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La derecha presenta: narradores de cuentos, mitómanos e «intelectuales»

Fuentes: Rebelión

La sociedad actual – de la cual América Latina es un reflejo – se encuentra confrontada entre dos bandos claramente diferenciados: por un lado tenemos a «un mundo» pos-industrial, pos-capitalista y posmoderno; en el otro extremo una sociedad pre-industrial – en algunos casos, semifeudal y semicapitalista e incluso semicolonial -Bajo esta lógica los países de […]

La sociedad actual – de la cual América Latina es un reflejo – se encuentra confrontada entre dos bandos claramente diferenciados: por un lado tenemos a «un mundo» pos-industrial, pos-capitalista y posmoderno; en el otro extremo una sociedad pre-industrial – en algunos casos, semifeudal y semicapitalista e incluso semicolonial -Bajo esta lógica los países de América Latina, África y Asia, han sido subyugados al poder hegemónico imperante de países como Inglaterra, Francia y EE.UU, en un proceso que se conoce como acumulación originaría de capital, denominado así por Carlos Marx, abarcando el periodo del mercantilismo, la formación embrionaria del capitalismo y la revolución industrial.

Introducción

La configuración de la sociedad actual, obviamente, se sustenta en una base económica, pero también en una superestructura ideológica y política. El papel trascendental, en defensa o ataque a la sociedad, dentro de este campo, está gobernada por los intelectuales, ya sea por los cada vez más de configuración variada, o por los intelectuales comprometidos con la sociedad y con el cambio.

La palabra intelectual hace referencia a aquella persona que hace de su potencialidad de reflexión una profesión, más no un uso exclusivo de su facultad de pensar y reflexionar; así todos somos intelectuales en potencia y todos podemos además referirnos y pronunciarnos sobre la sociedad que nos rodea.

Aquí no vamos a entrar en detalle a analizar las diversas tipificaciones bajo las cuales se ha calificado a los denominados intelectuales, teniendo entre las principales: orgánico, institucional, progresista, reaccionario, revolucionario, mercenario, universal o específico, sino más bien utilizando la división basada en el compromiso social en búsqueda de un cambio de estructura, analizaremos a quienes buscan cambiarla frente a quienes buscan justificar y legitimar el orden y sistema capitalista imperante.[1]

Para esto analizaremos dentro del proceso de neocolonización de la cual es parte y víctima América latina, el discurso legitimador de los denominados intelectuales de derecha, los cuales afirman que el problema de la injusticia y la desigualdad imperante cada vez con mayor crudeza dentro del modo de producción capitalista, se debe no a la presencia del capitalismo como sistema, sino al mal funcionamiento y administración de éste por parte de los presidentes, gobernantes y un manejo por ende erróneo de las instituciones; tal es así que la solución planteada a nivel mundial, americano y peruano, es una globalización económica a todo nivel, privatización, apertura de mercados, tratados de libre comercio, adecuación de una legislación acorde al «contrato social» de cada país o región, logrando así el tan ansiado «progreso» y la «solución» para la pobreza mundial.

Dichos tipos de intelectuales afirman a su vez que lo peor para la región americana y para los países ex-comunistas es un rechazo al libre mercado, ocasionando un retraso a todo nivel, sobretodo en lo económico, en su intento de mantener un sistema socialista calificado por ellos como inservible y des-fasado.

Se puede apreciar la legitimación elaborada por estos intelectuales que servilmente haciendo caso a su institucionalidad o a su conciencia de clase carente de todo compromiso social, obvian que el problema mismo esté en el propio sistema, el cual como veremos no ocasiona otra cosa que cada vez mayor desigualdad, marginación y exclusión entre las personas y países.

Caminando por un terreno firme elaborado por ellos mismos, quieren que todos los sigamos en este acorde de sinfonías y argumentos maltrechos, ocultando las contradicciones y siendo ellos más bien los creadores de falacias, mitos, cuentos y demás epopeyas dignas de un estelar o un prime time hollywoodense, aprovechando su presencia mediática también para la conformación de consenso en la población.

Frente a este proceso de lavado de cerebro mediático y de fulgor progresista, nos hacemos la pregunta: ¿y los intelectuales de izquierda donde están y cuál debiera ser su manifestación y argumentación? Siendo la resolución a la pregunta planteada el cuerpo de las siguientes páginas.

CONFORMANDO EL CONSENSO: LA CAMPAÑA DE LOS «CRÍTICOS»

En esta parte evidenciaremos algunos ingeniosos planteamientos de «los críticos», defensores a ultranza del sistema imperante. Son ellos los que sustentan y configuran el consenso para mantener en raya a la plebe; sin embargo, no vamos a retroceder en este afán hasta los inicios del sistema capitalista, como tampoco pretendemos analizar a los intelectuales desde su aparición como sujeto y como sustantivo. Lo que nos proponemos es analizar el comportamiento de los intelectuales de nuestra América en la actualidad y mostrar algunos ejemplos de casos.

No hay lugar a dudas que la lucha ideológica es la expresión de la lucha de clases, de allí que a los que ostentan el poder siempre les parecerá saludable las recetas de sus teóricos mercenarios, que proclaman el fin de la historia y presentan al más grande Estado «democrático» (EE.UU.), como el mejor y último gobierno de la humanidad. Esto era lo que argumentaba Francis Fukuyama en el año 89 del siglo pasado, desde entonces son muchos los intelectuales, algunos de ellos anteriormente marxistas y que hoy saben sacar provecho a su cambio de camiseta, que han buscado aportar con su «cuota de saber» a la globalización y a la imposición de la democracia liberal en el mundo.

En el lado peruano tenemos a nuestro laureado Hernando De Soto y su Misterio del Capital, un libro que se ha convertido en un best-seller; la posición política de este autor ha merecido el elogio de personajes como Milton Friedman, Francis Fukuyama, Margaret Thatcher, entre otros grandes personajes del mundo contemporáneo. La pregunta salta a la vista: ¿A qué se debe el éxito del gran Soto? Para responder la pregunta recurrimos a los argumentos esgrimidos en su Misterio. En el primer capítulo ya nos encontramos con una tesis que ha merecido grandes elogios de los capitalistas cada vez que los intelectuales lo han mencionado:

«La caída del muro de Berlin cerró un siglo largo de competencia política entre capitalismo y comunismo. El capitalismo queda como la única forma viable de organizar racionalmente una economía moderna»[2]

Este es un planteamiento que engloba dentro, una gran mentira. En el mundo nunca han competido el capitalismo con el comunismo, por que, en principio, aún la humanidad no conoce un gobierno comunista; de lo que sí hemos sido testigos ha sido de la experiencia rusa y china. El comunismo era y sigue siendo un planteamiento político que se mantiene en pie; sin embargo, a pesar de ser concientes de ello, y, podríamos decir, exactamente por eso, los ideólogos del capitalismo buscan negarlo.

«En este libro intento demostrar que la gran valla que impide al resto del mundo beneficiarse del capitalismo es la incapacidad de producir capital. […] Los habitantes pobres de estos países – la gran mayoría – sí tiene cosas. Pero la mayoría de ellos no cuenta con los medios de representar su propiedad y crear capital»[3]

Este es el misterio del capital – dice Hernando de Soto – del cual se considera descubridor, su argumento se sustenta en la falta de creatividad de los pobres y en la informalidad en la que viven; por ello el autor llama a formalizarse y a ingeniar la búsqueda del capital. Antes de continuar analizando el capital, debemos referirnos al misterio del capitalismo, del cual, Marx es el verdadero descubridor. Marx evidenció que el misterio del capital se sustentaba en la plusvalía, es decir en el trabajo no remunerado al trabajador, en consecuencia el capital era trabajo acumulado y la mercancía la esencia del capital, que se sometía a la ley de la oferta y de la demanda. Ante el planteamiento marxista que aún sigue en pie y se evidencia hoy más que nunca, la tesis anterior se muestra falaz. De Soto miente al decir que el misterio del capital está en el ingenio. Por más creativo que sean las personas y los países, les será imposible convertirse en capitalistas si no son libres de actuar, esto es, mientras sigan siendo colonia del capitalismo extranjero, que arremete con fuerza brutal en el ámbito económico y con no menos fuerza a través de sus medio de masas, como la televisión. Se mediatiza mediante estas vías la mente y se somete bajo la alineación a la mayor parte de la humanidad, contribuyendo con esto los intelectuales que no evidencian las contradicciones y el lado negativo del sistema, que por cierto es extremadamente superior que los beneficios que brinda.

«Fue al universalizar la propiedad formal que occidente cruzó la línea que conducía al éxito capitalista y este dejó de ser un club privado para volverse una cultura popular»[4]

Otra gran mentira es la que nos presenta aquí este señor: todos sabemos muy bien que los países hoy llamados del Primer Mundo se han beneficiado de los países eufemísticamente denominados del Tercer Mundo o en vías de desarrollo. A De Soto habría que hacerle recordar que la historia se ha escrito siempre a fuerza de sable. Los procesos y estadíos por el que ha transcurrido el devenir de la especie humana ha sido el de una novela terrorífica de dominantes y dominados, aun sin final feliz más que para una minoría. Esa minoría es la que está hoy en el poder; a ésta le conviene que acusemos la falta de desarrollo a la ingenuidad, la informalidad o falta de capacidad y no a las bases económicas del sistema mismo.

«La crisis del capitalismo fuera de los países avanzados no se debe a que la globalización internacional está fracasando sino a que los países en vías de desarrollo y los que salen del comunismo no han podido ‘globalizar’ el capital en sus territorios»[5]

Es decir es desde todo punto de vista ineludible, la salida es única: unirnos al mundo globalizado y capitalista; sin embargo De Soto no evidencia el aumento de la pobreza que ha significado para los países que se han insertado en el mundo globalizado y salvo algunos «milagros» los demás siguen el mismo rumbo de los expoliados y explotados. Además los milagros como el chileno, muy mencionado por los intelectuales de la época como Oppenheimer, ha sido a costa del chorro de sangre, por no decir ríos, obra de don Augusto Pinochet Ugarte, verbigracia de un gobierno fascista que los conservadores quieren ocultar[6].

De soto presenta al capitalismo no como el problema sino como la solución; es más, concluye «evidenciando» que la salida está en el capital muerto manejado por los pobre en el mundo; sin embargo, calla – como era de esperarse – sobre el capital acumulado por los ricos; también menciona como una de sus tesis el acercamiento económico entre ricos y pobres, pero se olvida como haremos entonces la repartición de la riqueza, pero sí es enfático en criticar la informalidad de los pequeños y micro empresarios; condena esas evasiones a la ley considerando que allí está la base del desarrollo de un país. Nuestro buen hombre no se considera un apologista del capitalismo, no obstante considera que es el mejor gobierno de la humanidad y por el cual deben optar los que están saliendo del comunismo y donde el capitalismo aun no triunfa.

Otro de los intelectuales mencionados que presenta recetas para América Latina, es el «bondadoso» argentino Oppenheimer, que contribuye con sus planteamientos a «evidenciar el fin de la dialéctica», presentando a las opciones revolucionarias como cuentos chinos; el buen hombre nos presenta la solución bajo la siguiente premisa: la única salida para América Latina es ceder el paso al capital extranjero tal como supuestamente lo hace la China comunista, que se ha convertido en una fiebre capitalista. Aquí también priman los falsos argumentos, ya lo mencionábamos líneas a tras, el comunismo no se ha impuesto en ningún país; sin embargo, para Oppenheimer, la China es comunista y a pesar de su supuesto dogma, que a su entender sólo queda en el discurso, se abre al capitalismo. En contraposición presenta a los Gobiernos de América Latina como seguidores de planteamientos desfasados; por ejemplo, presenta a Hugo Chávez como un narcisista-leninista, seguidor de viejas ideas marxistas. La pregunta de fondo es: ¿Oppenheimer ha leído a Lenin?, ¿Conoce el autor los planteamientos marxistas?; la respuesta no tenemos que darla nosotros, pero hoy parece que el mismo Chávez lo ha respondido ya. No olvidemos que hace poco el gobierno venezolano se ha calificado como «un no seguidor del planteamiento marxista-leninista por que considera que éstos son planteamientos desfasados y para otro contexto – a su entender – se debe crear planteamientos nuevos y necesarios a la realidad actual». Otro de los «grandes», por no decir granujas, es nuestro aplaudido Althaus, quien ha pregonado a los cuatro vientos, La revolución capitalista en el Perú[7] que tras elogiar el gobierno de turno, muestra cuadros estadísticos del avance colosal del capitalismo a partir de los años 90 del siglo pasado hasta nuestros días. Para este «genio» es un mito que siga aumentando la diferenciación social, por el contrario, estamos cada vez más cerca de la igualdad entre ricos y pobres. Presenta el gran Althaus al país ya no como un exportador de materias primas sino un transformador, pone sus ejemplos en la minería, en el agro, etc. Si estamos también y todo marcha viento en popa, ¿Por qué estamos como estamos?, es la pregunta a la cual el profeta responde: el problema es que los nacionalismo como el de Velasco y las ideologías radicales han sumido en el atraso al país, en consecuencia el país recién está alcanzando sus niveles de productividad que tenía en los setenta. Grandes y flagrantes proposiciones, pero nada de estudios científicos sobre la lógica del capitalismo tardío. De esta calaña y de este calibre son la mayoría de los trabajos de los intelectuales de la actualidad; sin embargo, esto no nos debe sorprender, pues cada época ha tenido sus ideólogos, sobre todo el sistema capitalista. No olvidemos los planteamientos kantianos sobre el progreso constante y hacia mejor, como realización del plan secreto de la naturaleza, pero dentro de un Estado como el actual, donde razonabas todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero sobre todo obedecemos. Más radical y esquemático fue el planteamiento positivista del siglo XIX, que presentaba el progreso como una línea recta, casi una especie de evolución natural. También fue radical la defensa de las guerras mundiales de algunos intelectuales, por considerarlos necesarios para la imposición de la democracia liberal en el mundo, tal como lo canta Francis Fukuyama. Otros llegaron hasta defender el nazismo y el fascismo como Martín Heidegger y en nuestra actualidad los discípulos de éstos, defienden el imperialismo, la posmodernidad y la globalización mundial.

Desbaratando el código mediático

Habiendo apreciado en líneas precedentes la figura mítica intencional con miras a legitimar el orden capitalista imperante, nos toca quitar el disfraz y dejar el rostro al descubierto a un discurso que gracias al poder mediático de los intelectuales de derecha cala más hondo cada vez, así apreciamos que los discursos de personajes que tienen cierta presencia como Jaime de Althaus y Hernando de Soto para el caso peruano, así como de Andrés Hopenhaimer para el caso de América latina en general, parecen justificar que cualquier presencia de injusticia y desigualdad social, se debe no al sistema capitalista mismo, sino a la mala forma de dirigirlo y llevarlo a cabo por algún defecto de los gobernantes y las instituciones a su cargo.

El mundo se hizo uno gracias al capital, el cual permitió la universalización histórica gracias a la unificación económica, así entonces el capital entendido como el dinero con la potencialidad de generar más dinero tomaría mayor presencia cada vez, dando paso a mayores ganancias conocidas como plusvalía; esta plusvalía que, como mencionamos, sería lograda gracias al trabajo no remunerado del obrero, producto de la enajenación de la cual era y es víctima, así entonces el capital se erige sobre los hombros de los obreros mal-tratados y expoliados desde la aparición de una economía industrial.

Los países capitalistas en su orígen, históricamente se han aprovechado de los recursos materiales y humanos de otros países más débiles y menos desarrollados; así, empezando por el imperio inglés, el cual erigió toda riqueza y posterior industrialización gracias a los excelentes beneficios por la tenencia colonial que le brindaba mano de obra y productos a costo cero, hasta llegar a los Estados Unidos de Norteamérica, el cual aplica una política neocolonial hacia América latina, manteniendo una dependencia económica para poder a su vez mantener su primacía y una política coercitiva también a nivel mundial.

Adam Smith justificando moralmente la libre competencia debido a que posibilitaba el incremento del afán de emulación hacia los comerciantes producto de la simpatía, afirmaba que el mercado libre no era malo, por el contrario dependía de la forma como lo aprecies, relativizando totalmente la moral, dependiendo en el trasfondo de un interés personal.[8]

Carlos Marx había descubierto el misterio del capitalismo, siendo éste la plusvalía y su forma tan desencarnada de obtenerla, a su vez Lenin había avizorado lo que sería una posible fase superior del capitalismo, en donde el capital transnacional superando cualquier frontera, haría que las industrias se encuentren cada vez en menos manos, internacionalizando a los obreros, y posibilitando además expoliarlos a domicilio.[9]

El capitalismo unifica el mundo, unificando a su vez la miseria de los pobres a nivel mundial, cada vez más pobres, cada vez más dinero entre los ricos; los poros de la gente llenos cada vez de más sufrimiento, los poros de la tierra cada vez con más saturación del dinero que ahora gobierna al mundo y lo dirige hacia una dictadura de caos y desigualdad.

Afirmamos que hay injusticia y desigualdad debido a que la condición de riqueza sólo puede ser mantenida si el opresor mantiene siempre su condición privilegiada, siendo cada vez más sutil la forma como aplica la represión y el maltrato hacia la persona común y corriente; siendo la realidad presentada como una situación de naturalidad en donde el sistema tiene aún elementos por perfeccionar, haciendo creíble su discurso por el uso sistemático de mediatización, generando la búsqueda de consenso para digerir un discurso que se hace de lo más pernicioso.

Así cuando Hernando de Soto ( economista y actual asesor del gobierno peruano) hace referencia a que las comunidades elaboran siempre como mejor forma de organización y convivencia un «contrato social» siendo el principal error del estado no comprender dicha forma de organizarse y de establecimiento de costumbres por parte de la mayoría de la población, cometiendo el error de no saber regular la creación de capital para poder ser generado por los más pobres, debido a que los pobres sí cuentan con capital ( este dinero con la potencialidad de crear más dinero) en base a sus ahorros, pero no saben que hacer con ellos, así entonces occidente llegó al capitalismo y a un modo más confortable de vida no porque haya llevado a cabo una conspiración monopólica, sino porque tuvo presente este proceso de saber qué hacer con el capital, cosa que lamentablemente no sucede en los países en vías de desarrollo. Ahora entendemos porqué dicho planteamiento fue tan felicitado por la ultra-derecha norteamericana y mundial, sobretodo por el detestable Fukuyama, para el cual no olvidemos ya hemos llegado al fin de la historia representada por este sistema económico, que es el más adecuado y «perfecto». La pregunta realizable a De Soto sería: ¿Qué tanta voluntad tendrían los estados de los países de «primer orden» o aquellos en «vías de desarrollo» en cambiar su reglamentación para favorecer a los que siempre han estado desplazados?, sobretodo sabiendo que hasta por mucho interés que en realidad puedan tener, hay una dependencia estructural a quienes tienen la última palabra en base a su poder coercitivo.

Este planteamiento con claro tinte intencional hace referencia entonces que los pobres en realidad no son pobres, sino que no saben qué hacer con su capital, un capital que podrían obtener también sabiendo la reglamentación adecuada sobre cómo utilizar su propiedad para obtenerlo. Esta afirmación no evidencia la situación real del pobre, no planteando absolutamente nada, no sólo en cuanto a cómo podrían comportarse aquellos que no tienen ahorro, ni propiedades, y sobretodo, no hace referencia a lo pernicioso, enfermizo y represivo que es este sistema; se argumenta que los países que ahora tienen dinero, es por su mayor capacidad de generar riqueza; que más se puede decir, este planteamiento como todo aquel elaborado idealmente, se cae y tropieza contra sus propios paso al ser contrastado con la realidad.

Hace unos pocos días Jaime de Althaus (Antropólogo y periodista peruano, conductor de un programa televisivo en señal de cable), publicó en su texto – mencionado líneas a tras – que la única salida viable para el Perú, era aplicar un neoliberalismo económico y una apertura de par en par de sus fronteras para hacer posible la penetración capitalista, cosa que estaba ya ocurriendo desde hace algunos años, pero que sin embargo, no se evidenciaba en gran medida en la desaparición de la pobreza producto de la incapacidad redistributiva de la riqueza por parte del estado y sus gobernantes[10], siendo la auténtica revolución la adecuada repartición de los ingresos del estado. Dicho planteamiento, que dicho sea de paso repite la misma verborrea de ataque contra los gobiernos socialistas e ideas de izquierda, no es otra cosa que su vómito televisivo plasmado ahora en papel, donde se pone otra vez como planteamiento central, lo positivo del capitalismo como sistema y algunas de sus imperfecciones producto de los errores de quienes lo llevan a cabo….que feliz estará Francis F. de tener tantos cachorros.

De igual tinte se encuentran como hemos tenido posibilidad de apreciar, los planteamientos del narrador de cuentos Oppenheimer, otro escudero y lacayo defensor del sistema, impulsor de los acuerdos de libre comercio, «presenta» que lo peor para un país es mantenerse en su retraso, ocurrido producto de narcisismos y manipulaciones desde fuera y hacia dentro del país (en clara alusión a Chávez y Morales). Aquí es bueno recalcar lo trágico de un tratado comercial, donde como manifestamos, el problema no es lo que sale, pues nadie puede negar lo beneficioso de exportar productos, siendo el problema mayúsculo los productos que ingresan y compiten en forma desigual con los pequeños y medianos productores, generando pobreza, y sólo ganancia para aquellos que más tienen.

A grandes rasgos, al igual que toda la derecha y mucho del planteamiento «posmoderno» flotando en el aire ( «del ala izquierda de la derecha») queda justificado el sistema mismo, donde el problema no es la estructura en sí, sino el mal trabajo de quienes le dan vida y soporte, así en realidad no hay pobreza pues hay dinero; el planteamiento de la injusticia y desigualdad es un mito[11], y todo postulado de cambio social es un cuento chino, siendo el misterio del capital sólo su mal uso; estos planteamiento que se mantienen firmes y son reproducidos por quienes o bien tienen intereses o están parametrados en una conciencia que escapa al verdadero entorno, son justificados y legitimados producto de su repetición en todo momento y a todo instante, radio, televisión, prensa, intelectuales de derecha; conformando consenso y aceptación hacia mucha parte de la población, que ahora ven la posibilidad de crítica, de cambio, con miedo, resentimiento, con susto, o como innecesario.

Es aquí entonces donde entran a jugar un papel muy importante los intelectuales, pero aquellos que se mantienen firmes en sus principios y planteamientos, aquellos consecuentes que no se mueven camaleónicamente de acuerdo a sus intereses y beneficios, apostando siempre por el interés común y mayoritario. Muchos de los intelectuales cuando vieron que podían obtener beneficios luego de haber salido de un proceso dictatorial en las décadas de los sesentas y setentas, se adecuaron dando un paso hacia la derecha (aquí no hay centros), o muchos también desconociendo el orígen mismo de los intelectuales, dejaron la bandera de lado, buscando aquella más colorida con las modas y beneficios, tras del éxito material en base a su compromiso, ahora sólo consigo mismo.

Si se forma un consenso que apoya la neocolonización material e ideológica, lo necesario es entonces romper con dicha legitimación, evidenciando y exponiendo las contradicciones sociales, políticas y económicas y haciéndolas presentes a todo nivel; para esto, como dijimos, es necesario dar fin a esa idea de un intelectual como un iluminado racionalmente o como parte de un grupo por encima del resto, siendo más bien intelectual todo aquel que oriente su preocupación hacia la sociedad y se dedique a su reflexión, pero no sólo interpretando, sino emitiendo un juicio y sobretodo tomando partido y defendiendo una posición orgánica, saliendo del academicismo, si es que son parte de él, universalizando su crítica hacia quién no está encerrado entre paredes y pupitres.

El trabajo se hace de largo aliento, generando alternativas explicativas frente al discurso único, iniciándolo primero de acuerdo a nuestras posibilidades: salón de clases, internet, prensa alternativa, generando así espacios y lugares de discusión, talleres, círculo de estudio en la ciudad, en el campo, pero siempre teniendo una finalidad estructural; así se podrá generar una criticidad estructural y no sólo coyuntural, no sólo trasmitiendo algún tipo de conocimiento, sino explotando la posibilidad intelectual en las personas, conformando así un grupo de intelectuales subversivos, que apuesten, como dice el término, a la subversión, al cambio, y no al simple maquillaje e infructuosa crítica, pues, ¿de qué sirve criticar sino se busca un cambio?, para cuentos ya hay muchos narradores, y creemos haber dado ejemplo de algunos.

Tras la huellas del paso perdido

Hoy se evoca con nostalgia al intelectual orgánico y comprometido de Gramsci, o las líneas mismas sobre las que se calificaba a un intelectual a finales del siglo XIX español, quienes influenciados por los ideales marxistas y anarquistas buscaban ser la oposición crítica al sistema. ¿Dónde están los intelectuales comprometidos con la sociedad y con el cambio? La pregunta parece aún no encontrar respuesta. Se nos muestra la función del intelectual como un simple homus académicus, como un especialista en temas científicos y de su profesión, que cuando sale en los medios de comunicación es para opinar sobre «cosas trascendentales», que muchas veces no pasan de meros sensualismos y que cumplen la función de colaborar con la mediatización, y, a veces como intermediarios para vendernos la moto[12]. Es evidente que los intelectuales han sido presas de la crisis de la sociedad y han sido englobados en el sistema.

Los intelectuales surgen como críticos al sistema, con un carácter de rebeldía frente a la opresión; sin embargo hoy se evidencian como alineados al sistema al cual servilmente defienden acorde a las ganancias que puedan obtener, cometiendo una traición a la sociedad a la cual deben su razón de ser, hoy mercenarios al mejor postor defensores de la mano que les da de comer, con una desconfianza ganada y merecida frente a la población.

Urge la revaloración del intelectual como sujeto y sustantivo[13], recuperando a su vez su rol protagónico en su búsqueda del bienestar social, y, como hicimos mención, explote la potencialidad de la población en su reflexión y posibilidad de acción, para devolverle la injerencia de elaboración de su propio destino adecuándolo a sus verdaderas necesidades, en una relación dialéctica y necesaria.

El deber y la necesidad de los intelectuales de todos los países que gimen bajo el régimen imperante del neocolonialismo es: contribuir a la lucha de los pueblos hasta que el viento y la lluvia revolucionaria destruyan a este «tigre de papel».



[1] Se analiza aquí sobretodo los textos de: Soto, Hernando De, El Misterio del Capital.; Oppenheimer, Andrés, Cuentos Chinos; Althaus, Jaime De, La Revolución capitalista en el Perú.

[2] De Soto. Op. Cit. Pág. 27

[3] Ibidem. Pág. 32-33

[4] Ibidem. Pág.36

[5] Ibidem. Pág.231

[6] Revisar para este caso la reciente publicación del libro La mejor democracia que se puede comprar con dinero, de Grez Palast, condecorado con el odio por todos los conservadores del planeta.

[7] Este libro se presentó, con bombos y platillos, en la feria internacional del libro celebrado en Lima este año, uno de los comentaristas fue Hernando De Soto.

[8] Ver el texto de Adam Smith, La teoría de los sentimientos morales.

[9] Para apreciar la concepción histórica de Carlos Marx ver: El manifiesto comunista, EL 18 de Brumario, y El primer capítulo sobretodo de la ideología alemana; revisar también Imperialismo fase superior del capitalismo de Lenin.

[10] Althaus. Op.cit. Pág. 17

[11] Althaus. Op.Cit. Pág. 59 y ss.

[12] Los Intelectuales son parte de la forma como se intenta mediatizar a la población, en el intento de elaborar un discurso digerible para la población, donde quede justificado el sistema en base a la elaboración del consenso, ver : Chomsky, Noam, ¿Cómo nos venden la moto?; Bordieu, Pierre, La televisión; entre otros.

[13] EL intelectual surge como una categoría sustantiva, para desprenderse luego y ser considerado en base a su cambio de orientación como una categoría adjetiva, ver: Gonzáles, José Antonio y Antonio Robles Egea, Intelectuales y Ciencias Sociales en la crisis de fin de siglo.Latinos en EE.UU: noticias y artículos de interés para ti Clic aquí