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La conjura de los rancios

Fuentes: Impresiones mías/ Rebelión

Descubierta una raza olvidada por la evolución La evolución de las especies no es una ciencia exacta y como tal tiene fallos. Si bien estos fallos confirman la regla. Los arqueólogos están de enhorabuena, los últimos hallazgos confirman la existencia de individuos de especies muy antiguas que se han mantenido en una burbuja inmune a […]

Descubierta una raza olvidada por la evolución

La evolución de las especies no es una ciencia exacta y como tal tiene fallos. Si bien estos fallos confirman la regla. Los arqueólogos están de enhorabuena, los últimos hallazgos confirman la existencia de individuos de especies muy antiguas que se han mantenido en una burbuja inmune a la evolución durante decenas de miles de años. Son los rancios.

Habrá algún deslenguado que diga que el hombre de Atapuerca aún vive, quizás en algún despacho del ayuntamiento de Valladolid, quizás en algún programa de Telemadrid, quizás en la redacción de algún periódico, radio o televisión llena de «tontulianos» y de gatos en el agua, quizás en el mismísimo número 13 de la calle Génova, quizás en todos estos sitios a la vez. Yo no diré tanto, pero sí diré que el espíritu del hombre de Atapuerca está bien presente en el S.XXI. Esta circunstancia se conoce porque se ha detectado a diversas personas que son habitadas por ese espíritu. Son los eslabones perdidos que confirman que la raza humana se encuentra aún encadenada a un estadio primitivo incapaz de evolucionar. La guinda del pastel la ponen aquellos tibios que encuentran a los poseídos por Atapuerca como algo gracioso y sus excesos verbales como disculpables.

Cuando uno de estos rancios gruñe y da rienda suelta a sus pensamientos y pasiones más evolucionadas (las menos evolucionadas son caso aparte), como por ejemplo los recordatorios del alcalde de Valladolid para con la fisionomía facial de Leire Pajín, hay toda una caterva de «calumnistas» preparados para salir a defenderlo. Es como si entre risas expusieran al tonto del pueblo a una fiesta de collejas y luego corrieran a rescatarlo entre elogios velados y mensajes SMS de apoyo.

Aquí van algunas perlas de los que escriben su «columnia» en la prensa negra, la de extrema derecha, como por ejemplo ese pasquín de título contradictorio con su contenido, etiquetado «La Razón»:

-Alfonso Ussía: «Déjennos las pelmazas feministas y los falsos profetas del ‘buenismo’ hablar y dialogar como siempre lo hemos hecho» (¿como atapuercas?)

-César Vidal: «[la izquierda] no puede tolerar que Pérez-Reverte diga de Moratinos lo que pensamos millones de españoles» (si usted fuera medianamente conocido no querría saber lo que pensamos millones de españoles de usted)

-Reyes Monforte: «Andan todos indignadísimos porque han llamado mierda a un ministro y han nombrado los morritos de una ministra» (yo ando «indignadísimo» porque a una mujer como lo es usted, no le parezca «indignantísimo» al menos el segundo nombramiento de los dos que menciona)

Está claro que a estos «calumnistas», en cuanto sacan la lengua a paseo, se les pone rancio el abolengo. Todos a una obedecen al tañer su amo la campana. «Atacan a uno de los nuestros, a mí la guardia» y, como en partido de patio de colegio, todos a una sacan lo más rancio de sí mismos y se lo muestran inmisericordes al enemigo señalado por el amo.

Para remate el comentario de un cerebro en saldos, el de Sánchez-Dragó, que se ha entregado a bragueta abierta a la imposible defensa de su confesada pederastia:

«quiero zanjar el estúpido debate abierto por la maledicencia, la hipocresía, el sectarismo y el sensacionalismo en torno a una nimiedad»

(ahora resulta que el estúpido es el debate; y maledicientes, hipócritas, sectarios y sensacionalistas somos los demás)

«no tenían trece años, les asigné esa edad por dar un pellizco de pimienta»

(a trece años le condenaba yo a usted a que se lo trajinaran los padres de las niñas)

Son literales de un comunicado emitido por el pederasta confeso desde Japón. ¿Habrá ido a buscar a las japonesas de entonces para comprar su silencio? Atención, madres y padres japoneses, vigilad por la moderación y el recato en la ropa y aspecto de vuestras hijas menores de edad. Por favor, nada que pueda excitar a un pederasta.

A esta conjura se ha unido un personaje de lujo que, por lo visto, no debe de tener hijas en edad de pervertir, Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, quien para quitarle hierro al asunto afirma que: «la historia de la literatura está plagada de actos absolutamente reprobables». Exactamente igual que la historia política más reciente de la Comunidad de Madrid, señora presidenta. Y eso tienen en común, lo de Sánchez-Dragó no es literatura y lo de usted no es política.

Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que el arqueólogo los descubre y los rancios se conjuran.

Enlace al original: http://impresionesmias.com/2010/10/29/la-conjura-de-los-rancios/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.