Considero que las Asociaciones de Vecinos, ya que las «medidas de austeridad» afectarán a nuestros barrios, deberían tener más protagonismo en el asunto de la crisis, y no limitarse a contemplar cómo los banqueros dirigen la política, los políticos hacen de verdugos y los empresarios aprovechan la ocasión para aplastar todavía más a sus trabajadores, […]
Considero que las Asociaciones de Vecinos, ya que las «medidas de austeridad» afectarán a nuestros barrios, deberían tener más protagonismo en el asunto de la crisis, y no limitarse a contemplar cómo los banqueros dirigen la política, los políticos hacen de verdugos y los empresarios aprovechan la ocasión para aplastar todavía más a sus trabajadores, con el visto bueno y la colaboración de los gobiernos de derechas y de «izquierdas».
Las Asociaciones de Vecinos deberían denunciar, pienso, la gran estafa histórica que nos están haciendo «desde arriba», a base de mentiras y de engaños, y que representa un retroceso de decenas de años (o quizás siglos, ya veremos) para la clase trabajadora, que perderá todo lo que consiguió con duras luchas, que costaron (no lo olvidamos) encarcelamientos, torturas, heridas y muertes.
No puede ser que aceptemos que lo que han hecho un grupo de delincuentes financieros lo hayamos de pagar nosotros económica, política e históricamente, y, si es así, habremos de convenir que el capitalismo es un sistema dirigido por delincuentes, y que, en realidad, nos gobierna una mafia económico-política. En este caso, hace falta animar a lo que haya de sano en el mundo judicial a que pongan en búsqueda y captura los responsables de lo que está pasando y a sus cómplices por acción u omisión, algunos de los cuales tienen cargos importantes en el FMI y el BCE, así como en el Parlamento Europeo y en los gobiernos europeos, mientras los otros campan por Wall Street y la City de Londres. Desgraciadamente, los jueces no entienden mucho de economía (quizás por esto se tarda tanto a resolver los casos de «corrupción»… cuando se resuelven, claro).
No es sensato que el movimiento vecinal se resigne, como propugna la Confederació d’Associacions de Veïns de Catalunya, a un reparto «equitativo» del desfalco de la crisis: esto es nada menos que hacer el juego al neoliberalismo que nos está invadiendo por todos los lados: todos los medios informativos nos intoxican con el mismo mensaje que «hace falta apretarse el cinturón», mientras montañas de euros y de dólares van a parar a los bolsillos nada menos que de quienes envían este mensaje. El movimiento vecinal se tiene que desmarcar de esta campaña de manipulación ideológica, que nos sumerge aún más en la alienación.
Nos dicen, con eufemismos, que la culpa la tiene el estado del bienestar (¿dónde está eso?), y que nos debemos resignar a perderlo. Esto quiere decir, tal y como van yendo las cosas, que la privatización de todos los servicios públicos, empezando por la sanidad, está en el programa neoliberal para Europa (en la «hoja de ruta», como les gusta decir a los periodistas, olvidando que esta expresión la acuñó el equipo del nefasto George W. Bush al invadir Irak). La denominada «externalización» no es más que la entrada de empresas privadas a los servicios públicos. Puestos a privatizar, ¡que privaticen el Congreso de los Diputados! así, con la facilidad del despido a qué hemos llegado, nos sacaríamos de encima un buen puñado de crápulas. Que privaticen, también, la Corona, y que los miembros de la «realeza» se ganen la vida como ornamentos para eventos de la «alta sociedad» y concediendo exclusivas a la prensa «del corazón».
Si la sociedad civil, de la cual son protagonistas indispensables las Asociaciones de Vecinos no resucita, ya nos podemos ir preparando para lo peor. Los sindicatos, no por propia voluntad (como debería ser) sino empujados por las circunstancias, se ven obligados a reaccionar y amenazan con la convocatoria de huelga general; pero una huelga general sólo tendrá el efecto de parar la embestida neoliberal si es de alcance europeo y con disposición de ser indefinida. Los sindicatos europeos ya lo están hablando: veremos si, al menos en esto, Europa se une de verdad: los frentes de lucha son claros y bien definidos: a un lado está el capital, y en el otro la sociedad europea. Los economistas honestos e independientes, de los que, desgraciadamente, hay pocos, y cuya opinión es neutralizada por los medios «informativos», dicen unánimemente que las medidas que nos imponen sólo son para pasar más dinero público a los bancos y por hacer ganar más dinero a las grandes empresas, y que no servirán para salir de la crisis, sino que la agravarán aún más. Algunos «analistas» afirman que los últimos encuentros de peces gordos como los del Club de Bilderberg son para decidir cómo se tercermundiza todo el planeta (empezando por Europa), para conservar y aumentar los privilegios de los amos.
La lucha de clases está en un momento álgido, y las Asociaciones de Vecinos somos representantes del pueblo. En España, y especialmente en Catalunya, han sido durante la época de la dictadura las plataformas de la lucha antifascista. Ahora que el fascismo vuelve (el neoliberalismo es su «crisálida») ¡hay que «ponerse las pilas»!
¡Proletarios de todos los países, y especialmente en estos momentos los europeos, uníos!
* El autor es doctor en filosofía en la Universitad de Barcelona
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