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Contestando a Iñaqui Gil de San Vicente

La corrupción no es necesaria

Fuentes: Rebelión

 Iñaki Gil de San Vicente escribe en Rebelion «La corrupción es necesaria«: un formidable trabajo de prospección histórica acerca de la corrupción, desde Hammurabi hasta nuestros días. Empieza diciendo:   «Comprendo que sorprenda la tajante afirmación contenida en el título, y sobre todo que sea rechazada. Pero es cierta, tanto para la economía mercantil precapitalista […]

 Iñaki Gil de San Vicente escribe en Rebelion «La corrupción es necesaria«: un formidable trabajo de prospección histórica acerca de la corrupción, desde Hammurabi hasta nuestros días. Empieza diciendo:

 
«Comprendo que sorprenda la tajante afirmación contenida en el título, y sobre todo que sea rechazada. Pero es cierta, tanto para la economía mercantil precapitalista como para la capitalista. Todo depende de dos aclaraciones previas: qué entendamos por necesidad y qué criterio ético utilicemos. Lo necesario es lo imprescindible para que un proceso siga desarrollándose».
 
 Me detengo en este último párrafo, y no llego a comprender cómo siendo un brillante artículo con ribetes de ensayo que bien pudiera haberse presentado como una sinopsis histórica de la corrupción, lo degrada eligiendo el titular y siguiendo por el párrafo señalado, para explicar que un proceso se desarrolla a condición de no prescindir de lo necesario para su desarrollo. Y digo lo degrada, porque es posible y hasta cierto, que sea necesaria en tanto que imprescindible, la prostitución. Pero no creo que para que «el proceso siga desarrollándose» «debamos» (en cuanto necesario) admitirla, y menos aún cuando no son manzanas podridas sino todo un árbol lo que está putrefacto. Tal como lo expresa San Vicente hace de su exposición una proposición apodíctica, que en filosofía es «lo necesariamente verdadero», a lo que los escépticos contestamos ¿dónde podemos localizar algo «necesariamente» verdadero que no sea una principia petitio?

 En la vida individual y social todo es cuestión de dosis… Aun sin conocer todo lo que sabemos, ya sabemos que la corrupción existe en todas partes y está extendida en este país. Pero también sabemos que en unos países hay poca, en otros mucha y en otros, como en España, sólo islas de integridad en la política y en la judicatura y en las parroquias y en la Medicina y la abogacía… y en la empresa sólo ingenuos que fracasan por evitarla. Y que en aquellos países dimiten por lo que aquí se considerarían motivos ridículos, y aquí se hace constantemente de lo deshonroso virtud…
 
 Por eso, no contesto al fondo de la exposición de San Vicente, sino precisamente a ese tufo de cinismo que hay tanto en el titular como en el recorrido de su tesis que, más que explicaciones didácticas parece encerrar un alegato en favor de la corrupción para que «el proceso siga desarrollándose», y en consecuencia para que no se bloquee si se extreman las medidas para evitarla. Ya sé que él no es eso lo que pretende. Pero el estilo es el hombre, y el silogismo construido de una u otra manera resulta atractivo, o repulsivo…

 Porque, a mayor abundamiento, decir que la corrupción es «necesaria» para que la economía precapitalista y la capitalista se desarrollen, pertenece a esa clase de razonamiento no explícito sino como inferencia, de la apologética catolicista: «es necesario que haya pobres que sólo entrarán en el reino de los cielos por la resignación, para que haya ricos que sólo entrarán por la caridad», y a la inversa…

 En resumen, una excelente lección de historia de la corrupción. Pero no era «necesaria» para su desarrollo, más bien resulta odiosa, su manera, que resulta disculpatoria, de presentárnosla como inevitable o necesaria. Sí, disculpatoria. Pues emplea un corolario perverso sin pretenderlo: si es necesaria la corrupción para el desarrollo del capitalismo financiero, siendo así que no hay posibilidad de cambiar el marco económico y político excepto por revolución, bien venida sea la corrupción que permite el desarrollo del capitalismo financiero…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.