He de reconocerlo, yo también soy de los de culo veo, culo quiero. Por eso, cuando empecé a ver aflorar por doquier banderas de España, corrí a hacerme con la mía. Ya saben, fue empezar el Mundial de Fútbol y el combinado español a encadenar victorias, y comenzar a ver los trapos asomando en ventanas […]
He de reconocerlo, yo también soy de los de culo veo, culo quiero. Por eso, cuando empecé a ver aflorar por doquier banderas de España, corrí a hacerme con la mía. Ya saben, fue empezar el Mundial de Fútbol y el combinado español a encadenar victorias, y comenzar a ver los trapos asomando en ventanas y balcones. Daba gusto ver tanta hermandad, tanta comunidad alrededor de una cosa, por lo que a uno le vinieron ganas de sumarse y arriar en su balcón también la suya.
Pero una vez con ella me detuve por primera vez a pensar desde que me nació el impulso, y lo primero que se me pasó por la cabeza fue preguntarme si el hecho de que once tipos nacidos en las cercanías de mi domicilio tuvieran una extrema destreza en un juego era motivo suficiente para que manifestara mi orgullo por una nacionalidad que me cayó -a mí y a los futbolistas- en suerte. Y fue entonces cuando el orgullo -pero el propio esta vez- me impidió sacar provisionalmente la bandera.
Quizás si el Gobierno, contando con el apoyo unánime del Congreso, diera una lección al mundo y nacionalizara el Santander y el BBVA; o si ante el siguiente asalto de nuestros gobernantes la ciudadanía saliéramos de una manera unánime a las calles a reivindicar y exigir los derechos que antaño conquistamos y los que nos faltan por conquistar, y no paráramos hasta conseguirlo; o si sencillamente se hiciera justicia histórica con todas las víctimas del franquismo durante el régimen y la Transición (asumiéndose aspectos aún silenciados como el secuestro de niños de presas políticas) entonando el mea culpa por el retraso y el silenciamiento previos; si alguna de estas cosas, por poner tres ejemplos sencillos, sucediera, no me faltarían los motivos para sacar la bandera. Pero mientras España sea la que es y la bandera se identifique con ella, por muy bien que jueguen once tipos al fútbol, el tenis o la petanca, irá al cajón. Con todas las demás.
Fuente: http://www.linformatiu.com/nc/opinio/detalle/articulo/la-bandera-en-el-cajon/
rCR