Las declaraciones del señor Botín y después las de otros directivos de la banca abrieron la puerta a una campaña perfectamente organizada, orientada a disimular la situación real de sus entidades y también a facilitar la recuperación política del Partido Popular y la puesta en marcha de nuevas reformas que sigan privatizando servicios públicos y […]
Las declaraciones del señor Botín y después las de otros directivos de la banca abrieron la puerta a una campaña perfectamente organizada, orientada a disimular la situación real de sus entidades y también a facilitar la recuperación política del Partido Popular y la puesta en marcha de nuevas reformas que sigan privatizando servicios públicos y recortando derechos sociales.
La orquestación ha sido perfecta: afirmaciones rotundas de grandes banqueros, del gobierno o del Príncipe, conferencias al unísono en universidades y en todo tipo de foros por economistas y profesores a su servicio y el sempiterno coro de los medios de comunicación de su propiedad divulgando a los cuatro vientos la idea de que la economía española se recupera.
Lo cierto es que no hay indicadores que muestren realmente que la economía está mejorando. Una crisis es el momento en que se producen los cambios de fase y en el que se plantean con toda su crudeza los problemas que hay que resolver. En ese sentido, y estrictamente hablando, incluso se podría decir que hace meses que salimos de la crisis, pues de esta se sale en el momento en que las medidas que se ponen en marcha para hacerle frente de un modo u otro empiezan a surtir efecto, y eso ya ha sucedido en España.
Otra cosa es que esas medidas sean más o menos efectivas para resolver los auténticos problemas que causaron la crisis y, por tanto, para evitar que se produzca de nuevo en el futuro. Y, por supuesto, otro asunto es que de una crisis se puede salir no solo con brío y con reactivación productiva sino también con atonía y depresión, con una economía en la que solo los más fuertes y privilegiados están en condiciones de salvarse, que es lo que se ha procurado y se está a punto de conseguir en España.
Solo así se puede decir que en España se está saliendo de la crisis cuando el paro sigue aumentando, cuando crece el número de empresas que cierran y la inversión o la producción no se recuperan, cuando sigue aumentando la morosidad y cae el crédito sin cesar, cuando solo venden más y obtienen beneficios las grandes empresas que tienen poder oligopolista de mercado, cuando la deuda sigue disparándose, cuando las empresas, las administraciones y los servicios públicos no tienen apenas liquidez e incluso dejan de funcionar, cuando la desigualdad se desboca, cuando miles de personas siguen perdiendo sus viviendas o cuando, a pesar de las declaraciones triunfalistas de sus propietarios o directivos, hay que seguir poniendo dinero público para salvar a la banca.
Lo que está ocurriendo en España no es otra cosa que el desarrollo de una nueva estafa por parte de la banca, otro colosal engaño al que los partidos políticos mayoritarios (no solo el PP, sino también los nacionalistas de derechas, el PSOE o también Izquierda Unida que no termina de romper con todo esto) no le hacen frente porque son esclavos materiales de los bancos y de las grandes empresas que los financian.
La primera mentira se refiere a la cuantía de las ayudas que los españoles hemos dado y seguimos dando a la banca. No es verdad, como se viene diciendo, que hayan sido de unos 60.000 millones de euros y tampoco es cierto que el rescate haya acabado y que ya no se vaya a dedicar más dinero público a los bancos españoles.
La realidad es otra: si se suman la ayudas a la capitalización (unos 60.000 millones de euros), los avales (110.000 millones), los esquemas de protección de activos (28.000), la adquisición de activos (72.000) y otras ayudas de liquidez (unos 5.000 millones) la ayuda total sería de unos 275.000 millones de euros. Pero si a eso se le añaden, como debe ser a pesar de que la Comisión Europea diga lo contrario, los préstamos del Banco Central Europeo (360.000) y los avales implícitos del Estado al asegurar 100.000 euros por cada titular de depósitos bancarios (792.000 millones) el total de la ayuda recibida por los bancos españoles es mucho mayor, de 1,4 billones de euros (un desglose con más detalle en Carlos Sánchez Mato, Por una banca pública en http://bit.ly/1843LpS).
La segunda gran mentira es que la situación de la banca española esté saneada cuando lo cierto es que está quebrada prácticamente en su totalidad.
Los grandes banqueros impusieron a los gobiernos de Zapatero y Rajoy una estrategia inteligente para resolver su situación: «tirar de la manta» de las cajas para que quedara al descubierto su insolvencia mientras se seguía ayudando a los bancos privados. Con la excusa de la politización y mala gestión de las cajas ha sido fácil acabar con ellas para que los bancos privados terminen quedándose con el mercado que dejarían libres como forma de salir del hoyo en el que se encuentran .
Pero ni siquiera así, ni con las ayudas millonarias que han recibido, se puede seguir ocultando la situación real de la banca española si no es a base de las mentiras que el señor Botín y sus acólitos se empeñan en difundir mientras cubren su impresionante irresponsabilidad de años anteriores con dinero gratis de los españoles de a pie.
La realidad de la banca española es que su patrimonio neto disminuye y que su deuda es gigantesca a pesar, como he dicho, de las ayudas que ha recibido y de que se le está permitiendo que tome aire sin cesar dándole liquidez prácticamente gratis y sin límite desde el Banco Central Europeo para que haga el negocio del siglo comprando a buen precio deuda pública.
Esta realidad escandalosa se oculta y disimula con la complicidad y ayuda de las autoridades que permiten que se realicen todo tipo de trampas y manipulaciones contables. Empezaron nada más estallar la crisis cuando, en contra de toda lógica y de la transparencia más elemental, se permitió a los bancos que valorasen sus activos a precios de adquisición y no de mercado y han seguido con un rosario de triquiñuelas para ocultar las pérdidas reales y hacer que se generen beneficios donde nos los hay. Bien por la vía de no contabilizar el riesgo de la deuda pública, bien haciendo pasar como capital unos 50.000 millones de euros de los llamados activos fiscales, una especie de «deuda» con Hacienda que se supone que puede recuperarse con los beneficios que se obtengan en el futuro y que además permite que los bancos se ahorren millones de euros en impuestos o que incluso apenas los paguen (Un análisis más detallado de la situación patrimonial de la banca en Vicente Ríos, Españoles, su banco ha muerto en http://bit.ly/18AIfNi).
La consecuencia de todo esto es que mientras que los beneficios de los grandes bancos ha aumentado un 80% en el primer semestre de este año, gracias a todas las ayudas anteriores, el crédito que han concedido ha disminuido en 44.800 millones de euros, y a pesar de que los depósitos han aumentado en un 9% en ese periodo.
Para correr un velo sobre esta situación y contribuir a dar una cierta imagen de recuperación la solución que se viene promoviendo no es otra que aumentar las facilidades para entregar España al capital especulativo de medio mundo, que hace el agosto comprando lo que queda de nuestras empresas y propiedades
Es, en resumen, un robo y una traición en toda regla: gracias a su enorme poder político la banca ha implantado una auténtica creditocracia que mantiene cautivos a los grandes partidos, a los medios de comunicación y a los grandes focos que generan opinión pública. Así consiguen los banqueros mentir sobre la situación patrimonial de sus bancos y obligar a que se le sigan dando ayudas multimillonarias que no usan para dar financiación a las empresas y familias sino para aumentar beneficios a pesar de que están quebrados.
Es imprescindible y urgente exigir que se pongan en claro las cuentas de la banca ante toda la población, para que se sepa lo que hizo en estos últimos años y lo que nos está costando lavarle la cara y que los banqueros recuperen el beneficio a costa de todos los ciudadanos. O se salva a la banca quebrada que va a hundir cada día más a la economía española y a todos los españoles o se acaba con ella y se salva a las empresas y a las personas. Y la solución está a nuestro alcance: crear una banca de nuevo tipo, de servicio público, obligada a financiar correctamente a empresas y consumidores, completamente ajena a la inversión especulativa y bajo un férreo control técnico y social que impida lo que ha ocurrido en España con los bancos privados o con las cajas de ahorros que emularon su forma de actuar al ponerse al servicio de intereses particulares o de los partidos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.