Por 0. Agtun baby, agtun! Die Kommune 1 oder K1 war die erste politisch motivierte wohngemeinschaft in Deutschland. Sie wurde am 1 de enero de 1967 in Berlin gegründet und löste sich im Noviembre 1968 endgültig auf. Die Kommune 1 entstand als Gegenreaktion auf den Zeitgeist der deutschen 60er-Jahre, in der sehr konservative Moralvorstellungen herrschten, […]
Por 0. Agtun baby, agtun!
Die Kommune 1 oder K1 war die erste politisch motivierte wohngemeinschaft in Deutschland. Sie wurde am 1 de enero de 1967 in Berlin gegründet und löste sich im Noviembre 1968 endgültig auf. Die Kommune 1 entstand als Gegenreaktion auf den Zeitgeist der deutschen 60er-Jahre, in der sehr konservative Moralvorstellungen herrschten, insbesondere bzgl. der geschlechterrolle sowie der Sexualmoral.
¡Dios! como impone este idioma. Podría afirmar rotundamente que se afirman grandes sucesos y simplemente se describe a unos deustch trastornaten, variante alemana del disperso mundo de las guerrillas culturales, que se divirtieron tanto como nuestros amigos los provos y los indiani.
1. La cocina creativa de la Kommune 1: El atentado del flan
Uwe Johnson. Proclamaron la revolución de la vida cotidiana: la familia nuclear burguesa debía ser reemplazada por lo colectivo.
Un día el Ejército de Salvación se encontró en apuros cuando cantaban su serenata en la calle Kurfürstendamm de Berlín. ¿Qué coño pasa? ¿Por qué nos molestan? se preguntaron. La polizei confundiólos con miembros de la comuna. Con la táctica de jugar a «la liebre y el erizo» aprovechaban cualquier ocasión, sin recurrir a la violencia física, para provocar a las fuerzas del orden y ridiculizarlas. Los activistas de la K 1 dominaron a la perfección la táctica del desvelamiento de estructuras autoritarias. Sus acciones provocaban reacciones indiscriminadas por parte de la policía, de la que tampoco se salvaban los ciudadanos-espectadores. Métodos y usanzas estos que coinciden con la de los yippies, que utilizaban la provocación mediante los happenings políticos agresivos.
No obstante las coincidencias van más allá de los métodos. Teufe V Langhans publicó Klau mich (róbame) idéntico título al del insigne yippie Abbie Hofman: Steal this book (roba este libro).
Numerosas acciones de la K 1 poseían ciertas reminiscencias que aludían directamente a la espontaneidad dadaísta. «No se exagera afirmando que las formas de acción específicamente antiautoritarias adquirieron carácter masivo justo en el momento en que la Sozialistische Deutsche Studentenbund (SDS [Alianza de Estudiantes Socialistas Alernanes) se fusionó con una línea que históricamente se remontaba al dadaísmo berlinés».
La opinión pública, como siempre, no vio más allá de la norma y centró sus morbosos focos y sus mezquinos plumillas en el llamamiento a la «promiscuidad» de la comuna.
2. ¿Quiere ser usted un Provo? Fórmese con nosotros.
Como «Comité provisional para la preparación de la autoorganización estudiantil», la K 1 reventó -provistos de chapas del Chairman Mao- una asamblea de 6.000 estudiantes del ASTA (parlamento estudiantil) de la Universidad libre de Berlín. Distribuyeron una sensata octavilla «acerca de la idiotez de los especialistas», invitando a los asistentes a abandonar la universidad, a trabajar y a comprar con el sueldo una casa para convertirla en comuna. Lugar este donde practicar el amor libre y organizar cursos para la formación de un partido. El plan perfecto. El objetivo era formar auténticos provos alemanes que se desplegarían por toda la sociedad e iniciarían acciones perturbadoras.
Motivado por el deseo de un cambio radical el movimiento antiautoritario -la K 1 era uno de sus productos- quería sacudir los cimientos petrificados de la sociedad alemana. Su potencial revolucionario brotó al considerar que lo individual y lo social eran igual de importantes a nivel político y que, por tanto, no podían ser contemplados por separado. La transformación propia no debería ser vista como un asunto personal, como hasta entonces, sino como aportación a un cambio radical de la sociedad.
3. Promiscuidad, Klau mich y happenings agresivos
Durante algún tiempo los futuros miembros de la comuna (Fritz Teufel. Rainer Langhans, Dieter Kunzelmann, Uschi Obermaier, etc.) encontraron cobijo en el piso berlinés del escritor Uwe Johnson. Proclamaron la revolución de la vida cotidiana: la familia nuclear burguesa debía ser reemplazada por lo colectivo.
Un día el Ejército de Salvación se encontró en apuros cuando cantaban su serenata en la calle Kurfürstendamm de Berlín. ¿Qué coño pasa? ¿Por qué nos molestan? se preguntaron. La polizei confundiólos con miembros de la comuna. Con la táctica de jugar a «la liebre y el erizo» aprovechaban cualquier ocasión, sin recurrir a la violencia física, para provocar a las fuerzas del orden y ridiculizarlas. Los activistas de la K 1 dominaron a la perfección la táctica del desvelamiento de estructuras autoritarias. Sus acciones provocaban reacciones indiscriminadas por parte de la policía, de la que tampoco se salvaban los ciudadanos-espectadores. Métodos y usanzas estos que coinciden con la de los yippies, que utilizaban la provocación mediante los happenings políticos agresivos.
No obstante las coincidencias van más allá de los métodos. Teufe V Langhans publicó Klau mich (róbame) idéntico título al del insigne yippie Abbie Hofman: Steal this book (roba este libro).
Numerosas acciones de la K 1 poseían ciertas reminiscencias que aludían directamente a la espontaneidad dadaísta. «No se exagera afirmando que las formas de acción específicamente antiautoritarias adquirieron carácter masivo justo en el momento en que la Sozialistische Deutsche Studentenbund (SDS [Alianza de Estudiantes Socialistas Alernanes) se fusionó con una línea que históricamente se remontaba al dadaísmo berlinés».
La opinión pública, como siempre, no vio más allá de la norma y centró sus morbosos focos y sus mezquinos plumillas en el llamamiento a la «promiscuidad» de la comuna.
4. Un tipo se fuma un porro en una foto del Spiegel. El juicio de los que juzgan
Los medios de comunicación convirtieron la experiencia de la K 1 en una central de espantaciudadanos. Los prejuicios contra generaciones de pisos compartidos estuvieron marcados por esta imagen deformada, a pesar de que el verdadero día a día de la K 1 en realidad había sido bastante pequeñoburgués. Las fotos de Uschi Obermaier fumando un porro se vendieron a las revistas de información Stern y Spiegel. Un trabajo pactado. La campaña de difamación por parte de los periódicos del magnate Springer consiguió convertir a los K 1 en peligrosos enemigos del Estado. Su criminalización mediática alejó a mucha gente de su entorno. Pero los miembros de la K 1 que se sentaban en el banquillo entendieron las vistas en la audiencia como una amable oferta por parte del Estado. A su disposición tenían un escenario para nuevos happenings. Desvelaron al procedimiento judicial como ritual del poder.
En marzo de 1968, un reportero old fashioned del Spiegel se lamentaba en un artículo del aspecto de Teufel. Según el articulista la elegancia de Teufel suponía «la deshonra total de la manera de vestir occidental». De este proceso procede la legendaria frase que Teufel dijo acerca de la orden de levantarse ante el tribunal: «Bueno, si eso ayuda a encontrar la verdad». Cuando se le pidió a Teufel someterse a un dictamen psiquiátrico, él manifestó no tener ningún inconveniente en hacerlo, siempre y cuando el juez y el fiscal se sometiesen también a tal reconocimiento.
5. Las mujeres (die frauen)
Gretchen Dutschke-Klotz afirmó tajantemente: los hombres de la K I «parecían tener principalmente un objetivo, el de convertir a las mujeres en sus objetos sexuales comunes». Frases como «A mí qué me importa la guerra de Vietnam; yo tengo que solucionar mis dificultades para llegar al orgasmo», apoyaban el razonamiento. La práctica social cotidiana de la K 1 estaba marcada por influencias sexistas-patriarcales. No obstante, fue paradójicamente esta insistencia en el factor subjetivo la que contribuyó luego a preparar el terreno para el cuestionamiento de este patriarcalismo.
6. «A mí qué me importa la guerra de Vietnam; yo tengo que solucionar mis dificultades para llegar al orgasmo»
«La Comuna 1 fue el símbolo de una fase del movimiento antiautoritario en cuyo centro se encontraban los procesos de aprendizaje permanente, pero también los esfuerzos por cambiarse a sí mismo. Es posible que sus formas ritualizadas de acción hayan entrado en la «pendiente irresistible de los procesos de valorización que se autoalimentan» y que Teufel, Langhans y compañía se hayan realmente convertido en «provocadores mentalmente entrenados de la sociedad mediática capitalista» y en «sus suministradores dependientes». A pesar de todo, favorecieron el desarrollo de la acción espontánea, la iniciativa colectiva y la autoorganización de cara la emancipación del aquello que se llamaba «sujeto histórico». La comuna se oponían al poder del Estado con creatividad; a las armas, con la movilidad; a la brutalidad, con la pasión; a las porras, con el lenguaje.
La K 1 marcó la imagen social del 68. Las diferencias ideológicas cada vez más acusadas acabaron en 1967 con la exclusión de la K 1 de la SDS . Se les acusó de «falsa espontaneidad», de «sobrevaloración» y de «huida de la realidad». A despecho de todas las diferencias, la K 1 continuó con sus acciones, en parte apoyadas por miembros de la SDS. Según dicen, el proyecto K 1 fracasó finalmente por sus contradicciones internas.
7. K2 und Zentralrat der umherschweifenden Haschrebellen.
La Kommune 2 (K 2), una escisión de la K 1, fue fundada por Jan Carl Raspe, el hombre de la Baader-Meinhof, y conocida también como comuna política, Heike Brandt y otras como respuesta al narcisismo, al culto de los ídolos y a la instrumentalización de algunos compañeros proletarios por parte de miembros de la K I. La K 2 intentaba llevar a la práctica la reivindicación volterética de Rudi Dutschke de «revolucionar a los revolucionarios» como «condición previa a la de revolucionar a las masas», una árida exigencia que la K 1 no pudo o no quiso cumplir.
Hablando de los problemas cotidianos, la Comuna 2 tenía que luchar con el problema de los trabajos de casa ( «En casa reinaba de manera periódica un caos improductivo. Todo estaba sucio. Por ejemplo, uno no tenía ganas de bañarse porque le baño apestaba cuando había diseminadas por allí miles de toallas sucias») . No obstante la educación de los pequeños provos alemanes no era descuidada. Al parecer, a los miembros de la comuna les gustaban, sobre todo, según parece, a Raspe. Habría que entrevistar a esos niños y niñas nacidos en la comuna para enterarnos cómo la vivieron y sobrevivieron. Quizá vivieron allí poco tiempo para que dejara en ellos influencias duraderas. Con las finanzas de la economía domestica común tampoco había dificultades; los miembros eran poco exigentes en cuanto a bienes y placeres materiales.
«El proceso revolucionador del individuo burgués» fue el título de su manual de vida cotidiana. Afirman los críticos de la comuna que estos jóvenes «nacidos en el seno de la burguesía querían hacerse revolucionarios auténticos por la vía de la comuna. El hecho de no conseguirlo es la verdadera causa del tan evocado fracaso, de la frustración. «El privilegio de pasar dos años sin tener que trabajar» pudiendo dedicarse exclusivamente al «proceso revolucionador del individuo burgués» no produjo ningún éxito. Ellos lo saben y les remuerde la conciencia.»Nos hemos divertido poniendo orden a nuestra vida (particular)», se afirma con amargura en una ocasión. ¿Cuál fue el «efecto de esta fase que duró varios meses»? Sólo un «completo entumecimiento, apatía que ha producido horribles frustraciones por todas partes».
Había que buscar una causa de este fracaso, y la encontraron: para llevar a cabo el proceso revolucionador los intelectuales necesitan del proletariado, pero el proletariado no colaboró. Para la fase siguiente se preveía la creación de grupos «que se pondrían en contacto con la clase obrera». Sabemos que de esto no salió nada. Apatía fue su consecuencia… o desesperación. A Raspe le llevó a Baader y a Stammheim. (Klaus Menherte dixit en »La rebelión de la juventud»). Pues eso.
Mucho antes de que el ciudadano berlinés observara detenidamente aquella humareda que según había reconsiderado varias veces no era contaminación y el olor era ciertamente característico, mucho antes de eso, se encontró que su mano agarraba una octavilla. En ella rezaba algo ininteligible para aquel señor berlinés. «Luchamos por poder decidir libremente sobre nuestros cuerpos y formas de vida. Uníos a esta lucha. Formad cuadros militantes en los pueblos y las metrópolis. Cagaos en esta sociedad de seniles precoces y de tabúes. Convertíos en salvajes y haced cosas guapas».
Se trataba de el mismísimo «Consejo Central de los rebeldes nómadas del hachís» («Zentralrat der umherschweifenden Haschrebellen»). Este seudónimo se concibió como parodia de los grupos políticos de estudiantes. Los rebeldes del hachis se pronunciaron en favor de una política militante y de la infracción masiva de la existente ley de estupefacientes. Organizaron en el Tiergarten, un céntrico parque berlínés, varias smoke-ins (fumadas colectivas), ayudaron a buscar abogados defensores de fumetas y reivindicaron la legalización de las drogas.
De este entorno provenía también una parte del grupo Bewegung 2. Juni (Movimiento 2 de junio) que, a diferencia de la RAF, mantuvo reminiscencias de las formas antiautoritarias de acción, incluso en el secuestro del político de la CDU, Peter Lorenz, o en atracos a bancos. En 1975 repartieron dulces de chocolate, llamados «besitos de chocolate», entre los asustados clientes de dos bancos.
Aunque buena parte de las ideas políticas de todos estos grupos del movimiento antiautoritario podrían considerarse fracasadas, «en un sentido subversivo, de cambio de las formas de vida social, consiguieron un éxito que nunca habían esperado y que perdura hasta hoy».