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La contrarreforma de la previsión social

Fuentes: Blog Convergencia

La previsión social ha sido uno de los factores que explican porque, desde 1988, la clase dominante logró la longevidad de un «pacto social» informal sin el cual la estabilidad del régimen democrático electoral, el presidencialismo de coalición, hubiera sido, tal vez, posible. Por lo menos, hubiera sido mucho más inestable. Se formó a partir […]

La previsión social ha sido uno de los factores que explican porque, desde 1988, la clase dominante logró la longevidad de un «pacto social» informal sin el cual la estabilidad del régimen democrático electoral, el presidencialismo de coalición, hubiera sido, tal vez, posible. Por lo menos, hubiera sido mucho más inestable.

Se formó a partir de 1988, como resultado de la Constituyente electa en 1986, una seguridad con tres grandes servicios: la salud pública, la asistencia social y la previsión. Su alcance y dimensión, más de 31 millones de personas, explican mucho más sobre la reducción de la miseria que el Bolsa Familia. No es que los beneficios sean, en su mayoría, absurdos. Son una miseria. Los jubilados suman un poco más de 31 millones. El valor medios en enero (2016) de la jubilación urbana era R$1.415,81, de la rural, R$ 881,11. Ahora la clase dominante decidió que precisa reformarla, porque considera que es demasiado cara. No es. Pero en escala tiene un precio: cuesta 14% del PIB (1).

Todo indica que la primera gran contrarreforma del gobierno Temer será la introducción de la edad mínima en la previsión social. El proyecto de reforma es mucho más amplio, porque incorpora propuestas como el fin diferencial de la jubilación para las mujeres, el fin de las jubilaciones especiales como la de los profesores, el aumento de las contribuciones mensuales, el fin de la pensión integral, etc. Estamos delante de una ecuación que no cierra: no hay solución posible a no ser el corte de derechos, la reducción del valor de los beneficios y la elevación de impuestos, o todo eso junto de una sola vez.

Temer tiene el apoyo unánime de la clase dominante para esta reforma de la previsión. ¿Por qué? Por razones tácticas y estratégicas. En el plazo más breve porque hay una fuerte presión para garantir un superávit primario que asegure la circulación de la deuda pública sin sobresaltos. En el largo plazo porque el colapso de la previsión pública abre el camino a la previsión privada, uno de los principales productos bancarios que tendría potencialmente, posibilidades de expansión.

Pero dicen que hay razones «técnicas». Los argumentos más poderosos son dos: a) el déficit de la previsión no para de aumentar porque los ingresos serían insuficientes delante de gastos con beneficios crecientes; b) el aumento de la expectativa de vida disminuirá el número de trabajadores en actividad haciendo contribuciones en proporción de aquellos inactivos.

Ocurre que no es verdad que haya un déficit crónico en la previsión social. Depende de cómo se hacen las cuentas. El cálculo del déficit previsional que no nos es bombardeado todos los días no es correcto. El cálculo considera apenas los ingresos de contribución al INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social). Esa, en tanto, es una ecuación falsa.

El resultado da un aparente déficit, es una manipulación de números. Por dos razones: a) los dos primeros componentes de la seguridad -salud y asistencia social- son derechos sociales y servicios públicos, como la educación o la seguridad pública, y no cuentan con ingresos propios, siendo financiados por los tributos que los constituyentes crearon para ese fin (las contribuciones sociales); b) no se puede desconsiderar la DRU (Desvinculación de los Ingresos de Unión), un recurso legal vigente desde el gobierno de FHC (Fernando Henrique Cardoso) que permite que el gobierno no aplique en la previsión una parte de los tributos que son recaudados en su nombre, y que vienen siendo desviados para el pago de los intereses a los acreedores de la deuda pública.

Tampoco es verdad que sea posible anticipar, dentro de márgenes de error más ´menos seguros, la evolución de las variables demográficas en proyección para los próximos veinte años. Mucho menos en los próximos cuarenta años. Olvidan, convenientemente, que la expectativa de vida masculina es inferior en cinco años a la femenina, y que la expectativa de vida de aquellos que sobreviven al trabajo manual más pesado, o sea, la clase obrera, es todavía menor en cinco años. Moral de la historia: trabajar hasta morir. O morir algunos años después de jubilarse.

El aumento de la expectativa de vida se puede estancar, porque partía de niveles muy bajos. Y ya se alcanzó gran capilaridad en la distribución de medicamentos baratos contra las enfermedades crónicas como la presión alta y la diabetes, responsables por la mortalidad precoz. La reducción en la tasas de fecundidad femenina, puede, también, estancarse o eventualmente volver a elevarse dependiendo de la fluctuación de la situación económica, porque la caída fue vertiginosa. (2)

Esta argumentación «técnica» no tiene solidez técnica alguna. En primer lugar, las variables no son solamente estas dos. Hay que considerar no solamente la variación del perfil demográfico, o sea, la reducción de la tasa de fertilidad y el aumento de la expectativa media de vida, pero también: a) el aumento o disminución del grado de formalización del trabajo en el sector privado, o sea, la proporción de aquellos con cartera de trabajo -hoy son 38 millones, pero eran más de 43 millones en 2012- sobre el stock de población, potencialmente, activa que hoy son 103 millones (3); b) el aumento o disminución de la empleabilidad en el sector público; c) la variación del número de contribuyentes en función del aumento o disminución del desempleo, o sea, las oscilaciones en el aumento o contracción del PIB; d) el aumento, reducción o estancamiento de los salarios, porque las contribuciones son proporcionales; e) las variaciones en el aumento de la productividad del trabajo.

Este tema sólo puede ser comprendido en un contexto. El modelo de regulación económico-social realizada por los Estados sudamericanos, en los últimos diez años, entró en colapso. No solamente en Brasil. El crecimiento económico entre 2004 y 2008 permitió la implantación de políticas sociales focalizadas, y la acumulación inédita, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, de reservas cambiarias sustantivas. Ese proceso fue interrumpido de forma, al parecer irreversible, después de la desvalorización de los precios de los commodities. La economía china se desaceleró; la norteamericana continúa creciendo, pero con tasa de 2,5% al año y viene a la baja; y la europea gira en torno a 1% al año. Y caminamos para otra crisis en la forma de recesión en el centro del sistema que debe llegar, probablemente, en los próximos años. Las presiones sobre los balances de pagos aumentarán, la tendencia de desvalorización de las monedas nacionales serán más fuertes, las presiones inflacionarias aumentarán, y el desempleo se disparó.

Resumen de la ópera: todos saben que la introducción de la edad mínima de 65 años encabeza la propuesta de reforma del gobierno Temer. Ya era la prioridad del proyecto de reforma bajo el gobierno Dilma. Lo que está en debate, por tanto, es de una crueldad espantosa. El objetivo es cerrar la puerta de la jubilación antes de los 65 años para aquellos que consigan empleos con cartera de trabajo registrada.

Notas

1) La mayoría de los pocos más de 31 millones de personas actualmente jubiladas lo hace por edad!. Aquellos que se jubilan por el criterio de 35 años de contribución son minoría. La jubilación por edad es, en verdad, el beneficio con mayor número de beneficiarios: casi 80% y más de que la jubilación por tiempo de contribución.

O sea, ya está en vigor una edad mínima de 65 años. Además, está en vigor desde 1960. Hace 56 años. Y es así porque la mayoría de los asalariados trabajó una vida entera, pero sin cartera de trabajo firmada, por tanto, en la informalidad. No consiguen probar que hicieron los descuentos para el INSS durante 35 años porque no tenían ningún tipo de registro. La jubilación por edad del trabajador urbano surgió por la primera vez en la Ley Orgánica de la Previsión Social LPOS (Ley3.807/60) con el curioso nombre de «jubilación por vejez». La única diferencia de aquella ley a la de hoy es que la carencia exigida para la concesión del beneficio (el mínimo de contribuciones recaudadas a los cofres de la Previsión) era de cinco años o 60 contribuciones mensuales. Ahora es de 15 años. Consulta en mayo de 2016.

https://www12.senado.leg.br/publicacoes/estudos-legislativos/tipos-de-estudos/textos-para-discussao/td190

2) Lo datos divulgados del Censo 2010 divulgados por el Instituto Brasileiro de Geografía y Estadística (IBGE) confirman que la tasa de fecundidad en el país (número de hijos por mujer) de 1,9 hijo, está debajo de la tasa de reposición de la población, de 2,1 hijos por brasilera. El número de hijos por mujer llegó a 6,28 en 1960, antes de caer a 2,38, en 2000. Consulta en mayo de 2016.

http://memoria.ebc.com.br/agenciabrasil/noticia/2012-10-17/ibge-com-taxa-de-fecundidade-baixa-brasil-tende-ser-tornar-pais-de-idosos

3) Nuevo relevamiento del IPEA (Instituto de Encuesta Económica Aplicada) indica que el porcentual de funcionarios entre el total de ocupados no llega a 11% y no llega a 6% si se compara a toda la población. Según el Comunicado de la Presidencia N° 19, «Empleo Público en Brasil: Comparación Internacional y Evaluación Reciente» no hay razón para afirmar que el Estado brasilero sea un Estado «inchado» por un supuesto exceso de funcionarios públicos. Comparándose con el total de ocupados, Brasil tiene menos funcionarios que todos los socios del Mercosur, queda atrás de países como Estados Unidos, España, Alemania y Australia y mucho más atrás de Dinamarca, Finlandia e Suecia. Y agrega: «incluso en los Estados Unidos, la economía capitalista más importante, el peso del empleo público llega a 15% de los ocupados». Consulta en mayo de 2016.

http://www.sindifisconacionalsp.org.br/UserFiles/File/pdf/09_03_30_ComunicaPresi_EmpPublico_v19.pdf

Valerio Arcary. Doctor en historia, profesor jubilado del Centro Federal de Educación Tecnológica de San Pablo. Militante del PSTU (Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado) Su último libro publicado es «O martelo da história. Ensaios sobre a urgencia da revolucâo contemporânea» (El martillo de la historia. Ensayos sobre la urgencia de la revolución contemporánea, Editora Sundermann, San Pablo, 2016).

Fuente: http://blogconvergencia.org/ 
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa