Sobre el entrevistado. con sus propias palabras: «Soy profesor de ciencias sociales en un centro de estudios y escritor de artículos sobre historia, teoría económica y finanzas en el blog Trampantojos y Embelecos. Allí trato de poner un granito de arena en la crítica del discurso del capital -encarnado en la teoría económica ortodoxa y […]
Sobre el entrevistado. con sus propias palabras: «Soy profesor de ciencias sociales en un centro de estudios y escritor de artículos sobre historia, teoría económica y finanzas en el blog Trampantojos y Embelecos. Allí trato de poner un granito de arena en la crítica del discurso del capital -encarnado en la teoría económica ortodoxa y en el paradigma político neoliberal- y en la defensa de la necesidad de construir nuevos sujetos y prácticas emancipatorias. Soy miembro asimismo de la Asociación 500×20 , un humilde pero corajudo colectivo que lucha contra la violencia inmobiliaria, principalmente en el ámbito del alquiler, en el distrito de Nou Barris de Barcelona».
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Recibí el pasado 11 de julio una nota tuya. Decía así:
Qué suerte que lo menciones Salvador ya que gracias a ello me he percatado de un despiste imperdonable: se me había pasado adquirir el libro -a pesar de hablar mucho de finanzas, soy un bicho raro que carece de cuenta corriente así que este tipo de trámites resultan un poco arduos-. En cualquier caso, ya está subsanado.
El libro al que hacíamos referencia era el último de Paco Fernández Buey: Marx a contracorriente (Vilassar de Mar (Barcelona), El Viejo Topo, 2018)
Te comenté en otro e-mail que Sacristán señalaba en una carta de hace ya muchos años una situación similar a la tuya. Tu respuesta fue la siguiente:
No sabes cuánta ilusión me hace tener en común con nuestro más brillante pensador al menos un rasgo nimio.
La organización es ardua como te digo pero factible cuando uno se abstiene de entrar en la inicua espiral de los créditos y demás productos bancarios. Eso sí, hay que arrostrar el engorro de cobrar la nómina en cheque y dedicar una mañana al paying day de los recibos. La ventaja es el enorme alivio que supone llevar el control de los pagos evitando abusos demasiado comunes en comisiones, pagos indebidos y mordidas de los ‘sacaperras’ de los oligopolios energéticos. En fin, además de tener un cierto descargo moral por abstenerme de tratar con instituciones tan «honorables», te aseguro que, incluso en términos prácticos, al menos por ahora, no me arrepiento,
Disculpa la prolijidad y un abrazo.
Déjame preguntarte por estos temas si no te importa. Tienen importancia y más en el caso de un experto en finanzas como tú.
Una pregunta previa: cuando hablamos o se habla de sistema financiero, ¿de qué hablamos exactamente?
Aunque no lo parezca, no es nada sencilla esta cuestión que me planteas. Quizás sería interesante, desde el punto de vista pedagógico, resaltar el enorme contraste existente entre la respuesta que te daría un economista ortodoxo -desde prácticamente todas las tribunas académicas y mediáticas- y la versión «herética» que, con base en las teorías de Marx y de Keynes, viene considerándose la crítica más importante de la teoría económica apologista del capital.
Adelante con el contraste
La versión oficial -con la que se lava el cerebro a los sufridos estudiantes de economía en las facultades de todo el mundo- dice que el sistema financiero es el conjunto de instituciones -bancos, fondos de inversión, mercados bursátiles, mercados extrabursátiles, supervisores, etc- cuya función primordial es, en su condición de intermediarios financieros, canalizar el ahorro hacia la inversión empresarial o el crédito al consumo. De este modo las instituciones financieras fungirían, podríamos decir, de lubricantes de la actividad económica proveyendo financiación y optimizando los flujos de liquidez a través de mecanismos que, en última instancia, redundan en la eficiencia de la asignación de recursos hacia la inversión productiva y el crecimiento económico.
Sí, sí, eso lo que normalmente podemos leer en ensayos y artículos.
Pues nada más lejos de la realidad, te lo aseguro. En este caso, los herejes nos acercan mucho más a la verdad. La versión herética, valga la un tanto grosera simplificación, expuesta principalmente por economistas marxistas, define el sistema financiero como el conjunto de instituciones capitalistas cuya función esencial es canalizar los flujos de riqueza real extraídos -a través del ‘crédito a muerte’- de la creciente explotación del trabajo hacia la nebulosa del casino global multiplicando el ingreso rentista y los formidables niveles de desigualdad para sostener la tasa de ganancia del capital, bastante maltrecha desde el crack del petróleo de 1973. En él habría pues dos niveles: en un primer nivel -llamémosle «máquina de succión»- estaría la gran banca global -la banca comercial y la banca central independiente de los gobiernos- cuya principal función sería extraer, a través del flujo creciente de intereses de la deuda, pública y privada, colosales cantidades de riqueza real hacia el casino. Y en un segundo nivel tendríamos el casino global, los mercados bursátiles y lo que el experto en finanzas Hernández Vigueras denomina banca en la sombra, donde se vuelca el flujo de liquidez extraído por el sistema bancario para multiplicarlo -el casino financiero decuplica el PIB mundial- y convertirlo en rentas exorbitantes y en un formidable motor de desigualdad. Digamos pues, en resumen, que la banca global extrae los flujos de liquidez del trabajo vivo a través del imperio de la deuda y los llamados «mercados» optimizan al máximo ese flujo, multiplicándolo ad eternum, pugnando por estirar los ciclos de auge del capitalismo hasta el inevitable colapso, y maximizando los ingresos de los rentistas -la clase actualmente hegemónica-.
Perdón por extenderme pero quería recalcar el contraste entre la realidad y la versión oficial de la ortodoxia, con la enorme influencia que ello tiene en la colosal ignorancia popular sobre la función real de las finanzas en nuestra sociedad.
Gracias por tus aclaraciones, vuelvo a nuestro asunto. ¿Cuándo tomaste la decisión de no tener cuenta corriente? ¿Por qué?
Antes que nada he de decirte Salvador que me produce un cierto pudor relatar mi humilde experiencia personal. Lo hago atendiendo a tu generosa invitación y por su posible función pedagógica como ejemplo de la viabilidad de practicar la objeción bancaria o financiera, que considero un cambio necesario y muy poco tenido en cuenta en los hábitos cotidianos de la población
Esa es la finalidad de mi pregunta.
En fin, todos conocemos mucha gente que raja constantemente de la banca, del rescate con dinero público, etc pero que mantienen incólumes sus relaciones y su uso intensivo de servicios financieros y bancarios como si no existiera otra opción. Pues quizás haya que pasar, aunque sea parcialmente, de las palabras a los hechos, ¿no te parece?
De entrada diría que sí, que me parece .
Yendo a mi caso concreto, como se deduce de la explicación anterior, mi opinión no es precisamente favorable acerca de la función social de estas instituciones así que llevaba bastante tiempo rumiando la posibilidad de -digámoslo así- romper relaciones con la banca.
La oportunidad se presentó cuando me quedé solo en mi casa hace cuatro años. Anteriormente teníamos una cuenta compartida con mi compañero de piso en la que yo figuraba únicamente como autorizado -decisión que tomé para evitar un embargo de escaso importe por multas de tráfico que me parecieron injustas y me negué a pagar- y que usábamos exclusivamente para los gastos ordinarios de la vivienda y algún que otro pago domiciliado. Era un uso limitado ya que la nómina la cobraba ya con un cheque. Así pues, como ya tenía una relación con la banca bastante residual, careciendo además, como te expliqué en el correo que dio origen a esta conversación, de préstamos o cualquier otro producto financiero, el cierre de la cuenta solamente conllevó tener que hacer a partir de ese momento los pagos directamente en efectivo. Entonces me convertí en un bicho raro -España es uno de los países más bancarizados del mundo, con un 94% de personas con cuenta corriente- apegado únicamente al efectivo -que representa un ridículo 3% del circulante- y ajeno al dinero-deuda electrónico -el 97% restante- creado por la banca privada. Digamos que soy de los pocos clientes «exclusivos» que le quedan al BCE y a la fábrica de moneda y timbre.
Pues no está mal. ¿Tienes alguna otra relación con los bancos?
Una solamente. No me ha quedado más remedio -prácticamente es imposible, a pesar de que tendrían obligación por ley, realizar el pago por transferencia a las compañías telefónicas- que pedirle a una generosa amiga que me ceda su cuenta para domiciliar el pago del teléfono fijo y móvil -un humilde celular, tampoco tengo smartphone: como ves, estoy hecho un adefesio-. Así pues, he de reconocer esa impureza que hace que mi desvinculación bancaria no sea completa.
Muy poca impureza. ¿Obrarías del mismo modo si en España hubiera un banco público con perspectiva de servir a la ciudadanía?
Se me hace muy difícil situarme en una hipótesis tan inverosímil como la que planteas en el actual entorno furibundamente privatizador en el que el control de la planificación económica a través de la banca central y privada es el eje fundamental de la economía política neoliberal. Digámoslo un poco brutalmente: el banco público ni está ni se le espera. Fíjate que las cajas de ahorro eran entidades semipúblicas con obra social y ya viste cómo fueron fulminadas -con enorme complacencia por parte de las autoridades monetarias europeas- tras la brutal crisis financiera que todavía arrastramos, dejando todo el pastel a la banca comercial. Por cierto, actualmente Bankia sigue siendo una entidad nacionalizada tras el colosal rescate público recibido. Pero es una perversión horrible y un ejemplo paradigmático de la servidumbre del poder político a los intereses de las finanzas ya que se están utilizando ingentes recursos fiscales a través del Frob y la Sareb para sanearla y poder ofrecerla a continuación en bandeja de plata a alguna gran corporación bancaria. Incluso en la Cuba comunista el sistema bancario es mixto.
Lo ignoraba, no lo sabía.
Teniendo en cuenta lo anterior, y yendo, si me permites la ensoñación,un poco más allá de la cruda realidad, sí que te daría una respuesta, tan inverosímil o más quizás que tu pregunta, remitiéndome al utópico Marx de los manuscritos del 44 y a sus vitriólicas pero bellísimas diatribas contra el dinero: «el dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre». Creo que un planteamiento realmente comunista debe tender a la desaparición del dinero y de la banca y a una organización social basada en el clásico principio marxista: de cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades, que yo entiendo también como descripción de la esencia del apoyo mutuo y del comunismo libertario. Si me permites copiar la frase, es de la crítica al programa de Gotha de 1875 y a mí me parece bellísima: » En una fase superior de la sociedad comunista, cuando la esclavizadora subordinación del individuo a la división del trabajo y con ello a la antítesis entre trabajo mental y físico haya desaparecido; cuando el trabajo se haya convertido no sólo en medio de vida, sino en la primera necesidad vital; cuando a la par con el desarrollo global del individuo hayan aumentado las fuerzas productivas y los manantiales de la riqueza colectiva fluyan más abundantemente, sólo entonces podrá rebasarse en su totalidad el estrecho horizonte del derecho burgués y podrá la sociedad inscribir en su estandarte: «¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!». Mil perdones por la ensoñación. Pongamos de nuevo los pies en la tierra.
De acuerdo, así sea, pero la frase-reflexión de Marx es bellísima. ¿Y si no te quisieran pagar tu nómina con un cheque?
Eso sería ilegal. Según el Estatuto de los Trabajadores la nómina se puede cobrar en moneda de curso legal, mediante talón o domiciliación bancaria.
¿Qué haces con el cheque? ¿Cómo obtienes tu efectivo para pagar tus cosas? Entiendo que tampoco tienes tarjeta de crédito o de débito.
Correcto, sin cuenta corriente no hay plástico. Dicho sea de paso, si me permites otro pequeño inciso Salvador, el plástico -me refiero al tarjeteo, obviamente- representa un enorme flujo de ingresos para la banca a través de comisiones cobradas a los comercios y demás establecimientos por su uso. Y, a pesar de que no seamos conscientes de ello, esas comisiones y demás costes de intereses ocultos suponen un importante recargo de costes para los comercios y las empresas que redunda en precios elevados y en inflación y desposesión para las clases populares.
Sin duda, sin duda, algo que solemos olvidar .
Volviendo a mí caso particular, el cheque se cobra en el banco del empleador. Hay que salir ojo avizor de la sucursal ante el riesgo de ser cazado por algún amante de lo ajeno hasta que llega a su destino final aunque efímero en un humilde cajón -espero que esto no implique un riesgo para la seguridad de mi domicilio; aunque, bien pensado, el botín sería tan escaso que creo que incluso el hipotético raterillo tendría compasión y lo dejaría intacto jeje-.
¿Cómo pagas entonces tus recibos de agua, luz, gas o teléfono por ejemplo? ¿Vas a las compañías a pagar cada mes o cada dos meses? Deben mirarte como un bicho raro.
Si, jaja, incluso me ha ocurrido con la eléctrica, de cuyo nombre no queremos acordarnos, que no me facilitó el pago a través de transferencia hasta que fue un caso de fuerza mayor al cerrar la cuenta donde estaba domiciliado y verse por tanto obligados a aceptarlo. No les entra en la cabeza que pueda haber, como dices, ‘bichos raros’ que no estén bancarizados. Tampoco les interesa en absoluto perder sus suculentos negocios con la banca -sus principales accionistas- así que hacen todo lo posible para impedirlo hasta que no les queda más remedio.
Decirte que, para evitar «contaminarme» pisando sucursales, los suministros los suelo pagar en una institución mucho más honorable como Correos y la renta de la vivienda al administrador. Lo cual, por cierto, permite formular quejas o solicitudes acerca del mantenimiento de la vivienda cara a cara. Son las ventajas del pago en mano, que le ves la cara al rentista que te observa con conmiseración mientras cuenta los billetes jeje.
Y si yo te dijera: aunque quiera no puedo, no tengo tiempo para pagar en efectivo…
En este caso no sabría decir exactamente a qué te refieres pero sin duda me parecería abusivo. Trataría de disuadirte haciéndote entrar en razón con argumentos de este tenor: Pero hombre de Dios, no hagas eso, ¡Si el efectivo es el único dinero real! Si el dinero electrónico no es dinero, aunque creamos lo contrario: es una deuda del banco con el cliente pero puede desvanecerse como el humo, como por cierto ocurrió en Chipre no hace mucho. Seguro que te convenzo. Si me apuras, en un caso extremo, que no hubiera otro remedio, podría recurrir a alguna cuenta putativa, como en el caso de la generosa amiga que te comentaba anteriormente, para solventar la dificultad. En otros casos -algún pago esporádico por conferencias por ejemplo- les he puesto como condición recibir un talón En fin, que cualquier persona física o jurídica con cuenta corriente -yo lo tendría más difícil- puede emitir un cheque al portador.
Hablas de abusos demasiado comunes en comisiones, pagos indebidos, etc. ¿Nos das algunos ejemplos?
Uff, esto daría para una charla monográfica para la cual tampoco estaría demasiado cualificado. Te daría sólo algún ejemplo personal partiendo de que, al carecer de créditos y de otros sofisticados productos financieros, dejamos de lado el grueso de los abusos, condenados reiteradamente en tribunales europeos, que comete la banca patria al calor de la depredadora legislación hipotecaria y crediticia española. Las comisiones por descubierto, por ejemplo, de las que sí hablo por propia experiencia, son escandalosas. La entidad cobra por comisiones de mantenimiento una cantidad desorbitada que, en caso de volver tu cuenta de color rojo por falta de saldo, comienzan a generar unos intereses totalmente abusivos que cuando te das cuenta del agujero se han disparado enormemente. Todo ello sin ninguna notificación por parte de la entidad cuando, bien al contrario, no les duelen prendas en llenarte el buzón de toneladas de propaganda no reciclable para ofrecerte sus «irresistibles» productos, seguros y planes de pensiones.
En fin, no soy mucho de embarcarme en reclamaciones o litigios -como buen antisistema, desconfío bastante de la ecuanimidad de los tribunales, y excuso decir de los de la piel de toro- pero, como creo que cualquier ciudadano sufre cotidianamente, estas instituciones tienen la sartén por el mango y los abusos flagrantes que cometen son dificilísimos de revertir a través de los trámites legales ordinarios.
Te pregunto ahora por las mordidas de los sacaperras de los oligopolios energéticos. Tomemos antes un descanso.
Como quieras, de acuerdo.
Fuente: El Viejo Topo, noviembre de 2018.
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