La dilatada experiencia de José Luis Sampedro le aporta una lucidez fuera de lo común para comprender el sentido de la vida. «Vivir con dignidad significa vivir la vida propia, la de cada uno, no la que le imponen; y eso puede hacerse incluso en un calabozo, siempre que uno piense que con su […]
La dilatada experiencia de José Luis Sampedro le aporta una lucidez fuera de lo común para comprender el sentido de la vida. «Vivir con dignidad significa vivir la vida propia, la de cada uno, no la que le imponen; y eso puede hacerse incluso en un calabozo, siempre que uno piense que con su cabeza».
Con esta nitidez y contundencia se ha expresado el economista y escritor de 90 años, José Luis Sampedro, en el Centre Octubre de Valencia, durante la presentación del último libro de Santiago Carrillo, «Los Viejos Camaradas».
Sampedro ha subrayado que actualmente «vivimos en un tiempo de barbarie»; de hecho, «en 2.000 años ha avanzado mucho la ciencia, pero hemos ganado muy poco en sabiduría; el planeta sigue dividido en barreras, vallas y prejuicios, mientras que las ciencias sociales no han sido capaces de resolver los conflictos de manera pacífica». Y, frente a la barbarie, afirma Sampedro, el arma principal es el pensamiento libre.
El catedrático de Estructura Económica por la Universidad Autónoma de Madrid, autor de obras como «Conciencia del Subdesarrollo» y «Mercado y Globalización», ha desarrollado esta reflexión: «Se habla mucho de la libertad de expresión, pero poco de la libertad de pensamiento, de pensar uno por sí mismo».
Y añade una reflexión sobre las barreras con que topa el ejercicio del pensamiento libre: «El poder es el gran enemigo de las personas libres, de aquéllos que piensan por su cuenta y viven la vida de acuerdo son sus principios, sin traicionarse».
Además, los 35 años de docencia en Ciencias Económicas le llevan a la siguiente reflexión en la que se mezcla lo individual y lo colectivo: «Siempre se habla del desarrollo económico, en términos comparativos de un país respecto a otro. Sin embargo, la idea de subdesarrollo o desarrollo deberíamos aplicarla respecto al potencial de cada uno; y esto vale para países o personas».
En la misma línea existencial, el escritor y destacado humanista ha subrayado que el ser humano se guía por «creencias». «Uno tiene derecho a asumir sus creencias y vivir de acuerdo con ellas, pero siempre que no se impongan a los demás».
Hace más de 50 años Sampedro ya escribió que el capitalismo «estaba perdiendo fuelle y debía sustituirse por otro sistema». Ahora, con palabras como «desarrollo» y «productividad» en el centro de la agenda mediática y universitaria, critica esta primacía de los «intereses» en detrimento de los «valores».
Y el autor de obras como «El río que nos lleva»; «Octubre, Octubre», «La Sonrisa Etrusca» o «La Vieja Sirena» ha citado en este punto a Machado que, en su «Juan de Mairena» afirmaba que para que una sociedad cambie han de hacerlo primero sus dioses, es decir, sus valores. «Y el dios actual es sin duda el dinero», sentencia Sampedro.
El futuro permite, por el momento, abrigar pocas esperanzas, a juzgar por las palabras del escritor y académico. «Mientras predomine el ánimo de lucro sólo habrá chapuzas y reformas, y será indiferente en manos de quién esté el poder político». «Por eso el poder puede cambiar de manos, como en la toma de la Bastilla, pero si no se trabaja en el ámbito del pensamiento, 15 años después aparecerá Napoleón».
Tras esta primera intervención, Santiago Carrillo se ha referido a su último libro, «Los Viejos camaradas», un recorrido por las biografías de dirigentes comunistas que se implicaron en la defensa de la II República y la lucha antifranquista, entre otros, José Díaz y Dolores Ibárruri. Militantes de la Juventud Socialista Unificada y de las Juventudes Comunistas, jefes militares, guerrilleros y activistas de la clandestinidad también tienen un hueco en el texto del nonagenario ex secretario general del PCE.
Los jóvenes han sido los principales destinatarios de las palabras de Carrillo. Las generaciones más jóvenes «han de batallar muy duro en la vida porque nadie les va a reglar el futuro», ha afirmado el autor de «Los viejos camaradas». Un ejemplo para transitar este duro camino son los viejos comunistas, a quienes Carrillo ha considerado «un paradigma del sacrificio por una idea y unos valores; esta entrega, incluso de la vida, por un ideal hoy se considera una rareza».
Otra idea sobre la que ha girado el debate posterior a la presentación es la vigencia de la utopía revolucionaria. «La época de las revoluciones no ha pasado; si continuamos por el camino de invasiones, conquistas y depredación de los recursos naturales, podemos volver a vivir guerras y revoluciones».
Sin embargo, ha añadido Santiago Carrillo, «es cierto que en occidente se ha dado un progreso material, pero en ningún caso una superación de las clases sociales ni de las divisiones reales que afectan al mundo», «Vivimos en una democracia mediática; los ricos tienen más poder que nunca y en ese sentido hemos retrocedido notablemente».
«Una revolución debería ser consecuencia de que la gente piense y vea las cosas a través del conocimiento científico; por ejemplo, que sea consciente de que los bancos, en lugar de funcionar como un negocio privado, actúen como un servicio público y con criterios de interés general», ha concluido el autor de «Los Viejos Camaradas».
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