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La batalla contra la opacidad de las etiquetas

Fuentes: El salmón contracorriente

El 64 por ciento de los consumidores no sabe leer las etiquetas de los alimentos porque resultan demasiado complejas. El peso recae sobre los hombros del consumidor, que tiene que resignarse a tener una información muy sesgada sobre qué está comprando o bien a armarse con las herramientas necesarias para poder entender las etiquetas. ¿Te has […]

El 64 por ciento de los consumidores no sabe leer las etiquetas de los alimentos porque resultan demasiado complejas. El peso recae sobre los hombros del consumidor, que tiene que resignarse a tener una información muy sesgada sobre qué está comprando o bien a armarse con las herramientas necesarias para poder entender las etiquetas.

¿Te has encontrado alguna vez en las etiquetas con algo llamado palmoleina? ¿O Elaeis guineensis? ¿O sodium palmitate? Son solo algunos de los nombres que nos podemos encontrar habitualmente en las etiquetas para designar el ahora tan polémico aceite de palma o alguno de sus derivados. Muchos otros, como el glicerol o el palmitato de retinol, solo sabemos que proceden a menudo del aceite de palma pero las etiquetas nunca nos cuentan esta parte de la historia y es imposible saberlo con certeza. Algo similar ocurre con una gran multitud de ingredientes que se muestran en las etiquetas con variopintos nombres que son prácticamente indescifrables para el consumidor.

Leer las etiquetas se ha convertido en toda una odisea, a pesar de que la legislación europea obliga a que «la información alimentaria será precisa, clara y fácil de comprender para el consumidor». Así, según VSF Justicia Alimentaria Global el 64 por ciento de los consumidores no sabe leer las etiquetas de los alimentos porque resultan demasiado complejas. En unos casos, los consumidores simplemente no saben qué significan los conceptos que se le presentan, como esa larga lista de aditivos codificados por números con una E delante. En otros, creemos saber qué significa, pero no es difícil encontrar productos ‘bajos en grasa’ con una buena cantidad de calorías.

Desde que entrara en vigor el nuevo reglamento Reglamento (UE) nº 1169/2011, obligatorio desde diciembre de 2014, ha habido sin embargo algunas mejoras. Se ha incluido una tabla nutricional con algunos elementos clave, se han resaltado los alérgernos, se prohibió utilizar la palabra sodio en vez de sal. Y sobre todo se obligó a los fabricantes a señalar el tipo de aceite que utilizan en vez de usar el opaco ‘aceite vegetal’. En otra normativa se obligó también a reseñar el origen del pescado y la forma en que había sido capturado.

Pero para muchos el nuevo sistema sigue siendo demasiado complejo, en buena parte porque la industria se ha opuesto a cualquier tipo de simplificación en las etiquetas. Así, cuando se estaba discutiendo el nuevo reglamento, se puso sobre la mesa un etiquetado de tipo semáforo, como el que utilizan en el Reino Unido, en el que se indicara con colores verde, ámbar y rojo, la mayor o menor presencia de azúcares, grasas y sal. Se desechó por las presiones de la industria. Más recientemente el Parlamento Europeo ha pedido que se cree un símbolo especial para señalar la presencia de aceite de palma en un producto, algo que ha provocado la ira de la industria. Nuevas amenazas a la transparencia del etiquetado podrían reaparecer si se retoma el ahora congelado Tratado de Libre Comercio que han negociado durante años la Unión Europea y los Estados Unidos (más conocido como TTIP por sus siglas en inglés) en el que supuestamente -se sospecha, puesto que las negociaciones han sido siempre secretas- podría implicar un relajamiento de las normas europeas de etiquetado.

Ante tanta opacidad el peso recae sobre los hombros del consumidor, que tiene que resignarse a tener una información muy sesgada sobre qué está comprando o bien a armarse con las herramientas necesarias para poder entender las etiquetas.

Para esto último, en Carro de Combate hemos diseñado un curso online en el que repasamos algunos conceptos básicos del consumo y nos adentramos en la lectura de las etiquetas, para ofrecer precisamente esas herramientas que los consumidores que tanto necesitan. Lo haremos a través de la Plataforma Educativa de El Salmón Contracorriente y estamos a punto de empezar. ¡Las inscripciones están abiertas hasta el mismo 10 de mayo! Podéis ver toda la información en este link: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Curso-online-Consumo-de-combate

Laura Villadiego, Carro de Combate

Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?La-batalla-contra-la-opacidad-de