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Joe Sacco ha dado voz a los oprimidos en Palestina (y otros lugares)

Fuentes: Jacobin Magazine

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

La icónica novela gráfica de Joe Sacco, Palestina, cumple 25 años. Su descripción de la vida bajo la ocupación está en concordancia con el resto de sus trabajos: contar las historias de los oprimidos que los poderosos preferirían olvidar.

“Las personas con las que convive –escribió Edward Said– son las perdedoras de la historia, desterrados a una periferia en la que parecen vagar sin esperanza […] Con la excepción de uno o dos novelistas y poetas, nadie ha reflejado jamás tan bien el terrible estado de las cosas”*.

Puede resultar sorprendente que unos pocos párrafos antes, el icónico intelectual palestino rememorara las ediciones ilícitas de Superman y el Capitán Marvel que conseguía a escondidas siendo niño, porque sus palabras no elogiaban un volumen académico o un documental político, sino un libro de cómics, concretamente Palestina, de Joe Sacco.

Publicado hace ahora 25 años, el comic de Sacco que describía la vida en los territorios ocupados fue revolucionario. Era raro (y lo sigue siendo) que alguien documentara a las personas de carne y hueso que vivían en Palestina, por detrás de los titulares y los debates políticos. Sacco traza un retrato de la vida en Cisjordania y en Gaza con toda su caótica e imperfecta realidad, sin intenciones ocultas ni proponer soluciones.

Las imágenes se te quedan clavadas: niños palestinos alcanzados por balas perdidas que llenan las salas de los hospitales; colonos judíos adolescentes que patrullan las calles de Hebrón armados con [subfusiles] Uzi; el llanto de un abuelo al que los soldados israelíes han obligado a cortar el olivar familiar, su única fuente de ingresos; casas demolidas en castigo por los delitos no demostrados de familiares de los residentes. A pesar de los años, esas historias mantienen una inquietante relevancia hoy día: el año pasado se registró la tasa más alta de demoliciones de hogares de los últimos 4 años y solo el mes pasado (enero 2021) el ejército israelí arrancó 3.000 olivos palestinos.

El autor junto a la edición integral de su libro

En su novela gráfica, Palestina, Sacco entremezcla la historia de la Declaración de Barfour –que en 1917 proclamaba el apoyo del gobierno británico a la creación de una “patria para los judíos”– con la Nakba y la realidad de lo que estos acontecimientos representan para los palestinos. Cuenta historias como la de un anciano refugiado palestino que regresa a su antigua aldea después de medio siglo y la encuentra demolida.

En una época en la que, para muchos, el pueblo palestino “no existía” –como afirmó en una ocasión la antigua primera ministra israelí Golda Meir–, el retrato que hace Sacco de la vida en los territorios ocupados es un rotundo rechazo a esa idea. Los palestinos existían, existen y seguirán existiendo, como un pueblo genuino, con vidas, empleos y familias en el interminable limbo de la ocupación.

Nacido en Malta, Joe Sacco se crió en Australia y Estados Unidos, ejerció el periodismo para los informativos regionales de EE.UU. y practicó sus ilustraciones para el consorcio de turismo de Malta. A finales de la década de los 80 inició un viaje que le llevó hasta Oriente Próximo, en un momento en que Palestina estaba en erupción. Desde la Primera Intifada, ha escrito sobre el conflicto bosnio (Gorazde Zona ProtegidaEl mediador), sobre la pobreza en Estados Unidos (Días de destrucción, días de revuelta) o sobre las experiencias de los indígenas de Canadá (Tributo a la tierra).

En estas historias, similares a las del periodismo gonzo de los 70, Sacco se niega a asumir que la historia sea independiente del autor, que pueda realizarse el trabajo sin que una parte del escritor se vuelque en las páginas. En su libro Palestina, Sacco reconoce su papel en la historia. Desde las representaciones caricaturescas de su rostro con gafas perdido en medio de una muchedumbre de manifestantes israelíes, hasta sus comentarios informales sobre todo lo que le rodea y la crítica constante a su aparentemente irregular conducta, resulta imposible no darse cuenta del papel de Sacco en su propia obra. En libros como Palestina, el lector le acompaña en sus encuentros con múltiples “perdedores de la historia”, que relatan sumisamente sus vicisitudes y evocan fielmente la miseria en la que están atascados.

Inspiradas en las pinturas de Goya y Bruegel y en el estilo de Trampa 22 de Joseph Heller, las ilustraciones de Sacco adoptan un estilo casi hiperrealista. La expresión exagerada de cada personaje es un reflejo de quiénes son, mientras que sus panorámicas ambientales captan incansablemente cada detalle de la vida cotidiana. Sacco combina unos dibujos típicos de cómic contracultural con la descripción sincera de los sujetos que llenan sus páginas, a quienes trata no como caricaturas sino como personas reales.

Curiosamente, el último libro de Sacco, Tributo a la Tierra da un giro. En él cuenta la historia del pueblo indígena dene, de Canadá, a lo largo de décadas, con una amplia cobertura que va desde la pobreza generalizada, el alcoholismo y el consumo de drogas hasta masa metálica de oleoductos y gasoductos que se van expandiendo creando cicatrices en el inmenso paisaje canadiense.  

En uno de sus capítulos más contundentes, cuenta la historia de 150.000 niños indígenas obligados a recibir una educación occidental en internados públicos, en donde se borraba deliberadamente su cultura y su identidad y abundaban los malos tratos verbales y físicos y los abusos sexuales. Unos 6.000 niños murieron en estas escuelas, que se mantuvieron abiertas hasta la década de los 90 y fueron catalogadas en un informe de 2015 como instrumentos de un “genocidio cultural” sancionado por el Estado. A través del persistente trauma de los niños que vivieron en estas instituciones, Sacco muestra un excepcional panorama de la dolorosa y tensa historia del pueblo dene, que ha provocado el sufrimiento y la tristeza a la que se enfrentan hoy día.

Otro de los puntos fuertes de la obra de Sacco es que no ofrece soluciones políticas. Su trabajo posee un cinismo incorporado en relación a los soldados y los políticos, frente a las autoridades o las figuras lejanas que nunca se enfrentan al sufrimiento que él documenta. Parte de sus críticas las reserva para otros periodistas; al pasar meses con sus protagonistas en lugares como Palestina o Bosnia, fue testigo de las visitas relámpago de reporteros occidentales que utilizan la devastación como telón de fondo para captar la atención en sus crónicas y luego desaparecen al día siguiente. Tal y como explicaba Edward Said: “Joe está ahí para sumergirse en Palestina, y punto; su única meta es pasar tanto tiempo como le sea posible con los palestinos o, si acaso, acabar experimentando la vida que los palestinos están condenados a llevar”.

Esa es la esencia de la grandeza de la obra de Sacco. Sus trabajos no son meros reportajes ni el punto de vista de un experto sino un intento de dar vida con el lápiz a los relatos de personas reales, ya sean supervivientes de la guerra de Bosnia que encuentran cierto sentido de identidad cultural en los cigarrillos bosniacos o en los vaqueros Levi’s, palestinos en campos semipermanentes de refugiados contando historias mientras beben un té superdulce tras otro, o el pueblo dene, “desamarrado de la cultura que tiempo atrás les anclaba”, mientras se entrega su tierra a las compañías petroleras y gasísticas para que la perforen.

Sacco es leal a los seres humanos atrapados en medio de los grandes conflictos, revueltas e intervenciones liberales de la década de los 90 y de la primera década de 2000: aquellos cuya influencia es menor, son los que más sufren. Ha dado cara y voz a los “perdedores de la historia” (como les llamaba Said) poniendo en lugar central sus vidas, sus historias y su humanidad cotidiana. Un cuarto de siglo después de la primera publicación integral de Palestina, Sacco nos implora que no olvidemos el coste humano del meollo del conflicto.

N. del T.: * Las citas de Said están extraídas del prólogo a la edición integral de Palestina (Planeta Comic, 2015), escrito en 2001. Joe Sacco tiene traducida y publicada en España casi toda su obra. Sobre Palestina, además de la obra citada tiene Notas al pie de Gaza (Mondadori, 2009).

Fuente: https://jacobinmag.com/2021/03/joe-sacco-comics-palestine-edward-said

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