Ayer Donald Trump dio la orden de iniciar la operación «Lanza del Sur», cuyo primer objetivo sería bombardear la base aérea Libertador en Maracay. También se planeaba bombardear el hospital para niños que hay en San Bernardino.
Mientras tanto Irán ataca Tel -Aviv abriendo un nuevo frente en el lugar mas sensible del mundo para Washington. Ataca la casa de los amos de Estados Unidos. Ayer un destructor gringo interceptó un tanquero ruso cargado de nafta. La nafta es lo que las refinerías venezolanas necesitan para hacer gasolina con nuestro petróleo pesado.
La interceptación tuvo lugar en aguas internacionales próximas a las aguas territoriales de Venezuela. La voladura de la planta petroquímica en Anzoategui no deja duda, por el momento escogido, de que fue un sabotaje de la CIA.
Como la interceptación del petrolero ruso estuvo tan cerca de ocurrir dentro de las 12 millas que internacionalmente son reconocidas como aguas venezolanas (la plataforma submarina es de 300 km y está ligada a la soberanía venezolana en cuanto a su explotación). Ahora bien, interceptar un barco de abastecimiento que ha declarado dirigirse a puerto venezolano es un bloqueo y el bloqueo es un acto de guerra. En mi opinión Venezuela tenía derecho a intervenir y por lo menos amenazar al destructor gringo, también pudo haberlo quitado del medio por tiros delante de la proa o al extremo con un misil antibuque hipersónico, porque el ejército y las milicias necesitan combustible con urgencia para movilizarse.
Ya estamos en guerra y la guerra se gana peleando sin timidez y encima los gringos, que son cobardes como todos los matones, se van cuando encuentran resistencia creíble. Los matones solo se corrigen a palos, pegando donde les duele y Trump sabe que su guerra contra Venezuela es muy impopular en ambos bandos del Congreso de Estados Unidos. Me río de solo imaginar a Trump ordenando la retirada porque si le atacan el Gerald Ford con un misil antibuque hipersónico es probable que le hagan un impeachment por loco y en todo caso se probaría la inutilidad de los portaviones que están obsoletos para la guerra moderna donde la destrucción no llega con aviones F35, porque además de ser muy caros y muy caros también los portaaviones, son armas muy caras para la guerra moderna. Aviones y portaviones pueden ser destruidos con drones navales que cuestan apenas 200.000dólares estadounidenses. El portaaviones Gerald Ford costó 13.000 millones además de los miles de millones que cuestan los 75 aviones que lleva consigo, es una locura poner todo eso en riesgo para una falsa operación contra el tráfico de drogas, que es el tipo de operativo que se encarga a las lanchas de la guardia costera.
La superioridad aérea con portaviones y aviones tripulados ya no existe y es signo de una estrategia muy obsoleta que fue parte de la Segunda Guerra Mundial, cuando los portaaviones desplazaron a los acorazados. Las armas modernas de verdad son del tipo Oreshnik, el Durovestnik o el Poseidon. Esas armas solo las tiene Rusia y la tecnología ahora es dar a los misiles un alcance ilimitado, porque los rusos han encontrado el modo de minimizar la propulsión de plantas nucleares diminutas.
Eso demuestra que Rusia adelanta en en años luz a la tecnología de la OTAN, que no es capaz siquiera de producir los misiles hipersónicos que ahora producen hasta en Yemen, uno de los pueblos más pobres y más valientes del mundo. Es evidente que la amenaza de guerra a Venezuela para derrocar al presidente Nicolás Maduro ocurre en un momento que marca el inicio del mundo multipolar.
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