«Me gustaría que hagas saber en Venezuela sobre una campaña que se va a iniciar desde Miami y Guatemala contra el gobierno del presidente Chávez; esto va a ser financiado por la familia guatemalteca Bosch-Gutiérrez y la estrategia a utilizar es la misma que hicieron en Brasil contra el más cercano aliado de Lula: José […]
«Me gustaría que hagas saber en Venezuela sobre una campaña que se va a iniciar desde Miami y Guatemala contra el gobierno del presidente Chávez; esto va a ser financiado por la familia guatemalteca Bosch-Gutiérrez y la estrategia a utilizar es la misma que hicieron en Brasil contra el más cercano aliado de Lula: José Dirceu. Ellos pretenden invertir una gran cantidad de dinero para señalar al presidente Chávez como un corrupto, desestabilizador y todas esas cosas que vienen diciendo hace tiempo. Piensan comenzar por la corrupción en las aduanas y que es ahí donde se facilita el ingreso de droga, desde Colombia a Venezuela para luego ser enviada a Guatemala. Claro que esto tiene un precio; este grupo económico guatemalteco invertirá en la contrarrevolución venezolana a cambio de algo: que el gobierno de Estados Unidos les levante un juicio que ahora los tiene agarrados en Florida por lavado de dinero.»
Estas palabras de un agudo periodista guatemalteco -cuyo nombre por razones mínimas de seguridad no puede revelarse- fueron las que motivaron el presente artículo de investigación periodística: «¿dejar nulo un juicio por delitos financieros a cambio de invertir en la desestabilización del presidente Chávez?» Aunque parezca el argumento de una película de mafiosos, todo el desarrollo de la investigación emprendida no hace sino confirmarlo, y aquí lo presentamos en forma de artículo.
La Revolución Bolivariana que está desplegándose en Venezuela, y más aún su líder, el presidente constitucional Hugo Chávez, han pasado a ser uno de los grandes dolores de cabeza para la administración republicana de Washington. Por años ese país fue -como todos en América Latina- una colonia más para la lógica hemisférica del imperio, con el agregado de una importancia estratégica especial: el proveedor del 15% de su consumo petrolero y la reserva más grande de oro negro en todo el planeta con una fácil cercanía, no como sucede con los pozos de Medio Oriente. Por este motivo la política venezolana, y de alguna manera su dinámica como país «independiente», fue siempre el de cumplir con los dictados de la Casa Blanca: petróleo barato y, desde la caída del último dictador, Marcos Pérez Jiménez, en 1958, una cosmética democracia pluralista, bendecida siempre por el gobierno estadounidense.
Pero con la llegada a la presidencia de Hugo Chávez en 1998 esa historia cambió. Ahora el petróleo está caro, las multinacionales lo manejan en mucho menor medida, y el carismático líder venezolano con la revolución que encabeza ha pasado a ser un punto de referencia para los movimientos progresistas en todo el continente. Cuba ya no está sola y asilada; ahora, en estos primeros años del siglo XXI, un amplio espectro de fuerzas renovadoras, antiimperialistas, de izquierda, vuelve a cobrar fuerza, y la figura emblemática de Chávez -con su hábil muñeca política- comienza a ser el inicio de un bloque continental de resistencia. A través de su persona y de sus políticas, las tesis de unionismo americanista del Libertador Simón Bolívar comienzan a cobrar forma. Por eso Washington ha prendido las señales de alarma. Perder ese petróleo (más las enormes reservas gasíferas así como las de agua dulce que también posee Venezuela), y ver que el «pobrerío» latinoamericano se pone de pie y levanta la voz eligiendo gobiernos no dóciles a los dictados imperiales, no puede ser tolerado por su estrategia continental. Hugo Chávez, como lo fue por años Fidel Castro, ha pasado a ser entonces el nuevo demonio a vencer.
El nuevo escenario
Para diciembre del 2006 habrá elecciones presidenciales en el país caribeño. Tal como están las cosas hoy, es imposible que algún contrincante pueda arrebatarle limpiamente el triunfo. La oposición de los partidos políticos, dividida, derrotada, sin proyecto coherente -que moviliza gente con sesiones de danzoterapia a falta de propuestas sustanciosas- no puede ofrecer batalla con posibilidades reales de éxito. En todo caso, los partidos tradicionales cedieron su lugar a los medios comerciales de comunicación. Lo cual, en algún sentido, puede ser peor (por lo pernicioso del mensaje en juego, y por la forma en que llega).
La campaña por la presidencia ya comenzó; en realidad comenzó unos días antes de las recientes elecciones legislativas en diciembre del 2005, con la retirada de los partidos de oposición y un macabro plan de desestabilización -voladura de oleoductos, masacre de 15.000 personas, clima de terror- que la revolución pudo neutralizar a tiempo. Esa matriz, sin dudas, será la que va a marcar los meses venideros: a falta de propuestas concretas -seguramente con danzoterapia no podrán ganarse unas elecciones- la oposición venezolana y la Casa Blanca (el verdadero titiritero que maneja los hijos) harán lo imposible por intentar revertir el proceso en marcha. En el escenario pueden vislumbrarse las peores atrocidades: campañas mediáticas feroces, golpe de Estado, desestabilización por todos los medios, asesinato del presidente, su denuncia como narcotraficante, provocaciones militares a partir del Plan Colombia, secesión del Estado de Zulia -fuente importante de petróleo, hoy en manos de la oposición política-, prédica constante sobre la «corrupción» y la «ingobernabilidad» que signan la administración bolivariana, acusación de nexos con el movimiento armado colombiano, invasión abierta por parte de fuerzas estadounidenses incluso, etc., etc.
Estrategias todas estas que se complementan con una rabiosa campaña mediática de desprestigio a nivel internacional donde la administración republicana y diversos aliados jugarán un papel definitorio. La FAES -Fundación en España-, por ejemplo, que dirige el ex presidente español José María Aznar y absolutamente en sintonía con las políticas de la Casa Blanca, anunció que para el año 2006 entre otras cosas se dedicará a trabajar en América Latina, «región atenazada por la explosiva combinación de populismo e indigenismo bajo la sombra de la alianza entre Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, tándem al que se ha unido el nuevo presidente boliviano Evo Morales». El objetivo concreto de esta movida es crear una matriz de opinión pública favorable a la desestabilización de los nuevos gobiernos populares, en cuenta el de Hugo Chávez. Es ilustrativo al respecto lo anunciado por Pascual Serrano en la revista «Rebelión» del 6/1/06 en su artículo «Aznar anuncia que utilizará su Fundación en España para combatir a Chávez, Castro y Evo Morales»: «Con motivo de la investidura del presidente estadounidense, el ex presidente español escribió en el diario The Wall Street Journal que
Como ya ha sucedido en innumerables ocasiones en Latinoamérica con gobiernos progresistas (Guatemala, Chile, Nicaragua, Panamá, Grenada, Cuba, por poner algunos ejemplos), la mano del imperio no escatimará esfuerzos por detener la consolidación del socialismo XXI que se vislumbra, proceso que ya estaría rebasando la frontera de Venezuela y animando a otros pueblos a pensar en romper sus cadenas. El imperio está trabajando a toda máquina para detener todo esto. Si esas son las «soluciones» que nos esperan, mejor seguir solos.
Nuevos aliados de Estados Unidos
La Revolución Cubana tuvo -y sigue teniendo- como uno de sus grandes saboteadores a toda la colonia de cubanos exiliados radicada en Miami. En abierta y declarada articulación con las distintas administraciones federales de Estados Unidos, este grupo complotó durante años para desalojar a Castro y restaurar el capitalismo en la isla. La política externa de Washington tiene en ella un poderosísimo aliado en la estrategia anticomunista, ya no sólo para Cuba sino también en contra de otros procesos transformadores latinoamericanos.
Ahora, para acabar con el proceso bolivariano que sigue creciendo y comienza a encender llamas de esperanza por todo el continente -ahí está Petrocaribe, vamos hacia un Mercosur fortalecido, ahí está el triunfo de Evo Morales y la posibilidad de una empresa gasífera latinoamericana, gobiernos con un talante progresista en varios países (Brasil, Argentina, Uruguay) y la posibilidad de otros más en lo inmediato (Chile, Perú, México, Nicaragua) que saludan solidarios al proceso venezolano- para acabar con esa luz de cambio que representa la revolución bolivariana y su llamado a la unión continental, el imperio quiere cortar por lo sano con lo que sucede en lo interno de Venezuela. El llamado al magnicidio es una posibilidad. Si no fuera eso, la estrategia de la administración republicana está buscando todos los caminos posibles para bloquear el avance del bolivarianismo -o dicho en otros términos: del chavismo-.
Así como la colonia cubana jugó y continúa jugando un importante papel en la lucha anticomunista, así mismo se pueden reconocer ahora otros actores que apoyan la estrategia «contrainsurgente» de Washington. Hoy no son guerrillas las que hay que silenciar sino pueblos enteros, movimientos indígenas, barriadas pobres que comienzan a despertar. De hecho en Guatemala, Centroamérica, están teniendo lugar acontecimientos que no pueden desligarse de la ofensiva antichavista de la administración Bush.
En este país centroamericano, unos de los que presenta la mayor brecha entre ricos y pobres en todo el mundo, con el mayor porcentaje per capita en todo el planeta en consumo de automóviles Mercedes Benz y de avionetas particulares -lo cual no habla de la riqueza sino de la extrema pobreza en el reparto de la renta nacional: sus índices socioeconómicos son los más bajos del continente, similares a los de Haití y a muchos países del Africa subsahariana- son unas pocos grupos de interés los que controlan toda la economía, y por tanto la dinámica política. Uno de ellos, el mayor de todos, es Multi-Inversiones.
Según el artículo «Los otros bolivariano$», aparecido en la publicación electrónica «De propia mano» del 7/8/05, ésta es su descripción: «Con una facturación que analistas presumen cercana a los US $ 2.200 millones anuales (la compañía los niega, pero no provee cifras), Multi-Inversiones es un verdadero gorila de 800 libras en Centroamérica. Sus dueños, [Juan Luis] Bosch y su hermano Felipe, junto a sus primos Dionisio y Juan José Gutiérrez controlan los principales molinos de galletas, pastas y harinas y tres hidroeléctricas de Guatemala, un banco y una de las siete mayores faenadoras de pollos de América Latina. Su nave insignia internacional, Pollo Campero, una cadena de 200 restaurantes en ocho países de la región y Estados Unidos, ahora está ingresando a China».
«Su caudal económico» -de acuerdo al artículo de Edwin Pérez «Las familias, los partidos y el Congreso», aparecido en Incidencia Democrática el 2 de noviembre del 2005– «les permitió desarrollar en Guatemala la I Exposición Internacional de la Industria INDUEXPO 2005, una actividad que concentró a la cúpula del poder político y económico del país y con la talla de expositores como el ex presidente José María Aznar. El propósito era exponer las bondades del libre comercio y de paso abonar la tendencia reduccionista del Estado, en el marco del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos».
De hecho el grupo emplea a cerca de 30,000 personas en Centroamérica y Estados Unidos, y ocupa a más de 100 ejecutivos de primer nivel. «Somos un grupo de amigos que trabajamos juntos», dicen los copresidentes del conglomerado económico cuando describen la organización que dirigen. «Para nosotros lo más importante es el servicio al cliente».
Lo fundamental a destacar es que este grupo y sus principales directivos: Juan Luis Bosch y Dionisio Gutiérrez, son un claro punto de referencia contra estos nuevos aires libertarios que soplan por el continente. En relación a la Revolución Bolivariana dijo el primero de ellos: «Regresar al populismo cuando necesitas eficiencia nos retrasa más. Lanzará a la gente a pedir limosnas al Estado y a los políticos a cantar la canción de regalar cosas que no tenemos». Sabido es que el copresidente del monopolio, Dionisio Gutiérrez, desde su programa televisivo «Libre Encuentro» -programa de análisis político y actualidad- es un enconado enemigo de toda expresión de izquierda, y por supuesto ahí cae la Revolución Bolivariana y el presidente Chávez, que son siempre víctima de su venenosos ataques.
Pero este grupo no es cualquier grupo conservador de oposición y de derecha. Además de un gran emporio económico hay algo que lo ubica en una situación especial. Por problemas internos de sus integrantes -reparto de las ganancias, así de sencillo-, la empresa pasa en estos momentos un momento de particular agitación: acaban de salir a luz denuncias mutuas entre sus miembros donde se dan a conocer los «trapos sucios» en el manejo de los dineros. Arturo Gutiérrez, miembro del clan pero radicado fuera de Guatemala (en Canadá) y tío de los directivos de Multi-Inversiones Gutiérrez y Bosch, propietario de la cadena de pollos rostizados «Arturo’s» (similar a «Pollo Campero», pero de cobertura sólo en las principales ciudades de Venezuela) denunció la evasión fiscal y lavado de dinero que realiza el grupo a sus espaldas. Todo ello hace parte de un proceso judicial abierto en Miami, Estados Unidos, que fue ampliamente cubierto por distintas investigaciones periodísticas que revelan las triquiñuelas en juego.
De acuerdo al agudo estudio de Gerardo Reyes «Un imperio de pollos se despluma en Miami», publicado por «El Nuevo Herald» el 22 de octubre de 2005 en Miami, Florida, Estados Unidos, donde cita declaraciones textuales de los abogados de las partes implicadas, puede saberse que «el proceso funcionaba de la siguiente manera: El dinero se depositaba en las cuentas de los ejecutivos del grupo y con él se compraba efectivo en dólares en casas de cambio y otros instrumentos monetarios que luego eran depositados en cuentas de Miami. Los fondos de estas cuentas eran utilizados para comprar casas y otros bienes en el sur de la Florida. Para justificar el envío del dinero al exterior se creó una empresa en Panamá, Ancona Finance, que hacía ‘préstamos falsos’ a la compañía avícola en dólares.» Estas argucias fueron sacadas a luz por propios integrantes de la empresa, y los jueces de La Florida actuaron de acuerdo a la Constitución de ese país. Dicho en otros términos: Multi-Inversiones está acusada de estafa, evasión impositiva y blanqueo de dinero, lo cual no es poco en términos legales.
«En Miami», informa en su investigación Gerardo Reyes, «Don Arturo y su hijo Juan Guillermo Gutiérrez, en nombre de LISA S.A., adelantan dos procesos civiles, uno estatal, por uso de propiedades robadas, y otro federal por confabulación para cometer actos fraudulentos y lavado de dinero bajo la figura legal del RICO Act (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations). Hace un mes, el proceso federal tomó un nuevo impulso al conocerse una decisión de un juez de apelación que ordenó a la corte federal reabrir el caso sin supeditarlo al desarrollo del expediente estatal».
Favor con favor se paga
Pero «todo tiene su precio». El grupo en cuestión puede hacer flacos favores a la «democracia» venezolana, y no sería de sorprender un intercambio: levantamiento del juicio en Estados Unidos por colaboración con la oposición antichavista. Manejos por el estilo no sólo no sorprenden sino que son moneda corriente en estos negocios. La colonia cubana de Miami es especialista en este tipo de enjuagues. ¿Estaremos ante mecanismos similares en el país centroamericano?
Todas las pistas llevan a lo mismo: no es para nada impensable que Washington no escatimará esfuerzos en su búsqueda de desestabilizar, entorpecer, minar el proceso revolucionario en Venezuela, más aún en este año electoral. Y más aún, mucho más aún contando con el nuevo escenario que se abre ahora con el triunfo de la izquierda en Bolivia con Evo Morales a la cabeza y el posible triunfo de varias propuestas socializantes a lo largo del continente. No es novedad que sus servicios de espionaje trabajan día y noche para mantener su hegemonía mundial. Por tanto, vale la pena no perder de vista estos acontecimientos que se están dando entre Miami y Guatemala, porque allí puede encontrarse un importante apoyo a la oposición antibolivariana, a la organización SUMATE y a lo más reaccionario de las fuerzas conservadoras en el país de Bolívar.
La situación para el gran público no termina de estar clara, lo cual ratifica que, como mínimo, ahí hay «gato encerrado». En un artículo de Marcela Sánchez del 2/12/05 –http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2005/12/01/AR2005120101296_pf.html- publicado por el «Washingtonpos.Nesweek Interactive» con el título de «Infractores acaudalados respiran menos tranquilos en Miami» pueden conocerse detalles de esta denuncia: «En Miami (…) está pendiente el caso contra los magnates de pollo asado Juan Luis Bosch y Dionisio Gutiérrez. (…) Están acusados de desviar casi la mitad de las ganancias de la empresa a cuentas personales en bancos de Miami». Pero curiosamente tiempo después la publicación se corrige, agregando como aclaración que «esta información se basó en litigios civiles pendientes en Guatemala y en una corte federal y una corte estatal en la Florida, litigios que fueron iniciados por su tío en contra de varios negocios pertenecientes a la familia. Pollo Campero no es uno de los acusados en el litigio federal y no se quiso insinuar que Bosch y Gutiérrez hubieran sido acusados de algún delito. Ningún proceso criminal ha sido iniciado en Estados Unidos contra Bosch y Gutiérrez».
Pese a esta «aclaración» el proceso continúa. En un boletín emitido por el grupo LISA S.A., del que es presidente Arturo Gutiérrez, el principal demandante, aparecido en la versión electrónica de «International News» del 13/1/06 –http://www.prnewswire.com/cgi-bin/stories.pl?ACCT=PRNI2&STORY=/www/story/01-13-2006/0004248661&EDATE=– puede leerse la declaración del abogado canadiense de la empresa, Robert R. Amsterdam, quien afirma: «Nuestro cliente está tratando de hacer algo sin precedentes en la historia de Centroamérica: poner al descubierto la forma en que en Guatemala la riqueza masiva permite encubrir actos ilegales. (…) Hay que entender algo: la captura del estado de Guatemala permite que personas como Juan Luis Bosch y Dionisio Gutiérrez Mayorga compren su impunidad y extiendan su enorme influencia sobre la política, los negocios y tristemente hasta la prensa».
No es ninguna novedad, según lo reafirma con claridad Eva Golinger en su libro «El código Chávez», publicado en el 2005, que «Miami se ha convertido en un refugio para venezolanos autoexiliados que buscan nuevas formas de deponer al presidente Hugo Chávez de su cargo electo democráticamente.»
Repitamos la pregunta entonces: «¿dejar nulo un juicio por delitos financieros a cambio de invertir en la desestabilización del presidente Chávez?» Como mínimo, no debemos dejar de estar atentos a esta jugada y seguir con mucha atención estos acontecimientos.