización de los regímenes «delincuentes» por eliminación (Sadam Husein) o aislamiento (Bashar el Asad) y devolver al pasado remoto las transformaciones sociales árabes mediante la promoción de estructuras sociales pre-estatales y pre-nacionales (sectarias, religiosas, étnicas y de clanes).
El fracaso se manifiesta de dos formas principales que se traducirán en un fallo complete del proyecto:
1- La total incapacidad de Israel de integrarse en el mundo árabe y llegar a ser su principal eje económico a causa de la negativa de los árabe a ea integración.
2- Incapacidad de Estados Unidos y sus aliados para acabar con la resistencia; más aún, la de Iraq y Líbano han asestado duros golpes a Estados Unidos e Israel y han logrado dificultar su proyecto y transformar la zona en un pantano del que no pueden irse ni triunfar.
Ahora es el momento preciso de asestar un golpe definitivo al imperialismo en el mundo árabe. Es un momento histórico que no tiene lugar a menudo. Las fuerzas revolucionarias y progresivas de todo el mundo deberían ser conscientes de ello y de su papel histórico en la contribución del triunfo de la resistencia. Esto requiere una alianza de todas las fuerzas anti-imperialistas, lo que no es fácil si se tiene en cuenta las tendencias pacifistas que prevalecen entre la izquierda de Europa y de Estados Unidos.
P: En el mundo árabe, el término «resistir la normalización» con Israel tiene un significado especial que no se conoce bien fuera de él. ¿Qué nos puede decir sobre esto?
Hisham Bustani: Normalización es un término diplomático que se usa cuando los lazos ente dos estados hostiles vuelven a la normalidad y empieza un proceso de «mutuo reconocimiento». Este término adquirió un significado más político a raíz de la firma de los acuerdos de «paz» ente Egipto e Israel a finales de los años setenta. Entonces se usó para referirse a la «aceptación del Estado sionista» por parte de Egipto y a los lazos económicos, políticos y culturales que iban a desarrollarse. La confrontación a esta normalización y a las relaciones con los sionistas se convirtió en la posición dominante entre los árabes en Egipto y en todas partes. Esto se intensificó a principios de los noventa tras la firma del acuerdo de «paz» entre Israel y Jordania por un lado y la OLP por otro más el colapso del boicot árabe oficial a Israel.
Las masas árabes se sintieron traicionadas. La resistencia a reconocer a Israel como a un «vecino» y una entidad normal, era la manera mostrar su compromiso con la histórica lucha de liberación. Un movimiento político emergió de este sentimiento popular: El Movimiento contra la Normalización.
El principal peligro de la normalización reside en sus dimensiones filosóficas e intelectuales. Significa aceptar lo anormal, lo injusto y lo contrario a los intereses de la gente como un hecho aceptable. La normalización significa promover una edición falsa de la historia en la que le gente se ve forzada a creer y a actuar en consecuencia y tiende a complementar otras mentiras enormes (digamos otras normalizaciones) como la «legitimidad internacional», que en realidad no es sino la voluntad política de los poderes imperialistas; o de los «proyectos democrático» de Estados Unidos en la región, lo que no es sino un proyecto hegemónico.
El fin desde los primeros momentos era la integración de la entidad sionista en el mundo árabe como un Estado normal, lo que preparaba el camino para convertirlo en el eje del control económico y político sobre sus vecinos débiles y divididos. Para hacer pasar a Israel junto con sus proyectos y mentiras, era necesario hacer pasar otras mentiras anteriores entre las que destacan los estados formados por los colonialistas (los países árabes que conocemos hoy) y sus divisiones (sectas, religiones, clanes, grupos étnicos). La aceptación de la división colonialista del mundo árabe y del estado resultante como el final de la historia, significa el fin de la lucha árabe de liberación. Esto transforma a las poblaciones en estructuras sociales aisladas sin profundidad, cada una con sus intereses particulares a perseguir sin tener en cuenta los intereses colectivos de la gente, lo que lleva al reconocimiento material de la entidad sionista y a integrarlo orgánicamente en el proyecto como la única alternativa para la supervivencia.
He de hablar de un hecho importante y a veces olvidado de la normalización, por el que se pasa de puntillas en todo el mundo: la normalización del proceso político que tiene lugar en Iraq bajo el control de la ocupación de Estados Unidos. Este proceso con todas sus ramas (gobierno, parlamento, presidencia, elecciones…) es un proceso ilegítimo y anormal dirigido bajo control total por la ocupación y que sirve a sus intereses. Por tanto, establecer relaciones con sus representantes es un acto claro de normalización, una falsificación de la comprensión y la concienciación que daña gravemente los intereses de los iraquíes y la de lucha árabe de liberación en general. Esta normalización en Iraq ha de confrontada ya que sus autores son los clientes de la ocupación y relacionarse con ellos políticamente o de otra manera es un acto de apoyo a la ocupación y sus instrumentos.
P: ¿Por qué las ongs occidentales se concentran en apoyar «las instituciones de la sociedad civil» en el mundo árabe y qué opinión le merece este papel?
Hisham Bustani: El término «instituciones de la sociedad civil» es muy vago. No me siento cómodo con él puesto que está destinado a reemplazar al concepto de organizaciones populares que militan por el cambio. Además, lo que se conoce como «sociedad civil» no es un cuerpo unificado ni representa una contradicción, una alternativa, ni siquiera un fenómeno paralelo a los regímenes; es más bien un concepto nebuloso que designa una variedad de formaciones que se mueven con intereses diferentes y en ocasiones en conflicto. También se mueven con diferentes grados de independencia (o dependencia) respecto de los gobiernos locales o los poderes imperialistas que financian a un montón de organizaciones que se sitúan dentro de este concepto.
Es importante señalar a un cierto sector de instituciones que están registradas como sin ánimo de lucro (¡lo cual es una completa falsedad porque obtienen montones de beneficios!), que se especializan actualmente en lo que se llama el negocio de las ongs. Éstas tienen nombres importantes que mencionan derechos humanos, democracia, libertad de prensa, derechos de las mujeres, derechos de los niños y otros asuntos y que se presentan en encuentros internacionales como representantes de la «sociedad civil», a pesar de que son propiedad de individuos, no tienen asambleas generales o líderes electos y que están principalmente financiadas por embajadas extranjeras.
Las organizaciones que reciben esos fondos tendrán que satisfacer las demandas, agendas y condiciones de los que pagan el dinero y finalmente se convertirán en sus herramientas locales. Si sabemos que sus principales patrocinadores en el mundo árabe son la USAID (la agencia gubernamental de Estados Unidos para el desarrollo), las embajadas de este país y del Reino Unido, la Fundación Ford (de probadas relaciones con la CIA), fundaciones alemanas relacionadas con los partidos políticos alemanes más importantes (Friedrich-Naumann-Stiftung, Friedrich-Ebert-Stiftung, Fundación Conrad Adenauer), podemos concluir fácilmente que el dinero pagado no es la típica donación a una organización benéfica.
Tales instituciones realizan un juego peligroso: llevan a cabo investigaciones y encuestas que facilitan información importante y promueven terminologías que sirven al poder como «oriente medio», «legitimidad internacional», «no-violencia», «resolución de conflictos», «solución de dos estados», «coexistencia con Israel», etc. También se ocupan de cuestiones fragmentadas y separadas del contexto general, por ejemplo: se refieren a la democracia sin hablar de la ocupación, lo que destruye el propio contexto general y lo transforma en pequeñas cuestiones aisladas y sin importancia. Finalmente, muchas de estas organizaciones apoyan la ocupación bajo el disfraz del trabajo humanitario. Voy a ocuparme más de este asunto: Es bien sabido que el fin de cualquier resistencia es maximizar el coste de la ocupación hasta un punto en el que exceda el beneficio. También se sabe que la ocupación es completamente responsable de la tierra y de las personas que están bajo la misma en seguridad, servicios, administración etc. Las ongs y las organizaciones de la «sociedad civil» acompañan a la ocupación en el suministro de salud, agua y otros programas, lo que la descarga de una pesada obligación y un alto coste, lo cual contribuye a alargar la ocupación y a apoyarla. Tales organizaciones han proliferado en Palestina e Iraq bajo el consentimiento de los ocupantes.
P: Terminaremos con la cuestión de la globalización. ¿Qué representa ésta en su opinión y cuáles son sus efectos en el mundo árabe?
Hisham Bustani: Para empezar hemos de explicitar claramente el término, ya que se ha vuelto tan famoso en el mundo árabe que todos hablan de él reflejando sus propias ideas sobre el mismo, alejándolo de su naturaleza objetiva: la enorme proliferación de la tecnología (especialmente la de comunicación e información, móviles, Internet y televisión por satélite), la naturaleza global de ideas y pensamientos, la transformación del mundo en una «aldea global» en la que sus habitantes pueden interactuar con facilidad, conocerse y hablar. El hecho de adjudicar a las globalizaciones los significados anteriores aparece en el contexto de intentar probar que la resistencia a la globalización es inútil y en el de presentar a los que la resisten como retrasados y contrarios al progreso y el desarrollo.
Los significados subjetivos anteriores no guardan relación con la realidad objetiva de la globalización, que es una de las fases evolutivas del capitalismo, en el que el capital se esfuerza por eliminar todas las leyes, regulaciones y obstáculos que dificultan su movimiento de un lugar a otro en busca de la especulación en los mercados financieros y de capitales y la maximización de sus beneficios mediante la «inversión» en países que ofrecen mano de obra barata, tienen sindicatos débiles, no poseen protección legal para los seres humanos y la naturaleza y en los que la infraestructura, agua, electricidad y tierra son ofertados con «precios ventajosos» para «atraer» este capital.
La globalización no apareció por sí misma como un desarrollo «natural». Fue introducida a la fuerza por los países poderosos a través de organizaciones que se llaman a sí mismas «internacionales» y que en realidad representan los intereses de esos países poderosos, por ejemplo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y otros. Esta introducción forzosa se realizó con las condiciones políticas impuestas por esas organizaciones mediante planes de préstamos a los países pobres a través de este escenario:
El Norte colonizó y ocupó el Sur y se llevó su riqueza y recursos (y aún lo hacen hoy día). Como resultado el Sur se empobreció y cuando sus países quisieron llevar a cabo sus planes de desarrollo, necesitaron grandes préstamos, así que los ex colonizadores les prestaron el dinero proveniente de las riquezas (o sea, ¡les prestaron su propio dinero!)
Como los regímenes de los países del Sur que heredaron el poder de los colonialistas eran corruptos y en muchos casos marionetas de aquellos, la mayor parte de esos préstamos terminaron en los bolsillos de sus dirigentes y de las clases relacionadas con éstos, lo que derivó en nuevos préstamos y así sucesivamente, hasta que los países del Sur (¡ahora llamado el tercer mundo!) se hundieron hasta el cuello en sus deudas y son incapaces de pagar incluso los intereses.
A través de esta puerta abierta los poderosos países del Norte entraron con la excusa de «ayudar a los países pobres a saldar sus deudas» mediante «reestructuraciones económicas», que es un bonito nombre para un proyecto total de hegemonía. «Reestructurar» significa muchas cosas:
1- Abandono por parte del Estado de sus responsabilidades, salud, educación y otros sectores, en beneficio del sector privado cuyo interés es su propio beneficio exclusivamente.
2- Privatización de industrias, servicios y otros sectores pertenecientes al Estado, que fueron originariamente construidos con el dinero de toda la gente (mediante impuestos y otras formas de contribución y financiación) para financiar la devolución de la deuda, causada por la corrupción y el fracaso de los planes de desarrollo.
3- Cambio de todas las leyes económicas, así como eliminación de regulaciones, obstrucciones y protecciones contra el capital exterior. Introducción de nuevas leyes como la «Ley para Atraer Inversiones», que de hecho ofrecen al capital enormes exenciones fiscales y precios ventajosos sobre las infraestructuras y los servicios, de forma que la gente financia ésas en beneficio del proyecto capitalista que no paga impuestos, contamina el medio ambiente y explota a la misma gente que financió la infraestructura del proyecto.
Como cabe esperar de estas situaciones, las industrias locales no pueden competir con las multinacionales que tienen enormes presupuestos y tremenda capacidad y experiencia, que se apoyan en poderosos ejércitos y en voluntades políticas, encaminadas a conseguir sus propios intereses sin preocupaciones por los derechos y la ética. De esta manera, las multinacionales prevalecen en la economía de los países pobres sin necesidad de un colonialismo directo en la mayoría de los casos. Se observa a menudo el siguiente mecanismo.
Las multinacionales se apoderan de las industrias mineras y de exploración, además de adquirir los sectores de altos resultados (como las comunicaciones). Ahorran un dineral mediante el empleo de mano de obra barata y desprotegida y posteriormente mediante la exportación y re-exportación venderán los mismos productos en esos países a un precio muy alto una vez que los competidores locales han sido eliminados inundando el mercado local de productos baratos entre otros mecanismos.
De esta forma, una multinacional de productos deportivos que fabrica balones en Pakistán con mano de obra infantil a la que paga cerca de un dólar diario, re-exportará a ese país y a otros esos balones con un coste de 80 dólares la pieza para que lo compre el mismo niño que ha sido explotado en su fabricación.
Lo que es sarcástico es que esos países poderosos predican la desregulación, la eliminación de protecciones a la industria local y del apoyo estatal a la agricultura, la industria y otras actividades económicas bajo el lema de «apertura», «desarrollo de la competencia» y «libre comercio». ¡Que se lo apliquen a ellos mismos!
Más ejemplos: en Francia el gobierno intervino con toda su fuerza para impedir que la compañía italiana Enel adquiriese la compañía francesa de electricidad y agua Suez y dio instrucciones para su fusión con la Francesa de Gas de titularidad estatal. El primer ministro Dominique de Villepin afirmó que era un paso importante por la «estratégica importancia de la energía para Francia», mientras que director de Enel, Fulvio Conti, veía la operación como una «nacionalización» de Suez. Otra situación se da en España, donde el gobierno intenta impedir la compra de la compañía eléctrica Endesa por la alemana E.ON. Además, el gobierno español afirma que tomará las medidas oportunas para impedir que compañías extranjeras adquieran empresas energéticas españolas. En otro caso, El gobierno de Estados Unidos obstruyó la oferta de gestión de un puerto por parte de una empresa de Dubai.
En conclusión, la globalización es un mecanismo para facilitar la hegemonía de las multinacionales capitalistas e incrementar sus beneficios a costa de los demás y de explotar a las gentes convirtiéndolos en esclavos consumidores. La globalización no es el enemigo a batir, ya que es un instrumento, el enemigo es el que lo usa, o sea, el capitalismo imperialista. Por tanto, creo que los lemas «anti-globalización» son ilusorios.
También mezclan los conceptos los que dividen la globalización en muchas «globalizaciones»: económica, cultural, militar, etc. Esto es también ilusorio, ya que pretende que algunos elementos de la globalización son beneficiosos, que no todos son malos. La globalización precisa de otras herramientas: culturales, militares, etc.
La intervención militar aparece para resolver las cuestiones que no han podido resolver las intervenciones políticas y económicas. El ejemplo de Iraq es muy ilustrativo, multinacionales como Bechtel y Halliburton siguieron a los soldados hasta los pozos de petróleo y los proyectos de infraestructura.
Ahora abordaré el efecto de la globalización en el mundo árabe.
Los regímenes imperantes en el mundo árabe son similares a los del tercer mundo: una continuación de la era colonial e integrados en los intereses de los poderes imperialistas. Debido a su subordinación política y económica de éstos, no representan los intereses de sus compatriotas, sino los de los países poderosos y sus multinacionales. Los intereses cambian y evolucionan, lo que significa que los líderes pueden ser cambiados cuando el mantenimiento de los intereses imperialistas lo requiere. Esto hace que esos regímenes sean objeto de constantes intrigas del exterior y miedo en el interior. Esto da lugar a una subordinación total al exterior y una seguridad obsesiva en el interior. Éste es el primer efecto de la globalización (= imperialismo) en el mundo árabe.
El segundo efecto es el abandono total de los programas de desarrollo locales independientes, la apertura de mercados locales, la eliminación de la protección a las industrias locales, además de la venta de empresas de titularidad estatal. Esto lleva inmediatamente a la pérdida de control del Estado sobre la economía y da lugar a un incremento enorme en los precios, inflación y estabilización o incluso decrecimiento de los salarios, el despido de gran número de empleados y la ausencia de perspectivas laborales serias que terminan en la propaganda estatal de «vencer la cultura de la vergüenza» que anima a los licenciados universitarios a convertirse en esclavos por 100 dólares al mes en las multinacionales israelíes en las Zonas de Desarrollo Industrial de Jordania.
El tercer efecto es que el Estado descubrió que no tenía ingresos tras la privatización, la venta del sector público (uno de los sectores que más ingresos proporciona al Estado), la eliminación de los impuestos y derechos de aduanas debido al compromiso con los acuerdos de libre comercio (otra fuente de ingresos) y la eliminación de las tasas sobre el capital extranjero para atraer capitales (la tercera fuente). La única fuente que quedaba era los impuestos a las personas y los billetes de transporte. Así que los regímenes dejaron de subsidiar bienes esenciales, introdujeron un impuesto sobre las ventas, lo incrementaron mucho (ahora en Jordania es 16% de cada producto vendido), se volvieron muy estrictos con el impuesto sobre la renta y todas las administraciones se convirtieron en una estructura para recaudar impuestos sin proveer servicios.
Bajo la globalización el Estado:
1- Se ha transformado en un facilitador del capitalismo y la explotación de los trabajadores, las personas y los recursos mediante cambios de las leyes y la eliminación de las protecciones y controles a cambio de unas comisiones en forma de ayuda, beneficios u otros.
2- No provee servicios al haber privatizado sus tareas sociales.
3- Recauda dinero de las personas para ¡llevar a la práctica esos dos puntos!
Es la labor de engaño más inteligente en la historia: ¡la gente financia su propia destrucción, explotación y transformación en esclavos consumistas!
Ni el pueblo árabe ni los demás aprecian este sistema. Lo que se necesita es no seguir el imperialismo y su globalización, sino establecer un desarrollo independiente y una separación de la dependencia. El que diga que esto es imposible debería observar la experiencia de Venezuela, Bolivia y Cuba, que aún desafía al embargo de Estados Unidos, probablemente el más largo en la historia.
Lo que es imposible en el mundo árabe es que tal desarrollo independiente se consiga en un único Estado. Esta es la razón por la que los regímenes árabes trabajan denodadamente para promover los estados actuales como horizonte definitivo, lo que lleva a eternizar la dependencia y la subordinación y el mantenimiento de los intereses de las clases dirigentes. Lo que hace falta es echar el «horizonte de los estados árabes» a la papelera y volver a una perspectiva pan-arábica. Mi opinión como marxista es que para confrontar al imperialismo, el sionismo y sus herramientas en el mundo árabe (los regímenes árabes), la gente explotada debería unirse para constituirse en los impulsores de la revolución.
Traducido por Agustín Velloso.