Traducido del inglés para Rebelión por Paloma Valverde
Robyn Williams: En nuestra charla de hoy escucharemos cosas desagradables. Ustedes pueden discrepar de las conclusiones del profesor, incluso con alguno de los términos que utiliza, pero Gideon Polya, que ha sido profesor de bioquímica en la Universidad de Melbourne durante muchos años, se ha tomado la molestia de realizar una investigación nueva, sobre la muerte de los niños y su significado. La ciencia es honesta si es fría. Es sobre las consecuencias políticas sobre lo que se puede discutir.
Gideon Polya: El proceso fundamental de la ciencia implica considerar de forma continua todos los datos, establecer modelos comprobables de realidad reuniendo nuevos datos para probar tal hipótesis potencialmente falsa y posteriormente redefinir nuestros modelos para acomodarlos a los nuevos datos. Una regla fundamental para el científico es que los datos no se pueden eliminar; ello simplemente hace fracasar el proceso científico.
«Borrar» es particularmente peligroso cuando los datos tienen un impacto directo sobre la mortalidad humana. La historia ignorada es la historia repetida y «lo borrado», o negar los hechos de la tremenda mortalidad, como el holocausto, seguramente incrementará la probabilidad de que se repita. En realidad algunos países, especialmente Alemania, han castigado por ley la negación del Holocausto, aunque solo en relación con el Holocausto judío.
Sin embargo, un acontecimiento extraordinario de la posguerra ha sido el rechazo convencido de los medios de comunicación anglo-estadounidenses de evitar dar datos sobre la mortalidad masiva y otras atrocidades cometidas relacionadas con las actividades de Occidente. Así, entre 1943-44 un acto humano, la hambruna [consecuencia] del Mercado de trabajo, se calcula que asesinó a cuatro millones de hindúes y musulmanes bengalíes en India, bajo control Británico. Pero la mayoría de los australianos simplemente no han oído nunca nada sobre este «holocausto olvidado.»
Según Amartya Sen, el economista premio Nobel de 1998, Calcuta, en tiempos de guerra, acumuló toda la producción de un país hambriento; quienes no pudieron permitirse el incremento del precio del arroz, que se cuadruplicó, simplemente murió. Los abusos sexuales de civiles y militares contra mujeres muertas de hambre incluyó a 30.000 mujeres, solo en Calcuta, y probablemente a cientos de miles en [el estado de] Bengala. La explotación sexual de los cuerpos militares británicos, que forzó el hambre en mujeres y adolescentes, exige una comparación con los abusos del ejército imperial japonés contra «mujeres acomodadas».
Insisto, la historia ignorada es la historia repetida pero desgraciadamente el ignorarla por omisión se está atrincherado en la generalidad de los medios de comunicación anglo-estadounidenses.
Estuve investigando y escribí un libro sobre la «mortalidad evitable» desde 1950. Ello supuso tener que utilizar datos de Naciones Unidas (NNUU) para calcular la «mortalidad evitable» (o, técnicamente, el exceso de mortalidad en cada país en el mundo desde 1950. La «mortalidad evitable» es la diferencia entre la tasa de mortalidad actual en un país y las muertes que se calculan en un país en paz, bien gobernado y con la misma población.
La «mortalidad evitable» después de los 50 ha sido de 1,3 billones en el mundo, un billón en los países del Tercer Mundo, medio millón en el mundo musulmán, un holocausto musulmán cien veces mayor que el Holocausto judío, o la contemporánea pero «olvidada» hambruna de Bengala, con India bajo Mandato británico.
Esas cifras son espantosas y exigen algún tipo de corroboración. Para lograrlo he calculado de forma independiente la mortalidad infantil de niños menores de cinco años en cada uno de los países del mundo después de 1950. La mortalidad de los menores de cinco años en el mundo ha sido de 0,9 billones; 0,8 billones de niños en países no europeos y 0,4 billones en el mundo musulmán. Se puede demostrar, a partir de los datos demográficos de NNUU, que la mortalidad de cerca de un 90% de los niños no europeos menores de cinco años pudo evitarse.
Estudiando país por país la espantosa «mortalidad evitable» tras los 50 y la mortalidad de menores de cinco años ambas se corresponden con actuaciones de países del Primer Mundo (fundamentalmente Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Portugal y Rusia) que incluyen, entre otras: ocupación colonial, hegemonía neo-colonial, exclusión económica, restricciones económicas, interferencias perversas, regímenes clientelistas corruptos, militarización, deudas, guerra civil y guerras internacionales.
Este espacio no permite un análisis detallado acerca de la «mortalidad evitable» global, sin embargo he escrito mucho sobre este tema y está publicado en Internet. Por ejemplo, la mortalidad infantil después de 1950 en los países asiáticos y del Pacífico, en los que Australia estuvo implicada en ese período suman 34 millones.
Australia está implicada militarmente en Iraq y Afganistán y es importante evaluar el coste humano de la intervención liderada por EEUU en esos países. Sin embargo, cuando un ministro y un responsable de Inteligencia [australianos] fueron interrogados por una comisión del Senado, ambos negaron conocer tal información.
El prestigioso periodista de la cadena [australiana] ABC Tony Eastley afirmó: «El gobierno australiano ha admitido que no sabe cuántos civiles han muerto en la guerra de Iraq y tampoco las autoridades estadounidenses están intentando averiguarlo…»
En realidad, las autoridades estadounidenses han manifestado repetidamente que ellos no guardan los informes de bajas civiles. Sin embargo, como con las incubadoras iraquíes, las armas de destrucción masiva y la tortura de prisioneros iraqués, la verdad finalmente saldrá.
El ultimo informe de UNICEF de 2005 calcula que en el año 2003, la mortalidad de los niños menores de cinco años en el Iraq ocupado fue de 11.000, 292.000 en Afganistán ocupado y de 1.000 en el invasor y ocupante país de Australia (nótese que eses países tiene poblaciones de 25, 24 y 20 millones respectivamente.)
Utilizando datos públicos de literatura médica de NNUU, se puede rápidamente calcular que se han producido 0,4 millones de muertes que podían haberse evitado.
En 1991, Reino Unido recomenzó las acciones militares contra Iraq, de donde había expulsado en 1914. En 2003, Reino Unido, EEUU y Australia invadieron ilegalmente y conquistaron Iraq. He calculado que la mortalidad infantil de los niños menores de cinco años fue de 1,2 millones desde 1991; 0,2 millones sólo desde la invasión y 0,9 millones en Afganistán desde la invasión de 2001.
Las tecnologías militares y estratégicas estadounidenses minimizan políticamente las bajas militares a expensas de las muertes de civiles en los países invadidos por EEUU. Se han producido alrededor de 1.000 muertos combatientes estadounidenses en la ocupación de Iraq y Afganistán y consecuentemente se puede calcular que la proporción de «muertes evitables» de menores de cinco años tras la invasión estadounidense ha sido de 1.000 a 1.
EEUU, Reino Unido y Australia son claramente cómplices en la espantosa tasa de «mortalidad evitable» en un conjunto de países asiáticos invadidos en la era posterior a 1950. Esto ahora pone de manifiesto el tema filosófico de la responsabilidad [del ocupante]. El gobierno ocupante es responsable de gobernar (nótese que «ocupación» incluye hegemonía militar, económica y política y el gobierno de los indignos regímenes clientelistas.) Además, si un adulto o un niño es asesinado violentamente o muere de forma no violenta por falta de alimento o por una enfermedad evitable, el resultado final es el mismo y la culpabilidad la misma.
En 2004, el gasto medico estimado per cápita fue solo de 37 dólares en el Iraq ocupado, pero de 3.100 en el país invasor y ocupante que es Australia. Esta diferencia de casi uno a 100 en el gasto médico per cápita se refleja en una diferencia de casi 1 a 100 en la mortalidad infantil de los menores de cinco años. La provisión escandalosamente insuficiente de asistencia médica en el Iraq ocupado, de solo alrededor del 1% per cápita del nivel existente en los países de la coalición, es criminal y genocida.
El profesor Peter Singer, anteriormente en la Universidad Monash de Melbourne y ahora profesor de Bioética en la Universidad de Princeton en EEUU, ha sido ampliamente reconocido como el más influyente filósofo vivo. El Profesor Singer ha generado tremendas controversias sobre su reivindicación de una eutanasia activa, indolora y no voluntaria en caso de discapacidades muy graves de niños. Sin embargo, sus comentarios sobre la «eutanasia pasiva» son relevantes para un «genocidio pasivo» a manos de la coalición en Iraq. «Médicos que deliberadamente dejan que un bebé muera cuando tienen el conocimiento, la conciencia y la oportunidad de salvar la vida del niño son tan moralmente responsables de su muerte como lo hubieran sido si le hubieran causado la muerte mediante una acción.» El Profesor Meter Singer ha afirmado que «somos responsables no solo de lo que hacemos sino de lo que podríamos haber evitado… podríamos considerar las consecuencias de lo que hacemos y de lo que decidimos no hacer.»
La violencia yijadista se ha llevado cerca de 5.000 vidas occidentales en los últimos 20 años, muriendo la mayoría de las víctimas el 11 de septiembre (unas 3.000) y el resto incluye asesinatos de civiles israelíes, y las víctimas de las atrocidades de Madrid, Lockerbie y Bali. Sin embargo, la violencia yijadista ha tenido unas terribles y sangrientas consecuencias sobre la guerra histérica y deshonestamente promovida contra el terrorismo que, asociada con las muertes evitables de la invasión en Iraq y en Afganistán, suman un total de 1,6 millones de muertos.
La guerra contra el terrorismo ha ayudado, fundamentalmente, a producir un beneficio extra tras el 11S para el conjunto de la industria militar estadounidense de alrededor de 500 mil millones de dólares. La tasa de mortalidad mundial debida a accidentes de coches y a enfermedades relacionadas con el tabaco es alrededor de uno y cinco millones respectivamente. Es evidente el por qué no hay guerras contra los coches ni contra el tabaco.
Para terminar, borrar los datos evita una solución racional y científica para acabar con los problemas más graves, incluida la tasa de «mortalidad evitable». Mi propuesta para terminar con el holocausto continuo mundial se puede resumir con un acrónimo: CRARA, Cese de la violencia y lo que ello implica, Reconocimiento del coste humano, Apología de la complicidad del Primer Mundo en la constante mortalidad del Tercer Mundo, Resoluciones de ayuda, eliminación de la deuda y Aserción de que este holocausto se terminará y nunca se repetirá.
El silencio asesina. El silencio es complicidad. Por favor informad al todo el mundo, hablad con vuestro entorno sobre esto y después actuad como ciudadanos responsables. No podemos mirar hacia otro lado.
Robyn Williams: Con nosotros ha estado Gideon Polya, que hasta hace muy poco era profesor asociado de Bioquímica en una de nuestras universidades en Melbourne.
Productor Seega© 2005 Australian Broadcasting Corporation
Copyright information: http://abc.net.au/common/copyrigh.htm
Privacy information: http://abc.net.au/privacy.htm
Gideon Polea es escritor y ex profesor asociado de Bioquímica de la Universidad de Melbourne.