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Editorial de Liberación

La borrachera del petróleo

Fuentes:

La noticia de la vertiginosa suba del precio del petróleo en el mercado, que se viene produciendo sin interrupción, todavía no salta de la sección de economía a los titulares en los grandes medios y tampoco suscita un debate público sobre la utilización de esta fuente de energía, que para muchos expertos se está agotando […]

La noticia de la vertiginosa suba del precio del petróleo en el mercado, que se viene produciendo sin interrupción, todavía no salta de la sección de economía a los titulares en los grandes medios y tampoco suscita un debate público sobre la utilización de esta fuente de energía, que para muchos expertos se está agotando antes de lo que se preveía.

Esta semana el precio del petróleo crudo superó los 45 dólares por barril, todo un récord dentro de los índices que se manejan para evaluar el valor de su comercialización en los mercados.

Los analistas atribuyen esta alza de precios tanto en EE.UU como en Europa a una noticia infundada: que la producción de petróleo en el sur de Irak se interrumpiría hasta tanto no se pudieran controlar los sabotajes que están sufriendo las terminales de Basora y Ameyia. En realidad tal interrupción no ha sucedido, en cambio, la producción de crudo de esos yacimientos sí ha tenido que reducirse de 1,9 millones de barriles por día a 1,1 millones de unidades diarias.

A todas vistas parecería que la creciente inestabilidad de la situación iraquí estuviera influyendo en esta alza, que según algunos analistas podría llegar a alcanzar un máximo de 50 dólares por barril. Pero también podríamos estar frente a una gigantesca especulación de las transnacionales del petróleo, que en situaciones similares siempre han aprovechado para acrecentar aún más sus ganancias mediante el expediente de un aumento desorbitado de precios.

Al parecer existen otros elementos coyunturales que desataron esta especulación en torno al petróleo y la preocupación de los mercados internacionales como por ejemplo la situación incierta de Yukos, la mayor petrolera de Rusia, cuyo principal propietario está preso y a la que el gobierno de Putin le reclama el pago de 3.400 millones de dólares por concepto de impuestos evadidos, existiendo el temor de que la compañía pueda llegar a suspender su producción.

El tercer elemento de inestabilidad y preocupación para los dráculas de esta sangre de color negro, es que una victoria de Hugo Chávez en el referendo de este domingo, tenga efecto futuro sobre los suministros.

Por último, un cuarto elemento que cada vez más aparece en consideración es que el petróleo se acaba, al mismo tiempo que EE.UU y China siguen aumentando su consumo.

Pareciera una fiesta de borrachos donde el champagne fuera el petróleo, dice Kjell Aleklett presidente ASPO, -una red internacional informal de científicos y expertos en el tema del petróleo-. Y agrega, «después del clímax de la fiesta llega el declive, cuando tenemos que volver a estar sobrios y afrontar el hecho de que la fiesta se terminó». Su idea es que la producción de petróleo ya comenzó a descender, «está mucho más cerca de lo que pensamos: más o menos entre 2008-2010 en el caso del petróleo y en 2013 para el gas».

Para entonces esto significaría el comienzo de una época de precios muy altos, difíciles de prever, entre otros factores porque la cuantificación de lo que se consideran las «reservas» es muchas veces un secreto muy bien guardado por las compañías petroleras, no sólo por lo que aún no está siendo explotado, sino también por el uso de nuevas tecnologías que permitirían reexplotar y reciclar antiguos yacimientos.

Si Irak es una guerra por el petróleo, como antes la del Golfo, desgraciadamente existen todavía otros escenarios donde la inagotable sed de posesión y control de esta fuente de energía y de fabulosas ganancias, seguirá desatando conflictos bélicos con terribles consecuencias para los pueblos que por desgracia vivan en territorios donde el subsuelo sea un mar negro.

Y lo que es tan grave como lo anterior, un aumento del precio de la principal fuente energética mundial, desata siempre una brutal reacción en cadena que perjudica las economías más vulnerables y como consecuencia inmediata compromete más la situación de los desposeídos.