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Chomsky y la "sociedad libre"

La batalla de las palabras

Fuentes: Rebelión

«Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan, y si las palabras no se ajustan a lo que representan, los asuntos no se realizarán.» (Confucio) En una entrevista a Noam Chomsky, David Barsamian le hace la siguiente pregunta: «¿Podría comentar la idea de que las palabras, el lenguaje, […]

«Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan, y si las palabras no se ajustan a lo que representan, los asuntos no se realizarán.»

(Confucio)

En una entrevista a Noam Chomsky, David Barsamian le hace la siguiente pregunta: «¿Podría comentar la idea de que las palabras, el lenguaje, tienen un poder inherente, de que los conceptos contienen un significado oculto? ¿Qué es lo que sucede mecánicamente cuando se usan ciertas frases, como «mundo libre», «intereses estratégicos» o «intereses nacionales»?» Y Chomsky contesta: «(…) Expresiones como «mundo libre», «interés nacional» y otras por el estilo son meros términos propagandísticos. No deberían ser tomadas en serio ni por un segundo. Están diseñadas, a veces de manera muy consciente, para intentar bloquear el pensamiento y la comprensión del mundo. (…) Nos inundan con cosas así a cada instante. Muchos de nosotros las internalizamos; tenemos que defendernos de ellas. Pero, cuando te das cuenta de lo que pasa, no resulta muy difícil defenderse.» (1)

Uno esperaría, ante este lúcido análisis, que Chomsky no cayera en la misma trampa que denuncia, pero lo cierto es que lo hace, concretamente con el «mero término propagandístico» de «sociedad libre» (free society) referido a Estados Unidos: «vivimos en una sociedad libre», «ésta es una sociedad muy libre», «nuestro papel, como ciudadanos de una sociedad libre», «es una sociedad libre, mucho más que cualquiera otra», «por suerte, Estados Unidos es una sociedad muy libre», etc. (2) ¿Qué quiere decir Chomsky cuando utiliza la expresión «sociedad libre» para su país? ¿qué entiende por «sociedad libre»? Por desgracia, no encontraremos un discurso coherente sobre esta cuestión en su obra. Ni justifica siempre el uso de la expresión, ni cuando lo hace se esfuerza en definirla con rigor, incurriendo de hecho en varias contradicciones. Analicemos la siguiente cita: «Frecuentemente digo, y pienso, que ésta es una sociedad muy libre, al menos para las personas relativamente privilegiadas, que son un número importante. La capacidad del gobierno para coaccionar es limitada. (…) Yo dije «personas relativamente privilegiadas». Si fueras un organizador negro de los barrios bajos, seguro que tendrías muchos problemas, pero la mayoría de nosotros no lo somos.»

Varias cosas a destacar:

1) Dice sociedad «muy» libre, asumiendo que la libertad es una cuestión de grados. Sin embargo, en otros sitios sólo dice «sociedad libre», como si fuera algo dicotómico (o es libre o no lo es). ¿Dónde está la frontera? ¿cuánta libertad debe haber en una sociedad para ganarse el título de «libre»? Chomsky no lo aclara (4)

2) La sociedad no parece ser libre para todo el mundo sino sólo para las personas «relativamente privilegiadas», sin especificar cuáles son esos privilegios (¿la renta económica quizás?) o de qué orden es el «número importante» de tales personas.

3) Relaciona la libertad en la sociedad con la «capacidad del gobierno para coaccionar». En otros sitios veremos que concreta un poco más este punto, y también veremos cómo él mismo se contradice. En todo caso, parece ser que la coacción gubernamental es más factible con un «organizador negro de los barrios bajos» que con los «relativamente privilegiados» (entre los que él mismo se incluye) La diferencia entre los «organizadores» de barrios bajos y los «privilegiados» de barrios altos es obvia: los primeros actúan, los segundos hablan. Desde luego, las palabras de un privilegiado pueden inspirar a un organizador, pero esta conexión dista mucho de ser inmediata y evidente. Así pues, los que actúan representan una amenaza directa y visible para el poder, y de ahí que deban reprimirse. Ellos no gozan de la libertad de su «sociedad libre», a diferencia de los privilegiados, que en principio son inofensivos. Y digo «en principio» porque cuando la clase dominante llega a ver la mera propagación de ciertas ideas como peligrosa, también éstas se reprimen. En efecto, tras hacer un repaso de los movimientos populares durante el siglo XX, Chomsky acaba observando «un patrón recurrente en la historia de Estados Unidos: tendencias democratizadoras, represión, quietud y nuevo estallido de las cosas» (5) Sin duda lo que uno esperaría de una «sociedad libre».

Otro punto que deberíamos plantearnos, desde una perspectiva ética, es si la etiqueta «libre» debe otorgarse en función de la situación de los privilegiados o de los desfavorecidos. Chomsky opta por lo primero. Así, siguiendo el mismo razonamiento, aunque salvando las distancias, la Alemania nazi podría considerarse «libre», ya que la mayor parte de su población, «aria» e identificada con los valores dominantes, no se veía sometida a la coacción del gobierno. Judíos, gitanos, homosexuales, comunistas, etc., eran encerrados en campos de concentración, torturados y asesinados, pero éstos sólo eran una minoría, no pertenecían a las personas «relativamente privilegiadas».

Conviene preguntarse también por qué el factor importante debe ser la coacción del gobierno, es decir, del Estado. Al fin y al cabo, según Chomsky, «la gente con verdadero poder» no es la que trabaja para el sector público sino «el empresariado» (6) Y a este respecto llega a decir que «Es ridículo hablar de libertad en una sociedad dominada por grandes empresas» (7) Será ridículo, pero él no para de hacerlo.

Pasemos ahora a caracterizar las supuestas libertades de que goza Estados Unidos. Según Chomsky, refiriéndose a la libertad de expresión, «una sociedad que tolera leyes contra el libelo sedicioso [crítica al gobierno] no es libre, sin importar sus otras virtudes» (8) Tal como explica, en 1969 Estados Unidos despenalizó el libelo sedicioso, con lo cual considera que su país ha pasado una «prueba crucial» para considerarse «sociedad libre». Además nos señala que esto no ocurre en otros países, como Francia e Inglaterra. Sobre Inglaterra dice que sólo tiene una «protección limitada a la libertad de expresión», a pesar de lo cual también le asigna la etiqueta de «sociedad libre» (9) Y de Francia llega a decir que «hay un dramático contraste entre la retórica autocomplaciente y la práctica represiva». Es importante notar que el hecho de que los movimientos sociales sean infinitamente más efectivos en Francia que en Estados Unidos es algo que no parece ser relevante para él. Tanto por la calidad del debate (véase el rechazo a la Constitución Europea), como por la movilización de la población, la fuerza de los sindicatos y, en fin, los logros sociales, mucho más avanzados que en Estados Unidos, es absurdo pretender que hay más libertad de expresión en Estados Unidos que en Francia. Y no es que Chomsky ignore la realidad en su país. Al contrario, la falta de libertad de expresión REAL en su país es uno de los principales temas de los que se ocupa a lo largo de su obra: «Un país puede tener unos estándares muy elevados de protección para la libre expresión (…) pero aún tener una muy limitada libre expresión EFECTIVA [mayúsculas en el original], por la concentración del poder sobre lo que puede llegar al público» (10) ¿No será, pues, el propio Chomsky quien confunde la «retórica autocomplaciente» con la práctica? Las libertades, o se ejercen y son efectivas, o no son, por mucho que estén sobre el papel y por muy solemnemente que se proclamen. La siguiente cita ilustra perfectamente la contradicción existente en el discurso de Chomsky: «Una de las cosas que resulta sumamente agradable en los Estados Unidos es el grado de libertad del que gozamos. Es una sociedad libre, mucho más que cualquier otra, y esa misma libertad ha traído problemas. Si no puedes controlar a la gente por la fuerza, tienes que inventarte otras formas de hacerlo. Junto a la libertad americana, una libertad fuera de lo normal, existen mecanismos enormemente sofisticados para garantizar que esa libertad no se ejerza» (11)

Al parecer es el hecho de que esos mecanismos no se basen en la fuerza lo que no anula el que, según Chomsky, haya una libertad «fuera de lo normal». Pero esto no tiene ningún sentido. Si hay mecanismos que «garantizan» la ausencia de libertad, independientemente de que sean sofisticados o primitivos, entonces no hay libertad, o al menos no en un grado significativo y que represente una amenaza para el sistema.

Por otra parte, si la libertad es algo que se deduce de la legislación, deberemos concluir que muchos otros países también tienen libertad de expresión. Tomemos por ejemplo el caso de Colombia. El artículo 20 de su Constitución dice lo siguiente (12): «Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento, la de informar y recibir información veraz e imparcial, (…) No habrá censura» ¿Podemos tomar esta declaración legal como una «prueba crucial» de que Colombia ha pasado para considerarse «libre»? Resulta que Colombia es uno de los países del mundo con más periodistas asesinados, en su inmensa mayoría impunemente y por las fuerzas públicas (13). ¿Dónde quedan la libertad de informar y las garantías? Algo parecido ocurre con otra libertad fundamental, la de asociación. Tal como explica Chomsky, en 1935 «los sindicatos por fin consiguieron los derechos que el sindicalismo europeo había conquistado medio siglo antes, esto es, la Ley Wagner, el derecho de asociación» (14) Pero la alegría duró poco, pues después de la guerra «despegó una serie de enormes ofensivas propagandísticas corporativas» cuyo resultado fue que «el derecho de organización quedó básicamente aniquilado en 1948». Actualmente la situación es tal que «en los Estados Unidos no hay, básicamente, sindicatos» (15) Claro que ello no sólo se debe a la propaganda. Las empresas recurren a toda clase de tácticas para evitar la formación de sindicatos o para desarticularlos si llegan a formarse, como amenazar con el despido o el traslado de la producción, intentar corromper el sindicato desde dentro, etc. (16) Todo ello, por supuesto, con absoluta impunidad y libertad (las empresas sí son libres en Estados Unidos). En Colombia, la ofensiva contra los sindicatos es menos «sutil». Entre 1991 y 2006 fueron asesinados 2.245 trabajadores -el 22% de ellos líderes sindicales-, casi todos por actores militares o paramilitares (17) A pesar de ello, Colombia es considerado un país libre y democrático y, cómo no, con el derecho de asociación reconocido en su Constitución (18) ¿Cuál es la diferencia entre Colombia y Estados Unidos? En ambos países opera el mismo tipo de intoxicación mediática, el mismo tipo de estructura de la información, la misma ideología y los mismos mensajes. Pero en Colombia esto no es, por sí solo, efectivo. La razón es de sentido común: la propaganda no llena el estómago. Si en Estados Unidos pueden darse situaciones graves, difícilmente se llega a la desesperación absoluta, al límite de la supervivencia. Colombia tiene 17 millones de pobres (44% de la población) y 6 millones que sufren desnutrición crónica. Esto significa que cada año mueren de hambre más de mil niños menores de cinco años, y que una de cada cinco muertes de niños entre uno y cuatro años se debe a la desnutrición (19) Así que con los colombianos no bastan las palabras, es necesario reprimirlos físicamente para que no logren mejorar sus condiciones de vida. Pero es un país libre y democrático, eso sí.

Esta doble táctica de control de la población por supuesto no escapa a Chomsky. Cuando nos dice que el «privilegiado» no tiene problemas con el estado pero el «organizador negro de los barrios bajos» sí (o el sindicalista colombiano), ello significa que la anulación de las libertades primero se intenta por los «mecanismos sofisticados», esto es, la propaganda, pero que si esto no funciona se recurre a métodos más expeditivos. De ahí que en Estados Unidos (o en el resto de países desarrollados) sólo exista una ilusión de libertad, sostenible sólo por nuestro nivel de vida relativamente alto, en general. Ciertamente hay disidentes, pero mientras no representen una amenaza real se permite que se expresen en la marginalidad.

Todo esto se lee de forma muy clara y explícita en los textos de Chomsky, pero por desgracia él no extrae sus consecuencias lógicas, a saber, que una sociedad organizada de este modo no puede considerarse libre, no merece tal etiqueta. Tomando una perspectiva más amplia, podemos ver cómo el sistema construye una ideología que se apropia de las palabras en su provecho. La estructura y el funcionamiento de la sociedad apenas pueden acercarse al significado común e intuitivo de la palabra «libertad» (o «democracia»), por lo que es necesario distorsionar su significado para que, por definición, libertad sea lo que tenemos nosotros. Esto no se consigue mediante la discusión racional o el debate sino repitiendo machaconamente la misma mentira hasta que se convierta en verdad, como diría el nazi Goebbels. El problema no es que el poder intente adueñarse del lenguaje, sino que sus tácticas sean tan efectivas que acaben penetrando en la cultura popular y que hasta un crítico tan agudo como Chomsky le acabe haciendo el juego. Eso es lo verdaderamente inquietante.

Notas:

(1) «Crónicas de la discrepancia», p.23

(2)http://www.nytimes.com/2003/11/02/magazine/02QUESTIONS.html?ex=1182571200&en=8f8a919092102be4&ei=5070 http://www.iranian.com/Opinion/2000/June/Chomsky/ http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A4316-2003Noopov21.html «Crónicas de la discrepancia», p.180 «Estados fallidos», p.271 En general, poniendo en el Google «free society site:chomsky.info» encontraremos bastantes ejemplos adicionales

(3) «Lucha de clases», p.126

(4) Obvio aquí la discusión, no trivial, de distinguir entre la libertad como atributo de la sociedad en su conjunto y la libertad como atributo de los individuos, o ciertos individuos, dentro de la sociedad. Chomsky tampoco se ocupa de este punto.

(5) «Sobre democracia y educación», v.1, p.341

(6) «Actos de agresión», p.12

(7) «El bien común», p.24

(8) http://www.chomsky.info/articles/199107–.htm También ver «Ilusiones necesarias», p.411

(9) http://www.chomsky.info/interviews/199811–.htm

(10) http://www.chomsky.info/debates/20031126.htm

(11) «Crónicas de la discrepancia», p.180

(12) http://www.cna.gov.co/cont/documentos/legislacion/constitucion.pdf

(13) http://www.impunidad.com/statistics/stats_pais.htm http://www.cpj.org/news/2005/murderous03may05na_Sp.html http://www.ifj.org/default.asp?index=2628&Language=ES

(14) «Sobre democracia y educación», v.1, p.341

(15) «Crónicas discrepancia», 175

(16) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=16501 http://www.rel-uita.org/sindicatos/empresas-contra-sindicatos.htm

(17) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57476

(18) Artículo 39: «Los trabajadores y empleadores tienen derecho a constituir sindicatos o asociaciones, sin intervención del Estado.»

(19) http://www.pnud.org.co/noticias.shtml?x=14174 http://www.diariooccidente.com.co/publicaciones.php?id=36488 http://www.observatorioinfancia.org/index.php?option=com_content&task=view&id=3018&pt_show=1