Charles Krauthammer es un hombre que seguramente se cree afortunado, y no solo porque Karl Rove acaba de incluirlo entre los «siete conservadores más poderosos de los Estados Unidos«. De hecho, no estoy muy seguro de que la condición de presidenciable desde la derecha sea motivo de alegría para nadie, teniendo a la vista la […]
Charles Krauthammer es un hombre que seguramente se cree afortunado, y no solo porque Karl Rove acaba de incluirlo entre los «siete conservadores más poderosos de los Estados Unidos«. De hecho, no estoy muy seguro de que la condición de presidenciable desde la derecha sea motivo de alegría para nadie, teniendo a la vista la debacle electoral del 2008. Lo que presumo hace flotar su ego entre nubes de incienso no es tampoco que sus artículos sean publicados al unísono en unos 200 periódicos del mundo que forman parte de la maquila neoconservadora global, sino que ha logrado liberar a su prosa de ese estorbo innecesario que exige probar lo que se afirma.
Charles Krauthammer no se desgasta en tonterías, ya se sabe. Considerado «el más influyente comentarista conservador» de su país, ganador de un premio Pulitzer en 1987 y acuñador de ideas y metáforas que han concentrado la esencia de las políticas imperialista del momento, este heredero natural de Irving Kristol y Norman Podhoretz solo toca las ideas que su grupo habrá de convertir en oro. Su trayectoria ideológica demuestra que cada blanco teórico escogido ha contado de antemano con la anuencia del poderoso clan neoconservador y la santificación del dinero con que el Complejo Militar- Industrial, las agencias de inteligencia, las grandes corporaciones y el lobby sionista en los Estados Unidos han venido construyendo el laberinto donde confinar a su nación y al resto del mundo.
Así ocurrió, por ejemplo, en el otoño de 1989 al publicar en «The Public Interest», fundado por su admirado Kristol, un artículo programático titulado «Universal Dominion: Toward a Unipolar World», pronosticando que… «el avance agresivo de la democracia por el mundo, es la piedra angular de la nueva ideología norteamericana, en la esfera de las relaciones internacionales», lo cual remite a las imágenes de la 82 División Aerotransportada desembarcando en Iraq, o a los misiles disparados desde altamar, golpeando «oscuros rincones del Planeta» y volatilizando de paso, a no menos oscuros hombres, mujeres y niños. Y volvió a ocurrir, apenas un año después, cuando en la revista «Foreign Affairs» vio la luz su ya célebre ensayo «The Unipolar Moment», libreto que han seguido los neocons, al pie de la letra, una vez desaparecida la URSS, y que expresa la convicción fanática de que «… si los Estados Unidos quiere estabilidad, antes deberá crearla, y que el caos es la única alternativa a su ineludible intervencionismo global».
El pasado 10 de diciembre, en Townhall. Com, Charles Krauthammer ha continuado la saga que lo reputa como augur imperial, y con aguzado olfato clasista, ha lanzado una clarinada contra el ambientalismo, coincidiendo con la Cumbre de Copenhague, y con unas tímidas regulaciones, en este campo, recién formuladas por el gobierno de Barack Obama. A sus ensayos y artículos clásicos sumará ahora este, titulado «The New Socialism», en el cual, como una vieja comadre medieval, mueve la rueca del miedo, hilando una madeja de acusaciones delirantes y carentes de toda lógica histórica enfiladas a provocar un estallido histérico contra la actual administración de su país y la defensa «liberal» del medio ambiente.
Desde los ya míticos tiempo de la primera encarnación del Committee on the Present Danger, en 1950, que como toda buena película ya va por dos remakes, uno de 1976, y otro del 2004, la derecha conservadora, y especialmente neoconservadora, ha captado la importancia del rol que juega en la política nacional la constante exacerbación del miedo a amenazas provenientes del exterior, destinadas a movilizar al ciudadano común y llevarlo a apoyar aventuras bélicas imperialistas y políticas militaristas agresivas. En los tiempos que corren, nada más productivo, en opinión de Krauthammer, que acusar al ambientalismo de ser la reencarnación de la «amenaza socialista», y la continuación de la agenda extorsionadora con que las «cleptocracias corruptas» del Tercer Mundo, siguen tratando de timar y desfalcar las arcas del Occidente «industrializado y democrático», como antes hicieron con la OPEC y la lucha por el establecimiento del Nuevo Orden Económico Internacional.
Para no dejarnos olvidar que, además de un doctorado en Ciencias Económicas y Políticas por la Mc Gill University, ostenta otro en Psiquiatría por Harvard, Charles Krauthammer explica el mecanismo que fundamenta esta «millonaria estafa ambientalista, de clara estirpe socialista» en la existencia de complejos infundados de culpa entre los ricos y las antiguas metrópolis coloniales con respecto a los pobres y las ex colonias. «El socialismo se derrumbó tan espectacularmente- ha afirmado- que la izquierda quedó anonadada hasta que descubrió el nuevo gambito ganador: la metamorfosis de rojo en verde… Las nuevas élites culturales (liberales)-concluye- se reafirman al oficiar un réquiem por el socialismo ante el altar del ambientalismo… Esta vez la justificación no es abolir la opresión, sino salvar el Planeta.» Y siguiendo la huella de semejante plan maquiavélico contra su país y el capitalismo, Krauthammer no ha dudado en agregar las más recientes regulaciones del gobierno de Obama, y el poder otorgado a la US Enviromental Protection Agency(EPA) para evitar y controlar las emisiones excesivas de carbono a la atmósfera.
Citando al checo Vaclav Klaus, Krauthammer no ha dudado en aceptar que… «el ambientalismo se está convirtiendo en el nuevo socialismo, o sea, en el ideal totémico en cuyo nombre el gobierno (norteamericano) está usurpando el mando supremo de la economía y la sociedad. Para poner remedio a lo que llama «coup d´etat» de la EPA, el toque a rebato neoconservador, en la voz de uno de sus más respetados pensadores, consiste en un llamado al Congreso para frenar los poderes otorgados a la EPA, o lo que es lo mismo, toda limitación gubernamental a las fabulosas ganancias de las corporaciones que representa.
«Háganlo ahora, háganlo ya-concluye su artículo-Porque el Gran Hermano no se oculta hoy bajo el manto de la CIA, sino bajo una gorra de la EPA, la misma que usa el señor sonriente que ahora mismo está tocando a su puerta»,
Las reacciones al girar de la rueca del miedo al socialismo no se hicieron esperar. Apenas transcurridas 24 horas de la publicación del artículo de Krauthammer, Townhall. Com contabilizaba ya 562 comentarios histéricos de lectores conservadores que tildaban a Obama de «comisario comunista», traidor y destructor de las libertades de la nación, y llamaban a movilizarse para propinarle una derrota en la urnas en el 2012, «expulsar después del país a todos los liberales, enviándolos para Liberia, Cuba y Venezuela», y también a iniciar campañas de desobediencia civil.
La noche del 10 de diciembre, sin dudas, Charles Krauthammer debió irse a la cama henchido de felicidad y soñándose como un cruzado que libera a los Estados Unidos, y a la civilización occidental, de las terribles amenazas de una turba de socialistas convertidos en ecologistas, por obra y gracia del odio clasista.
Lo que este astuto hilandero neoconservador no recordaba es que, unos años antes, otro iluminado de la derecha rabiosa y neoliberal, el general golpista Augusto Pinochet, se le había adelantado al alertar que se alejaba del poder (forzado por la resistencia de los chilenos y el repudio mundial), pero que seguiría «al pie del cañón, vigilante, porque los marxistas ahora venían disfrazados de seguidores de Gramsci, y esos eran los más peligrosos».
¿Cómo explicará el Dr Krauthammer esta recurrencia irracional del mismo miedo en la misma derecha?
http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/12/14/krauthammer-vieja-rueca-miedo-socialismo/