Al hablar de música popular chilena es inevitable visitar la obra de Illapu, cuyas sonoridades y voces les distinguen de sus pares y les ha vuelto referente del repertorio andino. Roberto Márquez, fundador de la agrupación, voz emblemática, prolijo instrumentista y compositor, visitó La Paz para rendir homenaje a Kalamarka y conversó con Correo del […]
Al hablar de música popular chilena es inevitable visitar la obra de Illapu, cuyas sonoridades y voces les distinguen de sus pares y les ha vuelto referente del repertorio andino.
Roberto Márquez, fundador de la agrupación, voz emblemática, prolijo instrumentista y compositor, visitó La Paz para rendir homenaje a Kalamarka y conversó con Correo del Alba (No. 86 – Junio) acerca de la fecunda trayectoria de Illapu.
Illapu se fundó en 1971 y la palabra proviene del quechua «rayo». ¿A quién se le ocurrió ese nombre?
Lo primero que puedo decirte es que nacimos viendo lo que pasaba en el entorno, en plena Unidad Popular y con la Nueva Canción Chilena -que es la madre de la música andina, recuerda que en esos años irrumpe Quilapayún, Inti-Illimani, entre otros-, pero desde Antofagasta, admirando la música de Bolivia, Perú y Ecuador. Por eso, cuando partimos Los de Illapu en 1971, fue a propósito de un primo en segundo grado, Osvaldo Torres, quien nos trajo algunos discos de Quilapayún y otras gentes, y nos comentó que quería hacer un grupo, que él tocaba un poquito de quena y charango.
En ese tiempo mirábamos hacia la música de Bolivia y Perú, a Los Chaskas, Los Mayas, Los Rupas del Perú, empezamos a cultivar esas mezclas y sonoridades. Sin embargo, pasó muy poco tiempo para que nos encontráramos con este primo y nos preguntáramos dónde, cómo y qué hacer. Osvaldo nos propuso buscar en un diccionario chiquito de quechua y aymara que él tenía, y así, según nos dijo, «Illapu» quería decir «Señor rayo». Hugo Gutiérrez, de los Kalamarka, me ha comentado que ve en «Illapu» muchos otros significados, porque ahí se mezclan el aymara y quechua.
Finalmente, fíjate que en esa época estaba muy de moda que los grupos se llamaran «los de», y agregaban el lugar. Por tanto, nos pusimos Los de Illapu.
Pero en su primer disco figuran como Illapu a secas.
En ese periodo pasan varias cosas, el grupo gana festivales y viajamos a Santiago, nos confrontamos con la Nueva Canción Chilena en el terreno mismo y, ciertamente, «los de» se fue borrando y quedó Illapu. De hecho, una vez que grabamos nuestro primer disco, Música andina, un señor que hacía los logos de otros grupos trazó el nuestro y puso Illapu, con las letras entremezcladas; quizás el «Los de» le molestaba en el diseño.
Durante décadas Illapu ha difundido la cultura andina y de otras latitudes, ¿cuánto de ello es premeditado?
Es absolutamente consciente, sobre todo porque la música que hacíamos al llegar a Santiago era muy desconocida, lo más cercano eran las quenas que usaba Inti-Illimani y Quilapayún, el charango, entre otros.
Violeta Parra ya había empleado algunos de esos instrumentos.
Claro, Violeta fue la primera. Ella tocó Gracias a la vida con un charango y otras canciones acompañándose de un cuatro venezolano.
La cosa es que los jóvenes se enamoraron rápidamente de nuestra propuesta, los grupos para los cuales éramos unos pollitos recién salidos del cascarón -te hablo de los Quilas, Los Parra, Víctor Jara, Ángel Parra, los Intis-, se mostraron muy admirados por la forma como nos plantábamos en el escenario, que era toda una explosión, porque las sikuriadas las tocábamos a la usanza del Altiplano. En ese momento éramos siete y una sikuriada la interpretábamos con cuatro zampoñas, una quena, un bombo y una caja, algo que para una peña de Santiago era como salido de Marte.
En todo caso nos volvimos populares en 1976, cuando grabamos el Candombe para José, un tema que hallamos en Argentina y que poco tiene que ver con la versión nuestra, a la que incorporamos charango y quena. Esta canción lideró los rankings en Chile y nos permitió entrar a la televisión.
Son los primeros años de la dictadura de Pinochet, ¿cómo se lo tomaron los militares?
¿Los milicos? Realmente no hicieron nada. Nos hicimos muy populares y, bueno, de a poco nos fueron coartando.
Al lado de las obras instrumentales, destaca en Illapu la musicalización de poemas de Pablo Neruda, Roque Dalton, Mario Benedetti, entre otros. ¿Qué lugar ocupa la poesía en la vida de Roberto Márquez?
La poesía ocupa un lugar importante en mi vida, porque soy un gran lector de poesía. Mi pasión es la poesía, y creo que por eso no escribo canciones, ya que como leo poemas de tan alto nivel, me da un poco de vergüenza escribir. Aunque unas pocas veces me he atrevido a hacer canciones con texto.
Es muy recurrente el empleo de la poesía social en sus trabajos.
Para mí la poesía siempre tiene que ir de la mano de lo social, pues siento que la canción debe ser un vehículo de reflexión y movilización. Una canción de repente no cambia nada, pero permite que tú te plantees de otra forma la realidad que vives; y tal como pasa con una canción que te enamora, un poema que te llega… tú te lo cuestionas.
Puede ser que una canción no cambie el mundo, pero contribuye a transformar a las personas que lo cambian.
Sin duda ayuda. Eso ha sido la poesía.
¿Ha publicado alguna vez su propia poesía?
No. Sí he hecho canciones, el texto de Copla de morenada es mío. Después hay una o dos canciones más a las que he compuesto íntegramente la música y el texto.
¿Tiene alguna otra herramienta de composición?
Usé como herramienta el trabajar con alguien que dominara bien la poesía, por ejemplo, con el Pato Valdivia [Luis Valdivia Ruiz]. Él participó en Illapu y después estuvo en el grupo Abril, colaboró con Santiago del Nuevo Extremo, con bandas destacadas del Canto Nuevo, tiempo en que escribió grandes poemas y canciones como Cuando llega el invierno o La semilla.
Con Pato nos reencontramos al retornar del exilio, en 1988. Él estaba huérfano de proyectos y empezó a ser nuestro representante o mánager. En esos años Illapu se convirtió en una empresa de autogestión, porque vivimos entre 1989/1990 -cuando llegó la democracia- y 1993 en una situación similar a la que estábamos antes de ser expulsados de Chile.
Pero despegaron con el disco Vuelvo amor… Vuelvo vida.
En realidad, con el disco Vuelvo no pasó nada, incluso el video clip lo hicimos nosotros mismos porque la compañía se negó a realizar un video clip de un grupo que no era, según ellos, considerado para hacer singles, un grupo folklórico, social; el sello nos planteó que éramos un grupo como de segunda línea.
¿Qué sigue a ese hecho?
Te decía que me encuentro con Pato y empezamos a trabajar una idea que yo tuve en el exilio, cuando me encontré con poetas y les pedí hacer canciones; proyecto que no resultó. Ahora, con Pato sí tuvo efecto, por ejemplo, compusimos la canción Del pozo de mis sueños, que es uno de los grandes éxitos de Illapu. También creamos Lejos del amor, nuestro mayor éxito con el Candombe para José.
¿Nos puede comentar alguna anécdota alrededor de Lejos del amor?
Con Pato teníamos una oficina al lado del Museo del Bellas Artes, en Santiago de Chile. Luego de hacer gestiones, almorzábamos e íbamos al Parque Forestal, lugar donde vimos las gaviotas en el río Mapocho, rodeados de niños que pedían limosna, los autos que pasaban por una gran avenida al costado y todas las parejas en su coloquio amoroso.
Lejos del amor reflejó aquello; es una canción que la hicimos los dos, hay muchas partes que son mías.
¿Recuerda otras experiencias de esa naturaleza?
Sí, con Nelly Lemus. Tomé su poema Escribo por ejemplo, y si tú ves el original notarás que hay dos o tres versos exactos que son los que yo utilizo para iniciar la canción. Y es que cuando un poema me enamora, voy haciendo la música.
Escribo por ejemplo estaba en un libro, y fíjate que después del tercer verso Nelly empieza a escribir prosa, su métrica se acaba, de modo que con el resto de la prosa es que hice los otros versos, basado exactamente en lo que escribió.
¿Cuál fue la reacción de la poetisa Nelly Lemus al oír su canción?
Le dije a Nelly: «mira hice esta canción». Y ella me dijo que le pareció maravillosa. Con ella he hecho de la misma forma otras cuantas canciones, quizás unas 8 o 10.
Desde el año pasado Illapu está con la gira «A 30 años del regreso», en alusión al retorno del exilio y el legendario concierto en la población La Bandera, ¿de qué trata este último trabajo?
Estamos rememorando ese concierto porque nos golpeó muy fuerte, piensa que fuimos detenidos el 7 de octubre de 1981 en el Aeropuerto, para ser expulsados de Chile. Regresábamos de una segunda gira por Europa y la policía política de Pinochet nos manuvo en la escalerilla del avión, lo reabastecieron, nos subieron a la fuerza y nos expulsaron. De hecho, fue en el trayecto hacia Europa -pasamos por São Paulo, Londres, hasta llegar a París- que salió el decreto de expulsión que nos acusaba de sumarnos al marxismo internacional y a una campaña contra Chile.
Cuando volvimos, el 17 de septiembre de 1988, y nos presentamos una semana después en La Bandera, en un concierto organizado por los independientes por el NO -se iba a hacer el plebiscito y se autorizó a los exiliados a volver-, nos sorprendió ver un mar humano de 200 mil personas, fue una cuestión increíble.
El concierto del parque La Bandera fue el abrazo con nuestro pueblo y por eso, al cumplirse 30 años en 2018, decidimos hacer la gira que mencionas, con el repertorio de las canciones que cantábamos cuando recién llegamos a Chile, las de los discos De libertad y amor, Para seguir viviendo, más otras posteriores que vamos mezclando.
Illapu ha transitado medio siglo de historia chilena, ¿cuánto ha cambiado el país? ¿Cuánto de lo de Allende se fue y del neoliberalismo perdura?
Illapu ha vivido la historia con nuestro pueblo de la mano, primero, porque partimos con Allende y fuimos parte de ese despertar que significó el que la gente tuviera acceso a cosas que no había tenido jamás, donde la música, la cultura y el arte chileno fueron revalorizados; segundo, porque padecimos en una negra dictadura que se planteó el apagón cultural, que partió a balazos con el asesinato de Víctor Jara; y tercero, porque fuimos testigos de los gobiernos de la Concertación, que se hicieron cargo del país a partir del 1990, con Patricio Aylwin -uno de los promotores del golpe de Estado con la Democracia Cristiana (DC)-.
Con la Concertación obviamente hubo cambios, en un inicio vivenciamos mayores espacios de libertad, pero el modelo económico perduró, porque esta gente en el exilio convivió con la socialdemocracia europea y, por supuesto, se engolosinaron un poco con el poder y esto dio como resultante que los reales motivos y la búsqueda que tenía el pueblo en la lucha contra la dictadura hayan ido quedando postergados. Si tú piensas, es muy decidor que el Canto Nuevo, que se la jugó en la dictadura, con la Concertación desapareció, careció de apoyo y respaldos.
El Chile de hoy responde a eso, se quedó con el modelo de la dictadura y de los Chicago Boys, lo perfeccionó. Muchos de los gobiernos de la Concertación hablaron del «chorreo», que si tenían bastante los ricos iba a chorrear para el resto, eso es lo que administraron.
Con todo, hoy ves una gran oposición al modelo, pero este está sostenido, como en todas partes del mundo, por la prensa, porque además se quedaron con todo el ámbito donde la opinión puede trascender; la televisión chilena tiene muy pocos espacios para un discurso antineoliberal.
También han utilizado instrumentos mapuches, han musicalizado la poesía de Elicura Chihuailaf y por décadas han estado comprometidos con la causa del pueblo-nación mapuche, ¿por qué?
El tema mapuche es para nosotros muy sentido, primero, porque reivindicamos lo que son nuestras razas originarias, que en muchos lugares de Chile fueron borradas absolutamente, y segundo, porque es un pueblo que ha estado de pie a pesar de todo lo que ha tenido que sufrir -con la Corona, con el Ejército chileno y el Estado chileno-.
Los mapuches son la Palestina de América Latina. Viven en un territorio que les fue usurpado y fueron llevados a reservaciones; poco a poco han ido recuperando su territorio, pero eso es un camino muy largo, además los gobiernos realmente no han buscado cómo resolver un problema que va más allá de ir, reprimirlos y encarcelarlos, porque se trata de una nación que está aplastada y que no renunciará en su empeño por ser libre. Tú ves a los abuelos, a los nietos, todos en la misma lucha, han abrazado la causa porque sienten que esa es su razón de ser.
Los mapuches comprenden la confrontación que hay con una sociedad y un Estado depredador, porque el vínculo que ellos tienen con la tierra, las montañas, con el medio en general, es muy distinto al del Estado chileno. Por eso abrazamos su causa, porque vemos en el pueblo mapuche la que debiera ser la lucha de todos los pueblos originarios de América Latina.
Por último, ¿cómo ve las constantes pugnas entre Chile y Bolivia?
En la causa boliviana mi mirada es bien particular, porque mi familia es boliviana y chilena. Somos de Antofagasta, ciudad donde tú encuentras la raíz del problema, que sigue sin ser resuelto. Cuando piensas de qué manera se hizo Chile de Antofagasta, te enteras que hubo intereses ingleses que se tomaron el norte, las salitreras, y nosotros heredamos una cuestión que responde a intereses donde los pueblos, en este caso Bolivia, Chile, Perú, fueron nada más que marionetas, dándose como resultado que Chile invadiera Perú y Bolivia y se quedara con territorios de ambos países. Por supuesto que en el caso de Bolivia es más grave aún, porque se les cortó la posibilidad de acceder al mar.
Pienso que la situación del acceso al mar para Bolivia tiene que solucionarse a los más altos niveles políticos, pues ni siquiera una guerra lo podría resolver. Para mí el tema de Bolivia está latente y disto de la opinión del Gobierno chileno, siento que es un problema que debe resolverse, los políticos y los pueblos son quienes deben buscar con su inteligencia una solución al conflicto. En otras palabras, la causa boliviana sigue abierta; yo amo al pueblo boliviano, su música la quiero desde siempre.
Javier Larraín, Director editorial Correo del Alba
(Publicado en Correo del Alba No. 86, Junio 2019 / https://correodelalba.org)
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