La derrota del PP es el dato más relevante de las elecciones andaluzas, y no debemos olvidarlo, el partido genuino de la burguesía sufre un retroceso espectacular, tiene el peor resultado en 25 años [2]. Aunque en el ánimo de la izquierda, sin duda, pesará más la oportunidad perdida. Y es lógico que así sea, […]
La derrota del PP es el dato más relevante de las elecciones andaluzas, y no debemos olvidarlo, el partido genuino de la burguesía sufre un retroceso espectacular, tiene el peor resultado en 25 años [2]. Aunque en el ánimo de la izquierda, sin duda, pesará más la oportunidad perdida. Y es lógico que así sea, ya que no basta con derrotar al PP, es necesario ser capaces de ofrecer una alternativa que suponga una transformación social en beneficio del pueblo trabajador y, en eso, las dos opciones alternativas (IU y Podemos) han fracasado en Andalucía.
IU cae al peor porcentaje de votos en unas elecciones andaluzas. Su mejor resultado fue de 20 diputados en 1994, lo mismo que hoy sumarían IU y Podemos juntos.
Estamos en las vísperas de las elecciones en otras autonomías y en los municipios de todo el Estado español, y eso es el preámbulo de unas elecciones generales decisivas. Extraer enseñanzas es una cuestión vital.
No hay tercera vía entre el socialismo y el capitalismo
La primera conclusión es la inexistencia de una tercera vía. En este período de crisis aguda del sistema capitalista no cabe una opción intermedia, el error de partida de la dirección de IU y del PCE en Andalucía fue ceder a los cantos de sirena de la socialdemocracia y pensar que se podía cambiar la sociedad siendo el rehén del bipartidismo. No es el único factor, por supuesto, pero la independencia del PSOE y sus políticas es condición indispensable para construir una alternativa; sin extraer esa conclusión no podemos avanzar ni un solo paso.
No es la primera vez que IU paga cara su participación en gobiernos de gestión del sistema. Toda la experiencia nos demuestra que las entradas de IU en gobiernos dominados por la política de sostener el sistema, sea con el PNV en Euskadi, sea con el PSC en Catalunya, dirige inexorablemente al contagio del cretinismo institucional y la contaminación de las políticas de los partidos del régimen del 78. Así ha sido, de nuevo en Andalucía.
El empirismo no nos sirve de mucho, pues ya hay dirigentes de IU y del PCE que están sacando la conclusión de que debíamos haber sido más sumisos con Susana Díaz y el aparato del PSOE; sin una perspectiva de clase, IU no será capaz de rectificar.
La gestión de la crisis nos ha llevado a respaldar un gobierno de recortes del gasto social, lo que nos ha enfrentado a nuestro propio electorado sin llegar a influir en absoluto en el electorado del PSOE que, con una pequeña pérdida de votos, aparece como triunfador al haber mantenido todos sus escaños mientras «derrotaba» al PP, se deshacía de IU y frenaba el hipotético tsunami de Podemos. Nuestra participación en el gobierno del PSOE ha transmitido la idea de que no había alternativa a la política de Susana Díaz, y así hemos reforzado el papel del reformismo.
La dirección de IU y del PCA han intentado «soplar y sorber» al mismo tiempo; no se puede decir que la prioridad es acabar con el bipartidismo y con el régimen del 78, y que eso se consigue con la movilización, y a renglón seguido formar parte de un gobierno que simboliza éso que decimos rechazar. Como en el lenguaje gestual, la gente saca la conclusión de que nuestros labios no dicen la verdad y, además de perder la oportunidad de confrontar nuestra política, perdemos credibilidad.
Nuestros electores han juzgado más lo que ha hecho Valderas como vicepresidente del Gobierno que lo que ha hecho Maillo en la campaña. La participación en el gobierno, con todo lo que ello ha conllevado, más la crisis de la organización federal, le ha costado 170.000 votos a IU en Andalucía. Es probable que la campaña de Maillo y Garzón haya salvado el grupo parlamentario. No está de más preguntarse qué hubiese pasado si la campaña no la hubiesen encabezado ellos. Al menos, la campaña fue creciendo y galvanizando a la militancia, como demuestra el mitin de Málaga con Maíllo, Alberto Garzón y Julio Anguita.
El retroceso de IU le ha dejado en la zona peligrosa en la que se «pierden» muchos votos (y escaños). Todos los votos de Almería, Jaén y Huelva se pierden al no sacar ningún diputado. Eso marca la diferencia entre que el PSOE perdiendo un 4% mantenga el número de diputados e IU cayendo un 4,5% pierda 7. No es lo mismo caer un 4% de 40 que de 10. Pero es que la sumisión de IU a las políticas del PSOE ni siquiera sirvió para acabar con una ley electoral injusta hecha a la medida de los partidos mayoritarios [3]. En Huelva, con más del 6% de los votos no se obtiene diputado.
La clave no era entrar, sino salir a tiempo
Cuando en IU se abrió el debate acerca de la conveniencia de entrar en el gobierno de coalición con el PSOE, quienes nos opusimos a la decisión de la dirección federal de IU y del PCE, defendimos una posición muy concreta: lo malo no es entrar en el gobierno, eso hasta podría reforzar la idea de que estamos dispuestos a explorar la opción de llevar un programa común en beneficio de las familias de la clase trabajadora; el verdadero problema es que no sabremos salir, una vez demostrada la imposibilidad de hacer una política de izquierdas con un gobierno del Partido Socialista andaluz.
En definitiva, lo que demostraba esto no era un error de táctica, de alianzas, sino un déficit de fondo: los dirigentes de IU no creían en nuestra fuerza, no creían en la posibilidad de la defensa de un programa de transformación socialista de la sociedad. Ese es el auténtico problema, por eso estaban atados de pies y manos, incapaces de levantar una bandera limpia e independiente frente al reformismo, porque, ésa es la cuestión, la mayoría de nuestros dirigentes no comparten el programa del marxismo, no van más allá de las reivindicaciones democráticas o del reformismo de izquierdas.
IU ha tenido varias ocasiones de salir del gobierno defendiendo una alternativa política (presupuestos, vivienda, banca pública…), pero se ha situado en el peor escenario posible, dejando la iniciativa en manos de la presidenta. Después de eso, la derrota estaba cantada. A pesar de haber movilizado a la militancia y haber conseguido unos mítines magníficos, la huella del error cometido no era borrable a corto plazo.
A eso debemos añadir, por supuesto, el efecto de la crisis general de IU en el Estado español, el escándalo de Bankia, una dirección federal errática y débil incapaz de poner orden en su propia casa. El desastre del Tamayazo preventivo que el partido Bankia ha provocado en IU de Madrid, con la consecuencia de la eliminación de todos los candidatos y candidatas que ganaron los procesos de primarias en IU tanto en la Comunidad como en Madrid capital, Getafe o Alcorcón. Pueden decirlo en verso, pero es un golpe de mano que anula la decisión democrática de militancia y votantes en las primarias, una rima disonante.
En esas condiciones el haber mantenido el grupo parlamentario en Andalucía puede considerarse un mérito. Lo que no es un mérito es haber dejado que IU llegue a esta situación.
El proceso interno no es el objeto de esta reflexión, aunque no podemos abstraernos de él, sino analizar la experiencia vivida y rectificar el camino.
Syriza da una lección incuestionable
Izquierda Unida ha pretendido siempre su homologación con Syriza, incluso algunos compañeros de la dirección como Cayo Lara, invertían hasta hace poco la comparación diciendo que, en todo caso habría que decir que Syriza era como IU. Pues no.
Hay mucho que aprender de la experiencia vivida por el pueblo griego en los últimos años, pero en lo que ahora debatimos existe un factor determinante, la relación de Syriza con el PASOK.
Tenemos, en última instancia, dos opciones a considerar en la relación de IU con el PSOE. La primera es pensar, como hasta ahora se ha hecho, que podemos poner a parir a este partido en las campañas electorales diciendo tonterías como «PP, PSOE, la misma mierda es», y después formar gobierno con ellos, como partido subalterno, siempre que nos brinden la ocasión.
O podríamos entender de una vez por todas que sin el electorado del PSOE No cabe una alternativa transformadora, y eso no nos puede llevar, como a los llamazaristas, a imitar la política del PSOE, sino precisamente a todo lo contrario, a combatirla sin cuartel, pues sólo conquistando a los votantes socialistas podemos acumular la fuerza necesaria para luchar por la transformación socialista de la sociedad. Y ahí está precisamente la paradoja, la manera de ganar a los votantes socialistas no es imitando la política de sus dirigentes y acercándose a ellos, sino demostrando que los dirigentes del PSOE son parte del sistema y que IU si lucha por la transformación del sistema, empezando por poner fin al régimen del 78.
Esa ha sido una de las claves vitales del éxito de Syriza en Grecia. Si observamos los resultados de las elecciones, veremos que el triunfo de la izquierda radical griega se cimenta en el desastre del PASOK. El partido de la burguesía, Nueva Democracia, perdió un dos por ciento, sin embargo los votos socialistas fueron conquistados por Syriza.
En el año 2009, el PASOK obtuvo mayoría absoluta en las elecciones griegas, un 43,92% de los votos, y Syriza sólo un raquítico 4,60%. Pero unos pocos años y muchas huelgas generales después, en 2012 Syriza pasó al 26,8%, y el PASOK a un 12,2%, para conquistar en las últimas elecciones el triunfo que le ha permitido hacerse con el gobierno.
En el caso andaluz, vemos como la derrota de la burguesía es más brusca aún que en Grecia, a pesar de haber tejido a toda prisa un nuevo partido, Ciudadanos, para recoger una parte de la sangría del PP que podría ir a la abstención o a Podemos. Pero eso no ha impedido una derrota palmaria del PP.
Izquierda Unida tenía tres retos, que no podía superar sólo en Andalucía: tener una política de independencia frente al PSOE y corregir su error de las elecciones europeas planteando una política de frente único a Podemos y basar su perspectiva en la movilización de la clase obrera, lo que incluye combatir a la actual dirección de UGT y CCOO.
Podemos no puede
Podemos ha tenido un resultado que podría considerarse excelente, con 15 diputados, pero cuando lo conseguido está por debajo de lo esperado se debe reflexionar. Esta organización tiene un sello determinante de la pequeña burguesía en su capa dirigente aunque, sin duda, entre su militancia y sus votantes está un sector determinante de activistas y trabajadores, de gente que es imprescindible en el proceso de transformación social. Pero los dirigentes carecen de raíces en el movimiento obrero y tienen todos los tics de la pequeña burguesía. Su soberbia debería rebajarse tras los resultados de Andalucía.
Es cierto que era una comunidad donde no les favorecían las encuestas como en Madrid u otras, pero es cierto también que su proclama y la realidad son discrepantes. Podemos no ha podido ni derrotar al bipartidismo ni ser alternativa, pero su sectarismo, su incapacidad de haber hecho una oferta de unidad a IU para construir una nueva alternativa, ha hecho que se pierdan votos de la izquierda.
Aquí si que «tanto monta, monta tanto», Izquierda Unida como Podemos. No es que estas organizaciones tengamos que unirnos, lo que la realidad reclama es la capacidad de generar una nueva organización que sea de verdad el reflejo del movimiento gestado en la sociedad estos años y que merezca las palabras de Marx y Engels, «la clase obrera organizada como partido», barriendo al basurero de la historia tanto a la nueva capa de burócratas, como al burocratismo orgánico de los viejos aparatos.
Pero la unidad que necesitamos no es unidad por las cúpulas de las organizaciones, ni unidad para repartir puestos en listas electorales. En primer lugar, debe ser unidad para luchar, para levantar movilizaciones que hagan tambalearse al poder. Es indudable que en los últimos años se ha producido una gran transformación de las conciencias en nuestra sociedad, la crisis de sobreproducción del capitalismo ha proporcionado las bases objetivas, pero las conciencias se han transformado en la lucha, en la participación. Son las huelgas generales, el 15 M, las marchas de la dignidad, la lucha contra los desahucios… lo que ha generado la crisis del bipartidismo y la oportunidad de cambiarlo todo. Es imprescindible implicar al movimiento obrero, es vital arrastrar a los sindicatos a esta lucha y, si es preciso, desplazar a sus actuales dirigentes por otros que estén dispuestos a plantar cara en la defensa de nuestra clase.
Demasiado pronto se ha inclinado todo el movimiento al terreno electoral, que es importante pero que solo puede ser una consecuencia de la lucha. El peligro del cretinismo parlamentario y electoralista amenaza con atenazar a la izquierda. En la lucha se forja la verdadera unidad, se avanza en la comprensión de los procesos y los objetivos y se preparan las victorias electorales. Paradójicamente a mayor electoralismo de la izquierda peores resultados electorales se obtienen.
La oportunidad sigue viva, a pesar de todo
A pesar de todo, la oportunidad de construir una alternativa sigue viva. Hemos perdido una batalla, desde luego importante, pero no hemos perdido la guerra.
En Andalucía, sumando los votos de IU, de Podemos y del PSOE, supondrían un 57,16% del total (2.260.000 votos), frente a un 36,04% (1.420.000 votos) de PP y Ciudadanos. Se puede decir lo que sea de Susana Díaz y los dirigentes del PSOE, peros sus votantes les respaldan porque los consideran una opción de izquierdas y, tal como ha demostrado Syriza, esos votos pueden ir a una alternativa que haga los méritos necesarios para ello.
La situación objetiva nos va a ofrecer más oportunidades, nos las merezcamos o no, simplemente porque expresa una necesidad histórica, una fuerza que late en el interior de la sociedad y que, como el magma volcánico, no encuentra la vía adecuada para surgir al exterior con toda su fuerza, y hace intentos, a través de IU, a través de Podemos, pero necesita una vía más ancha y con identidad de clase, necesita que las organizaciones se limpien en el torrente de la movilización social, de donde surgirán las fuerzas necesarias para el cambio de sociedad que necesitamos.
Para ello, en lo que a la militancia de IU corresponde, debemos llevar a cabo una revolución en la organización y arrojar a los mercaderes, al partido bankia, a quienes ponen sus intereses personales por delante de los del pueblo trabajador, a quienes mendigan migajas en las mesas de los poderosos porque no tienen el valor y la convicción para conquistar lo que por derecho nos corresponde.
Hemos aplazado demasiado tiempo una Asamblea Extraordinaria de IU Federal, que debíamos haber convocado tras el proceso de las elecciones europeas, que ya dejó muy clara la pendiente por la que estaban deslizando a la organización la dirección federal y federaciones como la de Madrid.
Porque otra IU no sólo es posible aún, es una necesidad para construir la alternativa que necesitamos. Tenemos compañeras y compañeros capaces de tomar en sus manos el proyecto, una militancia dispuesta a asaltar los cielos. Demos ya ese paso que los tiempos nos reclaman.
Notas
[1] Alberto es miembro de la Presidencia Federal de IU, Jesús es candidato de «A por ellos, la izquierda para cambiar Madrid» a las primarias de «Ahora Madrid» y Jordi miembro de Cambiar IU Madrid.
[2] El PP ha perdido la mitad de su voto respecto a las elecciones generales de 2011 y medio millón respesto a las autonómicas anteriores. Pasa de ganar las anteriores elecciones autonómicas con un 40,66% (por eso el PSOE necesitó aliarse con IU), a un 26,76%.
[3] Comparación de la distribución de escaños adjudicados en las recientes elecciones andaluzas y el reparto resultante en un sistema proporcional puro, en el que todos los votos valiesen lo mismo (lainformacion.com): La situación cambia bastante demostrando la importancia de haber cambiado la Ley electoral.
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